FOTO PEDRO MATA Barcelona y el área metropolitana cuentan con numerosas iniciativas de diferentes ámbitos, desde alimentos de kilómetro cero a servicios de salud o financieros, que se han impulsado siguiendo los principios del cooperativismo y que tejen una red para unir esfuerzos Productos ecológicos y de proximidad, comercio justo, finanzas éticas… Las iniciativas […]
FOTO PEDRO MATA
Barcelona y el área metropolitana cuentan con numerosas iniciativas de diferentes ámbitos, desde alimentos de kilómetro cero a servicios de salud o financieros, que se han impulsado siguiendo los principios del cooperativismo y que tejen una red para unir esfuerzos
Productos ecológicos y de proximidad, comercio justo, finanzas éticas… Las iniciativas basadas en la economía social y solidaria han proliferado en los últimos años. Un auge que se ha producido tras la crisis económica que dejó a muchos ciudadanos en el paro y que obligó a no pocos emprendedores a reinventarse. El cooperativismo -una de las fórmulas de economía social y solidaria con más tradición en Catalunya- ha sido una salida para muchas personas que han descubierto que la transformación del sistema económico dominante es posible. «No es que sea posible: es que es una realidad», matiza August Corrons, profesor de Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Corrons asegura que la economía social y solidaria ya representa cerca del 10% del PIB de Barcelona. «La crisis trajo consigo un cambio de valores», apunta el experto de la UOC, que añade que, en algunos casos, estos nuevos valores han calado hondo y se han consolidado en el talante de las personas. Y es que cada vez se percibe más sensibilidad hacia todo lo relacionado con la solidaridad o la sostenibilidad, si bien August Corrons reconoce que «aún queda mucho camino por recorrer si se quiere normalizar su existencia». El profesor también alerta de que «algunos de estos valores han desaparecido cuando también lo ha hecho la crisis».
«Las ventajas de este tipo de economía -detalla Corrons- se centran en sus aportaciones para alcanzar la sostenibilidad integral, tanto en el ámbito económico como en el social y medioambiental». Una de sus características es que «pone a las personas en el centro de todo, en lugar de poner al dinero, dejando a este como una mera unidad de intercambio al servicio de la sociedad», explica el experto.
Iniciativas de todo tipo
En el cajón de la economía social y solidaria cabe mucho más que los comestibles ecológicos y de proximidad o la moda sostenible, que son quizás los sectores más populares. Edgar Baldrich y Laia Vílchez lo vieron claro. Provenientes de la pedagogía y la geografía, estos dos vecinos de Santa Coloma de Gramenet pensaron en crear una actividad de ocio dirigida a los más jóvenes y que tuviese un componente educativo. Así nació hace unos meses Cosment Room, un scape room que no solo invita a pasarlo bien, sino que exige pensar y reflexionar para poder salir de él. «Lo primero que nos planteamos era cómo hacerlo viable. Ninguno de los dos tenía experiencia empresarial», explica Edgar. «A través de Grameimpuls, conocimos el cooperativismo, que hasta entonces yo asociaba al sector primario. Pero vimos que era una buena forma jurídica para nosotros», añade. Los dos toman las decisiones juntos y reconocen que se ponen de acuerdo fácilmente. «Los primeros meses han sido difíciles, pero gratificantes», asegura Laia, que destaca la buena acogida que el proyecto ha tenido entre las familias que ya han participado en él.
En Santa Coloma hay varias iniciativas, y todas muy heterogéneas, dentro de la economía social. En cuanto al consumo de productos alimentarios, una de las cooperativas de reciente creación es L’Obrador de Gramenet. Justo se cumple un año de su puesta en marcha después de que Juanjo Moreno se quedara en el paro. Su experiencia como panadero le llevó a idear este proyecto empresarial. Junto a dos socios más crearon L’Obrador. «Queríamos una gestión democrática, así que creamos la cooperativa para tomar las decisiones estratégicas de manera asamblearia», detalla Rafa Gálvez, uno de los socios.
Además de estar constituidos en forma de cooperativa y elaborar su pan con productos ecológicos y de proximidad, L’Obrador de Gramenet ha recibido asesoramiento del Ateneu Cooperatiu del Barcelonès Nord; trabaja con el servicio financiero de Coop57 -una cooperativa de servicios financieros éticos y solidarios-; sirve sus productos a algunos grupos de consumo del municipio; y es socio de Som Energia -una cooperativa de consumo de energía verde sin ánimo de lucro-. Ellos lo llaman «intercooperación», una manera de darse a conocer en todos los sectores y ayudarse los unos a los otros.
