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La formación del movimiento de trabajadores tecnológicos

Fuentes: Sin permiso

El 1 de noviembre de 2018 más de veinte mil empleados y subcontratados de Google salieron de sus oficinas.[1] Salieron en cincuenta ciudades del mundo: en Silicon Valley y Sidney, Dublín y São Paulo. Estaban enfurecidos por una historia en el New York Times que informaba de que Andy Rubin, creador del sistema de operatividad móvil de Android, ha sido protegido por la administración de Google –y recibido una compensación de 90 millones de dólares– a pesar de los alegatos de acoso sexual que la misma administración había encontrado creíble.

Así, solo siete días después de que saliera a la luz la historia del Times, llevaron a cabo una de las acciones laborales internacionales más grandes de la historia moderna. Se reunieron en parques y plazas, cantaron, marcharon y compartieron historias. Protestaban no solo por el encubrimiento de Rubin, sino por lo que los organizadores llamaron una «cultura de trabajo tóxica» caracterizada por el acoso, la discriminación, el racismo y  el abuso de poder.

La escala de la huelga fue destacable. Así también su retórica. A lo largo del día, los participantes hablaron el lenguaje del trabajo. Un canto popular fue «los derechos de la mujer son los derechos de las trabajadoras». Mucha gente llevó carteles con el mismo mensaje. En San Francisco, cientos de personas se reunieron en la Plaza Harry Bridges, nombrada así por el legendario líder sindical estadounidense. Amr Gaber, uno de los organizadores del parón, habló a la multitud sobre el significado del lugar:

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