En un mundo donde los poderosos han implantado agresivas leyes neoliberales, con la globalización de capitales y libre comercio en detrimento de millones de habitantes que sobreviven tanto en países desarrollados como en subdesarrollados, resulta prácticamente virtual la declaración de la Organización de Naciones Unidas (ONU) de que el año 2005 será clave para la […]
En un mundo donde los poderosos han implantado agresivas leyes neoliberales, con la globalización de capitales y libre comercio en detrimento de millones de habitantes que sobreviven tanto en países desarrollados como en subdesarrollados, resulta prácticamente virtual la declaración de la Organización de Naciones Unidas (ONU) de que el año 2005 será clave para la lucha contra la pobreza.
Con muy buena intención el informe, Invirtiendo en el Desarrollo, realizado por 265 expertos mundiales a pedido de la ONU, puntualiza que es posible alcanzar la meta trazada en la Cumbre del Milenio del año 2000 consistente en disminuir la pobreza, las desigualdades sociales, las enfermedades, el hambre y la degradación del medio ambiente para el año 2015.
Datos de organismos internacionales aseguran que más de la mitad de los habitantes del planeta, alrededor de 3 200 millones de personas, viven en condiciones deplorables, sin tener asegurado el derecho a la alimentación y a la vivienda.
Estimados de Naciones Unidas indican que 850 millones de ciudadanos padecen de hambre crónica, 1 400 millones no disfrutan de agua potable y cerca de 2 200 millones no disponen de servicios sanitarios o de alcantarillado, con las consecuentes epidemias y pandemias que estas insuficiencias provocan.
Por enfermedades que pueden ser prevenibles si hubiera una atención primaria de la salud, mueren 11 millones de niños cada año, a la par que fallece una mujer cada minuto por desatención relacionada con la gestación o el parto.
El analfabetismo sigue extendido por el orbe con una cifra que alcanza a más de 1 500 millones de personas, sin contar a los millones de niños que no pueden asistir a la educación primaria porque se ven forzados a trabajar desde edades tempranas para poder llevarse algo a sus famélicos estómagos.
Son números impresionantes que harían preguntarse a muchos hacía dónde se dirige el destino de la humanidad, máxime en momentos en que las políticas neoliberales que rigen la economía mundial, produce mayor concentración de capitales en manos de unos pocos.
Un reciente artículo publicado en la revista Forbes ofrece la lista de las 500 personas más ricas del orbe y se observa que la concentración de capital ha aumentado vertiginosamente en los dos últimos años.
De esos multimillonarios aparecen 25 en América Latina, encabezados por 11 mexicanos, 6 brasileños, tres chilenos, dos venezolanos, dos colombianos, un argentino que en total reúnen una fortuna de 70 000 millones de dólares en una región que se distingue por la enorme desigualdad.
Tanto es así que la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) subrayó que en la región la décima parte más acaudalada de la población recibe el 48 % del ingreso total disponible, mientras la décima parte más pobre solo obtiene el 1,6 %.
En lo referente a las naciones desarrolladas, el Banco Mundial informó que el 10 % de las personas ricas capta el
30 % de los ingresos, mientras que el 10 % de los más pobres solo obtiene 2,5 % del total, lo que indica que en el mundo la repartición de las dividendos es cada vez menos equitativa.
Un caso alarmante es el de México que tras los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, solo 11 personas acumulan una fortuna de 35 500 millones de dólares que las revistas especializadas lo comparan con el valor general de la producción agropecuaria del país en el 2004.
Son los mismos individuos que en el 2002 aparecían en la Forbes con la mitad de ese capital y que lo han duplicado a la par que en México 20 millones de personas sobreviven en condiciones de extrema pobreza.
En esta concentración de capitales la actividad más perjudicial para los pueblos la realizan las empresas transnacionales que extraen anualmente miles de millones de dólares de los países donde están afincadas.
Uno de esos casos es el de la estadounidense Wal-Mart que en el 2002 efectuó ventas por 244,5 miles de millones de dólares y cuenta con 21 000 empresas proveedoras en diversas partes del planeta.
Varios estudios como el realizado por Charley Fishman para la revista empresarial Fast Company, señalan que el poder de Wal-Mart determina la vida y muerte de sus miles de compañías proveedoras pues si alguna trata de obtener alguna reivindicación o efectuar modificaciones que no le agraden, las elimina o la destruye.
También con enorme facilidad, esa trasnacional controla o revienta empresas competidoras sin el menor recato y con enorme impunidad, apunta un estudio de McKinsey and Company.
Ante estas realidades no resultan serios los planteamientos de la ONU de que se pueden disminuir la pobreza y el hambre que contrariamente crecen diariamente por todo el planeta.
Estos males que afectan a la mayoría de la población mundial no podrán erradicarse hasta que se eliminen las políticas neoliberales y de libre comercio y se introduzcan formas de intercambio que hagan más llevadera la vida en el planeta, donde la globalización no sea de capitales sino de solidaridad.