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Banco del Sur

La ineludible integración bancaria latinoamericana

Fuentes: Rebelión

La voluntad integracionista de los gobierno de Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Paraguay quedó demostrada en diciembre pasado cuando en Buenos Aires los presidentes de esas naciones rubricaron el documento para la creación del Banco del Sur (BS) con fines de ayudar al desarrollo de los países latinoamericanos y contrarrestar los infortunios económicos […]

La voluntad integracionista de los gobierno de Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Paraguay quedó demostrada en diciembre pasado cuando en Buenos Aires los presidentes de esas naciones rubricaron el documento para la creación del Banco del Sur (BS) con fines de ayudar al desarrollo de los países latinoamericanos y contrarrestar los infortunios económicos y sociales contra esos pueblos cometidos durante décadas por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). 

La revista británica The Economist señaló que «el BS ha pasado de la retórica y los planes para convertirse en algo más concreto que ha tocado una fibra sensible en la región, donde hay muchos líderes molestos con las políticas y las condiciones impuestas por el FMI y el BM y da la bienvenida a una fuente alternativa de financiamiento».

La ex ministra de Economía argentina, Felisa Miceli, afirmó que esa iniciativa responde a una visión de sus promotores sobre la necesidad de generar mayor autonomía financiera en la región y compensar las grandes asimetrías que existen entre los países.

La creación de la nueva entidad se realiza cuando varios países de la región cuestionan el sistema de reparto de poder en el FMI y en el BM; Venezuela, Argentina y Brasil no tienen deudas con el Fondo; otras naciones del área empiezan a desmarcarse de las políticas fondomonetaristas y se habla de una pérdida de relevancia de esas  instituciones en la región.

El economista Oscar Ugarteche en un reciente artículo explicó que «desde 2002 a la fecha el FMI ha perdido el 88% de su cartera de préstamos, incluyendo los llamados para pobres dentro del Poverty Reduction and Growth Facility. El BM desde 1996 ha perdido el 42% de su cartera de préstamos y eso incluye el ligero incremento de los HIPCs (Países Pobres Altamente Endeudados).

«El problema, puntualiza, son las onerosas condiciones que ponen esas instituciones a los gobiernos para el desembolso crediticio, el costo financiero de los mismos, y el desprestigio de las políticas que no han resultado en lo que se esperaba sino en mayor concentración del ingreso al tiempo que las economías se han desnacionalizado. Esto amén de la evidencia de que el FMI y el BM trabajan más para el Tesoro estadounidense que para el bienestar de la comunidad internacional o nacional del país asesorado y financiado.»

Aunque los especialistas del Banco del Sur continúan trabajando en cuestiones jurídicas, técnicas y financieras se estableció la sede central en Caracas, con subsedes en Buenos Aires y La Paz, y que independientemente del aporte de capital, cada miembro contará con un voto dentro del Consejo Administrativo (organismo máximo de decisión) y

Esta cláusula es diametralmente opuesta a la del FMI donde Estados Unidos posee el 17.14% del poder de voto. El control de los créditos y de la política a seguir lo tienen en esa institución (con 189 miembros), solo nueve países: Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, Holanda, Japón, Alemania, Francia, Canadá e Italia, que detentan 50.76% del total de votos.

La fundación del BS no ha sido del agrado de los países ricos y de las transnacionales que mediante los organismos financieros internacionales han ejercido controles económicos y políticos sobre gran mayoría de los pueblos del Tercer Mundo.   

Los ataques en los medios de comunicación occidentales contra la nueva institución bancaria no se hicieron esperar
con el objetivo de sembrar la discordia entre los países firmantes y que fenezca antes de que comienza a fomentar proyectos regionales de desarrollo e integración, con respaldo a proyectos sociales prioritarios, en países empobrecidos y con un déficit crónico de infraestructura.

Con el auge nacionalista y progresista que hoy vive Latinoamérica, el Banco del Sur representa tres importantes aristas para la región: soberanía financiera; mayor integración para enfrentar las políticas económicas de los poderosos en contra de las naciones menos desarrolladas, e independencia a la hora de encauzar sistemas políticos a favor de sus pueblos.

