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La desconfianza de los países europeos entre sí alimenta aún más el caos

Fuentes: Clarín

Europa quedó ayer en el centro de la crisis financiera mundial, desplazando al menos momentáneamente, con una jornada devastadora en las Bolsas, a Wall Street, cuyas pérdidas más moderadas fueron en parte consecuencia de la debacle europea. El derrumbe de ayer alcanzó proporciones enormes y demuestra que una crisis de confianza sin precedentes de los […]

Europa quedó ayer en el centro de la crisis financiera mundial, desplazando al menos momentáneamente, con una jornada devastadora en las Bolsas, a Wall Street, cuyas pérdidas más moderadas fueron en parte consecuencia de la debacle europea. El derrumbe de ayer alcanzó proporciones enormes y demuestra que una crisis de confianza sin precedentes de los ambientes financieros amenaza sofocar el crédito hasta desencadenar un mecanismo de pánico irreversible.

«Los ahorros de centenares de millones de europeos están en peligro. Los gobiernos de la Unión Europea deben inmediatamente adoptar contramedidas coordinadas», afirman en un mensaje diez expertos economistas europeos, muy alarmados por el peligro de una parálisis del crédito «que puede desencadenar destrucciones en vasta escala de puestos de trabajo y empresas».

De alguna manera, hasta ahora, fue subestimada la gravedad de la crisis europea, en buena medida por la insistencia de gobiernos y especialistas en destacar que la Europa de 27 países «es algo muy distinto» a las finanzas tóxicas de Estados Unidos, que han causado una crisis de época que obligará a refundar el capitalismo del siglo XXI.

En realidad Europa tiene algunos puntos débiles que son muy peligrosos y peores que los de EE.UU. La reunión del sábado de Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia, que terminó entre sonrisas, palmadas en la espalda y declaraciones tranquilizadoras fue en realidad cartón pintado.

No se anunciaron las decisiones fundamentales que se esperaban. Una vez más Europa emprendió el camino de la división interna, de su tendencia a exaltarse más como expresión geográfica que como una realidad supranacional capaz de actuar en forma enérgica y unida para afrontar una crisis tan grave.

La mandataria alemana Angela Merkel no quiso saber nada de la propuesta del presidente francés, Nicolás Sarkozy, de dar vida a un fondo anticrisis que debería reunir el 3% del Producto Bruto Interno europeo para reunir 300 mil millones de euros y poder sostener así al tambaleante sistema financiero.

Hay al menos quince bancos de enormes dimensiones que están seriamente afectados. Los bancos no se prestan dinero entre ellos, desconfían los unos de los otros. Imaginarse de país a país.

Merkel tuvo este fin de semana que elaborar un segundo plan para salvar al gigante Hypo Real Estate, cuarto gigante bancario del país, ahogado por una desastrosa gestión y con perspectivas de provocar una bancarrota de cien mil millones de euros que arrastraría a toda la economía alemana. Ella puso a disposición 50 mil millones de euros, una cifra gigantesca. Pero se negó a las soluciones supranacionales que propuso Sarkozy, con el apoyo del premier italiano, Silvio Berlusconi. Dicen que dijo: «No estoy dispuesta a poner el dinero de mis contribuyentes para salvar bancos franceses, italianos y españoles».

Según los malignos Merkel teme que «Sarkó» no cuente toda la verdad y que los bancos de Francia estén en una situación mucho peor de lo que se sabe.

Pero esta desconfianza parece empujar hacia «una nueva Gran Depresión, como la que siguió a la crisis mundial de 1929», señala el manifiesto a los gobernantes europeos de los diez economistas.

Las medidas anunciadas por EE.UU. no bastan y las finanzas son insuficientes. El profesor Stefano Micossi afirma que es crucial correr de inmediato a sostener los mercados. «Después habrá tiempo para ajustar las cuentas con los banqueros» responsables del desastre.

Hay algunos bancos europeos, como el Barclay’s y el Deutsche Bank, de dimensiones colosales, casi similares al PBI de Gran Bretaña y Alemania, respectivamente. Si quebraran sería «la fine». En EE.UU., ningún instituto financiero tiene dimensiones similares en relación con el PBI norteamericano.

Micossi afirma que «la contribución de la UE debe centralizarse en la recapitalización del sector bancario a través de fondos públicos u otros sistemas». El economista italiano propone que sea la Banca Europea de Inversiones la que realice la operación de salvataje, si es posible con el fondo anticrisis de 300 mil millones de euros.

Hasta ahora, los fondos públicos que intervienen a nivel nacional «producen una balcanización del sector bancario», o sea que le quitan potencia y eficacia al resanamiento.

¿Existe la voluntad política de afrontar la situación como una Europa unida? Esta es la fatal incógnita, y el tiempo apremia.

Hay un pronóstico que ya parece cierto. La crisis financiera mundial precipita sin alternativas al mundo en una recesión, tal vez profunda y larga, de la cual ningún país podrá prácticamente salvarse. Y como están las cosas éste ya aparece como el menor de los males. Más allá están el pánico social y la depresión que puede durar hasta una década, como ocurrió en el treinta.