En entrevista con Agência Pública de Brasil, el periodista coautor de los reportajes de The Intercept Brasil dijo que «los grandes medios no estaban informando sobre la operación Lava Jato, estaban trabajando para el Lava Jato» y que «la arrogancia de Sérgio Moro causó su comportamiento antiético». «Si a uno no le gustan estos riesgos […]
En entrevista con Agência Pública de Brasil, el periodista coautor de los reportajes de The Intercept Brasil dijo que «los grandes medios no estaban informando sobre la operación Lava Jato, estaban trabajando para el Lava Jato» y que «la arrogancia de Sérgio Moro causó su comportamiento antiético».
«Si a uno no le gustan estos riesgos no debe hacer periodismo», dice Glenn Greenwald sobre la serie de reportajes de The Intercept Brasil que el domingo reveló intercambios de mensajes nada republicanos entre el entonces juez federal Sérgio Moro y el grupo de tareas de la operación Lava Jato.
Las revelaciones, fruto de documentos enviados por una fuente anónima, pudieron haber influenciado los rumbos de las últimas elecciones en el país y su contenido disparó una serie de reacciones en todas las esferas de poder y de la opinión pública.
Greenwald también habla acerca de las reacciones de los involucrados y de la cobertura de la prensa sobre la operación Lava Jato antes y después de los reportajes de The Intercept Brasil. «Cuando los grandes medios de comunicación convierten a Moro y al grupo de tareas en dioses o superhéroes, se vuelve inevitable lo que sucedió. Los periodistas dejaron de investigar y cuestionar al Lava Jato y simplemente quedaron aplaudiendo, apoyando y ayudando», dice el periodista estadounidense.
Para Greenwald hay excepciones, como el diario Folha de São Paulo, y periodistas independientes. Y reflexiona: «Debo decir que después de publicar lo que publicamos, creo que con una excepción, que es la Globo, los grandes medios están informando sobre el material de forma más o menos justa, con la gravedad que merece».
Durante el proceso de recepción del material de la fuente anónima y de la propia producción de los reportajes, ¿cuáles fueron los momentos más complicados en la toma de decisiones periodísticas? ¿Cómo fue ese proceso para ustedes?
Para mí fue muy parecido al reportaje que hicimos con el caso de [el consultor informático que filtró información de la CIA y de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos Edward] Snowden. Cuando usted recibe un archivo gigante es muy difícil, en un primer momento, entender lo que tiene y el contexto de los documentos que están en ese archivo. En segundo lugar, cuáles son los principales documentos que va a utilizar, porque, obviamente, estamos leyendo conversaciones privadas entre personas, y esto tiene la cuestión del derecho a la privacidad, pero por otro lado estas personas están usando el poder público, entonces también se necesita transparencia; exactamente lo que hicieron cuando interceptaron y divulgaron las conversaciones privadas de Lula.
¿Cómo evalúa la repercusión a partir de la propia prensa brasileña? Hoy, por ejemplo, usted dijo que «la estrategia de la Globo es la misma que los gobiernos usan contra aquellos que revelan sus crímenes» y que «Globo es socia, agente y aliada de Moro y del Lava Jato».
Es increíble porque, para mí, los grandes medios no estaban informando sobre el Lava Jato, estaban trabajando para el Lava Jato, con la excepción de Folha de São Paulo. Para mí Folha mantuvo distancia, independencia, estaba criticando, cuestionando… Pero la Globo, Estadão, Veja estaban simplemente recibiendo filtraciones, publicando lo que el grupo de tareas quería que ellos publicaran. Pero, en realidad, debo decir que después de publicar lo que publicamos, creo que con una excepción, que es la Globo, los grandes medios están informando sobre el material de forma más o menos justa, con la gravedad que merece. Un ejemplo es el editorial de hoy de Estadão, que era uno de los mayores fans de Moro, que dice que debe renunciar y que [el fiscal] Deltan [Dallagnol] debe ser apartado. Esto muestra la gravedad de las revelaciones. La única excepción es la Globo, pero esa es una excepción enorme a causa del poder de Jornal Nacional [el informativo con más audiencia de la televisión], que casi que está tratando la noticia solamente como un delito, y el único delito que le interesa es el de nuestra fuente, el que ellos creen que cometió. No tienen casi ningún interés en las grabaciones y el comportamiento de Moro, de Deltan. Están hablando sobre el comportamiento de la fuente y, en realidad, no saben nada. Pero es interesante porque eso es comportamiento de gobierno.
¿Cómo es eso?
