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La gran crisis financiera: tres años ya y continúa

Fuentes: Viento Sur

[Este texto es la introducción a la traducción al griego de su obra The Great Financial Crisis, obra publicada en inglés a comienzos de 2009. El artículo apareció en el número de octubre de 2010 (VOL 62, Nº5) de la revista socialista independiente Monthly Review].

La gran crisis financiera comenzó durante el verano de 2007 y tres años después, a pesar de una presunta «curación», produce aún profundos efectos en los Estados Unidos, en Europa y en la mayor parte del mundo.

En muchos países la austeridad está siendo impuesta al mundo del trabajo. Es el caso particularmente difícil de Grecia, un país obligado por las exigencias de los banqueros, incluyendo el Fondo Monetario Internacional, a estrujar a sus asalariados/as a cambio de préstamos del extranjero para ayudar al gobierno a devolver sus deudas.

La tasa oficial de paro en los Estados Unidos se sitúa todavía en alrededor del 10%, y la tasa real es bastante más elevada. Fenómeno sin precedentes: el 44% de los parados están sin trabajo desde hace más de 6 meses. Un número récord de personas reciben tickets de ayuda alimentaria así como comidas o alimentación de organismos caritativos. Muchos estados americanos y ciudades están confrontados a recortes en sus presupuestos como consecuencia de las bajadas por los ingresos de los impuestos; suprimen empleos y reducen los gastos de educación y los programas sociales.

En la búsqueda de las causas de la crisis, se ha puesto atención sobre todo en el papel de los préstamos hipotecarios «subprime» en los Estados Unidos, préstamos que eran vendidos a gentes que tenían débiles ingresos y que no tenían casi ninguna oportunidad de ser capaces de devolverlos. Muchos de estos préstamos «subprime» concedidos, estaban llenos de cláusulas predadoras particularmente desfavorables a los prestatarios sin desconfianza. Estos préstamos estaban reagrupados en paquetes destinados a ser vendidos a instituciones de todo el mundo, lo que sirvió para difundir riesgos importantes por todas partes /1.

Hasta ahora, a pesar de la inestabilidad generada por estos préstamos en cuestión, y toda una multitud de instrumentos financieros exóticos que les estaban asociados, la gravedad misma de la Gran Crisis Financiera sugiera que al comienzo no se trataba de un producto destinado a prácticas especulativas. Derivaba más bien en lo esencial de factores estructurales a largo plazo que se traducen en el declive secular de la tasa de crecimiento económico, así como en el aumento continuo de la fragilidad y de la inestabilidad financiera.

Las tasas de crecimiento de los países ricos situados en el corazón del sistema capitalista mundial han declinado a pequeña velocidad desde hace decenios. En los EEUU, el crecimiento medio del PIB, corrigiendo la inflación, ha pasado del 4,4% en los años 60 al 3,3% en los años 1970, al 3,1% en los años 80 y 90 y finalmente al 1,9% en los años 2000 (de 2000 a 2009).

En respuesta a estas condiciones de profundización del estancamiento económico en el interior de la economía «real» /2, los excedentes de capitales acumulados por los agentes económicos, afluían hacia el sector financiero, buscando remuneraciones rápidas. Esto ha llevado a la creación de una superestructura financiera considerable en la cúspide de una base económica debilitada. Este recurso a la finanza especulativa, en tanto que estrategia permanente de enriquecimiento, dio lugar al auge de enormes beneficios artificiales (y de ganancias en capital) aparentemente más allá de toda medida -es decir sin relación con la economía «real».

En esta situación, una acumulación cada vez mayor de deudas -las de las familias, de las empresas y del gobierno- se ha mostrado necesaria para asegurar un determinado nivel de crecimiento. En el mismo momento el inflamiento de la deuda total tomará cada vez más el carácter de una pirámide Ponzi, lo que va a requerir constantes añadidos de liquideces para diferir el hundimiento final inevitable /3. El resultado fue una verdadera explosión de deudas por un total astronómico del 350% del PIB de los Estados Unidos en 2007.

Las burbujas financieras son invariablemente los síntomas de problemas subyacentes más profundos. El hecho de simplemente focalizarse sobre los préstamos subprime o incluso en la burbuja inmobiliaria misma, como causa verdadera de la crisis -como fue el caso de la mayor parte de los comentaristas pertenecientes a la ortodoxia económica-, consiste en tomar el síntoma por la enfermedad. Si esto no se hubiera producido con la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos, habría podido producirse con otra burbuja que habría llevado esencialmente a los mismos resultados. Desde los años 1970, la economía ha conocido cada vez más crisis del crédito, con en cada ocasión, los bancos centrales precipitándose al primer signo de dificultad para salvar a las instituciones financieras en suspensión de pagos. Esto ha contribuido, sin embargo, a aumentar la fragilidad financiera mientras que el problema subyacente del estancamiento era dejado de lado.

Desde el comienzo de la Gran Crisis Financiera, hace tres años, las cosas han empeorado de tal forma que un Paul Krugman, laureado con el Premio Nobel de Ciencias Económicas concedido por el Banco de Suecia, ha declarado que estábamos ahora en (o entrando) una Tercera Depresión, es decir, un tercer período de estancamiento económico.

