Hace algunas semanas hice público mi desacuerdo con la no renovación de la concesión de RCTV. Alegaba que prefería que el «canal de Bárcenas» muriera de mengua, pues era muy difícil explicar que no fuera un pase factura la salida del aire de un canal con 53 años de fundado. Y mucho menos si quien […]
Hace algunas semanas hice público mi desacuerdo con la no renovación de la concesión de RCTV. Alegaba que prefería que el «canal de Bárcenas» muriera de mengua, pues era muy difícil explicar que no fuera un pase factura la salida del aire de un canal con 53 años de fundado. Y mucho menos si quien lo anuncia es el Presidente de la República, vestido militar, en un acto militar. No me negarán que si se elige otro escenario para hacer el justificadísimo anuncio, alguna que otra crítica se habría ahorrado. Al menos la mía.
Y es que últimamente me he detenido a ver las formas. Y me he detenido porque creo que muchas de las disonancias que últimamente han provocado algunos anuncios presidenciales, tienen mucho que ver con la forma. Y no con el fondo. Veamos.
El fondo del caso RCTV es una postura anti ética que ha hecho de la política informativa de ese canal, de la programación de ese canal, una verdadera cloaca. Algunos de sus periodistas no son periodistas, son repetidores de frases, repetidores de calumnias tendientes casi siempre a desinformar y a manipular. RCTV ya no es el canal de Pobre Negro. Es el canal de La Bicha.
Lo mismo pasó con el anuncio de la creación casi por decreto del Partido Socialista Unido de Venezuela. «La forma» como se anunció que el que no estuviera de acuerdo, estaría fuera del gobierno, hizo que muchos reaccionaran contra la «propuesta», aunque en el fondo, la mayoría estuviera de acuerdo en que mejor unidos que separados.
Otro tanto pasó con el anuncio de nacionalización de la CANTV. Otra vez la forma, que provocó el nacimiento con fórceps de un «dólar CANTV», jugó en contra de la medida, inobjetable desde el punto de vista estratégico.
Lo mismo ocurrió con el anuncio de la «disolución» de Juan Barreto. Desde su nacimiento, la Alcaldía Mayor estuvo condenada a morir. Basta recordar los argumentos que se esgrimieron en medio del debate constituyente. Pero otra vez la forma, jugó en contra. La «propuesta» fue anunciada sin previo debate, sin ni siquiera dar chance de revisar las hemerotecas para recordar justificaciones. La cara de ponchado de Juan en aquel Aló, era para coger palco.
Y es que las consecuencias de las palabras varían dependiendo del individuo. Es decir, si a Mercedes Chacín un buen día se le ocurre pararse desnuda en la plaza Bolívar, para gritar que Bush es un asesino, en el fondo todo el mundo estará de acuerdo. Pero tal vez mi hija objete la «forma» de protestar. Pero no sólo eso, encima, capaz que ni sale en los periódicos, porque ¿quién es Mercedes Chacín? No pasaría lo mismo si quien denuncia a Bush es, por ejemplo, Marta Colomina.
Una amiga siempre dice que «es que el Presidente es así». No señor, la gente no «es así». Hugo Rafael Chávez Frías fue niño, luego adolescente, militar, padre, abuelo, amigo, insurrecto, compadre, soldado y actualmente es Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Y mucho de lo que diga o haga, y no me refiero a las bondades de su discurso llano, coloquial e íntimo, tiene consecuencias. En estos tiempos de geometrías