Nos han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia hecha más para esconder que para clarificar. Pues nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca a la Colombia en que vivimos, sino que Colombia termine por parecerse a la historia escrita. Somos dos países a la vez: uno en […]
Nos han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia hecha más para esconder que para clarificar. Pues nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca a la Colombia en que vivimos, sino que Colombia termine por parecerse a la historia escrita. Somos dos países a la vez: uno en el papel y otro en la realidad.
Gabriel García Márquez
Ingresamos a la Biblioteca Luis Ángel Arango ubicada en el antiguo barrio de La Candelaria, en Santa Fe de Bogotá, edificada sobre la aún más antigua sabana Muisca. Alienta ver tanta gente joven investigando , adelantando con las uñas procesos de perfeccionamiento cultural e impulsando iniciativas que elevan la conciencia ciudadana y reducen el campo de la dimensión bestial que nos ha acechado y nos ha invadido.¿Que pasaría si toda la energía social que hoy se canaliza hacia las armas , al entrenamiento en el odio y la fabricación en serie de subjetividades monstruosas , se encausase hacia la creación de bibliotecas y la formación en las artes?
Nos dirigimos al segundo piso en donde se presenta una exposición de textos y fotografías sobre la masacre de Trujillo. La lectura de las atrocidades cometidas hiere el corazón ya herido. Las imágenes registradas por Jesús Abad Colorado revelan la pena infinita, los rostros del espanto en madres y padres que han perdido sus hijos, en hijos que no pudieron crecer con el afecto de sus padres, en hermanos y amigos desolados. Muchos han muerto de pena moral al no poder resistir la conmoción que les causo el saber las formas monstruosas como sus seres amados fueron torturados y asesinados.
Lo acontecido en Trujillo, acompañado de la impunidad hasta ahora imperante , revela lo que ha sucedido en los territorios de Colombia en donde el genocidio y el terror no han sido episódicos, sino la columna central de la instauración de un orden funcional a la globalización desnuda y la oculta.
Caminamos hasta la sala de conferencias de la Biblioteca. Allí tuvo lugar el pasado 15 de septiembre el Seminario Internacional Verdad y Memoria en contextos de guerra en el marco de la semana por la memoria ( 9-16 de septiembre) organizada por Memoria Histórica (MH) , que conforme a su pagina Web «es un área de investigación de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación CNRR de Colombia que tiene como misión elaborar una narrativa integradora e incluyente sobre las razones para el surgimiento y la evolución de los grupos armados ilegales, así como sobre las memorias que se han gestado en medio del conflicto armado, con opción preferencial por las de las víctimas y por las que han sido suprimidas o silenciadas.» [1]
Muchos detalles significativos llamaron la atención en esta reunión que contó con una nutrida asistencia y que se inscribió en el asombroso proceso cultural y político que acontece en Colombia – y en algunos lugares del mundo- en torno a la reivindicación de la memoria.
En primer lugar llaman la atención las nominaciones de Contextos de Guerra o Contextos de Conflicto Armado con las que se califica la situación en Colombia. El lenguaje ha sido convertido en un instrumento sutil y eficaz de control del pensamiento o direccionamiento del mismo. Sin darnos cuenta en qué momento, entronizamos ciertas formas de nombrar que terminan por conducirnos a aceptar como ciertos supuestos sobre los que si reflexionamos un poco, pondríamos en cuestión. En el caso que nos ocupa surge el interrogante de si no sería más exacto hablar en Colombia de contexto de procesos de exterminio, en lugar contextos de guerra. Una revisión elemental del pasado inmediato , desde el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitan en 1948 , para no ir hasta la sangrienta ocupación territorial de la conquista y la colonia , revela sin esfuerzo que desde hace mucho tiempo la población no armada en Colombia : la población nativa , negra , mulata , zamba , mestiza , campesina y urbana no funcional al orden establecido , ha sido objeto de masacres y destierros sistemáticos. Si el ejercicio de calificación se extiende hasta el contexto internacional tendríamos que reflexionar acerca de la medida en que el orden político hemisférico y global del siglo XX e inicios del XXI han sido determinantes en nuestro acontecer.
Pequeñas modificaciones en las palabras pueden encauzar la investigación y la reflexión en sentidos muy diferentes, y los resultados de las mismas variarán drásticamente, arrojando a la invisibilidad o a la notoriedad a los actores principales en el campo de la responsabilidad histórica frente al decurso de horror que han enfrentado los pueblos. También darán paso o no, a la creación real de condiciones que eviten de verdad la repetición del ciclo de horror y sangre que se ha abatido sobre las comunidades.
