El pueblo de Venezuela ha acudido a las urnas 11 veces en los últimos siete años. Casi un hecho superfluo en democracia, podrían pensar algunos, y una señal de fatiga podría detectarse en las elecciones parlamentarias del domingo cuando solo el 30% del electorado se molestó en votar. El resto percibió el resultado como una […]
El pueblo de Venezuela ha acudido a las urnas 11 veces en los últimos siete años. Casi un hecho superfluo en democracia, podrían pensar algunos, y una señal de fatiga podría detectarse en las elecciones parlamentarias del domingo cuando solo el 30% del electorado se molestó en votar. El resto percibió el resultado como una conclusión precedida ya que en otras elecciones el Presidente Hugo Chávez, o los candidatos que el había apoyado, habían acumulado sustanciales mayorías. La tendencia continuó con el resultado del domingo, y la lista de Chávez arrasó.
No obstante, la oposición una vez visible, esta vez, estuvo extrañamente ausente. Cuatro de los pequeños partidos opositores decidieron retirarse en el último momento, una movida cínica diseñada para perturbar la lograda estabilidad desde el referendo de agosto del 2004 (organizado por la oposición con el fin de asegura la renuncia del presidente). Aplastantemente ganada por Chávez con un margen de 59 a 41, el referendo fue certificado como libre y justo por observadores de la OEA y del Centro Carter, pero algunos de los partidos de la oposición se rehusaron de aceptar los resultados. Este rechazo logró poco para mejorar su autoridad o popularidad y cuando se retiraron de las elecciones de este domingo sabían que se enfrentaban a la derrota y la humillación.
Su acción irritó a la misión enviada por la OEA que pensó haber llegado a un acuerdo respecto a las quejas de la oposición sobre las máquinas de votación electrónica. La oposición en le viró la tortilla y anunció su retirada. No estaba actuando a solas. Entre bambalinas, en una reunión en privado en la isla de Aruba de las Antillas holandesas, y en declaraciones publicas hechas por Thomas Shannon, el secretario de estado de los EEUU para asuntos de latinoamericana dijo que la oposición había estado elaborando una estrategia para derrocar a Chávez. Sus planes eran hacer creer al pueblo que la «democracia en Venezuela está en grave peligro,» como lo esgrimió Shannon ante un subcomité en Washington hace dos semanas.
Está en efecto en peligro, amenazada por una tirria de grupúsculos de la oposición a los que el apoyo de los EEUU les ha dado una influencia internacional desproporcionada. Con su abstención irresponsable, esperaron quebrantar la credulidad del sistema parlamentario.
La estrategia apoyada por los EEUU es la de utiliza organizaciones no gubernamentales aparentemente neutrales para que le informen al mundo que las elecciones no son ni libre ni Justas, que la libertad de prensa está amenazada y que los derechos humanos no se respetan. Estos alegatos son entonces amplificados y exagerados en Washington.
Las quejas son absurdas. La oposición aun es dueña de a mayoría de los periódicos y de los canales televisivos. El poder judicial ha sido comprensivamente reformado después de los escándalos de las décadas pasadas donde la mitad de los jueces resultaron ser corruptos o incompetentes. Las elecciones han sido examinadas en interminables ocasiones y los derechos humanos se han extendido hacia las grandes masas de la población.
Washington continúa percibiendo al gobierno de Chávez, en las palabras de Shannon, como «una amenaza ha la estabilidad en la región». A los norteamericanos les disgusta la retórica revolucionaria, su amistad con Fidel Castro, su abierta hostilidad hacia las economías neo-liberales, su decisión de comprarle armas a suministradores no norteamericanos como España, y su apoyo a movimientos radicales en América Latina, como el Movimiento al Socialismo de Evo Morales, que se espera gane las elecciones presidenciales en Bolivia a finales de este mes. Aun así, los EEUU hoy día tienen pocos aliados en el continente, y los países más importantes – Argentina, Brasil, e incluso Chile – se han apuntado en el campo de Chávez. Su alianza con la oposición desacreditada de Venezuela le ganará pocos amigos nuevos.
Casi todos en Venezuela, incluyendo al propio Chávez, reconocen que el gobierno se beneficiaría con una oposición constructiva e inteligente, y hubo una vez en que algunos dentro de esa oposición que estuvieron ansiosos de darle al electorado una opción. Otros, ahora la mayoría, están viendo un final violento o insurrecto.
Aún así, Chávez no es un dictador como lo plantean los EEUU. Es un revolucionario democrático que siempre ha tenido la capacidad mágica de virar los errores políticos de otros a su favor. Ahora con una mayoría abrumadora en la nueva asamblea, podrá ajustar esas cláusulas de la precipitada, y aun así admirable, constitución de 1999 que resultaron inadecuadas (incluyendo la que le prohibiría postularse por un tercer mandato). Todo apunta a que ganará las elecciones presidenciales el año que viene y, quien sabe, las de diciembre del 2012 también. Las acciones tontas de la oposición habrán servido de gran ayuda en esa labor.
Traducido para Cubadebate por Isabel Perea