Así trabajan también en el Ateneu Cooperatiu del Barcelonès Nord, que nació para acompañar y dar visibilidad a las cooperativas, «crear puestos de trabajo de calidad y ofrecer formación en las escuelas», detalla Anna Abellán, una de las impulsoras. El Ateneu acompañó a una veintena de nuevas cooperativas en la primera edición de la feria de economía social y solidaria, organizada en 2017, y 50 en la segunda, en 2018.
Anna es también una de las creadoras de La Sargantana, un restaurante que ofrece actividades culturales y que se transformó en cooperativa 12 años después de su fundación. «Esta forma respondía mucho mejor a nuestra manera de tomar las decisiones diarias y nos permitió vincular a todos aquellos que quisieran formar parte del proyecto», asegura Anna. «Ahora hay más interés por saber y conocer qué significa la economía social y cómo se puede practicar», constata.
Toni Forteza es uno de los usuarios de La Sargantana. Él es de Badalona y socio de cinco cooperativas de alimentación, energía y movilidad. «A mí me parece que el de las cooperativas es el paso necesario para cambiar el modelo actual. Además de la elección más filosófica, ser cooperativista me permite hacer un consumo más consciente», asegura Toni. «Considero que el sistema capitalista actual ha adoptado su forma más feroz: el dinero ha pasado por encima de las personas, la democracia…, por encima de todo», lamenta. «Creo que hay que tomar partido, y la economía social y solidaria es una apuesta por la transformación», concluye el usuario.
También en Badalona está eclosionando un nuevo proyecto de cooperativa de viviendas -otro sector en auge en la economía social-: AflorEM, un grupo de personas que han impulsado viviendas colaborativas dentro de CohousingLab. En la ciudad, el proyecto gira en torno a personas que sufren esclerosis múltiple. La idea es construir un edificio en la calle Progrés donde los socios de la cooperativa puedan tener su vivienda privada y disponer de espacios comunes para hacer la rehabilitación o los ejercicios que necesiten. «Hemos detectado que hay personas que sufren esta enfermedad y viven disgregadas, cosa que les dificulta desplazarse hasta el lugar en el que pueden hacer la rehabilitación», dice Ana Fernández, cofundadora de CohousingLab. Necesitan conseguir 12 socios para llevar a cabo el proyecto. De momento tienen tres. Por ello lo han abierto a otras personas que acrediten una discapacidad física y que puedan beneficiarse de los espacios que se crearán en esta cooperativa.
También en el sector sanitario
En el ámbito sanitario algunas iniciativas trabajan para ofrecer servicios de forma integrativa, recurriendo a la medicina convencional y a la natural. Así nació la Cos, una cooperativa de salud que se creó en 2011 en Barcelona para «dar respuesta a necesidades que se detectaban en las familias», recuerda Mireia Bosch, de la Cos. «Queríamos dar una atención global, que integrara una mirada alternativa en la medicina convencional, como la naturopatía o la osteopatía», añade Mireia. «Es entender el cuerpo y la salud como un todo», defiende. La Cos está formada por siete socias, en ella trabajan 30 personas de diferentes disciplinas del ámbito de la salud y el perfil del usuario es muy diverso. «Al principio era muy familiar, pero ahora ya nos conoce más gente. Hay quienes han venido para un servicio puntual y han empezado a visitarse con otros profesionales», dice Mireia.
Elisenda Flo conoció la Cos a través de su hermana pequeña. Empezó a visitarse con un osteópata de la cooperativa tras sufrir lumbalgia y tensión en la espalda. Después empezó a ser usuaria de la medicina general, terapia neural y nutrición. También masaje, reflexología y kinesiología. «Es un espacio en el que me siento escuchada y acompañada. He aprendido a escucharme y a estar atenta a mis necesidades», explica Elisenda. Ahora continúa en la Cos por los resultados obtenidos, pero reconoce el valor añadido que supone que en la cooperativa trabajen bajo el marco de la economía social y solidaria. «Además de socia de la Cos, lo soy de Sostre Cívic, Arç Cooperativa, la revista Opcions, Abacus y la Caixa d’Enginyers», detalla Elisenda.
En Catalunya se creó en 2003 la Xarxa d’Economia Solidària (XES), cuya función no es otra que unir esfuerzos y reforzar la relación entre este sector económico y la Administración. Cuenta con 270 entidades socias. Y, contando a los socios a título individual, son más de 400 miembros. Alba Hierro, miembro de la XES, coincide con el profesor de la UOC en que la crisis económica trajo un «auge del cooperativismo por la precarización de los puestos de trabajo». Hierro constata que hay cada vez más personas interesadas en la economía social y solidaria, «pero es necesario ver qué puede pasar en los próximos ciclos económicos», apunta.