Sugiere que esta Tercera Depresión se parece a la vez al estancamiento que comenzó en Europa y en los Estados Unidos en los años 1870 -la llama Larga Depresión- y el estancamiento de los años 1930, que llama Gran Depresión. Así, Krugman escribe: «Temo que estemos ahora en las primeras etapas de una tercera depresión. Se parecerá probablemente más a la Larga Depresión que a la mucho más severa Gran Depresión. Pero el coste -para la economía mundial, y sobre todo para las millones de existencias golpeadas por la ausencia de empleos- será sin embargo inmenso». Krugman sostiene que «esta tercera depresión será ante todo el resultado de un fracaso político»: es decir la prosecución, incluso añadiendo una importante moderación, de la política neoliberal de austeridad, con el objetivo de borrar los déficits gubernamentales, en lugar de la adopción de una política keynesiana de fuerte estímulo de la economía como medio de salir de la crisis» /4.

Es cierto que una mala política económica neoliberal, centrada en la lucha contra los déficits durante la crisis, hipotecará las perspectivas económicas. Pero la estimulación keynesiana tampoco es una verdadera solución. Por nuestra parte, sostenemos que el verdadero problema no tiene que ver con la política económica sino con el desarrollo del propio capitalismo.

Nuestra tesis, expresada de la forma más sintética posible, es que las economías capitalistas avanzadas están cogidas en una tendencia al estancamiento resultante de un doble proceso de madurez industrial y de acumulación de tipo monopolista. La financiarización (el desplazamiento del centro de gravedad de la economía capitalista de la producción hacia la finanza) debe ser considerada como un mecanismo compensatorio que, en estas circunstancias, ha ayudado al mantenimiento del sistema económico pero al precio de una mayor fragilidad. El capitalismo está así cogido en lo que llamamos una «trampa de estancamiento-financiarización».

Todo esto está en relación estrecha con la estructura monopolística del capital financiero, que ha provocado desigualdades sin precedentes en el mundo capitalista avanzado. Lo que se llama el «Forbes 400» (estudio publicado por la revista Forbes), las 400 familias estadounidenses más ricas, poseen tantas riquezas como la mitad menos afortunada de la población total, es decir 150 millones de personas.

Algunos analistas de Citigroup /5 han sostenido recientemente que la cúspide de la pirámide de la riqueza social pesa en el momento actual con un peso tal en los Estados Unidos y las demás economías ricas, en términos de riquezas y de distribución de rentas, que conviene llamarlas «plutonomías» en las que pequeñas fracciones de clases extienden su control sobre una gran parte de la riqueza social /6.

Es cierto que las «economías emergentes», y particularmente China e India, no han adquirido aún las enfermedades de la madurez y de la monopolización como los países capitalistas avanzados y escapan así a las enfermedades crónicas que han paralizado los países del centro del sistema. Pero los países emergentes están lejos de estar protegidos de la llegada de estos problemas.

En efecto, hay todas las razones para creer que ellos también van a conocer de muchas formas los efectos de la globalización contemporánea como consecuencia del debilitamiento del núcleo central del sistema. Hay que señalar que la Larga Depresión fue seguida por una gran ola de expansión imperialista que debía llevar a la Primera Guerra Mundial, mientras que la Gran Depresión llevó al conflicto interimperialista de la Segunda Guerra Mundial. La actual Tercera Depresión está ya, como un mal augurio, desembocando en un conflicto imperialista particularmente centrado en el Golfo Pérsico, lo que podría llevar a consecuencias desastrosas para la humanidad en su conjunto.

Como si todo esto no fuera suficiente, el mundo está en nuestros días confrontado a un peligro aún más serio: una aceleración rápida de la crisis ecológica planetaria: si cambios radicales no son emprendidos en la próxima década o la siguiente, tendremos la amenaza de un eventual hundimiento de la mayor parte de los ecosistemas mundiales tomados en su conjunto con la civilización humana misma.

No hay más que una solución posible a esta crisis planetaria englobante: es la eutanasia del capitalismo (alusión a la fórmula de Keynes en el último capítulo de su Teoría General sobre la eutanasia de los rentistas), reemplazándolo por una nueva economía orientada hacia un desarrollo humano duradero, un florecimiento ecológico y la puesta en valor de una verdadera comunidad humana. Cuanto antes comencemos a construir ese sistema cualitativamente nuevo a través de nuestras luchas de masas, mejor para el destino a largo plazo de la Humanidad y de la Tierra.

(Escrito en Eugene, Oregon; Burlington, Vermont el 30 de junio de 2010)

Notas:

1/ Para favorecer la titulización (venta en el mercado financiero), hasta varios millares de títulos de crédito están consolidados bajo la forma de una obligación única.

2/ Los autores distinguen la economía «real» que concierne a la circulación de los bienes y servicios: las riquezas, de la economía «monetaria» o financiera que concierne a la circulación de créditos y deudas.

3/ Método utilizado por un tal Ponzi en los Estados Unidos, para «garantizar» una tasa de remuneración elevada del dinero que le era confiado, ampliando en cada etapa (piramidal), el número de nuevos suscriptores cuyo aporte de dinero servía de hecho para remunerar a los precedentes… Madoff practicaba el mismo, ¡hasta que…!

4/ Paul Krugman, «The Third Depression», New York times, 28 de junio de 2010.

5/ Citigroup es uno de los mayores grupos bancarios estadounidenses.

6/ Forbes, «The richest people in America» 2009 et Citigroup Research «Plutonomy Report» Octubre 2005

Este artículo ha sido traducido al francés por Jean Pierre Juy. Publicado en A l´encontre, http://www.alencontre.org, el 11 de noviembre de 2010.

Traducción: Alberto Nadal para VIENTO SUR de

[Europe Solidaire Sans Frontières] – http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article19160

http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=3376