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La guerra comercial de EE.UU. y el laberinto asiático de la tecnología

Fuentes: El tábano economista

¿Desglobalizar con aranceles?: el sueño (imposible) de Trump [El Tábano Economista]

Estados Unidos exceptuó 20 categorías de productos en su nueva política arancelaria, destacando el código 8471, una clasificación muy amplia que abarca computadoras, portátiles, unidades de disco, sistemas de procesamiento automático de datos, chips de memoria, pantallas planas y dispositivos semiconductores.

Estas exenciones representaron un alivio significativo para empresas tecnológicas estadounidenses altamente dependientes de la manufactura asiática, como Apple o Nvidia. Tras el anuncio de la suspensión de los aranceles para productos tecnológicos, el 11 de abril, las acciones de ambas compañías subieron considerablemente.

No obstante, la reacción no se hizo esperar. Apenas tres días después, Trump fue duramente criticado por lo que algunos llamaron “aranceles fluctuantes”. Analistas y opositores lo acusaron de haber retrocedido parcialmente en su política comercial hacia China, quitando aranceles que antes había impuesto con firmeza. La falta de coherencia en los anuncios generó confusión. Si este tipo de ambigüedad ocurriera en América Latina —ironizan algunos críticos— sería calificada por el neoliberalismo como una señal de “falta de seriedad institucional”.

El 14 de abril, Trump volvió a modificar el tablero: anunció que evaluaba nuevas exenciones arancelarias para la industria automotriz, buscando darles tiempo para reconfigurar sus cadenas de suministro. Sin embargo, expertos recordaron que ningún automóvil producido en EE.UU. está compuesto enteramente por piezas estadounidenses, lo que haría ineficaz esta propuesta de evitar aumentos desmedidos de precios con los aranceles en juego.

Uno de los motivos principales detrás del retroceso en los aranceles es el impacto en los precios al consumidor. Por ejemplo, con aranceles chinos  al 125%, un iPhone 16 Pro Max de 256 GB podría alcanzar los 2.000 dólares, subiendo desde un precio base de $1.199. Aunque Apple ha comenzado a diversificar su producción, buena parte de su ensamblaje sigue estando en China.

A pesar de haber trasladado parte de su manufactura a India y Vietnam, el «corazón y los pulmones» de la cadena de producción de Apple siguen en Asia, particularmente en China. Más del 50% de las Mac y el 90% de los iPads aún se ensamblan allí, mayormente por Foxconn, el gigante taiwanés de manufactura electrónica.

El sector del hardware es el primero en sentir el impacto de estas tensiones. Apple, que durante años ha dependido de fábricas en Zhengzhou y Chengdu, acelera su migración hacia India y Vietnam. En una carta conjunta, Sony, Nintendo y Microsoft alertaron sobre el “daño desproporcionado” que los nuevos aranceles causan a la cadena de valor de los videojuegos, también profundamente arraigada en Asia.

Mientras tanto, una orden federal dejó temporalmente fuera de los aranceles a los fabricantes de chips como Intel y Nvidia, aunque Trump advirtió que pronto impondría tasas específicas sobre productos vinculados a procesadores.

Sin embargo, la política arancelaria ya genera estragos. Por ejemplo, Nintendo, que había mudado la producción de la Switch 2 a Vietnam y Camboya para evitar sanciones a China, ahora enfrenta aranceles de hasta un 49% en esos mismos países. Como resultado, la empresa retrasó el inicio de reservas del producto en EE.UU., citando “incertidumbre”. Las acciones de Nintendo y Sony cayeron un 7% y más del 10 %, respectivamente.

Apple ha hecho un esfuerzo considerable por reducir su dependencia de China. Entre 2017 y 2020, el número de plantas en territorio chino disminuyó, aunque aún el 40% de sus proveedores siguen allí. En paralelo, la compañía planea que, para finales de 2025, entre el 15% y el 25% de todos los iPhones se fabriquen en India.

Foxconn, proveedor clave de Apple, ya comenzó este cambio. Desde su planta en Tamil Nadu, India, fabricaba modelos antiguos desde 2019. A partir de 2022, inició la producción de modelos más recientes y expandió su plantilla. Las fábricas en Tamil Nadu y Karnataka hoy emplean a decenas de miles de trabajadores.

Sin embargo, este proceso no está exento de dificultades. La producción en India todavía depende de una gran cantidad de técnicos chinos, maquinaria especializada proveniente de China y, en menor medida, personal taiwanés. Recientemente, se pidió a empleados chinos de Foxconn que suspendieran sus viajes a India, en lo que parece ser una medida para reducir fricciones diplomáticas.

A pesar de los esfuerzos por diversificar, Apple continúa fuertemente vinculada a China, donde emplea directa o indirectamente a cientos de miles de personas. La industria tecnológica parece haber abandonado a EE.UU. hace mucho tiempo. La fabricación y ensamblaje se han desplazado hacia Asia, donde convergen eficiencia, escala, especialización y bajos costos laborales.

Por más que se impongan aranceles agresivos, lo cierto es que una estructura productiva tan compleja no puede reconfigurarse en el corto plazo. Ni las consolas ni los iPhones ni los procesadores pueden nacer de una orden presidencial. La cadena de suministro tecnológica es global, y los esfuerzos por romperla con políticas comerciales dislocadas están encontrando más obstáculos que resultados.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/04/16/la-guerra-comercial-de-ee-uu-y-el-laberinto-asiatico-de-la-tecnologia/