El paro de la fábrica en Bochum amenaza la actividad en Polonia y Bélgica
Los llamamientos de los políticos no han conmovido a los trabajadores de la fábrica Opel en Bochum, en la cuenca industrial del Ruhr, en Alemania, que mantienen ya cinco días una huelga no convocada por la vía legal. La huelga de Bochum amenaza ya con estrangular la producción de autos en las fábricas de Bélgica y Polonia. Para hoy está convocada en todas las fábricas europeas de Opel una jornada de protesta. Al mismo tiempo, la dirección de Opel negocia con los representantes sindicales en la sede central de Rüsselheim sobre las condiciones para suavizar el plan de recortes presentado la semana pasada por la empresa: ahorro de 500 millones de euros en Europa y despido de 10.000 asalariados de los 33.000 que trabajan en toda Alemania.
Los futbolistas del equipo de la Bundesliga saltaron el sábado al campo con una gigantesca pancarta que rezaba: «Opel pertenece a Bochum». Niños en edad escolar merodean a las puertas de la factoría con carteles a favor de los trabajadores de Opel. La fábrica de Bochum permanece cerrada a cal y canto por los piquetes desde hace ya cinco días. En las cercanías, los camiones esperan en vano los suministros para transportarlos a Amberes (Bélgica), donde se fabrica el modelo Astra, o a Gliwice (Polonia). En estas plantas la producción podría colapsarse hoy mismo por falta de piezas.
Las exigencias de los huelguistas de Bochum están claras: no al cierre de la fábrica y no a los despidos forzosos. Los huelguistas no hacen caso a los llamamientos de los políticos. El ministro de Economía y Trabajo, el socialdemócrata Wolfgang Clement (SPD), nacido en Bochum, expresó su comprensión con los trabajadores de Opel, pero advirtió: «Considero equivocado lo que ocurre allí». Los sindicatos se encuentran en una posición difícil. No pueden apoyar de forma abierta la huelga no declarada. Tampoco puede el sindicato IG Metall oponerse a las reivindicaciones, si no quiere perder todavía más afiliados y prestigio.
La dirección de la fábrica intentó ayer sacar piezas, pero sólo llegaron hasta las puertas donde los piquetes lo impidieron. Un miembro del comité declaraba tajante: «Podemos hacer parar las otras fábricas de Europa. Los colegas lo saben y en eso reside nuestra fuerza».
Negociaciones
Mientras tanto, los representantes sindicales y la dirección de Opel negociaban sin que al exterior llegase información. Opel se niega por ahora a dar garantías de que no se cerrará una planta. La de Bochum tiene casi todas las papeletas. Un directivo ha lanzado la propuesta de colocar a los despedidos en otras empresas de acogida, pero con salarios un 10% por debajo de la tarifa de los del metal. Esto equivaldría a una rebaja del 30% de los actuales salarios, porque en Opel cobran un 20% por encima de la tarifa de los metalúrgicos.
Al tiempo que se mantiene la lucha laboral, crece en los medios de comunicación la crítica a los gestores de Opel. Se recuerda ahora que en los últimos cinco años la compañía cambió seis veces la dirección. Incluso ha salido a relucir el ejecutivo vasco Ignacio López, el famoso Superlópez, a quien un programa de televisión alemana llamó ayer «el estrangulador de Rüsselheim» y le atribuyó el inicio de la decadencia de la marca Opel con su política de rebajar los precios a los proveedores a costa de la calidad del producto.