1. Introducción Latinoamérica en el alba del siglo XXI experimenta un nuevo período de ascenso del movimiento de masas después del reflujo provocado por la ofensiva neoliberal de la década de los 90. Uno de los elementos que reúne esa polvorosa de movilizaciones y rebeliones a través del continente, haciendo que ellas formen una misma […]
1. Introducción Latinoamérica en el alba del siglo XXI experimenta un nuevo período de ascenso del movimiento de masas después del reflujo provocado por la ofensiva neoliberal de la década de los 90. Uno de los elementos que reúne esa polvorosa de movilizaciones y rebeliones a través del continente, haciendo que ellas formen una misma ola de descontentamiento social son las demandas de los pueblos en lucha por el controle social de los recursos naturales.
Hoy, cuando se proliferan críticas hacia la política externa del Estado brasileño – en cuestiones como la ocupación militar de Haití, la alianza con el gobierno Bush en el tema del etanol y el apoyo a la exportación de capitales de empresas brasileñas – apropiándose del producto excedente de las naciones vecinas, como Petrobras en Bolivia – es fundamental retomar la tesis de Ruy Mauro Marini sobre el subimperialismo. Esa tarea es necesaria tanto para desvelar la dinámica actual de las relaciones de poder en el sistema regional latino-americano, como para definir una estrategia consecuente para la izquierda socialista en el continente.
2. La Teoría del Subimperialismo
El concepto de subimperialismo es resultado del esfuerzo teórico de Marini en pos de impulsar «la superación del enfoque meramente institucional – y frecuentemente, jurídico – preponderante en los análisis de la política exterior latinoamericana, motivando los estudiosos a investigar sus determinaciones económicas y de clase».[1] Entre sus escritos de 1965 a los años 90, quizá las definiciones más sintéticas de Marini para el subimperialismo sean las que se encuentran en las citas abajo:
El subimperialismo corresponde a la expresión perversa de la diferenciación sufrida por la economía mundial, como resultado de la internacionalización de la acumulación capitalista, que contrapuso al esquema simple de la división del trabajo – cristalizado en la relación centro-periferia, que preocupaba la Cepal – un sistema de relaciones mucho más complejo. En él, la difusión de la industria manufacturera, elevando a la composición orgánica media nacional del capital, es decir, la relación existente entre medios de producción y fuerza de trabajo, le da lugar a subcentros económicos (y políticos), dotados de relativa autonomía, aunque permanezcan subordinados a la dinámica global impuesta por los grandes centros.[2]
Hemos definido, en otra oportunidad, al subimperialismo como la forma que asume la economía dependiente al llegar a la etapa de lo monopolios y el capital financiero. El subimperialismo implica dos componentes básicos: por un lado, una composición orgánica media en la escala mundial de los aparatos productivos nacionales y, por otro lado, el ejercicio de una política expansionista relativamente autónoma, que no sólo se acompaña de una mayor integración al sistema productivo imperialista sino que se mantiene en el marco de la hegemonía ejercida por el imperialismo a escala internacional.[3]
La génesis del concepto de subimperialismo deriva del análisis de Marini sobre el tormentoso período de la historia brasileña que fueron los quince años acaecidos entre 1950 e 1964, cuando la agudización de la lucha de clases y la crisis del proceso de industrialización generaron tensiones disruptivas en el seno del capitalismo brasileño, desembocando al acontecimiento político-militar de 64 e el comienzo de una nueva fase, el subimperialismo. Es «la polémica sobre la existencia o no de problemas de realización en la economía brasileña y la solución permitida por el golpe de Estado de 64 [que] permite a Marini establecer el concepto de subimperialismo»[4].
La teoría del subimperialismo se apoya en el fundamento de que las relaciones entre el capitalismo dominante y la economía dependiente implican una transferencia de valor de la segunda hacia la primera, llevando a las burguesías de subcentros como Brasil a hechar mano de la superexplotación del trabajo y la conquista de una esfera de influencia propia, donde tengan una hegemonía regional como mecanismo de compensación del producto excedente que se les escapa de sus manos.
Identificando una crisis de realización en la economía brasileña de los años 60, Marini observó el rol cumplido por el Estado y el mercado externo como salida para las contradicciones puestas a la reproducción del capital en la economía dependiente. Ambos mecanismos pasaban a cumplir con una función en tanto de factores de realización del capital. La importancia adquirida por el mercado externo en la realización del capital de la industria manufacturera fue observada a través del coeficiente de las exportaciones en el ingreso de determinadas ramas industriales. Cuanto al papel del Estado en la realización, los indicadores utilizados fueron la participación del Estado en la tasa de inversión y la política de promoción a las exportaciones.
Cuando analizó el tema de la realización del capital, Marini examinó las dos maneras de obtención de ganancias extraordinarias – la renta diferencial y la plusvalía extraordinaria[5]. Hoy día, nuevas formas enmarcan estos factores en el ímpetu de los capitalistas para ampliar las sumas de valor acumulado.[6]
En este artículo, argumentamos que la internacionalización de empresas brasileñas corresponde a una retomada del subimperialismo, bajo nuevas formas, a partir de la expansión del capitalismo brasileño bajo comando de sus grandes empresas que apoyadas en el Estado, se apropian de la plusvalía producida en las naciones suramericanas, haciendo del continente esfera de influencia privilegiada para la inserción del capitalismo de la potencial regional sudamericana en la mundialización del capital.
Conforme ha argumentado la literatura incipiente sobre multinacionales brasileñas, el camino de la internacionalización corresponde a una estrategia de sobrevivencia de las compañías frente al doble cambio que ha afectado la economía brasileña y el capitalismo mundial. En el ámbito de la primera, la apertura comercial y financiera expuso la burguesía brasileña a la competencia externa, sin la protección que les suministraban los aranceles. En el terreno internacional, la reestructuración productiva y la configuración financiera de la llamada gobernanza corporativa afianzaron la emergencia de un nuevo patrón de acumulación y reproducción del capital, cuyo cumplimiento exitoso se impuso como imperativo a los capitalistas que deseen realizar la plusvalía apropiada.