Cuando usted denuncia acciones de corruptos o trata acerca de problemas del gobierno, este siempre intenta distraer hablando sólo sobre quien reveló esa corrupción, quien divulgó esos delitos para criminalizar a personas, periodistas o fuentes que revelaron el material. Esta estrategia, que no es de periodistas, es la que Globo está usando. Porque la Globo y el grupo de tareas del Lava Jato son socios. Y los documentos lo muestran, ¿verdad? No soy sólo yo quien está hablando de esto. Los documentos muestran cómo Moro y Deltan están trabajando juntos con la Globo y nosotros vamos a reportar, así que yo sé eso y el reportaje lo está mostrando. Pero el resto de los grandes medios está tratando la historia con la gravedad que merece. Es imposible para todos los que están leyendo ese material defender lo que hizo Moro. ¡Imposible!
Usted está diciendo que los documentos en los que ustedes todavía están trabajando van a señalar una relación más cercana de la Globo en ese proceso con Dallagnol y Moro, ¿es así?
No puedo hablar mucho sobre los documentos que todavía no publicamos porque eso no sería responsable. Tienen que pasar por el proceso editorial, pero sí puedo decir que, exactamente como dije hoy, la Globo fue para el grupo de tareas del Lava Jato una aliada, amiga, socia, así como el grupo de tareas lo fue para la Globo.
Mucha gente se está preguntando cuál será el próximo paso de The Intercept Brasil, los próximos reportajes. Quisiera que explicara qué es lo fundamental para que esa investigación esté lista periodísticamente, para que ustedes liberen nuevas revelaciones.
No somos Wikileaks. No estamos simplemente publicando el material que tenemos sin contexto o reportando sin entender, sin analizar, sin investigar. Estamos haciendo periodismo. Y estos documentos son complejos. Entiendo que todo el mundo quiera ver lo que tenemos porque ese material tiene interés público y la gente tiene derecho a verlo. Pero, por otro lado, tenemos la responsabilidad periodística de utilizar el tiempo que necesitamos para confirmar que todo lo que estamos reportando es verdad. Porque si cometemos un error van a usar eso contra nosotros para siempre, para atacar nuestra credibilidad, el reportaje, todo. Por ejemplo, todo el mundo está diciendo: «¿Dónde están los audios?». Es muy complicado informar sobre audios. Se necesita confirmar quién está hablando, se necesita confirmar el contexto sobre lo que están diciendo. Se necesita conectar eso con otros materiales, otros documentos, y esto lleva tiempo. Vamos a publicar pronto, pero no vamos a correr. Nuestra prioridad es confirmar que todo lo que estamos reportando está informando al público y no engañándolo, como hicieron ellos.
En su opinión, tomando en cuenta que usted también es abogado, si un escándalo como este, que involucra a un ministro de Justicia, ocurriera en Estados Unidos, por ejemplo, ¿cree que el ministro conseguiría mantenerse en el cargo? Y, personalmente, ¿cree que Moro debería renunciar al Ministerio de Justicia?
Tengo un amigo, de mis mejores amigos desde los 11 años, que ahora es abogado en Florida, que después de leer nuestro material dijo: «Si un juez hiciera lo que hizo Moro sin duda sería retirado, probablemente no sería promovido porque es una infracción muy grave, colaborando con una parte y fingiendo ser neutro». Me dijo incluso que todas las decisiones de ese juez quedarían bajo sospecha y que es impensable que pudiera mantener cualquier cargo público, mucho menos ser ministro de Justicia. Porque ahora todos sabemos, porque leemos exactamente lo que él hizo, lo que dijo, que va a romper cualquier regla de ética para lograr sus objetivos. Los abogados brasileños -que no son muy políticos- quedaron sorprendidos y ofendidos cuando vieron el material, y yo también, porque el juez tiene mucho poder, y con ese poder vienen muchas responsabilidades, muchas reglas éticas. Es un poder enorme el que se tiene para condenar a alguien y mandar a alguien a la cárcel. Y Moro no rompió una regla una vez, sino que todo el tiempo él mostraba que no le importan mucho esas reglas. Él creyó que estaba totalmente por encima de la ley y de las reglas, y es imposible tener a alguien como juez o como ministro de Justicia con esa mentalidad.
¿Cómo evaluó la reacción de Moro? Por ejemplo, su primer pronunciamiento escrito fue tuitear su propio comunicado oficial publicado por el sitio O Antagonista. ¿Qué significa eso?
Primero, él está usando la web periodística O Antagonista para muchas cosas, todo el tiempo. Siempre está citando a O Antagonista, haciendo filtraciones para O Antagonista, todo el mundo lo sabe… El hecho de que use a O Antagonista muestra, para mí, que ahora sabe que es el único apoyo que va a tener. Su identidad ya no es de juez apartidario, ahora Moro sabe que es una figura de la extrema derecha. Y va a continuar así porque todo el mundo sabe que Moro no es una persona que está contra la corrupción, sino alguien que hace corrupción cuando quiere. Y usar a O Antagonista muestra que su única preocupación es lo que la derecha piensa de sus comportamientos.
¿Y la reacción de él? ¿Qué le pareció?
