Recomiendo:
0

La importancia de informar urgentemente

Fuentes: Rebelión

Para persuadir a una parte del chavismo de que vivimos los estertores de la revolución bolivariana, las fuerzas económicas antidemocráticas han puesto al descubierto las peores miserias del modelo capitalista rentístico petrolero venezolano, atribuyéndoselas a la ineficiencia gubernamental y, por supuesto, salvando toda responsabilidad. Se trata del esfuerzo cómplice, casi siempre articulado, de las fuerzas […]

Para persuadir a una parte del chavismo de que vivimos los estertores de la revolución bolivariana, las fuerzas económicas antidemocráticas han puesto al descubierto las peores miserias del modelo capitalista rentístico petrolero venezolano, atribuyéndoselas a la ineficiencia gubernamental y, por supuesto, salvando toda responsabilidad.

Se trata del esfuerzo cómplice, casi siempre articulado, de las fuerzas económicas antidemocráticas no sólo vernáculas, sino también globales, imperiales. Las mismas que, en nombre del progreso, han puesto en serio riesgo la continuidad de la vida humana sobre el planeta Tierra.

Estas fuerzas económicas antidemocráticas cuentan con la enorme ventaja que supone su posición de dominio, no sólo en el campo específicamente económico, sino en el campo cultural: su influencia se extiende a, y en buena medida depende de su extraordinaria capacidad de moldear mentalidades, creando las condiciones para que poblaciones enteras normalicen su situación de subordinación.

Lo que estas fuerzas están ejecutando ahora mismo en Venezuela significa para ellas un enorme riesgo: el que entraña la posibilidad de que una población politizada sepa identificar que aquello que se le muestra como errores de la revolución, signos de su decadencia, es en realidad algo muy aproximado al verdadero rostro de los enemigos jurados del chavismo.

El detalle está en que esa misma politización ha permitido al pueblo chavista concluir que parte de su liderazgo no tiene ninguna intención de ir más allá del modelo capitalista rentístico petrolero. Es esa parte del liderazgo que ha sucumbido al clientelismo, correlato político del mismo modelo. Es también esa parte del funcionariado que, lo mismo que las fuerzas económicas antidemocráticas, y muchas veces en alianza con éstas, utiliza su posición de dominio, o aprovecha la ventaja que supone un cargo de responsabilidad, para robar, traficar influencias, disfrutar de privilegios.

No siempre es posible discernir la delgada línea que separa al político clientelar o al funcionario ladrón, de quienes acaparan y especulan. A veces ni siquiera es deseable. Otras veces simplemente no es posible: unos y otros le apuestan a la derrota de la revolución bolivariana.

Persuadir a una parte del chavismo de que la revolución vive sus últimos días es clave: es más fácil derrotar a un pueblo que se cree a sí mismo derrotado. El esfuerzo ha dado sus primeros resultados el pasado 6D, por más que haya quien se empeñe en disimular las implicaciones de la derrota electoral.

Con todo, una enorme parte del chavismo permanece incólume, a la expectativa. Resistiendo el asedio. Lidiando con los efectos más penosos de la guerra económica: la humillación, la baja moral, los cotidianos conflictos intra-clase que se multiplican hasta el infinito (pueblo robando al pueblo, intentando sacar ventaja), eso que llaman la «viveza criolla», y que no es más que la rapiña característica de nuestras elites trasladada a las clases populares.

Si ese pueblo abandonado a la inhumanidad de la lucha de todos contra todos tuviera personalidad jurídica y, como corresponde en un país «moderno», un buen equipo de relaciones públicas, se llamaría Empresas Polar.

Pero no basta con un pueblo politizado. Y no basta que el liderazgo revolucionario muestre disposición de estar a la altura de ese pueblo que hoy resiste. Ambas cosas constituyen un buen punto de partida. Pero sólo eso.

Corresponde gobernar revolucionariamente. Gobernar socialistamente. Esto implica muchas cosas, pero me limitaré a una sola: gobernar socialistamente significa informar, de manera oportuna, adecuada, veraz, regular, suficiente, a ese pueblo politizado, en primer lugar, pero en general a todo el pueblo y, en otra escala, a todo el mundo.

Afirmar que lo que vivimos no son los estertores de la revolución bolivariana, sino la crisis definitiva de un modelo de sociedad (el capitalista rentístico petrolero) es la manera correcta de plantear el problema. Es una lectura correcta del momento histórico. Ahora hay que llevar esta lectura hasta sus últimas consecuencias.

Los enemigos a derrotar son las múltiples expresiones de ese modelo de sociedad. El clientelismo, ya lo hemos planteado, es su correlato en lo político, y no es posible avanzar en la destrucción del modelo sin librar una lucha a brazo partido contra esta tara. Pero quisiera detenerme en el tema del patrón de consumo asociado a nuestro capitalismo rentístico petrolero.