El patrón de acumulación emergido de la mundialización del capital exige la conquista de ventajas de escala, el control de redes de comercio y distribución en diferentes mercados, entre otras ventajas competitivas – sin las cuales toda grande empresa tiende a sucumbir en su propio mercado de origen. La historia económica reciente demuestra la cantidad de empresas que han sido absorbidas por corporaciones del capitalismo dominante luego de no haber logrado adaptarse al patrón de competencia vigente. Por otro lado, el diagnóstico de las mayores empresas brasileñas evidencia un elemento fundamental para nuestro debate: aquellas que mantuvieron su posición dominante sin que fueran absorbidas por grupos del capitalismo central son generalmente las mismas que han iniciado una estrategia expansionista para se volcaren multinacionales.[7]
Si la expansión multinacional ha asumido condición de relieve en el patrón vigente de acumulación, ella también representa una dimensión fundamental del proceso de reproducción ampliada del capital que le corresponde. Cumplir con los requisitos que aseguren márgenes de ganancia superiores a las de sus competidores de manera a hacer proseguir el ciclo expansivo sobre nueva magnitud de valor nos conduce al tema de la realización del capital y, por ende, a la cuestión del subimperialismo en la actualidad. En la fase que hemos adentrado de la mundialización del capital, una realidad novedosa consiste en que los países semiperiféricos se han también transformado en emisores de inversiones directas en el exterior, atingiendo el 10% del monto global en comienzos de los años 2000. La UNCTAD, que ha venido Tendo começado a medir o IED dos «países emergentes»[8], a UNCTAD vem agrupando as 50 maiores multinacionais dessa categoria de países. Entre elas, três multinacionais brasileñas figuraram na lista da organização: a Petrobras, a Vale e a Gerdau.
Sin embargo, más importante aún que identificar la posición de las multinacionales brasileñas en el ranking de las firmas semiperiféricas será demostrar el lugar asumido por América del Sur en la estrategia expansionista de estas compañías – especialmente la importancia que tienen los activos incorporados de las economías vecinas de Brasil para la conquista de ventajas competitivas que sirven de sostén para la realización de los capitales de las empresas del capitalismo brasileiro, mientras se subordina las naciones sudamericanas a una división regional desigual del trabajo hegemonizada por el nuevo subimperialismo.
3. A America del Sur: esfera de influencia de las multinacionales brasileñas en el nuevo subimperialismo
A seguir, haremos el examen del expansionismo del capitalismo brasileiro en Sudamérica a través de operaciones de fusión & adquisición y de exportación de inversiones. Se examinarán los casos involucrando las economías de MERCOSUR y los países andinos donde se verifica mayor presencia de intereses de grandes empresas de capital brasileño. Analizaremos además otras prácticas que configuran relaciones subimperialistas en la actualidad y que pueden estar jugando un rol relevante en la preservación de los intereses de la gran burguesía interna agraria e industrial de Brasil.
Uruguay
En años recientes, se ha registrado intensa desnacionalización de la economía uruguaya por medio de la adquisición de tierras y de numerosas plantas frigoríficas por grupos extranjeros. La transferencia de dueños que afecta a la cadena cárnica en Uruguay llevó a que más del 50% de las exportaciones del sector pasaran para manos de capitales extranjeros. En este proceso, grupos brasileños son actores principales.
En el último lustro, seis importantes frigoríficos pasaron para el control de capitalistas brasileños. La operación inaugural en esa ola de adquisiciones fue la compra del 75% del control de PUL S.A. por el empresario Ernesto Correa, en el 2003. En el 2006, el grupo Bertin absorbió el frigorífico Canelones. Sin embargo, el caso más agudo ha sido la expansión de Marfrig en Uruguay. También en el 2006, incorporó los activos de los frigoríficos Tacuarembó y Elbio Pérez Rodríguez por, respectivamente, US$ 35 y 25 millones. El año siguiente compró por US$ 26 millones el frigorífico La Caballada y, finalmente, el Colonia, como parte de una operación estimada en US$ 266,8 millones, de la que formó parte la compra de tres plantas argentinas que, como el Colonia, pertenecían a la empresa Quickfood. Así, a través de cuatro adquisiciones entre 2006 y 2007, el Marfrig fue alzado al puesto de mayor exportador de carne de Uruguay.
Este cambio de dueños llevó a que la empresa brasileña fuese mencionada en el informe del Ministerio de Economía y Finanzas que concluye sobre la formación de cartel en el sector cárnico. Segundo el documento, ¡sólo el Marfrig controla 1/3 de la faena en la agroindustria de Uruguay![9] Hoy, 85% del territorio del país se destina a la actividad pastoril. La agroindustria, principal actividad económica, conlleva el 60% de las exportaciones totales. De este monto, solamente la pecuaria – fundamentalmente la bovina – genera 25% del valor exportado, ocupando el lugar de mayor relieve en la condición de primera fuente de divisas en la economía nacional. [10]
¿Que nos tienen a enseñar los datos arriba? El hecho de un grupo extranjero como el Marfrig concentrar 1/3 de la faena realizada es indicador de la grandeza de la transferencia de valor hacia el exterior que se acometió sobre la primera actividad productiva de Uruguay. Se debe añadir otro hecho. Además del valor producido en la agroindustria e apropiado por las empresas brasileñas, hay la renta de la tierra extraída por los nuevos propietarios, que han venido comprando a bajo precio numerosas haciendas de los capitalistas locales, que se encuentran en posición de desventaja frente a oligopolios como Marfrig y Bertin.
Desde el punto de vista de la reproducción ampliada el capital de los frigoríficos brasileños – y, por ende, de su realización -, la presencia en el país oriental materializa diferentes objetivos de las estrategias internacionales de las firmas en análisis. Primero, en la lucha por competitividad en el mercado internacional esas empresas persiguen ventajas en escala. Por ello, se vuelve necesario ampliar las reservas de carne a su disposición. En segundo lugar, una vez que Uruguay es reconocido como país libre de fiebre aftosa, tener allí instalada una base exportadora es un hecho imperioso a las empresas que desean acceder a mercados como EEUU.[11] Tercero, las exportaciones de carne saliendo de Uruguay obtienen mayor usufructo de la Cota Hilton de Unión Europea.
El caso de Marfrig en Uruguay en un ejemplo notable de una rama donde la gran burguesía interna agraria e industrial de Brasil logró mantener su posición de oligopolio avanzando sobre la frontera con la retomada del subimperialismo.
Argentina
Comparativamente a Brasil, Argentina sufrió las consecuencias del neoliberalismo de manera mucho más aguda que su vecino regional, pues sus gobiernos fueron mucho más fondo con las políticas privatizadoras y de apertura comercial y financiera, llevando a la economía del país al default del 2001. Históricamente rival de Brasil en la disputa por la hegemonía del Cono Sur, el capitalismo argentino ha pasado del 2001 hasta hoy por numerosas operaciones de fusión y adquisición que cambiaron activos estratégicos de la burguesía argentina para grandes empresas brasileñas.
En el Cuadro 1, se registran las mayores transferencias patrimoniales a través de inversiones brasileñas, en años recientes.
Cuadro 1. Inversión Brasileña Directa. Fusiones & Adquisiciones en Argentina.
