Los salarios y beneficios de salud empiezan a caer en los EE.UU., presionados por la competencia del trabajo más barato que se contrata en el exterior.
La mayor autopartista de los Estados Unidos, Delphi, propone rebajar en dos tercios (a cerca de 9,50 dólares la hora), los salarios de sus obreros. Jamás los trabajadores sindicalizados pudieron imaginar una concesión más drástica.
Y no son los únicos. Según un acuerdo tentativo, los trabajadores de General Motors dejarán de percibir millones de dólares en beneficios de salud. Ford Motor y DaimlerChrysler pidieron a sus sindicatos concesiones similares.
Los casos de Delphi y GM son versiones extremas de lo que está pasando en el mercado de trabajo estadounidense, en el que el riesgo económico y los costos de salud se están trasladando a las espaldas de las familias trabajadoras.
Con cuatro años de recuperación de la economía estadounidense, los trabajadores deberían estar festejando. En cambio, lo que ven son nuevos pedidos de que desistan de derechos trabajosamente conseguidos y cedan parte de su salario. Las empresas dicen que esas reducciones son indispensables para seguir siendo competitivas en una economía cada vez más globalizada.
El arte de bajar costos
Hubo muchos casos en las últimas semanas, y no se limitan a las grandes industrias. Empleados de autoservicios y hasta policías han aceptado rebajas de sueldo o reducciones de beneficios gratuitos.
Jerry Jasinowski, de la Asociación Nacional de la Industria, afirmó que esos recortes simplemente son un hecho natural. «Desde los pilotos de aviones hasta los obreros de las líneas de montaje, los trabajadores tienen que ayudar a bajar costos», sostuvo. «No podemos darnos el lujo de vivir con los cuantiosos beneficios que teníamos hace diez o quince años».
La merma del poder de los trabajadores tiene varias causas, entre ellas la tercerización de trabajos a países de mano de obra barata como la China y la India.
Enfrentadas con rivales de bajo costo, muchas compañías dicen que no pueden aumentar los salarios. Y empresas a las que les va bien alegan que los altos costos de salud compiten por los fondos que podrían ser usados para sueldos. Hoy, sólo un 60% de las empresas ofrece seguros de salud a sus empleados, comparado con el 66% en el año 2003 y el 69% en el año 2000, según una investigación de la Kaiser Family Foundation.
Vulnerables
Las empresas también están pidiendo a sus empleados que produzcan más por el mismo sueldo, y este año el costo de la vida subió más que el salario para la mayoría de los trabajadores. Por la suba del costo de la energía, en septiembre la inflación subió el doble que los sueldos. El Instituto de Política Económica Liberal se refirió al fenómeno como «la mayor caída del ingreso real en décadas».
Sueldos estancados o en baja ayudan a que haya menos inflación: un magro consuelo para los que ven adelgazar su billetera.
En momentos en que los sectores más tradicionales, como las autopartistas o las aerolíneas, se adaptan trabajosamente a las nuevas condiciones, sus empleados son particularmente vulnerables. Cuando los mecánicos de la Northwest Airlines hicieron paro hace dos meses ante la inminencia de una rebaja de sueldos del 26%, la empresa rápidamente recontrató. Los trabajadores recibieron de la empresa una oferta que incluía la misma reducción de salario y peor seguridad laboral que en el plan inicial.
Las perspectivas para el grueso de los obreros de Delphi, que se presentó en convocatoria de acreedores el 8 de octubre, son igualmente malas. Los historiadores del trabajo afirman que no pueden recordar un momento en el que durante una recuperación económica se les pide a tanta gente de una misma empresa que renuncie a tanto.
Hay quienes afirman que los empleados de Delphi, que ganan un promedio de 27 dólares por hora más beneficios jubilatorios y de salud, ganan demasiado como para que la empresa sea competitiva. Por el contrario, los trabajadores de las rentables operaciones chinas de Delphi, ganan cerca de 3 dólares por hora.
«Las empresas no pueden proporcionar servicios de salud de excelencia y compromisos de pensiones infinitas», dijo el economista Peter Morici, un negociador comercial de la administración Clinton. El sindicato de trabajadores de automotrices, agregó «debería haber educado» a sus afiliados hace tiempo y «mostrarse realista» en sus exigencias.
Blues de Detroit
El nuevo contrato de Delphi sentará un precedente para las negociaciones laborales en GM, Ford y DaimlerChrysler. Ford también dijo que estaba negociando con su sindicato recortes en las coberturas de salud.
