AFP/Archivos / Ahikam Seri. Además de la perspectiva de una mayor independencia energética, las reservas de gas descubiertas recientemente ofrecen a Israel la oportunidad de exportar su energía a otros lugares y de desarrollar nuevos vínculos estratégicos en la región Buques de guerra, amenazas, contratos de varios miles de millones de dólares… el descubrimiento de […]
AFP/Archivos / Ahikam Seri. Además de la perspectiva de una mayor independencia energética, las reservas de gas descubiertas recientemente ofrecen a Israel la oportunidad de exportar su energía a otros lugares y de desarrollar nuevos vínculos estratégicos en la región
Buques de guerra, amenazas, contratos de varios miles de millones de dólares… el descubrimiento de gas en el Mediterráneo oriental generó grandes esperanzas, pero también provocó tensiones en una región explosiva.
Aunque sigue habiendo dudas sobre la verdadera amplitud de los yacimientos, estos ya provocan querellas sobre los derechos y las fronteras marítimas entre los países de la región.
Se trata de una cuestión crucial, pues gracias a este maná, Chipre, Egipto, Israel y Líbano esperan adquirir una cierta independencia energética e, incluso, exportar gas.
Tras una serie de decepciones desde el lanzamiento en 2011 de las operaciones de perforación frente a las costas de Chipre, el grupo francés Total y la compañía italiana ENI anunciaron este mes el descubrimiento de importantes reservas en el sudoeste de la isla.
Pero el reciente bloqueo por parte del ejército turco a un navío de perforación de ENI reavivó un conflicto de larga data en el territorio insular.
La isla de Chipre está dividida en un parte griega y otra turca desde 1974, cuando el ejército turco invadió el norte. El país forma parte de la Unión Europea pero solo tiene control efectivo de la zona griega, en el sur.
La cuestión energética «se está convirtiendo en un tema de fricción», afirma Nikos Tsafos, experto del Center for Strategic and International Studies.
Política de la cañonera
Unos días después de ese roce, la flota turca bloqueó un buque de ENI que se dirigía hacia otro zona en alta mar -cercana a la parte de la isla ocupada por el ejército turco- para comenzar los trabajos de exploración. La razón invocada fueron las «maniobras militares» en el sector.
Y este viernes, cinco barcos de guerra turcos volvieron a bloquear al buque cuando intentaba avanzar.
Los descubrimientos de gas, que se consideraban como un factor que podría contribuir a la reunificación de la isla, se ven hoy como un importante obstáculo para la reanudación de las conversaciones entre las dos partes
Ankara reclama que los dirigentes de la República de Chipre suspendan todas las exploraciones hasta que se encuentre una solución a la división.
Nicosia reclamó una mediación de la Unión Europea, afirmando que Turquía «violó el derecho internacional».
«No creo que Turquía quiera provocar una confrontación pero tampoco pienso que se pueda descartar completamente» esa opción, considera Andrew Neff, del gabinete IHS Markit.
En su opinión, «si uno de los barcos de perforación se aventura demasiado lejos» en la zona económica exclusiva, cerca de la parte de Chipre ocupada por el ejército turco, Ankara podría recurrir a la «política de la cañonera para defender sus intereses».
Guerra del gas
Israel, que en los últimos años descubrió importantes reservas de gas, anunció el 19 de febrero la conclusión de un contrato «histórico» para el abastecimiento de gas natural a Egipto, con el que está vinculado por un tratado de paz.
Además de la perspectiva de una mayor independencia energética, estas reservas de gas ofrecen a Israel la oportunidad de exportar su energía a otros lugares y de desarrollar nuevos vínculos estratégicos en la región.
Pero la firma por el vecino Líbano de su primer contrato de exploración de hidrocarburos en alta mar con un consorcio de grupos franceses, italianos y rusos contrarió al Estado hebreo.
El acuerdo afecta a un bloque que se encuentra en parte en una zona militar disputada con Israel.
El poderoso movimiento libanés Hezbolá, que posee misiles que pueden alcanzar las infraestructuras de Israel en alta mar, dijo que estaba dispuesto a defender al Estado libanés para poder ganar la «guerra del gas».
A pesar de las intimidaciones, y a la vista de las necesidades energéticas de Líbano y de contratos de varios miles de millones de dólares esperados por Israel, a ninguna de las dos partes les interesa involucrarse en un conflicto, considera Eyal Zisser, director del Departamento de Historia de Oriente Medio de la Universidad de Tel Aviv.
«Todo es cuestión de dinero, todo el mundo puede perder y todo el mundo puede ganar».
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Fuente: AFP