Fonte: con datos de Tavares, 2006.
Empresa adquirenteEmpresa adquiridaSegmentoAnoValor da operação
PetrobrasPecom Energia2002US$1,126 mil millones
AmbevQuilmesAlimentos e bebidas2002-2006US$ 1,8 mil millones
Camargo CorreaLoma NegraCimento2005US$1,025 mil millones
JBS FriboiSwift ArmourFrigoríficos2005US$ 200 millones
Si el valor de las operaciones es indicador de la magnitud de los negocios, se debe añadir que estamos hablando de empresas estratégicas en su mayoría. Petrobras asumió el control de Pecom e hizo incorporar parte importante del botín de YPF. La cementera Loma Negra es la mayor industria de la rama en el país, responsable por mitad de la producción nacional. Swift Armour era el mayor frigorífico argentino en operación, en una economía donde el agro representa parcela expresiva del PNB. Aquí cabe además otra consideración. La operación de compra del Swift Armour por el grupo brasileño FRIBOI contó con préstamo de US$80 millones del BNDES de Brasil (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social), inaugurando la línea de apoyo a la internacionalización de empresas brasileñas creada por el gobierno de Lula.
Estas inversiones realizadas por grandes empresas brasileñas en Argentina la están transformando en una importante plataforma para proyectar capitales brasileños. Ese proceso de transferencia de sectores importantes de la economía argentina para el control de empresas brasileñas, aunado a la reversión de loa anteriores saldos comerciales positivos que Argentina obtenía con Brasil en MERCOSUR llevó a que las autoridades de la segunda mayor economía de Cono Sur pasasen a protestar con relación a los reales beneficios generados por el bloque.
Ese contexto reforzó la desconfianza argentina respecto a las pretensiones hegemónicas de Brasil, lo que se materializó en el caso litigioso entre los gobiernos de Argentino y Uruguay por cuenta de la instalación de fábricas de celulosa en la frontera entre los dos países.[12] El reaparecimiento de desconfianzas por parte de las autoridades argentinas es fuente de preocupación de la diplomacia brasileña, como revela la correspondencia diplomática abajo:
Nas últimas semanas, com a venda da Loma Negra, uma das maiores e mais tradicionais empresas argentinas, para a Camargo Corrêa, reaqueceu-se o debate em torno do risco da desnacionalização industrial, da ‘invasão brasileña’ e das assimetrias bilaterais. (…) Será importante, no tratamento público da questão da crescente presença brasileña na Argentina, valorizar o movimento que existe em sentido contrário, em clara demonstração de que o Mercosul e a aliança estratégica vêm gerando um grande impulso econômico intra-regional, valioso sob todas as luzes[13].
Paraguay
El choque del expansionismo brasileño con Paraguay tiene orígenes remotos en la Guerra de la Tríplice Alianza, que diezmó la población de la nación guaraní y resultó en la pérdida de dimensiones considerables del territorio del país.[14] En el sentido estricto del concepto de subimperialismo, sin embargo, fue durante la dictadura militar brasileña que la economía industrial de la potencia regional sudamericana, en el afán de asegurarse fuentes de materias primas y energía en el exterior llevó a cabo la penetración subimperialista sobre Paraguay.
Desde aquel período, el Tratado de Itaipú se nos presenta hasta hoy como la principal cuestión del subimperialismo brasileño en Paraguay. Segundo Ricardo Canese, hay cuatro problemas centrales en lo que atañe a Itaipú: (1) la prohibición establecida por el Tratado a que Paraguay venda a otras economías – más allá de Brasil – el excedente energético dentro da parte que le corresponde; (2) el descumplido sistemático a la regla de alternancia en la gestión de la empresa Itaipú binacional, responsable por la operación de la usina; (3) los precios abajo del valor de mercado pagos por Brasil por la energía excedente que Paraguay le destina; (4) la deuda que Paraguay contrajo con Brasil en el momento de la construcción de la represe y la usina de Itaipú – deuda que creció sustantivamente por cuenta de altas tasas de interés practicadas.[15]
Autoridades brasileñas han manipulado el debate sobre las relaciones brutalmente desiguales en la exploración del potencial hídrico paraguayo. Es común que responsabilicen exclusivamente a la dictadura de Stroessner por los términos firmados en el tratado, como si el régimen militar brasileño y los gobiernos que lo sucedieron no fueran co-responsables por esa situación de intercambio desigual y subordinación del pueblo paraguayo a las necesidades energéticas del capitalismo brasileño. Durante la campaña electoral de Lugo, el asesor de Lula para asuntos internacionales, Marco Aurelio García, evidenció ese tipo de pensamiento, por ejemplo cuando declaró:
no podemos cambiar así un tratado firmado en 1973. La reivindicación es mal planteada, legal y políticamente […] es fácil para Paraguay atribuir a Brasil la responsabilidad de los problemas, pero ellos deben pensar en un proyecto de desarrollo.[16]
A la par con el tema relativo a la usina de Itaipú, la cuestión de los terratenientes brasiguayos es el segundo aspecto más candente de las relaciones Brasil-Paraguay.
Desde meados del siglo pasado, un número creciente de brasileños se estableció en tierras paraguayas, buscando trabajo en la región de alto Paraná y de Canideyú, en el cultivo de la soja y del algodón.[17] Conocidos como «brasiguayos», este contingente alcanza la cifra de 380 mil habitantes (10% aproximadamente de la población paraguaya). Actualmente ellos poseen 1,2 millones de hectáreas, lo que representa 40% de ambos los departamentos y más de 80% de la soja local. Gracias al buen desempeño de esta producción, se ha creado una clase de finqueros de taja mediana con propiedades rurales cuyo tamaño en media es de 500 hectáreas, aquellos que se volvieron los principales promotores de la modernización agrícola de los departamentos sudorientales.[18]
Estas propiedades poseen peso considerable en el producto interno paraguayo. El mayor latifundista de Paraguay, el brasiguayo Tranquilo Favero, estima que entre 90 y 95% de la soja del país estea en manos de brasileños.[19] Segundo datos de la FAO referentes a 2004, Paraguay fue el tercer mayor productor de soja en América Latina y el sexto en el mundo entero, con 3 millones y 584 mil toneladas.[20] Presentemente, la soja es el ítem principal de las exportaciones y su producción estimada para 2008 era de 7 millones de toneladas. Ese monto, con el precio de la tonelada a US$400, equivaldría a US$ 2 mil millones, o sea, de 60 a 70% de la entrada de divisas de la economía.[21]
Bolivia
Bolivia es el caso más emblemático que traduce el subimperialismo brasileño en su actual fase. A lo largo de 10 años que se han pasado entre le creación de Petrobras Bolivia S.A. y el decreto de nacionalización de los hidrocarburos del gobierno Evo Morales, la compañía brasileña se afirmó en la condición de mayor empresa en actividad en el país. Un factor decisivo ha sido que Petrobras logró conquistar una ventaja sustancial sobre las petroleras competidoras. Gracias a informaciones privilegiadas fornecidas por ex funcionarios de YPFB, reclutados por Petrobras, esta arremató los contratos de exploración de los dos mayores campos de gas del país – San Alberto e San Antonio. Enseguida, en 1999, compró las refinerías bolivianas de Santa Cruz y Cochabamba, en sociedad con la argentina Pecom.[22]
Cuando Evo llegó a la presidencia, Petrobras detenía el 45,9% de las reservas probadas y probables de gas y el 39,5% de las reservas de petróleo, además de controlar etapas de toda la cadena de hidrocarburos (prospección, explotación, refino, distribución y comercialización). En la actividad de refino, la empresa controlaba 100%, como propietaria integral de las dos refinerías, después de haber incorporado a Pecom.
