Es difícil comprender la desmesura del mundo financiero, pero también es imprescindible para entender por qué son asesinados o apresados los mapuche en Argentina y otros habitantes de pueblos originarios en nuestra América Latina, por qué son sometidos a creciente maltrato y hasta humillaciones los trabajadores activos y pasivos de casi todos los países del […]
Es difícil comprender la desmesura del mundo financiero, pero también es imprescindible para entender por qué son asesinados o apresados los mapuche en Argentina y otros habitantes de pueblos originarios en nuestra América Latina, por qué son sometidos a creciente maltrato y hasta humillaciones los trabajadores activos y pasivos de casi todos los países del mundo y por qué son perseguidos algunos dirigentes políticos y sociales.
El periódico español El Economista, en su versión digital de comienzos de diciembre[1], ofrece en castellano la información producida por The Money Project[2] indicando que el valor nocional de todos los derivados financieros del mundo se aproxima los 1,2 trillones de dólares. En la expresión numérica más habitual U$S 1.200.000.000.000.000.000 o, como pragmáticamente se utiliza en las ciencias exactas y naturales, 1,2E+18. Una cifra que, en principio, nos impresiona pero nos cuesta precisar. En lo que sigue intentaremos llevarla a una expresión algo más comprensible y realizar algunas especulaciones sobre sus consecuencias.
Los derivados financieros son la expresión última y más sofisticada del actual estadio del capitalismo. Estos instrumentos financieros tienen dos características muy singulares: dependen del valor o cotización de otros activos financieros, denominados activos subyacentes; y no requieren un desembolso inicial o es menor que otros productos financieros que procuran resultados similares.
Los activos subyacentes de uso más habitual son de naturaleza financiera o monetaria, como los índices bursátiles que agregan un conjunto de acciones empresariales, algunas acciones particulares en una bolsa de valores específica, tipos de cambio entre monedas, bonos y otros valores de renta fija, y hasta tasas de interés. Pero también dan valor subyacente algunos bienes reales transportables, como materias primas, commodities -bienes agrícolas, petróleo, metales preciosos, etc.- y hasta inmuebles, cuya caída de valor provocó la crisis del año 2008.
Existen diferentes tipos de derivados que dependen del tipo de activo subyacente involucrado, pero también del tipo de contrato, destacando los conocidos como forwards, futuros, swaps, opciones; y de su finalidad, principalmente de cobertura y arbitraje.
Con relativas particularidades definidas por las diversas especificidades de cada derivado, las operaciones realizadas pueden ser fuertemente apalancadas, lo que implica un desembolso de capital sensiblemente menor que el valor del contrato realizado, siendo este, el valor del contrato, que en la jerga se denomina «valor nocional», el monto sobre el que se define la rentabilidad del derivado.
Este fenómeno de apalancamiento hace que el valor nocional no sea una medida exacta del capital financiero aplicado al negocio de derivados financieros, por lo que esos 1,2 trillones de dólares no son la medida de ello. Sin embargo, como la ganancia de una colocación sí se calcula sobre el valor nocional, podemos hacer una estimación de su magnitud e intentar comprenderla.
En el hipotético caso que los derivados financieros tuvieran en promedio una ganancia del 1 % anual, lo embolsado por ganadores de esos contratos hipótesis alcanzaría la suma de 12 mil billones de dólares. Parece mucho… y lo es.
Las publicaciones antes referidas ofrecen el valor de diferentes agregados monetarios y distintas expresiones de riqueza que nos permiten una mensura comparativa. Si los derivados financieros realizaran una rentabilidad del 1 % anual, sus perceptores podrían:
- Demandar todos los billetes en manos del público del mundo… 579 veces.
- Si le sumamos todos los depósitos a la vista (M1), podrían ser demandados… 326 veces.
- Si a la M1 mundial, le agregamos todos los depósitos a plazos del mundo (M2), la demanda alcanzaría… 133 veces su valor.
- También alcanzarían para comprar todas las acciones de todas las Bolsas del mundo a su valor actual… 164 veces.
- Se podrían pagar las deudas de todas las empresas, los hogares y Gobiernos del mundo… 56 veces.
- Y, hasta se podrían comprar todas las viviendas residenciales, las oficinas, las tiendas, los hoteles, las fábricas y la tierra agrícola de todo el mundo… 55 veces.
Eso se podría hacer, repito, con las rentas ganadas en un año a una tasa del 1 %. El lector más inquieto puede simular escenarios para diferentes niveles de rentabilidad y, seguramente, aún para tasas muy reducidas se encontrará con relaciones aún asombrosas[3].
Lo expuesto permite realizar dos observaciones sobre las relaciones entre el universo de las finanzas y la economía real:
- La primera, y más evidente, es que los actores de los mercados de derivados financieros no canalizan sus rentas, y mucho menos sus capitales, en magnitudes significativas en colocaciones en activos reales. Esto es, sus fortunas crecientes se rentabilizan principalmente en la esfera financiera, haciendo que el valor de estos activos vaya creciendo de manera acelerada hacia una dimensión desconocida.
- Una fracción aterriza en el mundo real con dos objetivos:
- Controlar los activos subyacentes, y
- minimizar el riesgo de pérdidas de capital.
