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La inalcanzable cúspide del petróleo

Fuentes: Rebelión

Los gobiernos y habitantes de países no productores de petróleo están sumamente preocupados no solo por los elevados precios que ha alcanzado el crudo, sino también por las recetas que ofrece para resolver ese peliagudo problema, el presidente del Fondo Monetario internacional (FMI), Rodrigo Rato. El organismo internacional presidido por Rato sugirió en su informe […]

Los gobiernos y habitantes de países no productores de petróleo están sumamente preocupados no solo por los elevados precios que ha alcanzado el crudo, sino también por las recetas que ofrece para resolver ese peliagudo problema, el presidente del Fondo Monetario internacional (FMI), Rodrigo Rato.

El organismo internacional presidido por Rato sugirió en su informe de Perspectivas Financieras, publicado recientemente, que deben acabarse las subvenciones nacionales para compensar los elevados precios del crudo en los países que lo importan. De tal forma que al traspasar al ciudadano los efectos de un crudo caro se terminará por reducir el consumo energético.

Aseguro más adelante que esa receta es necesaria aplicarla también en países en desarrollo, en un momento en el que la demanda y la oferta están muy ajustadas.

Innegablemente que el FMI continúa su política establecida desde hace décadas mediante la cual lo más importante es elevar progresivamente los niveles de desarrollo de un país sin importarle los miles de millones de personas que padecen hambre y necesidades en el mundo, debido a las políticas neoliberales que cada día incrementan más las diferencias entre ricos y pobres..

Baste el ejemplo de Estados Unidos, la nación económicamente más poderosa del orbe y donde millones de ciudadanos pobres no pueden pagar el combustible necesario para calentar sus viviendas en tiempo de frío. Durante el pasado invierno, el gobierno venezolano, en un gesto de humanidad, ofertó mediante la empresa Citgo, su filial petrolera en Estados Unidos, combustible más barato a diversas comunidades pobres del gigante norteamericano para que esas personas pudieran sobrevivir a las bajas temperaturas.

Se ha hecho una práctica universal en los últimos tiempos que por cualquier motivo, por leve que sea, los precios del crudo suban en una espiral casi asfixiante para los países no productores.

Hace ocho años, en 1998, el crudo tenía un precio que hoy parece de ciencia ficción, solo 11 dólares por barril pues la oferta era mucho mayor que la demanda, pero ajustes en la producción decretado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo, (OPEP), que se veían perjudicados por los bajos precios, motivaron el inicio del alza.

Ya a finales de 1999, el combustible llegaba a 25,60 dólares y para marzo del 2000 se situaba en 34 dólares por unidad de medida.

Los atentados contra las Torres Gemelas en septiembre de 2001 y la invasión estadounidense contra Afganistán, conllevaron una serie de desequilibrios en los precios que más tarde se fueron estabilizando hasta alcanzar al cierre de 2002 la suma de 31 dólares.

Para el 2003 el motivo del incremento (aun subsiste) fue la guerra y ocupación de Iraq y la inestabilidad en esa nación árabe. En esos últimos años se han unido la inestable producción de crudo en Nigeria, el paro petrolero auspiciado por Estados Unidos en Venezuela, huelgas en Noruega, desastres naturales como los huracanes que han azotado el Golfo de México, entre otros.

Ahora la amenaza es geopolítica pues Washington que desde hace años ha tratado de controlar la rica zona petrolera del Medio Oriente, amenaza con atacar a Irán, cuarto productor de crudo mundial, aduciendo que ese país puede en un futuro llegar a producir el arma nuclear.

El precio ha llegado a cifras que oscilan entre 70 y 80 dólares y se teme, como expresó el presidente de Venezuela, Hugo Chávez que podrían situarse por encima de los 150 dólares si se desata una guerra.

Irán cuenta con medios para hacer frente a la agresión y hasta podría eventualmente cortar el paso al transporte marítimo por el Estrecho de Ormuz, por donde pasan diariamente hacia el Golfo, 16 millones de barriles procedentes de los grandes productores de la región.

Ya consultoras como Daiwa, EIU o agencias como Deutsche Bank y UBS que habían pronosticado para el 2006 un promedio de 54 a 56 dólares el barril han subido drásticamente sus vaticinios al igual que lo han hecho el banco alemán HVB y el Goldman Sachs, RSBC Securities, BNP Paribas Commodity Futures y Economics.com.

Mientras esto ocurre, aun Estados Unidos se da el lujo de consumir 22 millones de barriles diarios, 12 millones importados. Como es lógico, un desabastecimiento provocado por una crisis guerrerista afectaría fuertemente a la economía norteamericana y una consecuente crisis mundial.

Existen muchas aristas para analizar la creciente alza del crudo. Sin embargo, los más perjudicados serán los mayoritarios países subdesarrollados del mundo que no cuentan con recursos petroleros y que tendrán que abonar fuertes sumas y endeudarse aun más para tratar de mantener a flote sus débiles economías.

Si a esto se suman las recetas del Fondo Monetario para que los gobiernos eliminen toda posible subvención a las importaciones de crudo, y a la par aumenten los precios de la electricidad, transporte, bombeo del agua y otros muchos servicios, la situación se volverá completamente desesperante para miles de millones de personas que malviven en este mundo.