Si algo tuvo de positivo este culebrón de verano que es la remoción del presidente del BCRA y el uso de reservas es que puso otra vez en el centro de la escena política la siempre postergada discusión sobre la deuda externa.
Ni el oficialismo cuando lanzó el Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento, ni la oposición cuando se opuso a los DNU que creaban el Fondo y destituían al Presidente del BCRA, ni la izquierda más crítica, que denuncia la vocación pagadora de ambas fracciones, previeron la crisis política que se instalaría en el país. Ese entrañable periodista deportivo que fuera Dante Panzeri encontró en la expresión literaria «Dinámica de lo impensado» la fórmula para describir la sorpresa, la impronta disrruptiva que es la esencia del fútbol bien jugado. Claro que esta dinámica está totalmente alejada de la actualidad de nuestra selección nacional pero es posible aplicar esta fórmula a la situación planteada por la intención gubernamental de usar reservas como garantía y pago de la deuda externa y sus impensadas derivaciones.
Porque la dinámica de la crisis actual, los cruces en uno y otro sentido, la maraña judicial en torno a los DNU o las idas y vueltas en el Congreso Nacional, resultaban impensados poco tiempo atrás. ¿Quién o quiénes en el oficialismo o en la oposición pensaban que se desatarían los debates actuales? ¿O que la deuda externa, expresamente guardada en el arcón de los recuerdos, retornaría al centro del escenario político?
Debates a la carta.
La crisis política ha devenido en situaciones conflictivas todavía inconclusas. Una serie de presentaciones en los juzgados se ha desatado a partir de la estrategia de la derecha de judicializar tanto el conflicto por el uso de las reservas como la destitución del presidente del BCRA. La secuencia de este verdadero embrollo es complejo de sintetizar, al día de hoy la Cámara en lo Contencioso Administrativo falló a favor de la prohibición del uso de reservas para pagar deuda externa, en paralelo ratificó al Congreso para tratar la remoción de Redrado. Finalmente la comisión bicameral logró reunirse esta semana, se supone resolverá en los próximos 15 días. Como se sabe su dictamen no será vinculante.
Por si algo faltara en este culebrón el (¿ex?) titular del Banco Central intentó poner como condición de su comparencia ante la comisión la derogación del DNU que lo removía, al mismo tiempo habría avisado que tiene en su poder la lista de quienes compraron dólares en la última corrida, serían todos amigos del gobierno. Luego desmintió los dichos y al momento de redactar este artículo se presentaba en la cámara sin condicionamiento alguno.
Así el Fondo del Bicentenario parece haber entrado en un cono de sombras y todos dan por descontado que el llamado «golden boy»ya fue.
Estos chisporroteos en la superficie no alcanzan a ocultar debates más profundos:
Algunas preguntas. ¿Cual es el nivel óptimo de reservas? Es claramente una discusión técnica pero tiene, como vemos, implicancias políticas. Podría decirse que en nuestro país cuanto más a la derecha se ubiquen los críticos mayores serán las exigencias para determinar las llamadas reservas de libre disponibilidad, en esta coyuntura porque en los ’90 no presentaban mayores exigencias. Esto es, si normalmente las reservas deben cubrir al circulante más lo depositado en cuentas corrientes y de ahorro, a este volumen se le pueden adicionar los montos depositados a plazo fijo e incluso aquéllos que surgen de computar las deudas del BCRA de corto plazo, como las letras y notas del Tesoro. Según el criterio que se siga habrá o no reservas excedentes.
¿El BCRA debe ser autónomo? Ni el gobierno ni la oposición de derecha hubieran deseado que este tema saliera a la superficie. La oposición porque estaba cómoda con la situación hasta el presente; el gobierno porque queda en evidencia que durante seis años nada hizo para sacarse de encima esta rémora del neoliberalismo de los ’90. Sin embargo lo han puesto en discusión, unos por convicción, otros por necesidad. La derecha porque comparte ideológicamente los presupuestos del liberalismo económico. El gobierno por necesidad coyuntural en esta pelea por el uso de las reservas, y porque la crisis pone en evidencia, lo que sabemos de hace mucho tiempo atrás: que la política monetaria debe ser funcional a la estrategia económica más general.
¿Es legítima la deuda? Si alguna virtud tiene la actual crisis política es haber colocado nuevamente en el centro del debate la cuestión de la deuda, cuando por el canje del 2005 y el posterior pago adelantado al FMI toda la propaganda oficial -con la tácita complicidad de la derecha- daba la cuestión por cerrada. Pero el perverso mecanismo de la deuda ha desmentido esas afirmaciones y el gobierno no encuentra financiamiento para 6.500 millones de dólares que vencen este año, por eso su intento de recurrir a las reservas internacionales.
Investigar la deuda.
La deuda ha vuelto al centro de la escena nacional. La suspensión de los pagos hasta tanto una investigación determine cuánto de la deuda es legítima y debe pagarse y cuanto ilegítima y debe repudiarse, que en soledad sostenían algunas personalidades y grupos sociales y políticos, entre ellos quienes integramos EDI, adquiere hoy renovada vigencia.
Todos, gobierno y oposición, saben cuál es el origen de esta deuda tan inmoral como fraudulenta. Todos conocen los perversos mecanismos de las renegociaciones, canjes y negociados de las comisiones pagadas. Todos hicieron caso omiso en los últimos 27 años a la investigación Olmos y en los últimos 10 años al fallo del juez Ballesteros.
Un conjunto de diputados de centroizquierda ha condicionado su participación en las negociaciones en el Congreso a que se discuta la legitimidad de la deuda, sorpresivamente la Coalición Cívica se mostró a favor de la investigación. Se abre así una oportunidad
No es verdad lo que dice la presidenta de la Nación que una vez aprobada la primera renegociación, en los años ’80, no hay más deuda ilegítima. La investigación Olmos cubre el período y la deuda puede ser declarada «odiosa» según la jurisprudencia internacional. Es posible analizar el período posterior y sacar a la luz todos los negociados en cada reestructuración, y aún si se llegara a la conclusión que los bonos emitidos ya no son cuestionables siempre queda la deuda con el Club de París, nada menos que 7.000 millones de dólares, de ellos 1.000 fueron tomados por el gobierno de la Alianza, sirvieron para financiar la fuga de capitales, el grueso corresponde a la dictadura militar. Se sospecha que parte de esos fondos nunca ingresaron al país.
Es cuestión de tener decisión política. En la voluntad de diputados y senadores está la posibilidad de «hacer patria», al menos por una vez en sus vidas. Caso contrario se seguirán dilapidando recursos escasos y el destino del país, salvo un vuelco total en la situación política, estará sellado.
*Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.