China se ha convertido en los últimos años en el motor impulsor de la economía mundial debido a su profusa expansión y al estancamiento que han padecido las naciones desarrolladas, encabezadas por Estados Unidos y Japón. El país asiático registró en el tercer trimestre de este año un crecimiento del 9,1 % del Producto Interno […]
China se ha convertido en los últimos años en el motor impulsor de la economía mundial debido a su profusa expansión y al estancamiento que han padecido las naciones desarrolladas, encabezadas por Estados Unidos y Japón.
El país asiático registró en el tercer trimestre de este año un crecimiento del 9,1 % del Producto Interno Bruto (PIB) y un promedio de 9,5 % en los primeros nueve meses del 2004.
En la actualidad, Beijing, con 1,2 billones de dólares de PIB, ha desplazado a Italia del sexto lugar y aparece detrás de Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña y Francia.
Se estima que en los próximos 10 años, con un sostenido incremento del 9 % anual, sobrepase a los tres últimos países y se acerque al potencial económico japonés.
La expansión de sus mercancías y productos se hallan cada vez más presentes en los mercados del mundo.
Los analistas coinciden en asegurar que en corto plazo, China desplazará a Canadá (con un intercambio diario bilateral de 1 000 millones de dólares) como principal socio comercial de Estados Unidos.
Un mercado como el asiático, que por muchas décadas le estuvo vedado porque era plaza copada por Japón y Corea del Sur, ya también está cediendo terreno.
El volumen comercial entre China y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) alcanzará en el 2004 los 100 000 millones de dólares.
Estadísticas oficiales indican que el volumen del comercio con los integrantes de esa entidad (Brunei, Cambodia Malasia, Singapur, Filipinas, Indonesia, Tailandia, Corea del Sur, Laos, Vietnam y Myanmar) aumentó desde 1990 en un 20 % anual.
Hacia el Medio Oriente la profusión se hace cada día más efectiva y numerosas tiendas de los países de la zona muestran en sus tiendas ordenadores electrónicos, equipos electrodomésticos, artículos para el hogar y juguetes fabricados en China.
La nación que marcha a la punta en ese intercambio es la República de Irán cuyo comercio bilateral con el país asiático llegó el pasado año a 6 000 millones de dólares y se espera que para el 2009 llegue a 10 000 millones.
Irán exporta hacia Beijing productos por valor de 3 500 millones de dólares, principalmente petróleo y sus derivados por valor de 2 250 millones de dólares y metales, alimentos y petroquímicos por 1 250 millones.
En los Emiratos Árabes Unidos, convertido en uno de los principales centro financieros en el área del Golfo Pérsico, abrió sus puertas la empresa Chinamex Middle East Investment and Trade Promotion Center que cuenta con numerosos personal ubicados en un edificio de oficinas, otro de negocios, 20 áreas comerciales y 13 de servicios.
Se han hecho los trámites para abrir sucursales en Qatar, país que ha tenido en los últimos tiempos un relevante desarrollo económico y social.
A la par que se firman acuerdos comerciales también se estrechan las relaciones políticas y varios países del Medio Oriente ven una oportunidad para ser menos dependientes de las producciones norteamericanas que abastecen la región.
Por primera ocasión desde que establecieron relaciones diplomáticas, un jefe de Estado sirio, en este caso Bashar al Assad, viajó a Beijing, en junio pasado, con una delegación de 80 empresarios y jefes de empresas. El intercambio bilateral creció de 200 millones de dólares en 2001 a 320 millones en 2003.
En América Latina el impulso a las relaciones comerciales ha sido vertiginoso en el presenta año con las visitas a la capital china de los presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva y de Argentina, Néstor Kirchner.
Lula, quien viajó acompañado de sies ministros, cinco gobernadores, varios parlamentarios y 400 empresarios, inauguró en esa oportunidad una oficina de la empresa estatal Petrobrás.
Durante la visita del mandatario brasileño se creó el Consejo Empresarial para el incremento de las inversiones y se firmaron acuerdos en las ramas de la minería, petróleo, siderúrgica y la alimentación.
Con Argentina, cuyo comercio bilateral se situó en 2003 en 3 730 millones de dólares, se rubricaron convenios en los sectores de la salud, alimentación, transporte, inversiones, energía y cultura, entre otros.
En ese mismo período llegaron a Beijing delegaciones de Chile y México interesadas en ampliar las relaciones económicas y tratar de establecer sus productos en esa nación asiática
En septiembre se efectuó en el gigante asiático la II Reunión de Consulta con la Comunidad Andina en la que se trataron asuntos sumamente relevantes para impulsar los lazos comerciales.
Hace una semana, durante una estancia en Perú, el vicepresidente del Banco Central de China, Li Ruogu, afirmó que su país está dispuesto a abrir su mercado de unos mil 300 millones de habitantes a América Latina, y agregó que Beijing tiene fuerza para crecer a un ritmo de 7 % anual durante otras dos décadas.
Chile, Perú y ahora los andinos Colombia, Ecuador y Venezuela han mostrado interés en iniciar conversaciones para un pacto de libre comercio con China, cuya demanda de productos en los últimos años ha empujado el crecimiento de la mayoría de los países de la región.
De esa forma, la República Popular China, con su vigoroso crecimiento económico, se extiende por el orbe en busca del preciado mercado que le permita continuar abriendo puertas en el camino hacia el desarrollo.