Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Durante mi investigación para mi libro «Where am I Wearing: A Global Tour to the Countries, Factories, and People that Make Our Clothes» encontré a numerosos trabajadores de la vestimenta. Quisiera presentaros a algunos de ellos:
Arifa holding her daughter Sadia
Arifa
Dhaka, Bangladesh
Cita: «Su padre fue un truhán, y el gobierno no se ocupa de los niños. No es como EE.UU. o el Reino Unido.»
Arifa es madre soltera. Vive en el sexto piso de un edificio de apartamentos que se desmorona en Dhaka con su hija Sadia de 4 años, y su hijo Abir de 11. Tiene otro hijo, Arman de 18 años, que se fue a trabajar a Arabia Saudí. Envía la mitad de su dinero a casa para ayudar a su madre y hermanos. Arifa trabaja en una fábrica cercana de vestimenta donde gana 24 dólares al mes. Una visita al mercado basta para mostrar que Arifa es muy respetada por todos y temida por los comerciantes, que no se atreven a regatear con ella.
Nari (left) with roommates
Nari
Phnom Penh, Camboya
Cita: «Las trabajadoras en los salones de belleza ganan menos que las de la vestimenta, pero seré dueña y ganaré más.»
Nari trabaja en una fábrica que hace bluyines. Comparte un apartamento de 2,5 metros por 3,7 metros con otras siete muchachas. Cuatro de ellas duermen en una cama de bambú y las otras cuatro duermen en el suelo de hormigón. Nari plancha bluyines. Es un trabajo por el que tuvo que pagar un soborno de 50 dólares – el salario de un mes. Cincuenta dólares es probablemente suficiente para que viva una persona en Camboya, pero Nari, como muchas de las trabajadoras de la vestimenta en Camboya, sostiene a su familia de seis. Asiste a la escuela de belleza y espera abrir algún día su propio salón. No le gusta jugar a los bolos.
Ai
Phnom Penh, Camboya
Cita: «Echo de menos el trabajo y las conversaciones en los arrozales. En la fábrica no nos dejan hablar. Los jefes quieren que trabajemos lo más rápido posible.»
Ai comparte un apartamento con Nari y trabaja en la misma fábrica. Es inspectora, busca defectos. Ochenta y cinco personas participan en la costura de un solo par de bluyines, y Ai asegura que nadie haya cometido errores. Como muchos trabajadores de la vestimenta, vive lejos de su aldea y la visita pocas veces; una semana de seis días de trabajo no lo permite. Ai no tiene contrato con la fábrica, por ello no tiene los mismos derechos de otros trabajadores. Puede ser despedida sin motivo alguno. Sostiene a seis personas con su salario de 55 dólares al mes. Posee una camisa Tweety Bird, pero no tiene la menor idea de quién es Tweety Bird
Zhu Chun (left), Dewan (right)
Dewan y Zhu Chun
Guangzhou, China
Cita de Zhu Chun: «Una cosa es segura. No quiero que (mi hijo) venga a trabajar a la fábrica. Sólo quiero que estudie, porque gente como nosotros, que no tenemos conocimientos, tenemos que trabajar muy duro.»
Dewan y Zhu Chun partieron de su aldea a 1.000 kilómetros de distancia a Guangzhou para conseguir trabajo en una fábrica que hace zapatos. No han visto a su hijo de 13 años en tres años. El plan original era trabajar unos pocos años para pagar la casa que construyeron en su aldea, pero la madre de Dewan se enfermó y murió. Ahora tienen que pagar por una casa y elevadas cuentas médicas. Unos pocos años se han convertido en algunos más. La ley limita su semana de trabajo a 44 horas, pero a menudo trabajan más de 100. Ninguno de los dos ha comido queso.
Debbie holding the author’s favorite shorts
Debbie
Perry, Nueva York
Cita: «Tendrían que echarme por la puerta para que me fuera.»
Se suponía que el trabajo de Debbie para Champion fuera un relleno entre la escuela secundaria y lo que decidiera hacer después. Veintiocho años después sigue trabajando en la fábrica, que ya no es de Champion. En 2002 Champion se llevó el trabajo de la fábrica y cientos de puestos de trabajo a México. Por suerte para Debbie la comunidad de Perry aunó sus esfuerzos y una nueva compañía, American Classic Outfitters, nació de las cenizas de Champion. Habéis visto el trabajo de Debbie y de ACO. Hacen uniformes para 16 de los 30 equipos de la NBA, todos los de la WNBA, 73 universidades, y 3 equipos de la NFL.
Kelsey Timmerman es autor de «Where am I Wearing.» De la solapa interior:
«Un noventa y siete por ciento de nuestras vestimentas son hechas en el extranjero. Pero la globalización dificulta que se sepa mucho sobre el origen de los productos que compramos – fuera de la etiqueta estándar «Hecho en». Por ello el periodista y bloguero Kelsey Timmerman decidió visitar cada uno de los países y fábricas en los que se hacen sus cinco artículos favoritos de vestimenta y encontrar a los trabajadores. Conocía las reglas básicas del trabajo globalizado – las fuerzas, los procesos, la economía y la política involucrados. Pero lo que se perdía entre todos esos hechos y cifras era un entendimiento de las vidas, personalidades, esperanzas y sueños de la gente que hacía sus ropas.
En Bangladesh, fue en secreto como comprador de ropa interior, vio la industria del trabajo infantil en acción, y pasó el día con una madre soltera que se vio obligada a enviar a su hijo mayor a Arabia Saudí para ayudar a sustentar a su familia. En Camboya, aprendió la diferencia entre los que se ponen Levi’s y los que los hacen. En China, vio los costes de la globalización y el lado oscuro del milagro económico chino.
http://www.neatorama.com/2009/