El mismo caso emblemático del espanto que no debe repetirse seleccionado por el Grupo de Memoria Histórica: el caso de Trujillo , Valle del Cauca, se refiere a una masacre continuada acaecida entre 1989 y 1994, que significo la tortura, el asesinato atroz y la desaparición de 342 seres humanos. Este caso revela el carácter de proceso de exterminio que puede describir con más exactitud lo sucedido y que aun no ha dejado de suceder en toda la geografía enlutada de Colombia. En la presentación del Informe del Grupo de Memoria sobre Trujillo se afirma: » Hay que volver a Trujillo porque siguen registrándose numerosas victimas y la comunidad es constreñida por viejos y nuevos actores criminales, como las conocidas bandas del norte del Valle, Los Machos y Los Rastrojos.
Es también imperativo volver a Trujillo porque la memoria de las victimas sigue siendo atropellada: cuatro atentados ha sufrido el Parque Monumento a las victimas. El último de ellos, en enero del presente año, fue la profanación de la tumba del padre Tiberio Fernández, considerado el gran pastor y líder comunitario de la zona. La Masacre de Trujillo es una masacre continua.» (Informe: http://www.memoriahistoricacnrr.org.co/index.php?option=com_content&task=view&id=20&Itemid=62)
De hecho en el Informe del Grupo sobre Trujillo presentado la semana pasada se dice que en el plano sociopolítico la masacre cumplió, entre otros objetivos, el de: la instauración de un verdadero contrapoder que continúa vivo aun hoy día. Así, la avalancha de la memoria que se ha desencadenado en Colombia se traduce en el cuestionamiento presente y directo de los poderes que se han erigido sobre los ríos de sangre. Este 17 de septiembre la revista Semana de Colombia (www.semana.com.co) publicó la siguiente noticia: Hoy la Fiscalía profirió orden de captura contra el ex presidente de la asamblea del Valle, Rubén Darío Agudelo Puerta. El curtido político del partidor Conservador, estuvo en la duma departamental hasta diciembre de 2007. Aunque intentó ser reelegido para el periodo 2008-2011, no le alcanzaron los 8.735 votos que facturó. Fue alcalde de Trujillo y actualmente su esposa Gloria Amparo Espinosa ocupa ese cargo. De acuerdo con fuentes de la Fiscalía , al ex diputado se le endilga su responsabilidad en la muerte de al menos 107 personas de las 342 que fueron brutalmente asesinadas entre 1986 – 1994.
La vinculación de Agudelo Puerta en el proceso que actualmente investiga una comisión de Derechos Humanos de la Fiscalía tiene vital importancia por cuanto el caso está rodeado de completa impunidad y los únicos procesados por ese hecho son el narcotraficante Henry Loaiza Ceballos, alias el Alacrán, quien actualmente se encuentra en juicio y el mayor del ejército Alirio Urueña, capturado en 2007.
En segundo lugar exigen meditada atención las palabras de Gonzalo Sánchez, Coordinador del Grupo Memoria Histórica, en la instalación del Seminario. Su idea sobre el «fechar es interpretar» en el sentido de relevar la importancia de seleccionar unas fechas u otras en la memoria explicativa de nuestro presente , y su mención del Frente Nacional como un pacto de olvido , podrían servir de base a una amplia deliberación pública que enriqueciera la comprensión de nuestro pasado y sobre nuestras raíces. ¿1991? ¿1985? ¿1964? 1948? se pregunto Sánchez, y podríamos agregar: ¿1928? ¿1903? ¿1886? ……o ¿Por qué se escogió Sitges en la España del 20 de julio de 1957 , la España de los Hunos y los Hotros que nombrase Unamuno, para firmar entre el filo franquista Laureano Gómez Castro y el filo angloamericano Alberto Lleras Camargo un pacto de olvido sobre un torbellino de horror y sangre que no dejó un solo habitante de Colombia que no fuese marcado por La Violencia ? ¿Tuvo algo o mucho que ver el franquismo con la represión ideológica y política desatada en Colombia desde la segunda mitad de la década de los años cuarenta? ¿Contempla el movimiento por la memoria en España los estragos causados a otros pueblos por el régimen de terror que tanta sangre vertió en la península? ¿Contempla al menos el vital acompañamiento a los pueblos hermanos en un memoriar que significa hoy salvar vidas y dignidad y que no sean solo las corporaciones con los inmensos capitales engordados en los tráficos – varias corporaciones herederas de los privilegios del franquismo- las que modulen la política exterior del gobierno español hacia este rincón del mundo? ¿Por que los pueblos de Colombia fueron arrojados sin clemencia a la hoguera del odio y la crueldad? y después fueron condenados a ignorar que fue lo que paso y por qué se llego hasta donde se llego; y ahora : ¿En que formas las dinámicas de la globalización , en especial de la globalización oculta y sus descomunales utilidades : cocaína , armas , trafico de seres humanos , minería usurpada …, han condicionado el ciclo atroz de la violencia en Colombia con especial rigor a partir de 1985?