El control de los activos subyacentes, en particular en América Latina y el Caribe, conduce al aterrizaje sobre empresas productoras de bienes y servicios, la tierra y sus recursos asociados[4], y el presupuesto público.
En tanto, la estrategia de minimización del riesgo de pérdidas de capital de los activos financieros refuerza el aterrizaje sobre la tierra y sus recursos asociados.
En ese contexto, las autoridades políticas, de todas las escalas, tendrían como misión controlar las condiciones de las pistas de aterrizaje del capital financiero. En esta función de controladores de tráfico, deberían:
- Disponer de un conjunto de dispositivos regulatorios adecuado, que amplíen los incentivos de localización, viabilicen las autorizaciones pertinentes y ofrezcan garantías de rentabilidad y movilidad;
- ofrecer un discurso de legitimación, en un claro ejercicio de hegemonía, por la positiva, resaltando sus virtudes o, por la negativa, enfatizando la capacidad de daño; y
- ejecutar acciones de remoción de obstáculos.
Los obstáculos están representados por todos aquellos actores, individuos o colectivos, que disputan con el capital derechos de usufructo de todas o algunas de las pistas. De entre los posibles, están emergiendo como destacados:
- Los espacios políticos neodesarrollistas, que disputan la apropiación de la renta de los recursos naturales y propenden, en su aplicación, a la expansión de sus mercados domésticos, a las vez que condicionan los movimientos volitivos privados del capital;
- los colectivos de defensa de derechos del trabajo, que fortalecen a los trabajadores, principalmente formales, en la discusión por lo que se apropia el capital y el trabajo del resultado del esfuerzo productivo, dificultando el avance del capital en la distribución funcional de la renta;
- los principales demandantes de recursos presupuestarios, en general los segmentos más vulnerables de las sociedades actuales -desempleados y jubilados y sus dependientes- que compiten por recursos presupuestarios que pudieran ser destinados a atender los servicios de las deudas públicas y la realización de obras públicas; y
- los habitantes con derechos especiales de uso del territorio, como los pueblos originarios, que impiden la apropiación de la tierra y sus recursos asociados a través de operaciones mercantiles.
Así, dirigentes políticos y sociales y ciudadanos comunes que sean sospechosos, aun con una debilidad probatoria asombrosa, o meramente sospechados de interferir en las pistas de aterrizaje del capital, y en particular de su fracción financiera, están siendo objeto de persecuciones diversas, desde difamaciones hasta lesiones y muertes, pasando por detenciones de difusa legalidad.
El resultado de esta dinámica de acumulación ha conducido un proceso de creciente desigualdad en el que «El 82 % de la riqueza mundial generada durante el año pasado fue a parar a manos del 1 % más rico de la población mundial, mientras el 50 % más pobre -3 700 millones de personas- no se benefició lo más mínimo de dicho crecimiento»[5], haciendo que ocho personas (hombres) posean la misma riqueza que la mitad de la humanidad[6].
En un trabajo de principios de 2014, el Informe 178[7], OXFAM analizó las consecuencias de estas políticas sobre la calidad de la democracia imperante, aportando evidencia de la percepción mayoritaria de que los gobiernos de ese momento gestionaban en favor de los ricos. A pesar de ello, pasado casi un lustro, el sur de América ha sumado nuevos protectorados de pistas de aterrizaje. Legitimado por el voto popular el Gobierno argentino, y a través de un proceso de dudosa legitimidad democrática el Gobierno de Brasil, han recuperado la agenda política de liberalización y desregulación conducida por el capital más concentrado y, con el apoyo de la crueldad sutil del lawfare o la brutalidad explícita de la represión, están limpiando las pistas.
La historia reciente de estos países no aporta ilusión sobre los resultados de los posibles aterrizajes. Esta arquitectura y dinámica económica han profundizado la desigualdad de ingresos y de patrimonio, ralentizado el crecimiento medio, incrementado las fluctuaciones cíclicas, adelgazado la trama productiva, reducido el empleo, degradado el trabajo y extranjerizado la propiedad.
¿Será que estos instrumentos económicos Siglo XXI, los derivados financieros, nos conducirán en términos de bienestar al Siglo XIX?
Notas:
[1] http://www.eleconomista.es/economia/noticias/8782437/11/17/Cuanto-dinero-hay-en-el-mundo-entero-La-respuesta-en-un-solo-grafico.html
[2] http://money.visualcapitalist.com/worlds-money-markets-one-visualization-2017/
[3] Una tasa de una décima por ciento (0,1 %) implica solamente quitar un dígito en cada relación.
[4] Gorenstein y Ortiz (2016): «La tierra en disputa. Agricultura, acumulación y territorio en Argentina», en Revista Latinoamericana de Estudios Rurales I (2) (p. 1-26), ofrecen un excelente tratado sobre el acaparamiento de tierras (land grabbing) en Argentina.
[5] https://www.oxfam.org/es/iguales/cinco-datos-escandalosos-sobre-la-desigualdad-extrema-global-y-como-combatirla
[6] https://www.oxfam.org/es/informes/una-economia-para-el-99
[7] https://www.oxfamintermon.org/sites/default/files/documentos/files/bp-working-for-few-political-capture-economic-inequality-200114-es.pdf
Fuente: http://www.celag.org/la-financiarizacion-la-economia-la-desmesura-consecuencias/