En las aguas que rodean las islas Galápagos solo se permite la pesca artesanal y se logran capturas de piezas de gran tamaño y valor. La zona es una reserva marina, semillero de especies para el Pacífico oriental y está vedada a la pesca industrial. Pero su plataforma continental es crecientemente asediada por la flota china.
CARACAS – La pesca ilegal y excesiva, atribuida principalmente a las flotas de China, se mantiene como amenaza para los recursos marinos del Pacífico oriental y el Atlántico sudoccidental, así como para ese sector de la economía en países de América Latina bañados por uno u otro océano.
En todo el mundo “uno de cada cinco peces que se consumen ha sido capturado de manera ilegal, 20 % de los casi 100 millones de toneladas cada año, y generalmente en las zonas vedadas a la pesca”, observó a IPS el experimentado oceanógrafo venezolano Juan José Cárdenas.
Un caso emblemático, indicó el también investigador de la caraqueña Universidad Simón Bolívar, es el de las islas Galápagos, 1000 kilómetros al oeste de la costa firme de Ecuador, rodeadas de un área marina protegida de 193 000 kilómetros cuadrados, un semillero de especies de gran demanda para el consumo humano.
Galápagos, un archipiélago que suma 8000 kilómetros cuadrados, es famoso por su portentosa y única biodiversidad, un laboratorio natural empleado por el naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882) para sus famosas teorías sobre la evolución.
La Armada ecuatoriana indicó que en junio mantenían la vigilancia sobre 180 buques extranjeros, entre pesqueros, tanqueros y refrigerantes, pescaban cerca del límite de las 200 millas náuticas (370 kilómetros) de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Galápagos, también conocida como plataforma continental.
En 2017 se detectaron 297 buques, en 2018 cerca de 300, en 2019 unos 245, y 350 en 2020. Al comienzo de cada verano boreal faenan junto a las aguas de Ecuador y Perú, luego mar afuera frente a las de Chile, cruzan el estrecho de Magallanes, y remontan el Atlántico sudoccidental frente a Argentina, Uruguay y Brasil.
“En varias especies del Pacífico oriental ya estamos al borde del precipicio ambiental con la pesca legal; basta un pequeño esfuerzo pesquero adicional, la pesca ilegal, para afectar la sostenibilidad y la seguridad alimentaria que esas especies proporcionan” (Juan José Cárdenas).
En el Pacífico han operado intensamente en la captura del calamar gigante (Dosidiscus gigas). Según la plataforma de seguimiento por satélite Global Fishing Watch, en 2021 lo hicieron 615 buques, de los cuales 584 eran chinos.
El peruano Alfonso Miranda, presidente del Comité para el Manejo Sustentable del Calamar Gigante del Pacífico Sur, constituido por empresarios y pescadores de Chile, Ecuador, México y Perú, dijo que este año frente a las aguas ecuatorianas y peruanas del Pacífico han incursionado 631 barcos de bandera china.
Miranda dice que pescadores peruanos reportan incursiones de barcos chinos en la ZEE de Perú, y hace sus cuentas: si la producción peruana de calamar llega a 500 000 toneladas, con ingresos de 860 millones de dólares anuales, unas 50 000 toneladas que tome la flota extranjera implican la pérdida de 85 millones de dólares al año.
Se acumulan males
El oceanógrafo Cárdenas recordó que el área es proverbialmente rica en atunes, de los que se capturan más de 600 000 toneladas anuales (10 % del total mundial), pero con grave riesgo para la sostenibilidad, por ejemplo con el uso de “plantados” o dispositivos agregadores de pesca que alteran hasta los hábitos de esa especie migratoria.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en las siete especies más utilizadas de atún 34 % de sus poblaciones se explotan en niveles biológicamente insostenibles.
En varias especies del Pacífico oriental, incluidas algunas vedadas a la pesca como los tiburones, “ya estamos al borde del precipicio ambiental con la pesca legal; basta un pequeño esfuerzo pesquero adicional, la pesca ilegal, para afectar la sostenibilidad y la seguridad alimentaria que esas especies proporcionan”, afirmó Cárdenas.
Pedro Díaz, pescador en el norte peruano, dijo a la plataforma informativa Diálogo Chino en el puerto de Paita que “no queremos solo pescar y capturar. Queremos permitir que la pota (el calamar gigante o de Humboldt) se desove y se desarrolle para que genere empleo y divisas para el Estado”.
“También queremos que la pota tenga una temporada sostenible, ¿y qué encontrarán los que vienen detrás de nosotros, los jóvenes que se dedican a la pesca?”, añadió.
Alicia Mosteiro Cabanelas, oficial de pesca de la FAO, observó a IPS, desde la sede regional del organismo en Santiago de Chile, que “no siempre es posible dimensionar el impacto que realiza una determinada flota que opera en áreas adyacentes a la zona económica exclusiva de Estados ribereños”.
Ello porque “no siempre hay una evaluación de stock de la especie objetivo a capturar, ni se dispone de información de la pesca retenida, descartada e incidental, o del número de barcos autorizados a operar por los respectivos Estado del pabellón y de barcos sin autorización”.
