«Populista del más bajo nivel» que haría «apología de su indigencia cultural» (O Estado de Sao Paulo, 22-07-05), con su «mal disfrazado desdén por la educación». Lula, según cierta prensa paulista, sería el populista que habría seducido con su carisma a la masa más desinformada de los electores y se beneficiaría electoralmente con sus políticas […]
«Populista del más bajo nivel» que haría «apología de su indigencia cultural» (O Estado de Sao Paulo, 22-07-05), con su «mal disfrazado desdén por la educación». Lula, según cierta prensa paulista, sería el populista que habría seducido con su carisma a la masa más desinformada de los electores y se beneficiaría electoralmente con sus políticas para la «sustentación de la pobreza» como el Bolsa Familia, que «no modifica la posición social, pero contribuye decisivamente para el saco de votos del presidente.» (O Estado de Sao Paulo 30-06-2006).
Las acusaciones durante el primer y más difícil mandato de Lula (2003-2006) tenían múltiples variantes, pero especialmente la de populista y la de hacer apología de su «indigencia cultural» resultaban importantes. La prensa paulista, en la visión más plural moderada de la Folha de Sao Paulo y en la visión más liberal conservadora de O Estado de Sao Paulo, presentaba un consenso al acusar al gobierno por la corrupción y por el populismo lulista-chavista, que se habría entregado a una política externa «bolivariana».
La existencia de prejuicio elitista y jerárquico en cierta prensa brasileña se evidenciaba en el hecho de que se recurría en los editoriales a explicaciones que contenían referencias al origen social del presidente o a su ausencia de estudios, o a su desconocimiento del idioma inglés, para explicar sus supuestos errores. Es decir, se interpretaban las acciones políticas del mandatario en función de las limitaciones que supondrían para éstas su origen social. De este modo, no existía margen para una evaluación autónoma de su acción política, sino que ésta era interpretada desde el principio como resultado de sus condicionamientos producto de su origen social.
La denominación despectiva de populista hacia el presidente brasileño operaba como descalificación hacia aquel que establecía con los sectores populares una relación de identificación que apelaba a un componente emotivo, produciendo hacia esos sectores un horizonte imaginativo de mejora de la calidad de vida. En este sentido, tanto las denominaciones de populista como de chavista hacia Lula cumplían un rol similar en los editoriales: denominaciones vaciadas de significado y reutilizadas en función de descalificar de forma conservadora al gobierno de Lula y su ejercicio de la política, designando su afán por «la división social del país», el ejercicio «autocrático» del poder y el enfrentamiento entre sectores sociales.
Quizás así se entiendan los motivos cuando el ex presidente señala que «la impresión que tengo es que el odio que (los dueños de los medios) tienen del PT y la bronca que tienen conmigo se debe a las cosas buenas que nosotros hacemos, no a las cosas malas».
Ariel Goldstein. Sociólogo (UBA). Becario del Conicet en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Iealc).
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-220420-2013-05-20.html