Demasiada e innecesaria . Así califica el asesor del Centro Internacional Miranda la atención que las autoridades nacionales dedican a un canal que «apenas llega a 10% de audiencia». El intelectual español, afín al proceso chavista, advierte: «A veces nosotros mismos elevamos a nuestros enemigos»
Una de las voces cantantes del polémico «Encuentro de Intelectuales del Socialismo», el español Juan Carlos Monedero -a quien el propio presidente Hugo Chávez acaba de referirse indirectamente al refutar su crítica sobre el «hiperliderazgo que infantiliza al pueblo»- sale todo vestido de negro como un chico Emo por uno de los pasillos del Centro Internacional Miranda, con sede en esta ciudad. Sus medias tienen figuras de comics.
Pero su expresión es seria, muy seria.
-Los venezolanos viven hoy en estado de incertidumbre. Por todas partes la gente se pregunta: «¿Irán a cerrar a Globovisión? Claramente ¿Usted se declara a favor de su cierre, o por lo menos, de su conversión en canal de cable?
-En primer lugar, dudo que toda Venezuela esté preocupada por Globovisión pues su nivel de audiencia es muy pequeño. Una cosa que siempre nos ha sorprendido a la gente que venimos de afuera es la virulencia de los medios de comunicación opositores. Yo he visto y oído cosas en la televisión venezolana que en España hubiesen supuesto hace mucho una causa de cierre.
-¿ Cómo cuáles?
-Apelaciones al Ejército a levantarse contra el Presidente de la República, invitaciones al magnicidio, llamados a la desobediencia civil violenta, apelaciones a la guarimba, insultos al jefe del Estado. Prácticamente todas estas cosas están penadas en España con la cárcel y por supuesto, en el caso de los medios de comunicación, con su cierre.
-¿Allá se han aplicado efectivamente tales medidas?
-Por supuesto. Baste recordar un par de casos en el país vasco -la clausura de los diarios «Gara» y «Egunkaria»- o recientes multas y retirada de revistas con motivo de injurias al jefe del Estado y a la Casa Real como el caso de la revista «El Jueves», que mostró en su portada una caricatura del Rey Juan Carlos desnudo y haciéndole el amor a una mujer sobre su escritorio mientras proclamaba: «Esto es lo más cerca de trabajar que he hecho en mi vida». O el caso de un concejal de Izquierda Unida que insultó al jefe del Estado y a quien le cayó una multa enorme. Los medios de comunicación forman parte de los pesos y contrapesos necesarios a una democracia.
Recientemente hemos podido leer cómo en Gran Bretaña unas críticas de la prensa han tenido como consecuencia que más de la mitad del parlamento haya tenido que renovarse. Lo que es bueno para Gran Bretaña es bueno para Venezuela. Es por eso que, en el caso de los medios de comunicación, la autorregulación debe ser la primera medida de control público.
-¿Autorregulación o autocensura?
-Por Dios, autorregulación. Unos medios que se autocensuraran no servirían para nada. Pero ¿qué es lo que nos dice la experiencia? Que la autorregulación de los medios es una falacia. Es como si los conductores se autoaplicaran el código de circulación y después de comerse una luz o conducir ebrios, parasen en el hombrillo y se dijesen: «Voy a multarme por manejar mal». La autorregulación ha sido leída por los empresarios de los medios de comunicación como impunidad y se han olvidado de que al igual que el derecho a la salud corresponde a los ciudadanos y no a los directores de hospitales, el derecho a la libertad de expresión corresponde igualmente a los ciudadanos y no a los medios de comunicación crecientemente convertidos en amplios conglomerados empresariales. Ahí es donde es necesaria la regulación estatal. Esto implica que si las leyes venezolanas consideran el cierre de un canal que ha traspasado los límites de la convivencia marcados por las propias leyes, sea clausurado igual que se cerraría un hospital que se dedicara a negociar transplantes de órganos de niños pobres a niños ricos.
-Se afirma que la revolución ha perdido su batalla frente a Globovisión, pues al no poderlo vencer con la fuerza de una audiencia mayor y más impacto noticioso por parte de los canales del Estado, opta por el camino fácil de cerrarlo.
-Yo creo que la estrategia del gobierno respecto a Globovisión no es la mejor. ¿Cómo es posible que un canal con una audiencia que apenas llega al 10%, adquiera tanta relevancia? Ocurre algo parecido a la reciente reunión de intelectuales de la derecha convocada por Cedice en Caracas. ¿Cómo es posible que gente que no convoca políticamente a nadie en sus países de origen y que, además, allá representan a sectores muy minoritarios, hayan recibido la atención del Presidente de la República, del vicepresidente, los ministros, los intelectuales de izquierda y de Fidel Castro? A veces nosotros elevamos a nuestros propios enemigos.
-Cuando cayó el socialismo del Este europeo, muchos dijeron que la fuerza de la novedad había vencido al anquilosamiento característico de ese socialismo. Globovisión es un canal que se renueva constantemente en programas, en diseños y escenografías, en conductores, cosa que no hacen las aburridas televisoras estatales, excepto Ávila Tv.