Hasta 2006, Petrobras exportó gas boliviano a Brasil a precios bastante inferiores a los de mercado. Los suministros de gas boliviano abastecieron las necesidades energéticas de la burguesía industrial de Sao Pablo, que aumentó sus ganancias reduciendo sus costos de producción con tarifas ampliamente ventajosas, mientras Petrobras pagó royalties bajos en la cifra del 20%.
Durante la crisis interna instalada por ocasión de la Guerra del Gas, un comunicado del embajador brasileño en Bolivia dejo claro como la soberanía de los bolivianos es esgrimida por la codicia de las multinacionales, incluso Petrobras:
A dificuldade em transformar em realidade o anseio de grande parte da população boliviana pela industrialização do gás natural reside, justamente, na incompatibilidade entre a execução dos projetos GTL e petroquímicos – que requerem investimentos significativos – e as outras três principais reivindicações dos movimentos populares que derrubaram o Presidente Sánchez de Lozada: evitar a exportação de gás, aumentar a carga impositiva sobre as empresas de hidrocarbonetos e levar a cabo alguma medida de nacionalização dos hidrocarbonetos. A perspectiva da reforma da Lei de Hidrocarbonetos e da realização do referendo vinculante sobre o destino do gás, cujos resultados são imprevisíveis, afastam, no momento, qualquer decisão de investimento[23].
El alerta sobre la instabilidad en el marco jurídico del país, dirigido a Petrobras, evidencia como la política de integración regional sostenida por el Estado brasileño busca mantener la ley del intercambio desigual, para beneficio de las corporaciones del capitalismo subimperialista. Sin la obtención de ganancias extraordinarias, cesará la disposición para hacer inversiones.
El desenlace resultante de esta historia reciente es conocido. Aunque las medidas tomadas después del decreto de 2006 hayan mejorado la participación del Estado boliviano en la renta proveniente de los hidrocarburos, todavía no ha ocurrido nacionalización efectiva del sector. Petrobras, junto a otras compañías multinacionales, prosigue acumulando altas tasas de ganancia, pagando por el gas un precio aún inferior a lo que sería justo.[24]
Un otro terreno donde se expresan las relaciones hegemónicas del capitalismo brasileño en Bolivia es el proyecto de la hidrovía del Río Madeira. Este río caudaloso, que une aguas brasileñas y bolivianas en la bacía amazónica, figura en plan logístico de IIRSA como alternativa de transporte de los productos industriales de Zona Franca de Manaus e del agro negocio del Centro-Oeste brasileño, proporcionando un acceso facilitado para las autopistas bolivianas que siguen en dirección al Pacífico. El proyecto de la hidrovía depende de la construcción de cuatro usinas hidroeléctricas, que articuladas a exclusas permitirían la navegabilidad del Madeira por grandes embarcaciones de carga.[25]
Sin contar con la aprobación de los bolivianos, el gobierno brasileño concedió la licencia para la construcción de dos usinas en el estado de Rondonia, con graves impactos estimados sobre el ecosistema del río, del cual dependen miles de ribeiinhos en Brasil y en la parte boliviana del Madeira. En consonancia con la presión del movimiento popular en contra de este proyecto, Evo formalizó en el Parlamento Amazónico una moción de rechazo a las usinas del río Madeira.
No podríamos finalizar esa reflexión sobre el subimperialismo en Bolivia sin mencionar sus implicaciones para la cuestión agraria. Es un hecho conocido que existen cerca de 200 mil brasileños en tierras bolivianas (os brasivianos). Sin embargo, de ese contingente, apenas 100 familias de grandes terratenientes brasileños controlan 32% de la producción boliviana de soja y 35% de las exportaciones del mismo producto.[26] Eses intereses, incrustados principalmente en el departamento de Santa Cruz, respaldan el gobernador de la provincia que lidera la sedición reaccionaria de la Media Luna. Los latifundistas brasileños ya han contado con declaraciones de apoyo de Brasilia, que condicionó un préstamos del BNDES al gobierno boliviano a que permanezcan intocadas las propiedades de aquellos terratenientes cuando se implemente el proyecto de reforma agraria previsto en la nueva constitución.
Perú
La retomada del subimperialismo brasileño en América del Sul arrastra el pueblo de Perú en dos vertientes principales. Por un lado, asumiendo el control de actividades extractivas e industriales responsables por generar divisas o que tienen un lugar estratégico en la economía Perúana. Por otro lado, mediante la apropiación de territorio, en una nación diversa en pueblos indígenas, cuyas poblaciones son ahora objeto de uno episodio más de usurpaciones, bajo el impacto de la explotación petrolera en áreas comunales, bien como por las obras que atraviesan las comunidades autóctonas de Amazonía y de los Andes Perúanos, como parte del proyecto de corredores logísticos de IIRSA.[27]
Perú es el país sudamericano donde la actividad mineradora presenta mayor densidad en el producto interno nacional. Desde la década de 1970, el sector minero responde por la mitad de las exportaciones, alcanzando en 2004 el 55% del valor exportado. Los principales minerales comercializados en el exterior son oro, cobre y el zinc.[28] El país es el tercer productor de cobre, zinc y estaño del mundo. El principal productor de plata, el 4o de plomo y el 5o mayor productor de oro.
En principios de los años 1990, bao Fujimori, se inició la privatización del sector minero, con la venta de minas y refinerías estatales y el estímulo a inversiones privadas. Eso prosiguió con Alejandro Toledo y, ahora, con Alan García, que profundizaron la desnacionalización y la concentración de la economía Perúana por oligopolios extranjeros[29]. En años recientes, empresas del sector minero brasileño o consumidoras de minerías pasaron al rol de inversionistas que se apropian de activos privatizados de la economía de Perú.