Fue totalmente arrogante, casi como si dijera: «Me está molestando tener que responder esto». Y me pareció muy interesante la arrogancia porque es exactamente: «Yo soy Sérgio Moro, no debo ser cuestionado, mucho menos acusado». Es justamente esa arrogancia lo que causó ese comportamiento antiético, porque piensa que está por encima de todo.
La filtración de The Intercept Brasil demostró una vez más la importancia de la información que se filtra a periodistas. El caso del pedido de extradición de Julian Assange [Estados Unidos solicitó la extradición de Assange a ese país por 17 cargos, entre ellos los de espionaje y colusión para obtener informaciones secretas] fue poco tratado en la prensa brasileña. ¿Esto puede abrir un precedente con implicaciones incluso fuera de Estados Unidos?
Por supuesto. Ese es el peligro principal que están mostrando otros países que intentan criminalizar el periodismo diciendo que si uno publica documentos secretos, que es el papel del periodista, entonces uno puede ser procesado criminalmente como parte de esa teoría de que está conspirando con su fuente. Antes de estos episodios, los periodistas siempre tuvieron el derecho a publicar cualquier material que recibieran, independientemente de cómo la fuente obtuvo esos documentos. Y estos casos, estas percepciones son peligrosas precisamente porque eliminan esa separación entre periodista y fuente.
¿Cree que la prensa brasileña cubrió mal el Lava Jato durante estos más de cinco años? Quisiera que usted me dijera si sí o si no, y si piensa que fue falta de capacidad de investigación u opción política.
No, creo que tuvieron buena intención. La corrupción es muy común aquí en Brasil en la derecha, la izquierda y el centro. Todo el mundo llegó al límite y no se soportaba más. Yo entiendo el apoyo al Lava Jato al ver a políticos poderosos y delincuentes finalmente en prisión, es natural. Yo también elogié al Lava Jato, a veces, a causa de esto. Pero, exactamente como sucede con todos los humanos, cualquier grupo de personas que tiene poder, como el grupo que se ocupa del Lava Jato, también tiene la capacidad de abusar de ese poder. Y cuando los grandes medios de comunicación convierten a Moro y al grupo de tareas en dioses o superhéroes se vuelve inevitable lo que sucedió. Los periodistas dejaron de investigar y cuestionar el Lava Jato y simplemente se quedaron aplaudiendo, apoyando y ayudando. Como dije, con la excepción de Folha, que siempre fue un poco más distante y más independiente y, obviamente, muchos periodistas independientes. Estoy hablando de los grandes medios.
Vi que O Antagonista publicó que «una denuncia anónima fue presentada ante el Ministerio Público Federal contra The Intercept«. Y estamos viendo desde la publicación del reportaje innumerables ataques a usted, a su esposo David Miranda [diputado federal por el Partido Socialismo y Libertad], ataques homofóbicos, gente pidiendo su deportación. En fin, cuestiones que lo alcanzan personalmente. ¿Usted, su familia y el equipo de The Intercept Brasil tienen una estrategia de defensa legal y digital? ¿Cómo están pensando la cuestión de la seguridad de aquí en adelante?
Sí. Mi marido y yo estuvimos juntos en el caso de Snowden y luchamos contra los gobiernos más poderosos del mundo y la CIA, la NSA [Agencia de Seguridad Nacional estadounidense], Reino Unido… Éramos amenazados todo el tiempo. Entonces, ya conocemos estas cuestiones muy bien. Yo vivo aquí, en Brasil, desde hace 14 años, entonces conozco Brasil muy bien. Sé cómo funciona. Estuvimos muchas semanas planeando cómo protegernos a nosotros mismos y a nuestra fuente contra los riesgos físicos, los riesgos legales, los riesgos políticos, los riesgos que van a tratar de ensuciar nuestra reputación. Nosotros estamos listos. Pero no hay ninguna vida sin riesgos. No se puede eliminar riesgos, se puede tomar medidas para minimizarlos. Entonces, el equipo de The Intercept Brasil, que no tiene la protección de alguien con mi visibilidad, que estoy casado con un diputado federal… Ellos son jóvenes, de 25, 30 años, y son muy valientes haciendo este trabajo temerario. Sí, es muy peligroso, obviamente, y soy blanco de esa campaña para expulsarme del país en la que me llaman enemigo de Brasil, amenaza a la seguridad nacional y dicen que debo ser arrestado. Sabíamos que todo esto iba a suceder, pero ¿qué podíamos hacer? Hay periodistas que cubren guerras. Hay periodistas sin visibilidad investigando corrupción contra personas muy peligrosas. Si a uno no le gustan estos riesgos no debe hacer periodismo.
Esta entrevista fue publicada por Agência Pública de Brasil. Colaboraron Caroline Ferrari y Bárbara D’Osualdo.