El BS conformado por gobiernos políticamente heterogéneos ejemplifica la corriente política en la región contraria al Consenso de Washington y que se resisten a aceptar el orden hegemónico mundial establecido. 

El FMI y el BM fueron creados en julio de 1944 durante las negociaciones de Breton Woods, en New Hampshire, al noreste de Estados Unidos. El primero, en teoría, tenía como motivo principal apoyar con créditos a los países que sufrían dificultades de pago, mientras el segundo ayudaría a las naciones pobres, con préstamos favorables para inversiones en educación, infraestructura y sanidad.

En la práctica y sobre todo en las dos últimas décadas, esos organismos financieros internacionales han agravado la pobreza de los países que aceptan sus condiciones para hacer uso de los créditos otorgados.

En años recientes, crisis económicas profundas han sacudido a Ecuador, Bolivia, Perú, México, Nicaragua, Brasil y Argentina, cuyos pueblos se han rebelado contra las medidas neoliberales impuestas por los gobiernos a instancias de los acreedores financieros internacionales.

El caso más grave fue el de Argentina, que durante toda una década se había presentado como modelo de desarrollo neoliberal, y al derrumbarse económicamente el país obligó al FMI y al BM a hacerse por primera vez una autocrítica, aunque muy leve.

En 1989, las prácticas neoliberales y de privatización de las empresas públicas iniciadas a fines de la década de 1970, tomaron fuerza inusitada tras el llamado Consenso de Washington que hasta la fecha marca las políticas de presión hacia las naciones del Tercer Mundo, signadas por los organismos financieros internacionales

Se le llamó Consenso de Washington a la coincidencia de opiniones (que ya no era nada nuevo) entre los diseñadores y gestores de la política internacional estadounidense y los organismos financieros internacionales, que además de esas «coherencias» tienen sus sedes en la capital norteamericana como el BM, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Entre los acuerdos fundamentales a que llegaron los integrantes de aquel cónclave y que han regido las políticas financieras mundiales en los últimos 15 años, aparecen los siguientes: reducción del papel del Estado en la economía; privatización de empresas estatales; eliminación de los déficit públicos y fijación de políticas cambiarias «realistas».

De esa forma, con inusitada prepotencia, Estados Unidos y esos tres bancos, se han arrogado el derecho y la potestad de dirigir las líneas económicas de las naciones del orbe, y quienes se nieguen a seguirlas no podrán disponer de empréstitos o financiamientos para un hipotético desarrollo.

En la mayoría de las ocasiones, los préstamos obtenidos tras denigrantes transacciones, se convierten en impagables pues a estos se suman los elevados impuestos que las débiles economías de las naciones «beneficiadas» no pueden sufragar.

Este dato resulta elocuente: los países sudamericanos reciben un 2,2% de interés por los fondos que depositan en organismos financieros multilaterales y pagan tasas de hasta un 12% por su deuda exterior de los créditos recibidos.

Es decir, la deuda con el organismo continúa creciendo y los gobiernos se hacen más dependientes de los emporios financieros, pues los socios están obligados a aceptar y adoptar las medidas que se les impongan para poder tener acceso al capital extranjero.

Los presidentes de Venezuela y de Ecuador, Hugo Chávez y Rafael Correa, respectivamente, han hecho llamados a los países integrantes del Banco del Sur para que saquen sus ahorros de los bancos occidentales y los coloquen en la nueva institución.

El BS prevé se ha concebido para ayudar al financiamiento de proyectos de desarrollo endógenos binacionales o multinacionales, y garantizar el ejercicio de los derechos humanos, sociales y culturales de sus poblaciones, como los servicios de salud, educación y deportes.

La naciente institución es una alternativa al FMI, BM y Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y representa un fuerte golpe al hegemonismo financiero, económico y político que han ejercido durante décadas esas organizaciones.