La flexibilidad laboral en los nuevos países miembros de la Unión Europea es extrema en ciertos casos, aumentando el costo social de su adhesión, según un estudio difundido hoy por la OIT.
A casi un año de su ingreso a la UE, la evaluación de las condiciones de trabajo en los diez nuevos socios comunitarios muestra que éstas han sufrido un retroceso bajo la presión por ganar competitividad.
La investigación se centró particularmente en Estonia, Chipre, Malta, Letonia, Lituania y Polonia, aunque las mismas tendencias generales se observan en la la República Checa, Hungría, Eslovaquia y Eslovenia.
Entre las formas de flexibilidad laboral más frecuentes en esos países están los contratos temporales, el aumento del tiempo de trabajo y el recurso a contratos múltiples con el mismo empleado, uno para regular su trabajo habitual, otro que se aplica a sus horas suplementarias, entre otros casos.
¿Convergencia o diversidad?
‘Esa práctica no existe en ninguno de los quince antiguos miembros de la UE’, dijo Daniel Vaughan-Whitehead, responsable de la publicación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) titulada ‘Condiciones de trabajo en los nuevos Estados miembros de la UE: Convergencia o Diversidad?’.
Vaughan-Whitehead precisó que el deterioro de la situación laboral en esos países se debe, entre otros factores, a las reformas radicales que tuvieron que aplicar en los últimos diez años para su incorporación a la UE y que significaron pasar de un modelo económico de base comunista a uno de libre mercado.
A ello se suma que en esas naciones la mayoría de compañías son pequeñas y medianas, ‘cuya duración promedio de vida es de dos años y que buscan la mayor flexibilidad posible para sobrevivir más tiempo’, indicó el experto de la OIT.
En ese sentido, señaló que las empresas de los nuevos países miembros ‘tienen problemas para poner en práctica los compromisos realizados por sus Gobiernos en términos de legislación laboral’, lo que coloca a los trabajadores en desventaja frente a sus empleadores.
Consecuencias también demográficas
Según el estudio, las empresas buscan la flexibilización como una manera ‘de evitar o reducir el pago de impuestos’ y para ello se aprovechan de los bajos salarios y de una tasa de desempleo todavía relativamente alta.
Para la OIT, las consecuencias de esta situación pronto se medirán no sólo desde el punto de vista social, sino también en términos demográficos.
‘Los cambios en las condiciones de trabajo en los diez nuevos países de la UE están causando problemas para conciliar la vida profesional y familiar, y están provocando una caída en la tasa de fertilidad’, comentó Vaughan-Whitehead.
Respecto a Polonia, el estudio muestra que ‘en algunos casos las mujeres deciden posponer su primer embarazo hasta en diez años por el temor a perder sus empleos’.
Otro reflejo de esta situación es el aumento de la tasa de mortalidad entre los hombres de entre 40 y 60 años en Hungría, lo que se atribuye a fenómenos como el grave aumento del estrés.
Antiguos miembros: los más beneficiados
El analista de la OIT afirmó que los resultados que se registran a un año de la ampliación de la UE -celebrada el pasado 1 de mayo- indican que los antiguos miembros ‘han sido los que más se han beneficiado’ con la entrada de los diez nuevos socios.
Explicó que eso se refleja en datos como el excedente que los antiguos miembros han logrado en su flujo comercial con los nuevos integrantes de la UE.
‘Han ganado las empresas multinacionales, la mayoría de ellas francesas y alemanas, que se han instalado en varios países de Europa del Este’ y que pueden mover sus capitales con mayor facilidad, agregó.
Sin embargo, Vaughan-Whitehead afirmó que si los nuevos miembros de la UE quieren competir ‘deben hacerlo desarrollando también las condiciones de trabajo y no lo contrario’.