En 2004, Votorantim Metais (VM) ha comprado un consorcio nipo-canadiense, la Refinaría de Zinc Cajamarquilla, empresa que había pertenecido al Estado antes de ser privatizada en 1981. La refinaría estuvo entre las 30 más grandes empresas Perúanas que pasaron a manos de grupos extranjeros[30]. Para que se tenga una idea de su importancia, la VM-Cajamarquilla encuéntrase en el 3º puesto en el ranking de las 50 primeras empresas de metal-mecánica del Perú, además de presentar uno de los menores costos de producción del mundo en localización estratégica, a 25 km distante de la capital Lima.
Después de esa primea adquisición, VM amplificó su presencia en Perú el año siguiente, comprando el 24,9% del control de Companhia Minera Milpo, la cuarta principal mineradora de zinc del país. Las dos operaciones proyectaron a VM como el 5o productor mundial de zinc.[31] La finalidad principal de esas inversiones del Grupo Votorantim en Perú es ofrecer materia-prima barata para sus actividades industriales en Brasil. De acuerdo con la revista Exame, VM tenía el control del 61% de la producción de zinc del país andino, en 2005.
En 2004, la mega mineradora Vale conquistó con el apoyo de la diplomacia brasileña[32], la concesión para explotar el yacimiento de fosfatos de Bayóvar, una de las más importantes riquezas minerales de Perú, ubicada en litoral norte.[33] En el contrato de privatización, Vale pagará solamente US$ 800 mil anuales en impuestos y royalties, mientras podrá acaparar ganancias netas estimadas en US$190 mil millones si cumplida la meta de producción mínima prevista hasta 2014. Teniendo en cuenta que la inversión de la compañía en el proyecto oscilará entre US$ 250-300 millones, el margen de a margen de ganancia será de 633 a 760%. Adicionalmente, la multinacional brasileña obtuve, con exclusividad, un puerto flanco en Bayóvar, quitando de la comunidad la posibilidad de generar recetas, por derecho, del transporte naval realizado por la empresa.
En 2006, ha sido la vez del Grupo Gerdau lanzarse en la expansión de negocios en Perú. El grupo brasileño arremató la privatización de la compañía estatal Siderperú – mayor siderúrgica del país, con 2 mil empleados -, llevada a cabo al final del gobierno Toledo. Se le atribuye al presidente Lula un rol muy activo para que la empresa brasileña lograse adquirir la ex estatal.
En otro sector importante, la rama petróleo, Petrobras es la «empresa responsable por la más extensa área de exploración en Perú», con 7 lotes petroleros.[34] La subsidiaria Petrobras Energía Perú S.A. opera en el país desde 1993, aunque sus actividades se hayan expandido considerablemente luego de la incorporación de Pecom, cuando asumió las instalaciones de la ex petrolera argentina, que ya explotaba un lote en la localidad de Talara, noroeste do país (lote 10).
Só em 2005, a Petrobrás investiu mais de US$50 millones no Perú e extrai hoje, apenas daquele lote, 13.000 barris diários, cifra que alçou a empresa ao posto de segundo maior produtor do país, que produz aproximadamente 100 mil barris diários.[35]
Petrobras es una entre las compañías que han venido prospectando petróleo en la Amazonía Perúana, donde viven pueblos indígenas en situación de aislamiento voluntario. En ese momento, comunidades indígenas del Norte Perúano encuéntranse movilizadas contra una serie de decretos del gobierno Alan García, quien autorizó actividades exploratorias en territorios comunales.[36] La etnia Asheninka, que vive en la región del Alto Juruá ha protestado recientemente contra Petrobras, que obtuvo del gobierno Perúano licencia para explorar petróleo en el territorio habitado por este pueblo original.
Ecuador
Así como en Bolivia, la economía en Ecuador tiene como por base fundamentalmente las exportaciones de hidrocarburos. Hoy, el petróleo es responsable por 1/3 da los ingresos del Estado. En 2004, el petróleo crudo respondió por aproximadamente 56% de las exportaciones totales del país.[37] Entre 1972 e 1980, esa cifra llegara a 62%, mientras la participación del petróleo en el PNB alcanzaba los 62,4% en 1985.[38] En 1992, el gobierno promovió la salida de Ecuador de OPEP. Un proceso de privatización del sector hidrocarburos empezó y legislación ambiental fue flexibilizada, de manera tal a permitir una mayor embestida sobre los depósitos de óleo de la Amazonía ecuatoriana. Es en ese contexto que Petrobras ha iniciado sus operaciones en el país.
La llegada de Petrobras a Ecuador se llevó a cabo a través de la incorporación, en 2002, de los activos de Pecom, incluyendo las concesiones de los bloques petroleros 18 y 31.
PETROBRAS opera el Bloque 18 y el Campo ayacente Palo Azul, en la región Amazónica Ecuatoriana, en forma ilegal y provocando millonarios perjuicios económicos al Estado, al haber comprado hace cuatro años las acciones de PECOM ENERGIA, equivalentes al 70% de derechos en el Bloque 18, sin autorización del Ministerio de Energía y Minas, y más grave aún, al haber firmado un CONVENIO de venta del 40% de participación con la compañía japonesa TEIKOKU OIL el 24 de enero de 2005 en Buenos Aires, sin tener ningún derecho contractual sobre las citadas áreas petroleras» (Fernando Villavicencio).
Más allá de formalidades, los bloques pasados al control de Petrobras presentan problemas de orden más aguda. El Bloque 31 encuéntrase en pleno Parque Yasuní, una de las áreas de mayor biodiversidad del mundo, en la Amazonía ecuatoriana, donde la exploración de actividades económicas es objeto de conflictos alrededor de diferentes ramas de la legislación de Ecuador (leyes de hidrocarburos versus leyes ambientales) y donde principalmente residen pueblos indígenas en aislamiento voluntario, que serán afectados por la actividad petrolera, sin mencionar los grabes daños ambientales implicados. A pesar de ello, Petrobrás llevó adelante sus planes de explorar el bloque 31.