La industria automotriz ha sido un termómetro de las tendencias salariales desde sus comienzos. El anuncio de los «Cinco Dólares Diarios» de Henry Ford en 1914, que duplicaba los sueldos de sus 15.000 obreros de línea de montaje, inauguró lo que el Detroit Free Press llamó «una nueva era industrial».
Ahora «existe un consenso respecto de que las industrias tradicionales están desapareciendo», dijo Steve Szakaly, economista del Centro de Investigaciones Automotrices. «En la economía global, se supone que todos nos convertiremos en empleados de servicios. Y Delphi es de lo más antiguo que se pueda concebir».
Pero la empresa de Troy, Michigan, desgajada de General Motors en 1999, es menos jurásica de lo que parece. Más de dos tercios de sus 185.000 empleados trabajan fuera de los EE.UU. Ha modernizado algunas plantas en los EE.UU. y ha cerrado otras.
En el sitio web de la compañía se afirma que «Delphi ofrece a sus empleados de tiempo completo beneficios de nivel mundial». En los últimos días, ese orgulloso anuncio ha adquirido otro significado: los empleados de Delphi de los EE.UU. -dicen los directivos- deben ganar algo más parecido a lo que ganan los del resto del mundo.
No sólo los sueldos caerán estrepitosamente, sino también las vacaciones, coberturas de salud y aportes patronales para jubilación. Y con su nuevo sueldo de 9,50 dólares la hora, será poco probable que los trabajadores de la empresa puedan pagar los autos que ayudan a fabricar.
Admiradores
La globalización tiene muchos admiradores y beneficios. Cada fábrica de autopartes que Delphi abre en el extranjero mejora el estándar de vida en ese lugar. Y en los EE.UU., la globalización ayuda a que los precios se mantengan bajos, porque los importadores compiten con los fabricantes a ver quién vende más barato. Algunos economistas consideran que hay poco de que preocuparse. El índice de desempleo de los EE.UU. (del 5,1%) «es la prueba de que la capacidad de nuestra economía de ofrecer trabajo sustentablemente no se ha lesionado» como resultado de la competencia internacional, dijo en un discurso reciente Donald Kohn, del Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal.
Otros no lo ven con tanta calma. «¿Cómo hacen las empresas estadounidenses para competir en la economía global?», se pregunta el economista de la Universidad de Berkeley, Harley Shaiken. «Si la única manera de competir es con salarios de 10 dólares por hora, tenemos un problema que va más allá de Delphi. Estamos ante una sociedad en la que la gente, en vez de ascender a la clase media, tiende a bajar de clase».
Y no son los únicos. Según un acuerdo tentativo, los trabajadores de General Motors dejarán de percibir millones de dólares en beneficios de salud. Ford Motor y DaimlerChrysler pidieron a sus sindicatos concesiones similares.
Los casos de Delphi y GM son versiones extremas de lo que está pasando en el mercado de trabajo estadounidense, en el que el riesgo económico y los costos de salud se están trasladando a las espaldas de las familias trabajadoras.
Con cuatro años de recuperación de la economía estadounidense, los trabajadores deberían estar festejando. En cambio, lo que ven son nuevos pedidos de que desistan de derechos trabajosamente conseguidos y cedan parte de su salario. Las empresas dicen que esas reducciones son indispensables para seguir siendo competitivas en una economía cada vez más globalizada.
El arte de bajar costos
Hubo muchos casos en las últimas semanas, y no se limitan a las grandes industrias. Empleados de autoservicios y hasta policías han aceptado rebajas de sueldo o reducciones de beneficios gratuitos.
Jerry Jasinowski, de la Asociación Nacional de la Industria, afirmó que esos recortes simplemente son un hecho natural. «Desde los pilotos de aviones hasta los obreros de las líneas de montaje, los trabajadores tienen que ayudar a bajar costos», sostuvo. «No podemos darnos el lujo de vivir con los cuantiosos beneficios que teníamos hace diez o quince años».
La merma del poder de los trabajadores tiene varias causas, entre ellas la tercerización de trabajos a países de mano de obra barata como la China y la India.
Enfrentadas con rivales de bajo costo, muchas compañías dicen que no pueden aumentar los salarios. Y empresas a las que les va bien alegan que los altos costos de salud compiten por los fondos que podrían ser usados para sueldos. Hoy, sólo un 60% de las empresas ofrece seguros de salud a sus empleados, comparado con el 66% en el año 2003 y el 69% en el año 2000, según una investigación de la Kaiser Family Foundation.
