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La inseguridad nos está derrotando

Fuentes: Aporrea

Por más esfuerzo que uno haga para abordar otros temas, el intento resulta inútil. Me refiero al tema de la inseguridad. A ustedes les consta que lo he tratado una y otra vez en este programa, en todos los tonos, patéticos y racionales. Lo dejo de lado por algún tiempo para referirme a otros aspectos […]

Por más esfuerzo que uno haga para abordar otros temas, el intento resulta inútil. Me refiero al tema de la inseguridad. A ustedes les consta que lo he tratado una y otra vez en este programa, en todos los tonos, patéticos y racionales. Lo dejo de lado por algún tiempo para referirme a otros aspectos de la realidad nacional e internacional, pero fatalmente tengo que volver a él, presionado por lo que sucede en el país en esta materia.

No pretendo responsabilizar a nadie en particular con lo que ocurre. Resulta relativamente fácil echarle la culpa al gobierno, a los medios de comunicación, a los patrones culturales imperantes, al consumo de droga y de alcohol. Reaccionar de esa manera es lo que los venezolanos solemos hacer hasta ahora. Pero el problema reside en que nada se logra con esa actitud, con esa forma de actuar. Los estudios están hechos y los diagnósticos existen. También los recursos para que el estado asuma su responsabilidad. Pero los delincuentes siguen asesinando personas, aumentan los secuestros, se multiplican nuevas maneras de delinquir como el secuestro express, crece el sicariato, el robo y muchas otras manifestaciones del delito.

Por ejemplo, cuando la oposición se rasga las vestiduras por el auge de la delincuencia, escoge como chivo expiatorio al ministro del interior y le pide al presidente Chávez que lo destituya, está actuando con evidente irresponsabilidad. Está banalizando la respuesta al fenómeno y contribuyendo a que el fenómeno se fortalezca. Porque se trata de un discurso para congraciarse con una opinión pública desesperada, aterrorizada y al mismo tiempo dirigido a engañarla. En el fondo la oposición sabe que lo que dice no resuelve nada y que además ese discurso es contradictorio con lo que pasa en aquellos lugares donde su gente gobierna. ¿Acaso no es el Zulia, gobernado por un líder de la oposición, el estado del país que acumula mayor número de secuestros y donde el sicariato tiene más incidencia? ¿Acaso alcaldías como Chacao, Baruta, el Hatillo no exhiben, proporcionalmente al número de habitantes, un elevado índice delictivo?

Todos, sin excepción, estamos fallando a la hora de enfrentar la inseguridad. Los poderes públicos en general, gobierno y oposición, los medios de comunicación, analistas, expertos en seguridad, académicos y criminalistas que pontifican sesgadamente sobre las causas y correctivos del fenómeno. Por consiguiente, desde mi punto de vista considero que lo primero que hay que hacer es confesar el fracaso. Admitir que la inseguridad nos está derrotando a todos por parejo, como lo revelan las encuestas y lo confirma la desesperación en que se debate la población.

Lo que se me ocurre decir, además de todo cuanto he dicho hasta ahora, es que hay que ser creativos. Hay que decirles de una vez por todas a los venezolanos que las políticas implementadas hasta el momento han sido ineficaces. Que se impone rectificar para encarar con éxito el flagelo de la inseguridad. Que hay que apelar a los ciudadanos, a su sentido común y escucharlos de verdad, sin interferencias ni engaños. Que hay que buscar orientación en lo que ellos dicen con base a la experiencia que a diario viven. No hay magia alguna, ni milagros, ni dogmas que resuelvan el problema. Para combatir a un fenómeno tan complejo como la inseguridad, es indispensable concertar políticas y emplear todos los recursos del estado, de la sociedad, del sector público y del privado. Requerir la participación de todos, pero en el entendido de que esa participación hay que organizarla, lo cual hasta el presente no se ha hecho lamentablemente.