Los medios empleados para obtener autorización merecen algunos comentarios. En el interregno entre la caída de Gutiérrez y la elección de Correa, el Ministerio de Medio Ambiente correspondió a las presiones populares y ordenó la suspensión de las actividades de Petrobras en Yasuní. En reacción, el presidente Lula transmitió su descontentamiento por la decisión del gobierno interino de Alfredo Palacio.[39] La disputa pareció llegar a fin después del ministro Celso Amorim haber viajado a Quito para resolver el litigio. En telegrama de la embajada de Brasil en Ecuador eran relatados los compromisos asumidos en la reunión:
Pelo lado equatoriano: facilitar o diálogo para superar as dificuldades enfrentadas pela PETROBRAS para explorar petróleo no Bloco 31. Providência a ser tomada pela Chancelaria equatoriana: procurar restabelecer entre o Ministério do Ambiente do Ecuador e a PETROBRAS um diálogo produtivo e consistente para superar as divergências que impedem a continuidade das operações de exploração de petróleo no Bloco 31.[4]
En el contexto de la misma reunión fueron liberados créditos de BNDES para obras de infraestructura en Ecuador a ser realizadas por constructoras brasileñas. El método inductivo sugiere que las presiones diplomáticas en defensa de intereses de Petrobras utilizaron como moneda de cambio la liquidez del Estado brasileño en una clara muestra de la función del Estado como fuerza activa en la dinámica subimperialista.
Sin embargo, la otorga de la licencia para explorar el lote 31 en Yasuní no vino inmediatamente. Luego hubo elecciones presidenciales. Apoyado por una coalición integrada por organizaciones populares que exigían la retirada de Petrobras de Yasuní, Rafael Correa se comprometió inicialmente con aquella demanda. Pero en el segundo año de su gobierno cedió, autorizando las actividades de Petrobras en el bloque 31.
Al lado de Petrobras, otra multinacional brasileña con fuertes intereses en Ecuador es la Constructora Norberto Odebrecht (CNO). Con 75% de sus ingresos obtenidos en el exterior, los contractos de CNO en Ecuador representan la mayor franja de negocios de la empresa en América Latina. Han sido diez grandes proyectos concluidos en veinte años. Uno de ellos, la hidroeléctrica de San Francisco, es en ese momento objeto de una crisis con el gobierno de Correa, quien ordenó al ejército ocupar las instalaciones de la usina.
Parcela importante de los emprendimientos de CNO en el país contaron con financiamientos de instituciones brasileñas. El perfil de los proyectos ejecutados concentrase en grandes obras de ingeniería involucrando el manejo de bacías hidrográficas, implicando fuerte impacto sobre el ambiente y las condiciones de vida de campesinos y comunidades indígenas. El trasvase del río Daule a la Península de Santa Elena ha sido uno de los casos más criticados. Con un costo de US$ 573 millones – US$ 119,1 financiados por Brasil[5] -, la obra consistió de un conjunto de canales de concreto para almacenamiento de agua de la bacía del río Guayas y su distribución para irrigar haciendas en la provincia homónima. La producción capitalista del espacio[6] generó un proceso agresivo de especulación de tierras, expoliando a las comunidades campesinas que vivían en aquél territorio, amparadas en la Ley de Comunas, y que entraron en proceso de descomposición organizativa. Los principales beneficiarios han sido los latifundistas de la élite de Guayaquil, quienes se apropiaron de las tierras, canalizando la infraestructura de riego para las nuevas haciendas destinadas a culturas tropicales de exportación como banana y mango.[7]
La experiencia de Petrobras y del grupo Odebrecht en Ecuador ilustran con todos los tintos las prácticas representadas por el concepto de imperialismo ecológico.[8]
4. El nuevo subimperialismo
Con lo que expusimos hasta aquí, podemos registrar una fuerte tendencia de retomada del subimperialismo en los últimos años. El retorno de la dinámica subimperialista se verifica principalmente con el crecimiento de la presencia de empresas brasileñas en países sudamericanos. Si la mundialización del capital y el neoliberalismo provocaron intensa desnacionalización de las economías sudamericanas, un dato importante es que en esa ola de desnacionalización, grandes empresas brasileñas han sido actores que se apropiaron de parcelas significativas del producto excedente de estas naciones y quitaron soberanía de sus economías.
Hay suficientes evidencias apuntalando que la expansión hacia el exterior de las empresas en consideración posee centralidad en su búsqueda por ganancias extraordinarias. En el nuevo patrón de reproducción del capital, la obtención de ventajas de escala y de ventajas logísticas se ha transformado en medios fundamentales para extraer ganancias extraordinarias. La incorporación del patrimonio público de las naciones vecinas, objeto de privatizaciones, o mismo de las burguesías locales, frágiles frente a grandes grupos económicos, tuvo en las operaciones de fusión & adquisición un mecanismo importante.
En el Cuadro 2, reunimos datos de las empresas cuyos casos fueron examinados en la sección anterior.
Cuadro 2. Multinacionales brasileñas.
Internacionalización y expansión desde America del Sur.
Empresa Vendas externas/ vendas internas Presencia en América del Sur Activos controlados Petrobras 10% Argentina, Bolivia, Colombia, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela Más grande área explotada (Perú) Gerdau 61% Argentina, Chile, Colombia, Perú, Uruguay, Venezuela Más grande siderúrgica de Perú VM 44% Perú, Colombia Más grande productor de zinc en Perú Odebrecht 75% Ecuador, Argentina, Perú, Bolivia Presencia dominante en contactos del Estado Friboi 32% Argentina Más grande frigorífico, más grande volumen de exportaciones Marfrig 59,3% Uruguay, Argentina Más grande frigoríficos (1/3 de la faena), más grande volumen de exportaciones Vale 18% Perú, Chile Más grande yacimiento de fosfatos (Perú) Todas las empresas estudiadas presentan en su facturación elevados índices provenientes del mercado exterior. Excepto Vale, todas esas empresas empezaron a ser multinacionales desde América del Sur. En los días de hoy, ellas controlan activos importantes en las economías vecinas, expresando la transferencia de valor hecha por el subimperialismo para las empresas con capital de origen brasileña. El rol de América del Sur no es un indicador eventual o casual de los ejemplos escogidos para nuestro análisis. Como se puede ver en los cuadros 3 y 4 las principales operaciones de f&a transfronterizas y los más grandes proyectos greenfield están concentrados en la región.
Cuadro 3. Brasil – 20 más grandes proyectos greenfield de empresas brasileñas en 2002 – septiembre de 2004. (US$ millones) SAUVANT, 2005, apud TAVARES, 2006.
Cuadro 4. Más grandes proyectos Greenfield. (US$ millones) SAUVANT, 2005, apud TAVARES, 2006.
Así pues, las empresas estudiadas han impulsado su expansión multinacional a partir de America del Sur. Para ello, han hecho de la región una esfera de influencia privilegiada del subimperialismo brasileño en la actualidad. Esa última conclusión está embasada en el rol que los activos adquiridos en la región cumplen en el proceso de internacionalización de esas empresas. América del Sur aparece como proveedora de materias primas y fuente de energía del subimperialismo. La expansión del capitalismo con origen en Brasil explota la contigüidad física por medio de obras de infraestructura y otras ventajas. Veamos esa tendencia por empresa.