Vulnerables
Las empresas también están pidiendo a sus empleados que produzcan más por el mismo sueldo, y este año el costo de la vida subió más que el salario para la mayoría de los trabajadores. Por la suba del costo de la energía, en septiembre la inflación subió el doble que los sueldos. El Instituto de Política Económica Liberal se refirió al fenómeno como «la mayor caída del ingreso real en décadas».
Sueldos estancados o en baja ayudan a que haya menos inflación: un magro consuelo para los que ven adelgazar su billetera.
En momentos en que los sectores más tradicionales, como las autopartistas o las aerolíneas, se adaptan trabajosamente a las nuevas condiciones, sus empleados son particularmente vulnerables. Cuando los mecánicos de la Northwest Airlines hicieron paro hace dos meses ante la inminencia de una rebaja de sueldos del 26%, la empresa rápidamente recontrató. Los trabajadores recibieron de la empresa una oferta que incluía la misma reducción de salario y peor seguridad laboral que en el plan inicial.
Las perspectivas para el grueso de los obreros de Delphi, que se presentó en convocatoria de acreedores el 8 de octubre, son igualmente malas. Los historiadores del trabajo afirman que no pueden recordar un momento en el que durante una recuperación económica se les pide a tanta gente de una misma empresa que renuncie a tanto.
Hay quienes afirman que los empleados de Delphi, que ganan un promedio de 27 dólares por hora más beneficios jubilatorios y de salud, ganan demasiado como para que la empresa sea competitiva. Por el contrario, los trabajadores de las rentables operaciones chinas de Delphi, ganan cerca de 3 dólares por hora.
«Las empresas no pueden proporcionar servicios de salud de excelencia y compromisos de pensiones infinitas», dijo el economista Peter Morici, un negociador comercial de la administración Clinton. El sindicato de trabajadores de automotrices, agregó «debería haber educado» a sus afiliados hace tiempo y «mostrarse realista» en sus exigencias.
Blues de Detroit
El nuevo contrato de Delphi sentará un precedente para las negociaciones laborales en GM, Ford y DaimlerChrysler. Ford también dijo que estaba negociando con su sindicato recortes en las coberturas de salud.
La industria automotriz ha sido un termómetro de las tendencias salariales desde sus comienzos. El anuncio de los «Cinco Dólares Diarios» de Henry Ford en 1914, que duplicaba los sueldos de sus 15.000 obreros de línea de montaje, inauguró lo que el Detroit Free Press llamó «una nueva era industrial».
Ahora «existe un consenso respecto de que las industrias tradicionales están desapareciendo», dijo Steve Szakaly, economista del Centro de Investigaciones Automotrices. «En la economía global, se supone que todos nos convertiremos en empleados de servicios. Y Delphi es de lo más antiguo que se pueda concebir».
Pero la empresa de Troy, Michigan, desgajada de General Motors en 1999, es menos jurásica de lo que parece. Más de dos tercios de sus 185.000 empleados trabajan fuera de los EE.UU. Ha modernizado algunas plantas en los EE.UU. y ha cerrado otras.
En el sitio web de la compañía se afirma que «Delphi ofrece a sus empleados de tiempo completo beneficios de nivel mundial». En los últimos días, ese orgulloso anuncio ha adquirido otro significado: los empleados de Delphi de los EE.UU. -dicen los directivos- deben ganar algo más parecido a lo que ganan los del resto del mundo.
No sólo los sueldos caerán estrepitosamente, sino también las vacaciones, coberturas de salud y aportes patronales para jubilación. Y con su nuevo sueldo de 9,50 dólares la hora, será poco probable que los trabajadores de la empresa puedan pagar los autos que ayudan a fabricar.
Admiradores
La globalización tiene muchos admiradores y beneficios. Cada fábrica de autopartes que Delphi abre en el extranjero mejora el estándar de vida en ese lugar. Y en los EE.UU., la globalización ayuda a que los precios se mantengan bajos, porque los importadores compiten con los fabricantes a ver quién vende más barato. Algunos economistas consideran que hay poco de que preocuparse. El índice de desempleo de los EE.UU. (del 5,1%) «es la prueba de que la capacidad de nuestra economía de ofrecer trabajo sustentablemente no se ha lesionado» como resultado de la competencia internacional, dijo en un discurso reciente Donald Kohn, del Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal.
Otros no lo ven con tanta calma. «¿Cómo hacen las empresas estadounidenses para competir en la economía global?», se pregunta el economista de la Universidad de Berkeley, Harley Shaiken. «Si la única manera de competir es con salarios de 10 dólares por hora, tenemos un problema que va más allá de Delphi. Estamos ante una sociedad en la que la gente, en vez de ascender a la clase media, tiende a bajar de clase».