La incapacidad mostrada por el «súper comité» del Congreso de Estados Unidos para diseñar un plan de compromiso con objeto de reducir el gasto público ha provocado pánico en los mercados internacionales. Y no es de extrañar, ya que aún están frescos los recuerdos de la crisis de deuda de finales del verano pasado, cuando […]
La incapacidad mostrada por el «súper comité» del Congreso de Estados Unidos para diseñar un plan de compromiso con objeto de reducir el gasto público ha provocado pánico en los mercados internacionales.
Y no es de extrañar, ya que aún están frescos los recuerdos de la crisis de deuda de finales del verano pasado, cuando el país estuvo al borde de la bancarrota y Standard’s & Poor’s rebajó su calificación de deuda soberana.
«No hemos podido llegar a un acuerdo»
El 21 de noviembre, los representantes del llamado «súper comité» – una comisión parlamentaria instituida ad hoc para el recorte del déficit presupuestario de Estados Unidos – declararon no haber podido llegar a un acuerdo. «No hemos podido llegar a un compromiso todavía», escribieron en una carta conjunta los copresidentes del comité, el senador republicano, Jeb Hensarling y la demócrata, Patti Murray.
Para recortar su deuda pública (que en este mes de noviembre ya ha superado los 15 billones de dólares), Estados Unidos deberá reducir su déficit público en 1,2 billones, recortando los gastos del estado. El «súper comité» debía determinar en qué capítulos habría que aplicar la tijera y, ante todo, cómo repartir el descenso en la financiación entre los ámbitos militar y civil. Los demócratas habían prometido salvar de las reducciones a los programas sociales, manteniendo las ventajas fiscales para la clase media y aumentando los impuestos para los ricos.
El plan del «súper comité» debía estar listo antes del 23 de noviembre, y el Congreso debía ratificar el consiguiente proyecto de ley antes del 23 de diciembre. La ausencia del acuerdo ha sido interpretada por los mercados como una revitalización de los problemas de deuda del verano. El pasado agosto, Estados Unidos evitó la bancarrota técnica de milagro, porque el Congreso no quería aprobar el techo de la deuda pública. Por supuesto que la sangre no llegó al río y el país no entró en bancarrota, pero la fiebre de la deuda le costó a la primera economía del planeta el primer lugar en la clasificación de deuda soberana de Standard & Poor’s.
Ya en la mañana del 22 de noviembre, los mercados de valores y materias primas mostraron una dinámica negativa, mientras que la agencia de clasificación Fitch Ratings amenazó con revisar a la baja la calificación de Estados Unidos antes de finales de noviembre.
Un hacha o un bisturí
Mientras tanto, los expertos nacionales y extranjeros señalan que la ausencia de un compromiso no significa que el gasto público no vaya a sufrir rebajas, ya que el problema no se centraba en recortar o no, cosa que ya está decidida, sino en cómo hacerlo. Cómo subrayó en su declaración el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el asunto es cómo hacer que descienda el déficit para ayudar a que la economía tome un curso ascendente.
«El meollo del plan era recortar los gastos de una forma racional y no cercenar automáticamente una parte de los presupuestos», puntualiza el economista del holding AFK «Sistema» Evgueni Nadorshin. Obama lo definió de una forma más metafórica, como «utilizar un bisturí, no un hacha».
Pero la ausencia de un acuerdo podría redundar en la utilización del hacha para recortar de golpe el presupuesto e igualar la financiación entre los sectores militar y civil. Aunque es evidente que la posibilidad de llegar a un compromiso todavía existe. «Las partes todavía pueden llegar a un acuerdo. Yo creo que los demócratas están dispuestos a hacerlo y supongo que algunos republicanos también estarían interesados en evitar una reducción automática en los presupuestos», declaró el presidente estadounidense.
En cualquier caso, este incidente no será un factor de riesgo para la economía mundial. Expertos subrayan que el problema de la deuda pública de Estados Unidos conlleva menos peligro que lo que está ocurriendo con las finanzas de la zona euro.
Sobre todo, porque la Reserva Federal de Estados Unidos es capaz de reaccionar de una forma operativa a cualquier cambio: influir en las cotizaciones de divisas o imprimir moneda cuando es necesario.
Según el director del departamento de análisis de los mercados financieros y macroeconomía de la compañía gestora Alfa-Kapital, Vladimir Braguin, «se trata de un simple mecanismo de estabilización, basado en cierto debilitamiento de la moneda que ofrece ventaja en el comercio externo. Además, una devaluación de la divisa nacional con un crecimiento sostenido del PIB da como resultado un descenso en la presión de la deuda».
Los países europeos con su complejo mecanismo colectivo de toma de decisiones no disponen de este instrumento económico.
El peligro de salir por la puerta de atrás
El pánico en torno al plan de este «súper comité» del Congreso nace de la crisis económica mundial que ha generado una atmósfera general de nerviosismo. Tanto, que en los últimos meses los especuladores financieros reaccionan violentamente ante cualquier descuido de los líderes europeos o estadounidenses.
En este caso, el motivo principal para la intranquilidad ha sido la falta del acuerdo entre las principales fuerzas políticas de Estados Unidos. «Por supuesto, es una noticia negativa. En la antesala de las elecciones hay dos fuerzas políticas que no pueden llegar a una fórmula de compromiso. Esto amenaza con conflictos y problemas», aclara Evgueni Nadorshin. Sobre todo, si se tiene en cuenta que la economía de Estados Unidos está lastrada por numerosos problemas. La ausencia de un crecimiento y de unos consumo claros ya fueron claves en la crisis de deuda del 2008.
Pero ahora, el principal factor desestabilizador, según Vladimir Braguin, podría ser no ya la deuda pública, sino el excesivo endeudamiento de las empresas, los estados y los ayuntamientos. «Una ola de bancarrotas motivadas por las deudas corporativas y municipales resultaría un golpe muy duro para los bancos y los fondos de pensiones -apunta Braguin-, mientras que el empeoramiento de la calidad de los activos financieros puede, como ya se ha demostrado, ser fatal para toda la economía».
http://www.argenpress.info/2011/11/la-deuda-de-estados-unidos-vuelve.html