Integrada al Grupo Votorantim, una de las más grandes empresas de la grand burguesía interna de Brasil, VM concentra sus negocios en la producción de largos de acero (segmento donde ocupa el tercer puesto en Brasil), de níquel y del zinc. En 2004, VM – Zinc empezó su internacionalización por Perú. La expansión de VM en Perú alzó la mineradora de la octava para la quinta posición en el ranking mundial del zinc. Tomando en cuenta que VM importa de Perú el 40% del zinc concentrado utilizado en sus plantas procesadoras de Brasil, la conquista de esa fuente de insumos permitió a la empresa ventajas competitivas expresivas sobre sus rivales [9].
Cuadro 5. VM. Fusiones & Adquisiciones en América del Sur.
Empresa adquirida País Año Valor del negocio (US$) Cajamarquilla S.A. Perú 2004 500 millones Mineradora Milpo Perú 2005 100 millones[10] Acerías Paz del Río Colombia 2007 490 millones De acuerdo con Revista Exame, VM era la controladora del 61% de la producción de zinc del país andino, en 2005. Una otra adquisición importante de VM fue la compra de 52% del control de Acerías Paz del Río en Colombia, la única siderúrgica integrada de Colombia, por US$ 490 millones.
El crecimiento espantoso de JBS FRIBOI para la condición de más grande multinacional brasileña de alimentos y como principal procesador mundial de carne bovina tiene como preludio la adquisición en Argentina del frigorífico Swift Armour. La operación de US$200 millones es un marco en el proceso más reciente de formación de multinacionales brasileñas. Fue cuando estrenó la política del gobierno Lula da Silva de apoyo a la internacionalización de empresas brasileñas. Esa política empezó con la reforma de los estatutos de BNDES para financiación de operaciones de empresas brasileñas en exterior. En la operación de adquisición de Swift Armour, BNDES ha liberado US$80 millones.
Cuadro 6. Aportes de BNDES para JBS Friboi.
Valor Finalidad Ano Modalidad US$ 80 millones Adquisición de Swift Armour (Argentina) 2005 Línea especial de financiación a la internacionalización R$1,1 mil millones[11] Capitalización del grupo/apoyo a la estrategia de internacionalización 2008 Compra de acciones por BNDESPar En 2007, Friboi obtuvo nuevo apoyo de BNDES, ahora de 1,1 mil millones de reales NOTA(moneda nacional de Brasil con cambio para el dólar de … en la fecha), a través de la compra de acciones de la empresa por BNDESPAR, para la compra de Swift U.S. La transacción de BNDES capitalizando a Friboi fue la segunda más grande operación del sector industrial del Banco en los últimos 12 meses. En 2007, 32% de ls ventas de Friboi estuvieron destinadas al mercado exterior. La empresa es líder en ventas en el mercado domestico de Brasil, la más grande multinacional brasileña de alimentos y el más grande exportador mundial de carne bovina. En Argentina, es el más grande exportador de carne bovina. Dichas adquisiciones fueron capitales para que el grupo llegara a esa condición.
La expansión de Marfrig como empresa multinacional se dio a través de una serie de adquisiciones de frigoríficos llevada a cabo en Argentina, Uruguay y Chile. Lo activos incorporados en economías vecinas proyectaron la consolidación del grupo en el mercado internacional, con un grado de centralización del capital que ha impulsado el lanzamiento de acciones de Marfrig en el mercado bursátil, operando así en el mercado de capitales..
Cuadro 7. Marfrig. Fusiones & Adquisiciones de frigoríficos.
Empresa adquirida País Ano Valor transacionado (US$) AB&P Argentina 2005 – Tacuarembó Uruguay 2006 35 millones Elbio Rodríguez Uruguay 2006 25 millones La Caballada Uruguay 2007 26 millones Colonia Uruguay 2007 266,8 millones* Quinto Cuarto Chile 2007 850 mil Estancias del Sur Argentina 2007 266,8 millones* Best Beef S.A. Argentina 2007 266,8 millones* Quick Food Argentina 2007 266,8 millones* *misma operación, a partir da adquisición da controladora AB&P.
El caso de Marfrig en Uruguay es un ejemplo notable de un sector donde la gran burguesía agraria interna industrial ha logrado mantener su posición oligopólica ganando terreno sobre la frontera a través del reimpulso del subimperialismo.
Petrobras, más grande empresa brasileña, ha iniciado su internacionalización a través de algunas inversiones en países sudamericanos en los 1980. Fueron los años 1990, entretanto, el gran tournant en la estrategia internacional de la compañía. Como han dicho directores de la empresa, los factores determinantes para su expansión internacional estuvieron vinculados al nuevo ambiente generado por la exposición de la misma a la competición en el mercado internacional desde el fin del monopolio estatal de los hidrocarburos en Brasil. En 1996, la empresa había empezado a explotar yacimientos de gas en Bolivia, donde obtuvo el control de los más grandes campos gasíferos y, luego, de las refinerías de Cochabamba y Santa Cruz. Al mismo tiempo, la compañía fue haciendo creciente su participación en los demás países sudamericanos.
O grande salto se deu com a incorporação das reservas da empresa argentina Perez Companc, a maior companhia de petróleo independente da America del Sur, adquirida pela Petrobras em 2002, numa transacion que aumentou em 70% as suas reservas provadas no exterior.[1]
La compra de Pecom proyectó la compañía brasileña resolutamente como líder en América del Sur, controlando activos en Argentina, Bolivia, Perú e Ecuador. En Argentina, Petrobras se ha transformado en la 5ª más grande empresa y 2º grupo en el segmento de petróleo y gas, apenas perdiendo para Repsol.[2] En Bolivia, a través de esa operación, la empresa asumió el control integral de las refinerías de Santa Cruz y Cochabamba.
Cuadro 8. Petrobras. Fusiones & Adquisiciones America del Sur.