Mosteiro Cabanelas observó que “la sobrepesca siempre impacta directamente en la sostenibilidad de los recursos, generando una disminución de los ingresos al sector pesquero, y de la disponibilidad de productos pesqueros para las comunidades locales y en general para los consumidores. América Latina no es la excepción”.
Y para la FAO es claro que “la pesca ilegal no declarada y no reglamentada (IUU, en inglés) es una problemática mundial que compromete la conservación y el uso sostenible de los recursos pesqueros”, dijo la experta.
Además “perjudica los medios de vida de los pescadores y las actividades conexas, y agrava la malnutrición, la pobreza y la inseguridad alimentaria”.
Medios informativos de los países costeros recogen denuncias de que también pesqueros de América Latina –casos de Brasil, Chile y México- infringen vedas y extraen valiosas especies no permitidas. Los de Ecuador han exportado grandes cantidades de aletas de tiburón, tras declarar a los escualos como captura accidental de fauna acompañante.
Las aletas de tiburón son muy apetecidas en plazas como Hong Kong, -una sopa con ellas puede costar hasta 200 dólares- y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) cifra en 2600 millones de dólares el comercio mundial de carne de tiburón y raya.
Vigilando a los furtivos
También el año pasado, unos 350 barcos de bandera china faenaron durante el primer semestre frente a las aguas territoriales de Argentina, donde hay gran riqueza de otro calamar, el Illex argentinus, amén de la merluza hubbsi, langostinos y otras apreciadas especies.
Es una flota que, según capitanes de navíos argentinos, incurre en la IUU con trasbordos no reportados que camuflan la pesca ilegal, transfiriendo pescado entre barcos y apagando los transpondedores que indican la ubicación de sus naves.
Un informe publicado en junio por Oceana, organización no gubernamental internacional que hace seguimiento a la pesca IUU, sostuvo que más de 400 barcos de bandera china pescaron por cerca de 621 000 horas a lo largo de la ZEE argentina entre 2018 y 2021, y desaparecieron de los sistemas de rastreo más de 4000 veces.
El gobierno argentino ha reportado que, por contraste con las 400 000 toneladas anuales de Illex desembarcadas en sus puertos a finales del siglo XX, desde 2015 se capturan menos de 100 000 toneladas anuales, con apenas 60 000 en 2016.
Informes del sector en los medios locales dan cuenta de que, en cambio, los buques extranjeros (chinos, surcoreanos, taiwaneses o españoles) han podido pescar hasta 500 000 toneladas anuales de calamar, en las proximidades de su ZEE o en incursiones dentro de ella, un volumen que puede representar entre 5000 y 14 000 millones de dólares al año.
No solo Argentina: el pasado 4 de julio, la Armada uruguaya capturó en sus aguas territoriales, a 280 kilómetros del balneario de Punta del Este, un buque de bandera china, el “Lu Rong Yuan Yu 606”, dedicado a la pesca del calamar y que al parecer faenaba furtivamente, de noche, en esa área.
Como las bodegas estaban vacías, no se pudo establecer con certeza que pescase en la ZEE uruguaya, y se le liberó tras el pago de una multa por contravenir otras normas de navegación.
No se repitió la experiencia de 2017 en Ecuador con el “Fu Yuan Yu Leng 999”, barco que funcionaba como un gran refrigerador para almacenar la pesca de otros buques, y el cual actuó ilegalmente en la Reserva Marina de Galápagos.
En el barco se encontraron unas 500 toneladas de pesca, incluidas especies vulnerables y que están protegidas, sobre todo de unos 6000 tiburones martillo.
La justicia ecuatoriana sentenció al capitán del barco y a tres tripulantes por el delito de pesca de especies protegidas, a prisión y al pago de 6,1 millones de dólares. Como el pago no se realizó, el barco se convirtió en propiedad de la Armada de Ecuador.
China formalmente ha desautorizado que su flota actúe en aguas prohibidas, advirtió a los capitanes que retirará licencias a quienes violen esas reglas, y su presidente Xi Jinping dio seguridades en ese sentido a su par ecuatoriano Guillermo Lasso cuando este visitó Beijing en febrero.
Lejos de las costas latinoamericanas, los mandatarios Anthony Albanese, de Australia; Joe Biden, de Estados Unidos; Narendra Modi, de India, y Fumio Kishida, de Japón, pactaron en Tokio el 24 de mayo, entre otros acuerdos de ese bloque, conocido como Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad, en inglés), nuevos mecanismos de vigilancia para la flota pesquera china.
En paralelo, Washington trabaja, con países como Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica y México, acuerdos que ayuden a vigilar la flota China, la mayor del mundo y que cuenta con 17 000 barcos que capturan 15 millones de toneladas anuales en los mares del planeta.
La iniciativa estadounidense se inscribe en su renovada confrontación global con el gigante asiático, la llamada nueva guerra fría.
ED: EG
Fuente: https://ipsnoticias.net/2022/08/la-flota-china-amenaza-la-riqueza-pesquera-de-america-latina/