El Consejo Europeo del 21 y 22 de marzo, dos años después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, ha venido precedido de un cumulo de llamamientos a preparar a la Unión Europea para la guerra. Con la posibilidad de una nueva victoria electoral de Trump en las elecciones presidenciales de noviembre de este año, pero la certeza del bloqueo de la ayuda militar de EEUU a Ucrania por los republicanos, los dirigentes de la UE creen que su obligación política es desarrollar rápidamente una economía de guerra.
Su objetivo inmediato es asegurar el abastecimiento del ejército ucraniano en una guerra de trincheras, tras el fracaso de su contraofensiva y ante la amenaza de una nueva ofensiva rusa que desborde el frente y haga caer al gobierno Zelensky. Pero la política militar y de armamentos europea va más allá, porque pretende desarrollar una “autonomía estratégica” de los EEUU y desarrollar una capacidad de disuasión propia frente a Rusia y de proyección de sus intereses en el Mediterráneo, Oriente Medio y África.