A Luiz Inácio Lula da Silva le faltó apenas el 1,41 por ciento de los votos para conseguir la presidencia en la primera vuelta. Aunque el actual presidente es favorito para ganar el 29 de octubre, pueden surgir aún más sorpresas. Para muestra, sólo una: en la primera vuelta, la derecha contó con el apoyo […]
A Luiz Inácio Lula da Silva le faltó apenas el 1,41 por ciento de los votos para conseguir la presidencia en la primera vuelta. Aunque el actual presidente es favorito para ganar el 29 de octubre, pueden surgir aún más sorpresas. Para muestra, sólo una: en la primera vuelta, la derecha contó con el apoyo del Partido Popular Progresista (PPS), integrado por ex comunistas comandados por Roberto Freire.
Aunque los institutos de opinión pública apuntan hacia una victoria del presidente, el fiel de la balanza habría que buscarlo en lo que decidan los electores de Heloisa Helena, que se alzó con el 6,85 por ciento, y de Cristovam Buarque, que cosechó un 2,64 por ciento. Ambos proceden del Partido de los Trabajadores (PT), pero sería demasiado simplista suponer que esos votos se trasvasarán de modo automático al candidato de su ex partido.
Hay consenso, entre los analistas, en que la posición que adopten los candidatos, en el sentido de indicar un determinado voto en la segunda vuelta, no necesariamente será seguido por los electores. Más aun: hay quienes dudan de que los votos que cada candidato obtuvo en la primera vuelta pueda «heredarlos» de modo automático para la segunda. El balotaje es una elección completamente diferente, en cuya definición intervienen, mucho más que las matemáticas, una serie de factores que no operaron en la primera vuelta, entre los que cabe destacar el resultado de los debates televisivos que tendrán ambos candidatos.
LA DECISIÓN DE LOS EX.
El primero de los tres debates pactados será el próximo domingo. Lula considera que no haber acudido a los debates durante la campaña para la primera vuelta resultó negativo y le restó votos. Los dos candidatos pelean por el mismo espacio: los electores que no se identifican ni con el PT ni con la alianza PSDB-PFL-PPS. En el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que tuvo un desempeño nacional mediocre al sobrepasar apenas la barrera del 5 por ciento de los votos nacionales, la candidata Heloisa Helena recomienda que sus partidarios voten según su propia «conciencia».
Pero dentro del PSOL hay diversas posiciones: Plínio de Arruda Sampaio, fundador del PT, cree que deben apoyar a Lula en la segunda vuelta siempre que se comprometa a realizar ciertos cambios, en tanto han surgido críticas a Helena por anteponer las cuestiones personales a las políticas.
En las huestes del PDT, que candidateó al ex petista Cristovam Buarque, las opiniones también están divididas. Algunos creen que Buarque apoyará a Alckmin a cambio del Ministerio de Educación (que ocupó bajo el gobierno de Lula). Pero los sectores nacionalistas del partido del fallecido Leonel Brizola creen que el candidato de la derecha representa los postulados opuestos al laborismo.
UN MUNDO DE SORPRESAS
El «Dossiergate» (el intento de compra de un dossier por dirigentes petistas para inculpar a la oposición) ocupará un lugar destacado en la nueva campaña. El nuevo coordinador de la campaña petista, Jacques Wagner, elegido gobernador de Bahía, defendió la expulsión del partido de los militantes implicados en el escándalo. Los abogados de la derecha pidieron a la justicia electoral que inhabilite la candidatura de Lula, por considerarlo responsable del caso de corrupción que afecta a su comité de campaña. Los abogados petistas, por su parte, insisten en que el presidente no estaba al tanto de esos hechos y que desconoce el origen del dinero con el que se iba a pagar el dossier.
En cuanto a la evaluación de los resultados, hay coincidencia en que el Congreso será más conservador. La mayor bancada será la del Partido del Movimiento Democrático (PMDB) con 89 diputados, en tanto el PT consiguió 83 (ocho menos que en 2002). La socialdemocracia (PSDB) y la derecha (PFL) consiguen 65 diputados cada una (igual que en 2002), en tanto los socialistas (PSB) suman 27 y los laboristas (PDT) 24 escaños.
Sorpresas hubo varias. El ex alcalde de San Pablo, Paulo Maluf, resultó el diputado más votado del país, con 739.837 votos. Maluf estuvo 40 días en prisión, hace pocos meses, por estar involucrado en casos de corrupción. No es la excepción: de los 64 diputados involucrados en los últimos escándalos, 55 consiguieron reelegirse. Otra sorpresa fue la elección de Fernando Collor como senador en el nordestino estado de Alagoas. Collor, quien renunció en 1992 para no verse sometido a juicio político y tuvo sus derechos políticos suspendidos hasta 2000, anunció su apoyo a Lula en el balotaje.
Finalmente, en Bahía se produjo un notable vuelco político: fue elegido como gobernador el petista Jacques Wagner, desplazando por primera vez al cacique regional Antonio Carlos Magalhães, el senador que pidió el retorno de los militares para derribar a Lula. Se trata seguramente del principio del fin del «carlismo», la corriente más derechista del espectro político brasileño.
Sea quien sea el próximo presidente, deberá establecer alianzas en ambas cámaras para poder gobernar. Lula se esfuerza en atraer a sectores del PMDB, partido históricamente dividido y dependiente de cargos y recursos estatales. La actual gobernadora de Rio de Janeiro, Rosinha Matheus Garotinho, y su esposo, el ex gobernador Anthony Garotinho, que lideran una de las corrientes del PMDB, ya anunciaron su apoyo a Alckmin en la segunda vuelta.