Empresa adquirida País Ano Valor transacionado (US$) Pecom Argentina 2002 1,126 mil millones Santa Fe Argentina 2005 93 millones Shell Uruguay, Paraguay, Colombia 2006 140 millones Un factor clave fue que Petrobras logró conquistar una ventaja substantiva sobre las petroleras rivales. Gracias a las informaciones privilegiadas fornecidas por ex-empleados de YPFB, reclutados por Petrobras, la empresa conquistó contratos de explotación de los dos más grandes campos de gas del país – San Alberto y San Antonio. Luego, en 1999, compró las refinerías bolivianas de Santa Cruz y Cochabamba, en asociación con la argentina Pecom.[3]
Cuanto a Gerdau, la más grande multinacional brasileña según criterios de la Fundação Dom Cabral, ha también empezado su internacionalización por America del Sur. Aunque los activos que mantiene en EUA sean responsables por una participación más importante sobre la facturación del grupo, la participación de las actividades en America del Sur ha hecho crecer los lucros de la empresa, después de una cantidad de adquisiciones ocurridas en los últimos años. Las nuevas adquisiciones consolidan la posición de más grande productor de largos de acero de las Américas, garantizando para sí esa región como mercado cautivo de la empresa y cerrando el acenso de rivales.
En Colombia, Gerdau adquirió en 2005 las siderúrgicas Diaco e Sidelpa. La primera, es el más gran fabricante de productos de acero para el sector de construcción. La segunda, la única productora de aceros especiales del país. En el caso de Diaco, Gerdau ha pagado US$75 millones, saliendo de la situación de accionista minoritaria para controlar el 50,9% del grupo Cleary Holdings Corp, que detiene el control de reservas carboníferas convertibles en carbón metalúrgico. Colombia es el país con las más grandes reservas carboníferas de América Latina.
Cuadro 9. Gerdau. Fusiones & adquisiciones America del Sur.
Empresa adquirida País Ano Valor transacionado (US$) Diaco Colombia 2006 75 millones Sidelpa Colombia 2006 Siderperú Perú 2006 60,6 millones Cleary Holdings Corp Colombia 2008 50,9 millones *misma operación, a partir de la compra escalonada de acciones.
En 2006, fue la vez del Grupo Gerdau lanzarse a la expansión de negocios en Perú. El grupo brasileño arremató la privatización de la compañía estatal Siderperú – mayor siderúrgica del país, con 2 mil empleados -, ocurrida en el final del gobierno Toledo. Se le atribuye al presidente Lula un papel activo para que la empresa brasileña adquiriese a la ex estatal. Las inversiones de US$ 1,4 mil millones proyectados para la subsidiaria peruana de Gerdau harán de ella la segunda fábrica más importante de la empresa en el mundo. Gerdau también anunció inversiones de US$ 500 millones en su unidad en Argentina.
5. Conclusión
Siguiendo los conceptos de Marx, Marini desarrolló su hipótesis propia sobre la importancia decisiva del mercado externo como factor de realización en el capitalismo dependiente, luego de inferir la participación de las exportaciones en la facturación total de determinadas ramas productivas. En nuestro propósito, aunque no examinamos cuantitativamente la tasa de ganancia media dentro de las ramas industriales específicas, queda claro que el objetivo de las empresas singularmente consideradas es acaparar márgenes que le suministren una masa de ganancia adicional, donde se ubica la función creciente desempeñada por el expansionismo capitalista en el exterior para la reproducción del capital de las empresas en cuestión – lo que confirma la actualidad de del fundamento económico del subimperialismo.
Si Marini examinara dos medios de obtención de ganancias extraordinarios – la renta diferencial y la plusvalía extraordinaria[4] – la realidad se nos presenta hoy formas novedosas con las que los capitalistas buscan explorar esos medios para ampliar las sumas de valor acumulado. Por lo tanto, es posible hablar en el advenimiento de un nuevo patrón de reproducción del capital, que ejerce efectos inexorables sobre los capitalistas. Frente al contexto que acabamos de caracterizar, se vuelven más complejos los medios para obtención de ganancias extraordinarias.
Que entre os determinantes de las inversiones de compañías brasileñas en el exterior figuren el elevado «riesgo-país» no niega el carácter subimperialista de esa expansión. Antes por lo contrario. Para contornar los obstáculos a la reproducción de su capital, las empresas ponen sus fichas en la conquista del espacio sudamericano en el bellum omnium contra omnes del mercado mundial. Por consiguiente, se comprueba las premisas de la tesis del subimperialismo ya sea desde el punto de vista de la realización del capital, ya sea respecto a la transferencia de valor de las economías vecinas para las multinacionales brasileñas.
Investigaciones siguientes deberán evaluar el quantum de valor realizado. Sin embargo, como esfuerzo inicial basta con considerar existe una fuerte tendencia, que traduce la retomada del subimperialismo a partir de la exportación de capitales.
Recientemente, un semanario de la prensa de negocios reportó la tendencia creciente a la formación de multinacionales de matriz brasileña, que hacen de América del Sur su esfera de influencia. En un editorial, el semanario sintetizó la visión de mundo media de las personificaciones del capital verde-amarillo:
las grandes empresas brasileñas han descubierto que – para proseguir grandes – necesitarán adherir al movimiento de globalización. Han descubierto también que el camino más rápido y menos doloroso para ello es cruzar a las fronteras de los vecinos. (…) El mundo realmente cambió. Y, en ese nuevo escenario, hasta para los nacionales de plantón el ´imperialismo´ pasó a ser visto con ojos bien más benevolentes, incluso porque imperialismo también es cosa nuestra.[5]
El realismo de mercado de la perspectiva arriba puede soler diferente al discurso de la diplomacia brasileña y del presidente Lula sobre una «integración no-asimétrica». Orientaciones discursivas afuera, fracciones burguesas y gobierno comparten de la misma política que refuerza la retomada del subimperialismo, como vimos a través de este trabajo.
Hay quienes afirmen que es más deseable la hegemonía de la gran burguesía brasileña que el dominio directo del imperialismo estadounidense. Ese tipo de razonamiento encubre el hecho de que ambos reproducen la misma lógica predatoria. En la otra fila de la lucha de clases, trabajadores han venido enfrentando al subimperialismo, como los obreros de Siderperú, en Chimbote; los pueblos indígenas Huaorani (Ecuador) y Ashenika (Perú) contra la explotación petrolera de Petrobras en sus territorios. Frente al mismo fenómeno – aunque bajo otras formas -, Marini había escrito en Subdesarrollo y Revolución:
[…] el carácter internacional que la burguesía subimperialista pretende imprimir a su explotación identifica la lucha de clases del proletariado brasileño con la guerra antiimperialista que se libra en el continente.
Hoy, el planteamiento internacionalista de Marini conserva su actualidad y exhorta a la unidad de los pueblos latinoamericanos que luchamos contra el régimen capitalista – con su producción de des-humanidades y el ecologicidio -, en defensa de los intereses de la clase trabajadora, de los pueblos indígenas y de todos y todas que sufren con la expoliación causada por un sistema que deberá ser superado por la alternativa global socialista.
FUENTES
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GAZETA MERCANTIL
VALOR ECONÔMICO
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