Más específicamente aún, dando por hecho la enorme influencia que tal fuerza económica tiene en nuestro patrón de consumo, y dada su beligerancia política, quisiera plantear la necesidad de estar minuciosamente informados sobre la manera como funciona Empresas Polar, y sobre algunos otros aspectos de la economía nacional, tanto o más importantes.

Puntualizando:

– Más allá de toda generalización, tendríamos que comenzar por identificar las prácticas concretas en las que incurre la corporación para ejercer presión sobre el gobierno bolivariano y, eventualmente, subvertir la democracia venezolana. Su campaña de victimización ha sido tal, que una parte de la población está persuadida de que es al revés: es el gobierno bolivariano el que ejerce presión sobre Empresas Polar para impedir que siga desempeñando su papel de llevar alimentos y progreso a toda la sociedad.

– Deberíamos ser capaces de determinar las mercancías con las cuales hace negocios. Obtener esta información no reviste mayor problema. Casi toda es pública, y puede consultarse en la propia página web de la corporación. La cuestión es que solemos asociar la marca a una cantidad más bien pequeña de productos emblemáticos, y desconocemos cuántas y cuáles otras mercancías son también de la Polar. Ésta es información muy básica, que tendría que ser del dominio común.

– Deberíamos poder establecer cuántos de estos productos son considerados artículos de primera necesidad.

– Más importante aún, tendríamos que saber cuál es el peso de cada uno de estos productos en el mercado. Es decir, de la cantidad equis de arroz que consume el pueblo venezolano, ¿cuánto corresponde a productos de la Polar? En el caso específico de los productos considerados artículos de primera necesidad, determinar el peso de las mercancías de la Polar es fundamental para determinar nuestros niveles de soberanía alimentaria: a mayor peso de la corporación, menos soberanía alimentaria del pueblo venezolano.

– Respondamos con nivel de detalle: ¿respecto de qué productos puede afirmarse, sin lugar a dudas, que Empresas Polar monopoliza el mercado u opera como oligopolio?

– Informemos: ¿qué estamos haciendo para reducir significativamente el peso de Empresas Polar en el mercado venezolano, producto por producto, pero particularmente en el caso de los artículos de primera necesidad, y en aquellos casos donde la corporación funciona de manera monopólica u oligopólica, violando el artículo 113 constitucional?

– ¿Cómo lo estamos haciendo: a) con participación de capital privado, nacional o foráneo; b) a través de empresas públicas; c) a través de empresas de capital mixto, nacional o foráneo? Supongamos que establecimos alianza con capital brasileño para producir aceite: ¿qué porcentaje del mercado ocupa actualmente, es decir, cuánto nivel de soberanía alimentaria recuperamos, y cuáles son las proyecciones a futuro?

– Una pregunta decisiva: teniendo como opciones apostar por el capital privado, nacional o foráneo, o la fuerza productiva comunal, para producir equis rubro, pongamos el maíz, ¿por cuál optamos, en efecto? Puesto que todo indica que la superación del modelo capitalista rentístico petrolero sólo será posible apostándole firme y decididamente, sin vacilaciones de ningún tipo, a la fuerza productiva comunal.

– Informemos: ¿cuál es, actualmente, la potencialidad productiva de las Comunas? Y más allá de las Comunas, ¿cuál es la potencialidad productiva de las diversas formas de agregación comunal: corredores, ejes, ciudades comunales, etc.?

– Ahora bien, más allá de su potencialidad, ¿cuánto producen actualmente las Comunas? ¿Qué rubros? ¿Cómo avanzan los planes para garantizar condiciones óptimas de producción?

– ¿Cuánto producen las empresas bajo control del gobierno bolivariano? ¿Cuál es su capacidad instalada? ¿Cuántas empresas son? ¿Qué alimentos producen? ¿Cuántas de estas empresas pueden ser transferidas a Comunas?

– ¿Cuánto de los alimentos que consume la población venezolana es importado por el Estado?

– Otra pregunta clave, cuya respuesta desconoce la inmensa mayoría del pueblo venezolano: ¿cuántos productos alimenticios son subsidiados por el gobierno bolivariano? ¿En qué medida? ¿De qué forma?

– Respecto de la distribución, otro asunto altamente sensible para la población venezolana: ¿cómo se distribuyen los alimentos en la red pública creada para tal fin? ¿Cuántos de los alimentos que importa el Estado venezolano se distribuyen a través de la red privada? ¿Por qué? ¿Quién toma estas decisiones? ¿Cómo está conformada la red pública de distribución de alimentos? ¿Qué alimentos, qué volumen y con cuánta periodicidad se distribuyen en cada uno de los espacios que conforman la red pública?

