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La dignidad de Dilma y la frágil «inteligencia» estadounidense

Fuentes: Rebelión

Las filtraciones sobre el espionaje estadounidense a Dilma Rousseff y Angela Merkel han suscitado significativos cambios geopolíticos en las relaciones norte-sur, han alterado la correlación de fuerzas en la competencia comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea y han debilitado la supremacía militar del Tío Sam. Hay tanta información circulando sobre los espías de […]

Las filtraciones sobre el espionaje estadounidense a Dilma Rousseff y Angela Merkel han suscitado significativos cambios geopolíticos en las relaciones norte-sur, han alterado la correlación de fuerzas en la competencia comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea y han debilitado la supremacía militar del Tío Sam. Hay tanta información circulando sobre los espías de la Agencia Nacional de Seguridad (NAS) de EEUU, que resulta arduo entender el alcance de la crisis. En ese marco es fundamental analizar ¿para que usaba Washington la información?, ¿qué valor ha tenido la respuesta de Dilma Rousseff?, y sobre todo, ¿qué tanto se ha debilitado la «inteligencia» estadounidense?

Barack Obama autorizó espiar a sus homólogos y utilizó la información recabada para confrontar el proyecto de integración latinoamericana promovido desde el sur. El 9 de septiembre de este 2013, la revista Época, del grupo O’Globo publicó un documento en el que Thomas Shannon, en aquel entonces subsecretario del Departamento de Estado (SD), de Estados Unidos, agradece al general Keith Alexander, director de la NSA, por la obtención mediante espionaje y compra de soplones, de un corpus de más de 110 cartas, que permitió entrometerse en las actividades de los presidentes de América Latina, en la víspera de la V Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad y Tobago, en 2009. Obama usó la información para manipular el debate y tratar de imponer su proyecto de integración continental, una nueva versión del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas.

El espionaje estadounidense también se ha empleado para intervenir en la política interna de Brasil, manipular las relaciones bilaterales y ganar concursos mercantiles. El 1 de septiembre la nota «EEUU espió a Dilma» de Cristina Tradáguila y Rango Junia, (en O’Globo) reveló que la NSA espió las conversaciones telefónicas, los mensajes de texto y los correos electrónicos de Dilma Rousseff. El Ministro de Justicia brasileño, Eduardo Cardoso condenó la grave violación a la soberanía de su país, y anunció que de confirmarse la intromisión, se suspendería el proyecto de brindar el rango de Asociación Estratégica, a las relaciones bilaterales Brasil-Estados Unidos. El documento entregado por Edgar Snowden, al periodista británico Gleen Greenwald, es de lectura restringida a los que denomina «cinco ojos»: Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Un segundo documento citado por Época justifica el seguimiento de los colaboradores de Dilma Rousseff para comprender quienes son los interlocutores clave en el gobierno brasileño. El 8 de septiembre O’Globo reveló que la NSA vigiló a la empresa Petrobras, para ganar sus subastas. La misma revista aseveró, el día 9 de septiembre, que la empresa Boeing confirmó que la batahola sobre el espionaje redujo sus posibilidades de ganar un concurso para venderle 36 aviones-caza modelo F18 a Brasil.

El 24 de septiembre, Dilma Rousseff denunció en la 68° Asamblea General de la ONU, que el fisgoneo estadounidense a Brasil, incluyó datos electrónicos de la vida íntima de los ciudadanos, relevantes pormenores comerciales e información gubernamental estratégica. La presidenta brasileña señaló: «entrometerse de esa manera en la vida de otros países perjudica el derecho internacional y daña los principios que deben regir las relaciones entre ellos, especialmente entre las naciones amigas. No se puede establecer una soberanía a expensas de otra soberanía. No puede asegurarse el derecho a la seguridad de los ciudadanos de un país a costa de la violación de los derechos humanos y los derechos civiles de los ciudadanos de otro país». El problema, señaló, afecta a la comunidad internacional y requiere de una respuesta en el marco de Naciones Unidas para evitar que las tecnologías de la información y las telecomunicaciones se conviertan en un nuevo campo de batalla entre estados. El 26 de octubre los gobiernos de Brasil y Alemania anunciaron que presentarán una propuesta de resolución contra el espionaje estadounidense a la Asamblea General de la ONU.

En contrapunto los funcionarios estadounidenses consideran que las filtraciones sobre sus actividades de vigilancia clandestina han significado un duro golpe diplomático y han afectado las capacidades defensivas de Estados Unidos. El 29 de octubre, el Comité de Inteligencia, del Congreso estadounidense celebró una audiencia, que reunió a la élite del espionaje. Stewart A Baker advirtió que las capacidades de defensa de su país, se verán comprometidas si se interrumpen, ralentizan o suspenden importantes flujos de información, además, complementó, si Alemania, Francia y Brasil prohíben a empresas estadounidenses usar servidores fuera de su territorio se incrementará la dependencia de las agencias de inteligencia estadounidenses y se pondrá información en manos de gobiernos que acceden a la intimidad de las personas sin orden judicial.

Hay muchas incógnitas sobre el origen, la administración y las intenciones de las filtraciones (tal vez un conflicto inter-agencias), pero ya sabemos que: el dejar-hacer, dejar-pasar del gobierno mexicano ha redituado muy poco, mientras que la enérgica protesta brasileña ha alterado favorablemente incluso la correlación de fuerzas norte-sur. Los sismógrafos del mundo anuncian importantes reacomodos del poder global.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.