Sin derecho a la educación, a la protección social y la diversión propia de su edad, la mayor parte de los infantes y adolescentes, comprendidos entre los siete a 17 años de edad trabajan en situación precaria, en jornadas que superan las 48 horas a la semana (por encima de la marcada por ley para […]
Sin derecho a la educación, a la protección social y la diversión propia de su edad, la mayor parte de los infantes y adolescentes, comprendidos entre los siete a 17 años de edad trabajan en situación precaria, en jornadas que superan las 48 horas a la semana (por encima de la marcada por ley para los adultos) y por míseros ingresos insuficientes para cubrir sus más elementales necesidades.
Según señala una investigación del Instituto Nacional de Estadística (INE), difundido este miércoles por La Prensa, el 10 por ciento de la población infantil de Bolivia está sometido a este tipo de trabajos en el mercado laboral. Otro porcentaje significativo no precisado de menores trabaja en su propio domicilio como mano de obra no remunerada, apoyando labores domésticas y actividades informales.
El estudio revela que el porcentaje de niños que trabajan en el mercado laboral y en sus domicilios ha ido en aumento en el curso de los últimos años, producto de la aguda crisis económica que vive el país, emergentes de las políticas económicas neoliberales, y que han acentuado los niveles de explotación de la fuerza de trabajo.
Las zonas rurales albergan a la mayoría de los niños trabajadores de siete a 13 años, mientras que los adolescentes tienen mayor predominancia en zona urbana.
‘Esto revela que son las niñas y niños de las zonas rurales los que se insertan con mayor intensidad en el mercado de trabajo desde edades muy tempranas’, señala el documento. Además se identificó que pese a que las niñas empiezan a trabajar antes, ganan menos que los varones.
De acuerdo con la investigación, en las zonas urbanas cerca de tres cuartas partes de los menores trabajan en el sector de servicios, mientras que en las zonas rurales más de tres cuartas partes trabajan en alguna actividad agrícola o minera.
Respecto a la jornada laboral, la investigación indica que los menores que trabajan en la zona urbana lo hacen por más de 48 horas a la semana y por salarios por debajo de los 54 dólares mensuales, que es el sueldo mínimo nacional.
Areas de trabajo y actividades
En las zonas urbanas del país, más del 70 por ciento de los niños, niñas y adolescentes trabajadores realizan actividades en el comercio y los servicios, la mayor parte de ellos en condiciones difíciles para su salud y desarrollo posterior.
A diferencia de las zonas urbanas, en las rurales los menores trabajadores se dedican sobre todo a actividades primarias.
Las actividades de transformación industrial y de la construcción, catalogadas como rubros del sector secundario, son eminentemente masculinas. Independientemente del tramo de edad, en ese tipo de trabajos participan el 24 por ciento de niños y más del 36 por ciento adolescentes varones. En algunos casos esta población también se dedica a la venta y al trabajo de reparación de automóviles.
A diferencia de las zonas rurales, donde es absolutamente predominante el sector primario de la economía, como labores agrícolas. El 81 por ciento de menores de entre siete y 13 años se dedica a esa actividad frente a un 70 por ciento de los adolescentes.
También se observa que la mayoría de las niñas del área rural se dedica a actividades de cría y cuidado de animales; los niños se ocupan de la cosecha.
‘Por ejemplo, se establece la existencia de 2.200 niños que declaran trabajar en la (producción y zafra de la) caña de azúcar, y ésta es una información censal. (En esta labor se) utilizan fungicidas y plaguicidas que generan riesgo y deterioro de salud en los niños’, señala el estudio.
La actividad terciaria es la que tiene mayor importancia en la inserción de niños, niñas y adolescentes al mundo laboral. Representa el 74 por ciento del total de los trabajadores urbanos, y el 14 por ciento de los niños y niñas del área rural respecto al total de los menores trabajadores.
En el sector terciario se establece la predominancia de trabajo de niños, niñas y adolescentes en el sector del comercio (45 mil trabajadores), seguido de servicios personales -como restaurantes y hoteles-, y servicios sociales; también en el transporte -es decir los voceadores-, que representan el 95 por ciento del total de este sector.
Condiciones de trabajo
En su generalidad, las condiciones de trabajo de los infantes son precarias, aunque existen rubros donde los niveles de explotación son muy elevados.
‘Por ejemplo, un niño que trabaja en una panadería se tiene que levantar a las dos de la mañana; a las tres de la mañana empieza a amasar, (porque) a las cinco tiene que salir el pan. Ese es un trabajo prohibido porque ese niño tendría que estar durmiendo y tendría que trabajar en la distribución del pan, después de las ocho de la mañana’, dijo la consultora que elaboró la investigación, Carmen Ledo, quien dijo que ésta es una de las transgresiones a las que muchos menores están expuestos.
Lo mismo sucede con niñas y adolescentes que trabajan como empleadas. Según la información recopilada, las chicas hablan de jornadas domésticas que superan las 12 horas del día.
Alarma y preocupación
El representante regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Guido Cornale, se mostró preocupado por los datos revelados en el libro ‘Trabajo Infantil en Bolivia, Características y Condiciones’, publicado por su institución y el INE.
‘Estas actividades tienen implicaciones tremendas sobre la vida de estas personas, sobre todo en la violación de los derechos humanos, como son la educación y la salud, que llegan incluso a la explotación, la esclavitud y los trabajos forzados’, dijo.
El Director de la institución que trabaja a favor de los niños comentó que para enfrentar la lucha contra el abuso de los chicos trabajadores se necesita de un compromiso decidido de todas las instituciones y las organizaciones que trabajan con menores.
En criterio de Cornale, los menores bolivianos que trabajan no tienen oportunidad de calificarse o de grandes esperanzas en su vida.
Necesitamos poder dar respuestas a este sector en las dimensiones de respeto a los derechos humanos y preservación del capital humano, señaló.