Pam a Pam, el mapa de las cooperativas
Junto a la oenegé Setem, la XES es una de las impulsoras de Pam a Pam, una herramienta digital que permite conocer todas las iniciativas que existen en el ámbito de la economía social y solidaria en Catalunya. En la actualidad ya están registrados unos 900 proyectos, el 80% de ellos ubicados en Barcelona y su área metropolitana. Los hay de todo tipo: de productos de consumo diario -como por ejemplo alimentos o de higiene-, restaurantes, proyectos culturales, cooperativas de energía, de movilidad, de salud… Pam a Pam, que nació en el año 2012 en Barcelona pero que se ha ido ampliando a otros municipios de toda Catalunya, tiene dos grandes objetivos. «Uno es de consulta: si quieres pantalones, por ejemplo, puedes buscarlos cerca de tu casa; y el otro es dar a conocer la economía social y solidaria», detalla Alba Hierro, también técnica de Pam a Pam.
La idea del mapa, narra, es que este se vaya alimentando de forma colaborativa a través de una comunidad de personas que deseen formar parte del proyecto y que rastreen iniciativas de este tipo. Pam a Pam, de hecho, ya ha formado a más de 400 personas para ayudar a encontrar iniciativas y ubicarlas en el mapa. De todas ellas, están activas entre 40 y 50 en toda Catalunya. Se distribuyen por barrios y dan a conocer la herramienta a los responsables de los proyectos que pueden cumplir los «requisitos» para formar parte de Pam a Pam. Es decir: que cumplen con los principios de la economía social y solidaria. De este modo, la herramienta colectiva permite a los usuarios saber de qué disponen a su alrededor, pero también crear una red de iniciativas que se complementan entre ellas.
Este mapa de la economía social y solidaria recibe cerca de 20.000 visitas al año. «Hemos tenido un crecimiento progresivo», mantiene Alba Hierro. En el último año se han añadido 200 iniciativas de las casi 900 con las que hoy cuenta Pam a Pam. El objetivo de sus impulsores es terminar este 2019 con 1.000 proyectos localizados en este mapa, que también promueve el consumo responsable. La XES reconoce que la economía solidaria está llegando cada vez más al ciudadano de a pie, no solo a quienes han defendido siempre un modelo como este. «Se dan recursos para ofrecer alternativas a los emprendedores», afirma Hierro, y dice que coinciden varios factores, como un impulso del movimiento social y la incidencia de la Administración.
La implicación de la Administración
«Cualquier acción que se lleve a cabo desde la Administración pública para fomentar la economía social y solidaria será muy bien recibida, desde las cláusulas sociales en las contrataciones públicas hasta la concesión de ayudas para fomentar este tipo de economía, su visibilidad, el empoderamiento de las personas…», afirma el experto August Corrons, de la UOC. «Si tiene que tomar forma de ley catalana, adelante, siempre y cuando no se pierda el objetivo de la economía solidaria: que las personas usen el dinero como herramienta para el desarrollo», alerta.
Es precisamente la ley catalana de la economía social y solidaria en lo que trabaja la XES, que a principios de octubre aprobó en asamblea un documento con las bases de la futura normativa. En enero, la Generalitat de Catalunya encargó a la Associació Economia Social Catalunya (Aescat) participar en la articulación de la futura ley, siendo esta uno de los compromisos del Gobierno catalán para esta legislatura. «Es el inicio hacia un marco de reconocimiento jurídico y político de la economía social y solidaria en nuestro país», afirmaba la XES tras la asamblea.
OCTAVA FERIA DE LA ECONOMIA SOLIDARIA
El pasado fin de semana, el recinto de la Fabra i Coats de Barcelona acogió la octava edición de la Fira d’Economia Solidària de Catalunya (FESC), un encuentro anual de diferentes iniciativas catalanas en el que se organizan actividades entorno a temáticas como la vivienda, la alimentación, el ocio, la educación, las finanzas éticas o la tecnología. Este año ha puesto el foco en las «resistencias». «Es un guiño a la actualidad política y social tras el auge del fascismo que se ha producido tras algunas jornadas electorales», afirma Alba Hierro, coordinadora de la FESC. La feria, organizada por la Xarxa d’Economia Solidària, recibe unas 11.000 visitas y reúne una gran diversidad de prácticas existentes en Catalunya.
Fuente: https://temas.publico.es/el-quinze/2019/10/31/la-economia-social-emerge-al-servicio-de-las-personas/