– La pregunta que se hace todo ciudadano venezolano: ¿por qué no es posible saber, de manera anticipada, cuándo y cuántos productos considerados artículos de primera necesidad serán distribuidos en los distintos espacios que conforman la red pública? En este desconocimiento radica una parte considerable del malestar popular respecto de las dificultades para ejercer su derecho a la alimentación. Informar al respecto es uno de los primeros pasos que habría que dar.

– Para concluir, tenemos el Plan 50 al que hacía referencia el presidente Maduro durante su Mensaje Anual a la Nación, el pasado 15 de enero, relativo a «los 50 rubros y servicios fundamentales que debemos garantizar del año 2016». ¿Cómo marcha dicho plan?

Si se revisa detenidamente, se verá que en todos los casos, sin excepción, se trata de información existente. El trabajo consiste en ordenarla, darle la coherencia que actualmente no tiene, y de inmediato ponerla al servicio del pueblo venezolano. De manera oportuna y veraz. Luego, claro está, ir actualizándola. Sólo así será posible que esta información tenga algún sentido.

Transparentar la información reduce significativamente la distancia entre gobernantes y gobernados, en la medida en que le permite a estos últimos incidir en las decisiones y, eventualmente, decidir. En este sentido, va creando condiciones para el autogobierno popular, parte consustancial del proyecto bolivariano.

Un pueblo que maneje con detalle toda esta información será un pueblo altamente preparado no sólo para conjurar amenazas y doblegar fuerzas, por poderosas que sean. Es un pueblo capaz de tomar las riendas de su destino. Es un pueblo con futuro.

El conocimiento a detalle que nos proveería esta información nos permitiría llevarle el pulso, de manera regular, a unos acontecimientos que se suceden, ya de por sí, de manera vertiginosa. Nos permitiría identificar aliados, corregir errores, así como neutralizar a quienes, desde nuestras filas, operan en contra de los intereses populares.

¿A quiénes conviene que en lugar de información ordenada, coherente, precisa, actualizada, tengamos que conformarnos con retazos de información, con generalidades o, simplemente, con permanecer desinformados? A los que en lugar de gobernar revolucionariamente recurren a potes de humo. Conviene a los que están dispuestos a claudicar. A quienes ya lo hicieron.

Lo que corresponde, entonces, al liderazgo revolucionario, pero también al pueblo organizado, y en particular a las Comunas, es, insisto, ordenar esta información. Concentrarla en algún lugar de consulta pública, pero también difundirla de manera masiva, a través de distintos formatos, de manera periódica. Un boletín, por decir algo, con esta información, debería ser de consulta obligada para el pueblo venezolano: revisarlo como ahora mismo revisamos el precio del petróleo o el precio de la moneda estadounidense.

Lo mismo cabe decir, ya para concluir, respecto de todas las medidas que, en el campo económico, va tomando el presidente Maduro. En su Mensaje Anual a la Nación, reflexionando sobre la guerra económica, el Presidente reconocía: nuestro pueblo «no rechaza lo que hemos hecho, reclama por lo que no hemos hecho». No conforme con lo que hemos dejado de hacer, ¿vamos a seguir incurriendo en el grave error de no informar sobre lo que hemos hecho?

Ahora bien, informar sobre lo que hemos hecho es radicalmente distinto de la costumbre de publicar que hemos distribuido tantas toneladas de alimentos en equis ciudad o en la jornada tal. Sin punto de referencia que nos permita saber si tal cantidad es mucha o poca, es decir, sin información veraz, tal práctica constituye un irrespeto al pueblo venezolano, que viene a sumarse a la humillación que suscita la guerra económica.

Por ejemplo, ¿cuántos de nosotros conocemos de las implicaciones políticas de las decisiones que, en materia económica, ha tomado el presidente Maduro durante las últimas semanas, comenzando por la reforma parcial de la Ley de Impuesto Sobre la Renta? ¿Existe algún espacio donde podamos acceder a la información sobre todas y cada una de estas medidas, de manera ordenada?

¿Cómo es posible que a estas alturas de la historia sólo sea posible acceder a los discursos del presidente Maduro, si un ciudadano común y extraordinario militante, Luigino Bracci, los publica desde su cuenta personal en YouTube? Tarea que asume, por demás, de manera desinteresada, sin recibir ninguna remuneración por ello, y sin disponer de las condiciones tecnológicas más adecuadas.

Informar, informar, informar. Informar para que prevalezca la democracia. Entendamos que es importante informar urgentemente. Estamos a tiempo.

* Reinaldo Iturriza López Ministro del Poder Popular para la Cultura y ex-Ministro del Poder Popular para las Comunas y Protección Social de la República Bolivariana de Venezuela

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.