En el gigante sudamericano acontecieron elecciones en 2014, dando la victoria, en segundo turno, al PT y «aliados» y a la Presidente Dilma Rouseff, resultado reconocido por el derrotado Aecio Neves. Quien cree que ahi termina la historia, que lo piense mejor. No solo las declaraciones posteriores de Aecio Neves demostraron estar actuando para instrumentar […]
En el gigante sudamericano acontecieron elecciones en 2014, dando la victoria, en segundo turno, al PT y «aliados» y a la Presidente Dilma Rouseff, resultado reconocido por el derrotado Aecio Neves. Quien cree que ahi termina la historia, que lo piense mejor. No solo las declaraciones posteriores de Aecio Neves demostraron estar actuando para instrumentar un «golpe blanco» al mejor estilo del golpe parlamentario paraguayo, sino la actuación de su partido y oposición, y de la gran prensa, demostrando, que al menos para ellos, la elección no acabó.
Aecio parece aquel boxeador derrotado, que se niega a salir del cuadrilátero, a no ser que sea declarado vencedor, y su partido, con tal de desestabilizar, y no dejar gobernar, hacen el juego. No se trata solo de ellos, sino de movimientos supuestamente populares, de bien extrema derecha, que atraen una parcela bien conservadora de la población, y que quieren a la presidente Dilma fuera del poder.
La inercia del PT, de la propia Dilma, el desgaste considerable por la corrupción de la Petrobras, así como una investigación Lava-Jato, evidentemente dirigida y politizada contra el gobierno y el PT, por un juez que mas parece un vengador justiciero, y como se verá en el recorrer del tempo, con intereses políticos propios, contribuyen a ese clima de campaña, en el cual candidatos trocan y cruzan acusaciones. Solo que la elección fue en 2014, y ya casi transcurrieron 12 meses.
Parece que para la oposición esta es la elección infinita, solo termina si conquista la victoria, sin importar el costo elevado para el país, atingido por una crisis mas política que económica.
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