Resiliencia, en un sentido figurado, es la capacidad de superar, de recuperarse de las adversidades. En términos físicos, es la propiedad que algunos cuerpos presentan de retomar la forma original luego de haber sido sometidos a una deformación elástica. Observado por ese prisma, la capacidad de recuperación de Lula es notable. A pesar de la […]
Observado por ese prisma, la capacidad de recuperación de Lula es notable. A pesar de la apertura de innumerables procesos judiciales y de la condena en primera instancia por el juez Sergio Moro, incluso con los violentos ataques de los grandes medios de prensa y la campaña de difamación permanente de la derecha, el ex-metalúrgico se mantiene como el principal líder popular del país.
A un año de la elección de 2018, el ex-presidente está al frente en la carrera presidencial, con expresiva ventaja sobre los principales adversarios. El petista tiene por lo menos 35% de las intenciones de voto en los escenarios testeados, de acuerdo a la última encuesta Datafolha. Vencería, inclusive, en el segundo turno.
El índice de rechazo del ex-presidente es bastante alto 42%), pero viene en una trayectoria de caída, en marzo de 2016, la tasa de desaprobación del petista era de 57%. En realidad, hay un cuadro de polarización en torno a su figura. En cuanto cerca de mitad de la población prefiere que el petista retorne a la presidencia, la otra mitad desea verlo tras las rejas.
Así, el destino político de Lula se revela como un factor determinante en el escenario político nacional.
¿Cómo se explica la recuperación de Lula?
La vida del pueblo trabajador empeoró en el último período. Los salarios cayeron, el desempleo se disparó y el consumo de la familias bajó. El acceso y la calidad de los servicios públicos -salud, educación, transporte público, etc.- se deterioraron sensiblemente. La violencia urbana alcanzó niveles increíbles, victimizando particularmente a la población pobre y negra. Con todo eso, la desigualdad social y la pobreza aumentaron dramáticamente.
Al cuadro de aguda crisis social y económica se sumaron la retirada de derechos sociales y los cortes brutales de las fondos destinados a las áreas sociales.
Delante de ese huracán reaccionario y de la ausencia de una nueva alternativa por la izquierda, los ojos se vuelven al pasado. Los trabajadores comienzan a comparar la situación actual con los tiempos de los gobiernos Lula, momento en que la vida había mejorado. La conclusión, para mucha gente del pueblo, es la siguiente: «aunque Lula sea corrupto, mejor con él porque se preocupa con los más pobres».
Por otro lado, hay un aumento de la percepción de que existe una persecución en curso. Mientras Aécio Neves es protegido por el sistema, Temer se mantiene en el gobierno y Alckmin sigue blindado, Lula es blanco de una implacable ofensiva judicial. Frente a eso, muchos se preguntan: «¿si todos roban, por qué solo quieren agarrar a Lula?».
Excluir a Lula de las próximas elecciones hace parte del golpe
La imposición de un gobierno ilegítimo, en condiciones de realizar el pillaje de derechos sociales sin depender de respaldo popular, fue el objetivo del golpe parlamentario que llevó a Michel Temer (PMDB) a la presidencia.
La continuidad del golpe requiere por consecuencia, la elección de un nuevo gobierno sometido a ese programa de expoliación. En ese sentido, la elección de Lula no es conveniente a la burguesía en este momento, una vez que el petista subiría a la rampa del Planalto en base a la expectativa popular de reversión del panorama actual.
La clase dominante sabe que Lula no atacaría sus intereses fundamentales si fuese electo nuevamente, al final, los gobiernos petistas garantieron un nivel de enriquecimiento a los grandes empresarios y banqueros como nunca antes en la historia del país. Pero el pacto conciliatorio inscrito en el lulismo, las pequeñas concesiones sociales combinadas con la preservación de la estructura de dominación burguesa, no es deseable a la clase dominante ahora, que prefiere un gobierno «pura sangre» para proseguir el exterminio de derechos. En el contexto económico actual, no es posible la política del «gana-gana», los capitalistas quieren la torta entera.
Lula y la resistencia de los trabajadores
La dirección del PT actúa casi exclusivamente para garantir la candidatura de Lula en 2018, que se encuentra amenazada por la probable condena en segunda instancia del ex-presidente.
En lugar de jugar todos los esfuerzos en la movilización social para derrotar a Temer y las reformas, la a cúpula petista se concentra en los mezquinos cálculos electorales. Las negociaciones en que está comprometida incluyen, por ejemplo, la costura de acuerdo con antiguos aliados de la derecha, como Renan Calheiros, José Sarney, Kátia Abreu, entre otros.
El objetivo, por tanto, no es impedir las reformas con la lucha de los trabajadores, sino dejar que Temer se desgaste más y más para, así, impulsar la candidatura de Lula junto al pueblo.
La lucha por la preservación de los derechos sociales no puede esperar a las próximas elecciones. Hasta ya, buena parte de las conquistas históricas de los trabajadores habrán desaparecido. Son las condiciones del pueblo trabajador que están en juego. En ese sentido, es necesario que el conjunto de los movimientos sociales y de la izquierda exijan de Lula y del PT el compromiso con la lucha efectiva hoy, para que pongan su peso político y social al servicio de la resistencia. ¡En las calles, podemos derrotar el golpe!
La importancia de una nueva alternativa de izquierda
El lulismo es incapaz de ofrecer sentido de futuro. No hay ninguna perspectiva transformadora en su programa. Lula recobra fuerza delante de la devastación del presente. Sobrevive por el miedo, no más por la esperanza que convocó un día. El pacto conciliatorio con la burguesía fue enterrado por el golpe, pero el PT insiste en resucitar la alianza que nos llevó a la tragedia Temer.
Es tiempo de presentar una nueva alternativa de izquierda, aunque ésta sea minoritaria por ahora. Es momento de apostar en el futuro, de relanzar el sentido de transformación perdido. Una candidatura radical, nacida de las luchas del pueblo, sin miedo a confrontar a los poderosos, abrirá un puente hacia el mañana. Reconstruir los lazos con la clase trabajadora y los más oprimidos, encantar nuevamente a la juventud con el sueño de cambio socialista. La apuesta de la izquierda radical en las próximas elecciones debe ser, en nuestra opinión, norteada por esta estrategia.
En tal sentido, consideramos fundamental el lanzamiento de una candidatura del PSOL. Una candidatura que sea abrazada y conducida por los movimientos sociales, el MTST (Movimento dos Trabalhadores Sem Teto), Povo Sem Medo, otros partidos y organizaciones de izquierda (PCB, PSTU), los sindicatos combativos (CSP-Conlutas, Intersindicales), los artistas, los millares de activistas independientes de izquierda, etc.
¡Vamos por una nueva izquierda, de lucha y socialista!
Traducción: Ernesto Herrera, para Correspondencia de Prensa.
Fuente: https://esquerdaonline.com.br/2017/10/20/a-forca-e-a-crise-do-lulismo/