Un nuevo festival de cine es siempre un gran desafío. Pero lo es más si se estructura en la contracorriente de tendencias, una asignatura ardua, de éxito lento y gradual, a diferencia de los famosos encuentros que relucen gracias a la presencia de estrellas de la pantalla mundial. Un grupo de osados, encabezados por el […]
Un nuevo festival de cine es siempre un gran desafío. Pero lo es más si se estructura en la contracorriente de tendencias, una asignatura ardua, de éxito lento y gradual, a diferencia de los famosos encuentros que relucen gracias a la presencia de estrellas de la pantalla mundial.
Un grupo de osados, encabezados por el mozambiqueño Elías Macovela, decidió recoger el guante y montar a partir de este año y con sede en Lisboa el Festival Internacional de Cine Africano, bajo el nombre de Kanema.
Los realizadores de África desean presentar a través del celuloide, elementos de reflexión en torno a la historia del continente y de sus sociedades actuales, del periodo colonial y el anterior a la llegada de los primeros europeos, cuando sus comunidades ya eran estructuras avanzadas. En efecto, gran parte de la cinematografía africana de las últimas dos décadas se dedica al abordaje de esa época remota en que el continente seguía un rumbo autónomo. Kanema, que significa imagen en una de las lenguas autóctonas de Mozambique, pretende dejar de lado la mayoría de la mirada extranjera acerca África, casi siempre superficial y apresurada, o marcada por preconceptos, señaló a IPS el politólogo portugués Bruno Mesquita.
Esas visiones externa «no ayudan, sino más bien encubren el análisis de la problemática africana», precisó.
Sin duda, este festival fue «un intento serio de comprensión de los orígenes africanos, interrumpidos y olvidados durante 500 años de oscuridad histórica y manipulación coloniales», añadió Mesquita.
Entre el 17 y el 27 de es mes, se presentaron en el festival 18 filmes de ficción y 12 cortometrajes de Argelia, Angola, Benín, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Chad, Egipto, Malí, Marruecos, Níger, Nigeria, Mozambique, Senegal, Sudáfrica, Zimbabwe y de las repúblicas Centro Africana, Democrática del Congo y de Guinea.
También se exhibieron películas, a modo de excepción y válidas sobre la realidad continental, procedentes de Canadá, Bélgica, Francia, Italia, Japón, Portugal y Suiza. El imponente Teatro-Cine São Jorge, perteneciente al municipio de Lisboa, durante 10 días se convirtió en un espacio de encuentro, de intercambio de ideas y de imágenes en una torre de Babel donde se escuchaban idiomas africanos autóctonos y lenguas coloniales.
Los filmes presentados en este festival, que no otorga premios especiales, fueron realizados en los idiomas africanos wolof, papel, berebere, suahili, ronga, zulú, bitonga, creole, árabe en sus versiones de Argelia, Marruecos y Egipto.
Todos ellos contaban con traducciones al portugués, en razón de la sede del festival, pero también existen versiones disponibles en otros idiomas coloniales, tales como inglés, francés, flamenco, castellano e italiano. «¿Por qué en Lisboa? Porque pensamos que en Portugal existe una sociedad cada vez más multicultural y, como tal, con predisposición para acoger este tipo de iniciativas», explicó Macovela a IPS.
«Estamos ensayando crear en Portugal el núcleo de una reflexión sobre el cine africano, pues este país tiene fuertes lazos con las comunidades de inmigrantes de sus ex colonias y una tremenda experiencia histórica acumulada, un país con un pasado de importante contenido colonial», añadió. A lo anterior, se debe unir «los apoyos institucionales portugueses, que son los únicos que tenemos», comentó.
Ahí están «la municipalidad de Lisboa, del Alto Comisario para la Inmigración y las Minorías Étnicas, Cinemateca Portuguesa y los institutos (lingüístico Luiz Vaz de) Camões y de Cine, Audiovisual y Multimedia, que aportaron su respaldo para una iniciativa como la nuestra, que es muy difícil conseguir que capte el interés de una empresa privada», añadió.
La falta de apoyos del sector privado, es descrita por Macovela como «una de las grandes dificultades que encontramos para mejorar la estructura del proyecto», que pretende «ofrecer una mirada diversificada sobre los productos cinematográficos oriundos de África»
Las obras presentadas «provienen de países que van desde África septentrional a meridional, reflejando tanto las diferencias de génesis cultural como las resultantes de diferentes tipos de colonizaciones» y de esta manera, «promover a través del cine el conocimiento mutuo entre los diferentes pueblos», explicó.
«Claro que corremos el riesgo de que seamos vistos como un acontecimiento político. Pero es que somos un acontecimiento político. No lo negamos», acotó y precisó que, pese a este sello, «nos preocupamos naturalmente por la calidad de los filmes e intentamos ser rigurosos en este aspecto».
Mesquita comparte la opinión de Macovela, al apuntar que es un hecho indudablemente político el que «nos interese saber lo que los propios africanos tienen que decir acerca de sus sociedades, de sus problemas, de su historia».
Tanto los organizadores del evento como sus sostenedores portugueses coincidieron, en los diálogos informales realizados en la amplia sala-bar del São Jorge, en que la cuestión de la imagen de África es tan vital como para cualquier pueblo o nación.
«Quién no cuida autónomamente de su imagen, dejará rápidamente de poder contar con las referencias que constituyen la propia raíz de su sociedad y corre el peligro de perecer en cuanto entidad colectiva autónoma, y entendemos que en África existe realmente ese riesgo», concluyó Macovela.