Desde los primeros años de la década de los setenta, la producción de gas natural se ha incrementado más de 120%. En 2002, el gas representó 21.2% del suministro mundial de energía, un 5% de incremento desde 1973, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía
Un contrato gigantesco entre la compañía petrolera Shell y Qatar, en el golfo Pérsico, que garantizará el suministro de gas natural a Estados Unidos y a Europa, es la última de una serie de negociaciones orientadas a convertir el gas natural licuado en el combustible más importante en proporción con las necesidades energéticas del mundo. Debido a que las reservas mundiales de gas están más diseminadas que las de petróleo, el crecimiento de instalaciones para el manejo del gas natural licuado (GNL) también debería significar una mayor seguridad energética.
En 1959, el Methane Pioneer, un barco de la Segunda Guerra Mundial adaptado, zarpó del lago Charles, en Louisiana, EU, con destino a la isla de Canvey, asiento de una estación petrolera muy poco agraciada al este de Londres. A bordo venía un cargamento de gas natural licuado. Este viaje pionero probó que el gas en ese estado podía transportarse con toda seguridad desde el productor hasta el consumidor, y desde áreas remotas donde las reservas son grandes hasta los lugares donde existe un mercado para el gas natural. En los años posteriores ha habido un debate sobre si el GNL es el «combustible del futuro»; sin embargo, la cantidad de gas transportado de esta forma (en contraposición al traslado por tubería) se ha mantenido baja, debido al costo que implica licuar el gas, transportarlo y luego regasificarlo.
En años recientes, sin embargo, se ha renovado el interés por el gas natural licuado, debido al fuerte aumento de los precios del petróleo y a la avidez de los consumidores por diversificar sus fuentes de energía. El sábado 27 de febrero pasado, la Royal Dutch/Shell firmó un contrato -que entrará en vigor en 2010- con la compañía estatal de gas de Qatar para invertir 30% de los 7 mil mdd que costará producir 7.5 toneladas anuales de gas natural licuado para los mercados de Estados Unidos y Europa. La firma anglo-holandesa es la última de una serie de compañías petroleras que se han interesado en participar en proyectos relacionados con el gas natural licuado.
El mismo día empezó la construcción de otro enorme proyecto de producción de gas licuado, también en Qatar. Para cuando se complete, en 2007, el proyecto de 12.8 mmd -de los cuales 30% es inversión de la firma estadunidense ExxonMobil- producirá un estimado de 15.6 toneladas de gas al año. La compañía francesa Total no se quiso quedar fuera del negocio, y anunció su participación en este proyecto.
Además del alto costo del petróleo y de la necesidad de buscar nuevas fuentes de combustible para mejorar la seguridad energética, otro importante factor que explica la creciente demanda de gas ha sido la presión que se ejerce sobre las compañías generadoras de electricidad, obligándolas a buscar insumos más limpios y con menos uso de carbón para sus plantas energéticas. La entrada en vigor del Protocolo de Kyoto, que pretende reducir las emisiones de gases de invernadero, sólo acrecienta esa presión. Desde los primeros años de la década de los setenta, la producción de gas natural se ha incrementado más de 120%. En 2002, el gas representó 21.2% del suministro mundial de energía, un 5% de incremento desde 1973, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía. Proyecciones de la Administración de Información Energética de Estados Unidos sugieren que llegará a ser un importante componente del abasto energético mundial. Para 2005, el consumo mundial de gas podría alcanzar 4.27 billones de metros cúbicos, 25% del consumo total de energía en el mundo.
Hoy, aproximadamente 95% del gas que se consume en el mundo es transportado por tubería. Pero algunos países consumidores, como EU, están agotando rápidamente las reservas de gas que se pueden conducir por ese medio. Continuamente se descubren nuevos y vastos yacimientos de gas, pero con frecuencia están separados de los grandes países consumidores por océanos o por regiones altamente inestables. El gas natural licuado es la respuesta, a condición de que pueda llegar a ser costeable. Por ahora sólo 1% del gas que usa EU llega en la forma de GNL. En forma prudente, la Administración de Información Energética estima que ese porcentaje podría elevarse a casi 3% hacia 2020. Otros sectores de la industria son mucho más optimistas y predicen que el GNL podría representar hasta 20% del consumo de gas estadunidense dentro de 20 años.
La licuefacción del gas natural, enfriándolo a menos 161ºC, reduce 600 veces el espacio que ocupa en su estado natural. Así, se le puede transportar por mar en buques tanque especialmente construidos y reconvertirlo en gas en el punto donde penetra al sistema de tuberías del importador. Es una costosa inversión, pero también lo es tender un sistema de tuberías.
Según el Instituto Estadunidense de Tecnología de Gas, la licuefacción del combustible, su embarque y su posterior regasificación son más baratos que enviarlo a través de tuberías submarinas a distancias de más de mil 120 km o 3 mil 500 km en el caso de tuberías terrestres.
Lo que está modificando ahora la rentabilidad del GNL es que su alta demanda estimula innovaciones que reducen el costo de las plantas de licuefacción, buques tanque y plantas de regasificación. Un experto calcula que esos costos se han reducido en 25% durante la década pasada. Otros ahorros adicionales harán más atractivo el GNL a pesar de los altos costos iniciales, que hasta ahora han desalentado a casi todas las grandes compañías petroleras.
El gobierno de Qatar pretende convertirse en el proveedor más importante de gas natural licuado, otorgando a los inversionistas una amistosa acogida. El pequeño emirato del Golfo Pérsico posee la tercera reserva de gas natural del mundo en tamaño y el yacimiento de gas más importante. Rusia e Irán tienen en conjunto las reservas mayores. Pero el trato preferente que Rusia da a Yukos, compañía petrolera local, y las restricciones recientemente anunciadas a la participación foránea en proyectos de extracción de recursos minerales difícilmente fomentarán la inversión en GNL. La Constitución de Irán excluye a los extranjeros de cualquier propiedad en el sector petrolero, lo cual descarta los acuerdos de coproducción bajo los cuales usualmente las compañías extranjeras aprovechan los recursos petroleros. En contraste, Trinidad y Tobago, en el Caribe, fomenta su potencial como proveedor de GNL mientras las políticas volátiles de la cercana Venezuela han obstaculizado la inversión.
Las turbulencias políticas y la desconfianza en la inversión extranjera aparentemente continuarán impidiendo que algunos países desarrollen su potencial como productores de GNL. Por fortuna, las reservas de gas en el mundo están más diseminadas que el petróleo. Así, mientras la demanda de gas crece y las grandes firmas petroleras buscan nuevas fuentes, podría resultarles más fácil eludir las naciones inestables y renuentes a recibir inversión extranjera, y buscar lugares como Qatar, que ha reducido sus barreras burocráticas y han dado una cálida bienvenida a las trasnacionales.