-Globovisión insulta constantemente mi inteligencia.
-¿En qué la insulta?
-En su simplificación de la mujer y al pretender presentarme el decorado como si fuera la realidad. Todo está operado en Globovisión. Me insultan sus comerciales, me insultan los argumentos que pretenden, por un lado, aterrorizar a la población y, por el otro, ofrecerles un espectáculo banal y frívolo de entretenimiento. Por el contrario, por ejemplo, Vive Televisión escucha al pueblo tal como es y le devuelvo la pregunta ¿Qué tipo de educación audiovisual tenemos para que nos aburra el pueblo y en cambio nos distraigan los escaparates llenos de luces, pero faltos de realidad, de Globovisión?
-La oposición dice otra cosa, señor Monedero: que el presidente Chávez y sus ministros respirarían tranquilos al no ver más en pantalla a madres llorando por sus hijos asesinados por la creciente delincuencia ni protestas de trabajadores en los hospitales porque no hay ni siquiera gasa en ellos.
-Me parece muy desconsiderado de su parte pensar que al Presidente sólo le preocupa la criminalidad o la violencia o los problemas económicos que tiene el país en la medida en que salen o no salen en los medios de comunicación. He podido trabajar con el Presidente de la República y puedo afirmar con rotundidad que al Presidente le duele su pueblo. Por otra parte, la constatación de que el socialismo aún no ha llegado a Venezuela, la constatación de que este país tiene problemas económicos históricos, o la constatación de que la democracia venezolana aún tiene mucha tarea por delante, se puede ver en Venevisión, en Televén, en Rctv Internacional e incluso en VTV, y por supuesto en la casi totalidad de los medios escritos en Venezuela. Por tanto, pensar que Globovisión es el único medio que da cuenta de las carencias, forma parte de las invenciones desmesuradas de ese medio que, para mí, destaca más por su condición de partido político principal del antichavismo que por ningún papel de denuncia. Y te diré algo más contundente: la oposición y los medios de comunicación son responsables de que Venezuela no avance más de prisa. En cualquier país del mundo le corresponde a la oposición y a los medios de comunicación criticar la labor del gobierno desde la perspectiva del interés general y el bien público. Es así como se construye una esfera pública virtuosa, que va generando una opinión pública referenciada y atenta al interés general. Pero la oposición y los medios de comunicación en Venezuela han renunciado a esa labor y su único objetivo es destruir toda la labor del gobierno con el fin, a veces implícito y a veces explícito, de regresar a la situación de privilegio de la cuarta república.
-Usted es español. Mario Vargas Llosa, en esta reciente y polémica visita , dijo de ustedes los intelectuales europeos que apoyan a esta revolución: «Aplauden a un régimen que en Europa no tolerarían».
-Eso lo dijo Vargas Llosa en un debate que tuvo con Gunther Grass y se estaba refiriendo a Cuba. Yo no conozco ningún intelectual serio que defienda en este ya entrado siglo XXI la conveniencia de trasladar modelos políticos de un lado a otro. Fue un error del socialismo soviético y ha sido también un error de la democracia liberal burguesa, empeñada en exportar un modelo funcional para la acumulación capitalista en los países del norte pero que -como vemos con los TLC (Tratados de Libre Comercio) deja pendiente la exportación de unas condiciones económicas de igualdad que permitan prosperar a los países del sur. Más concreto aún, Venezuela no va a repetir el modelo cubano. En conclusión, cada país tiene que inventarse su propia democracia.
-¿Cuánto gana por asesorar al gobierno del presidente Chávez?
-No soy asesor del gobierno venezolano. Cuando tengo estancias cortas en Venezuela nunca cobro nada y cuando tengo estancias largas, cobro lo que dejo de ingresar en mi país.
De perfil
Tiene 46 años pero conserva la extraña condición de sabihondo juve- nil que acaba de ganarse sus primeras vacaciones fuera del internado.
Ostenta una Licenciatura en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, con postgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Es doctor en Ciencias Políticas y profesor titular de Ciencia Política y Administración en la Universidad Complutense. Ha ejercido, igualmente, como profesor invitado en varias universidades de Alemania, Argentina, Colombia, México y de Venezuela.
Juan Carlos Monedero es autor y coautor de varias publicaciones: «La constitución destituyente de Europa», «Empresas de Producción Social, instrumento para el Socialismo del Siglo XXI», «En dónde está el peligro, la crisis de la representación y la construcción de alternativas en América Latina»; «Disfraces de Leviatán» y «El gobierno de las palabras, crítica y reproducción de la política», entre otras.
Actualmente funge como Responsable del Programa de Formación Sociopolítica de Cuadros del Centro Internacional Miranda, una de las instituciones chavistas más respetadas en Venezuela y el mundo por su alto y heterodoxo nivel teórico.
Asimismo dirige en Madrid, España, la Escuela Latinoamericana de Gobierno, Políticas Públicas y Ciudadanía.