«Todavía somos hoy desterrados en nuestra tierra.» Sérgio Buarque de Hollanda Los acontecimientos de este inicio de año en cuanto a la Reforma Agraria parecen mostrar que tenemos grandes jornadas frente a nosotros. Primero, las buenas noticias: en enero tuvimos la visita, durante el V Foro Social Mundial (FSM), del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, […]
«Todavía somos hoy desterrados en nuestra tierra.»
Sérgio Buarque de Hollanda
Los acontecimientos de este inicio de año en cuanto a la Reforma Agraria parecen mostrar que tenemos grandes jornadas frente a nosotros.
Primero, las buenas noticias: en enero tuvimos la visita, durante el V Foro Social Mundial (FSM), del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que nos enorgulleció visitando nuestro asentamiento en la ciudad de Tapes (estado de Rio Grande do Sul – RS). Allí realizamos un bello acto en defensa de la Reforma Agraria, de las semillas y de la soberanía alimentaria.
Realizamos la inauguración de la Escuela Nacional Florestan Fernandes en Guararema (estado de São Paulo – SP), la fiesta de la sandía en Santa Catarina celebrando la cosecha, y otras muchas iniciativas que tuvieron lugar durante estos primeros días del año.
Pasado el FSM, tuvimos una verdadera pesadilla. Ante la morosidad del gobierno, de la falta de iniciativa del Estado, el latifundio y sus aliados del agronegocio decidieron dar la cara. Se instaló entonces un clima exagerado de violencia en el campo, en diversas partes del país.
Asesinaron estúpidamente a la hermana Dorothy en el estado de Pará – PA. Y en el municipio de Parauapebas (PA), el presidente del sindicato y otros trabajadores rurales fueron asesinados en los últimos días. En el estado de Alagoas – AL, dos asentados fueron matados, además de aprisionamientos en el estado de Santa Catarina – SC y en el Pontal do Paranapanema (SP), desalojos violentos en Batatais (SP) y en Goiânia (estado de Goiás – GO), y los conflictos en Pernambuco (PE).
El MST a su vez, en estos 21 años, nunca fue adepto ni adoptó principios violentos para resolver el problema de la Reforma Agraria en Brasil. Estamos contra el uso de armas para resolver problemas sociales. Queremos una justa distribución de la tierra, donde todas las familias puedan vivir y trabajar con dignidad.
Bajo el impacto de la violencia, compartimos en esta edición una carta del Obispo Don Tomás Balduíno, presidente de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT):
«Vivimos los últimos días marcados por la violencia. La violencia del poder privado está segando diariamente vidas en el campo, entre las cuales la que mayor repercusión tuvo, fue la de la Hermana Dorothy Stang, en Pará. La violencia del poder público tuvo su expresión mayor en el Estado de Goiás con el desalojo de cuatro mil familias de una ocupación urbana, en Goiânia, con por lo menos dos muertes, centenas de heridos y más de mil presos.
Lo que más llama la atención es la desenvoltura con que actúan los que practican la violencia. Cuando la muerte de la Hermana Dorothy era noticia en todo el mundo y autoridades federales, incluso ministros, se desplazaban hacia la pequeña Anapu, PA, pistoleros invadieron una casa y obligaron a la sobrina de un dirigente sindical a escribir una nota avisándolo de que él sería el próximo. Más de 10 días después, cuando tropas del ejército estaban en la ciudad, otra nota fue dejada bajo la puerta de otro líder con nuevas amenazas.
¿Por qué los criminales se sienten tan y tan seguros? La raíz y la fuente de esta seguridad es la impunidad. La CPT, desde 1985, publica sistemáticamente el informe de los Conflictos en el Campo – Brasil. De 1985 a 2004 (datos parciales de este último año) fueron asesinados 1379 trabajadores y trabajadoras. Sólo fueron juzgados 75 casos, con la condena de 5 mandantes y 64 ejecutores. Lo más impresionante de todo esto es que los pocos condenados, con facilidad consiguen huir, incluso por la puerta principal.
Esta misma justicia, sin embargo, es extremamente ágil para condenar trabajadores. Expide órdenes preliminares de desalojo de áreas, muchas de ellas con documentos totalmente falsos – en 2003 fueron desalojadas en el campo 35.292 familias y case igual número en 2004. Mantiene encarcelados a trabajadores, meses y meses seguidos, sin concederles el hábeas corpus mientras que criminales, ya condenados, continúan en libertad, esperando juicio en instancias superiores.
Las elites rurales de Brasil sienten y saben que el poder judicial está ahí para darles la cobertura que quieren. Por eso continúan los desalojos, las prisiones, los asesinatos, las amenazas.
Para nuestra justicia la propiedad es el derecho mayor. En nombre de este ‘derecho’ se pisotean los derechos fundamentales de la persona humana».
Secretaría Nacional del MST.