El extraordinario historiador de las organizaciones mafiosas en el norte del Valle – en donde esta ubicada la población de Trujillo , en el occidente de Colombia- el profesor Darío Betancourt Echeverri – desaparecido y asesinado en 1999 – investigó la complejidad histórica subyacente al reino mafioso instaurado en esa región. Desde los terratenientes coloniales y herederos de la colonia se llego a principios de la década de 1970 al poder local concentrado en pocas manos: «las acciones de los mediadores desplazan en todo al poder central: nombran y manipulan al alcalde, al juez, al cura, a la policía, a la notaria, a los profesores de los colegios e incluso al ejercito, y a cambio de ello entregan periódicamente cierta cantidad de votos a los dirigentes regionales y nacionales. [2] »
En la década del setenta irrumpió el poder derivado de la economía del trafico de la cocaína y sucedió entonces el control mafioso de poblaciones como Trujillo que fue codiciada por su vecindad con el cañón de las Garrapatas hacia la vertiente del Pacifico, geografía con variedad de pisos térmicos idóneos para los cultivos de coca y amapola, y para la ubicación de laboratorios de procesamiento de cocaína con salida al mar. Darío Betancourt Echeverri mostró la forma en que los jefes mafiosos se apoderaron de los mecanismos de mediación social, ejercieron el control territorial con base en la violencia y penetraron la sociedad, las instituciones y los partidos. Entre las amenazas y el poder del dinero lograron matricular: amarrar y chantajear, a políticos, empresarios, autoridades, personalidades y ciudadanos. En la mirada de Betancourt Echeverri ese control territorial violento y mafioso fue el germen de un largo y sangriento proceso dirigido al control del Estado, la sociedad y la política en Colombia.
Recreando las palabras de Hanna Arendt en el seminario sobre Memoria, Gonzalo Sánchez señalo: «Hay en el país demasiada gente para que el olvido sea posible.» El proceso de exterminio y de destierro ha generado millones de victimas directas y miles de procesos organizativos que – sobreponiéndose a los atentados directos , las amenazas y la intimidación proveniente de los grupos que sostienen su poder sobre el ocultamiento y la violencia – claman por la verdad y la curación de una sociedad golpeada hasta lo indecible por formas espantosas – e inconcebibles por su crueldad – de una barbarie sistemática , y por la vileza de muchos y muy altos encargados de la investigar , legislar , proteger la ciudadanía y comunicar , puestos al servicio de la maquinaria criminal. En este sentido llamo la atención que en el conjunto de valioso conferencistas no fuese invitado un representante de los más asombrosos y valerosos procesos de memoria no oficial que han adelantado su labor en medio de las más adversas y terribles circunstancias: el movimiento de victimas del terrorismo de estado, asfades, o hijos e hijas por la memoria. (www.movice.org).
En tercer lugar, la idea mencionada en la presentación del Seminario Internacional sobre Verdad y Memoria en torno a la superposición que hoy acontece en los temas del conflicto y el post conflicto, forma parte de una manera de nombrar e interpretar lo que sucede en Colombia en la que se corre el riesgo de invisibilizar los contextos históricos y geopolíticos que pueden esclarecer algunas de las fuerzas mas determinantes que han actuado sobre nuestras circunstancias. No ayuda a la tarea de esclarecimiento el olvidar que finalizada la segunda guerra, se formulo para el mundo occidental un modelo de administración en el que la soberanía fue abierta o sutilmente convertida en un disfraz de la subordinación de las estructuras estatales periféricas a las necesidades de la potencia hegemónica y las de sus principales aliados. La concepción positivista sobre la naturaleza fue expandida a los cuerpos sociales y se procedió a estudiar y a ensayar formulas acerca de como actuar sobre un organismo social para conducirlo a estadios funcionales a los intereses hegemónicos. La historia regional no oficial del Sur de América esclarece muchos aspectos sobre las formas desnudas o sutiles que se han utilizado para hacer prevalecer los intereses que han actuado sobre la región. En el campo de las tecnologías sociales los estudios sobre las mutaciones culturales y las comunicaciones ocuparon un lugar central, y en estas, el estudio sobre la memoria social y su gestión ha sido contemplado como una sustancia de inmensa importancia en el direccionamiento social.
[1] www.memoriahistorica-cnrr.org.co
[2] Mediadores , rebuscadores , traquetos y narcos. Dario Betancourt Echeverry. Ediciones Antropos.1998.