Tras casi una década del estallido de la denominada crisis financiera del capitalismo globalizado en el 2007-2008, nos encontramos frente a una situación que apela a la perplejidad: las fuerzas consideradas como «populistas» de derechas están mejor posicionadas en la disputa del poder, en diferentes espacios, que las consideradas como de izquierda. ¿Qué ha sucedido […]
Tras casi una década del estallido de la denominada crisis financiera del capitalismo globalizado en el 2007-2008, nos encontramos frente a una situación que apela a la perplejidad: las fuerzas consideradas como «populistas» de derechas están mejor posicionadas en la disputa del poder, en diferentes espacios, que las consideradas como de izquierda. ¿Qué ha sucedido para que quienes dicen representar los intereses del 99% de la población mundial frente al 1% que acumulan la mayor parte de la riqueza, se encuentren con menores expectativas de poder que las nuevas derechas? Se impone una reflexión y un balance crítico-autocrítico de un periodo que ha generado ilusiones y esperanzas, a la vez que frustraciones. Lo que sigue es un aporte a modo de claves de reflexión para alimentar este obligado debate entre las fuerzas que reivindican un necesario cambio de la gobernanza mundial, centrado en los espacios donde la articulación política de las fuerzas transformadoras está más avanzada: Europa y Latinoamérica, en «las dos orillas», con sus diferencias y sus elementos compartidos.
1.-La crisis no se ha cerrado. El complejo concentrado mediático mundial promueve una suerte de «normalización» basada en indicadores macro-económicos para afianzar la percepción en las poblaciones de que «lo peor ya lo hemos pasado» y de paso «no hay alternativa» que diría Margareth Tatcher (TIN, en inglés, precursora del neoliberalismo). «Esto es lo que hay»: trabajo precarizado con salarios que no alcanzan para sostener una calidad de vida digna (neo-esclavismo), privatización de los servicios públicos básicos (enseñanza, salud, vivienda, pensiones de jubilación, aumento vía «tarifazos» de suministros de agua, electricidad, gas. gasolina, telecomunicaciones…), considerando además el incremento en los precios de los productos de alimentación sujetos al monopolio de las multinacionales de la producción y distribución. La reacción inicial, desde los centros de poder mundial, ante la crisis financiera 2007-2008 consistió en la socialización de las pérdidas del capital financiero-especulativo (por eso se denomina una especie de crisis-estafa), por la vía de generar una liquidez artificial (políticas de compra de deuda y rescates bancarios) y las políticas de austeridad para reconstruir el equilibrio fiscal roto que incrementó la deuda pública, incapaces de alimentar una reactivación de la economía real. Las primeras voces que se oyeron de «reformar el capitalismo» para evitar que esto vuelva a pasar pronto cayeron interesadamente en el olvido. La crisis de la globalización capitalista neoliberal está inserta en sus propios parámetros: el comercio mundial de mercancías ha descendido significativamente como consecuencia de la disminución de la capacidad de consumo de las clases populares que alimenta la rentabilidad y productividad de las empresas que se mueven más allá de la economía especulativa. Con un crecimiento débil del PIB mundial (los BRIC’S no son un motor actualmente) como acredita el mismo FMI y una economía entregada al capitalismo de casino, esto es, especulativa por naturaleza, los riesgos de una implosión homologable o superior a la crisis 2007-20008 están a la orden del día: Deutsche Bank, banca italiana, Grecia de nuevo, deuda dolarizada de Latinoamérica…. Ante este escenario, las políticas de una fracción del Gran Capital mundial que combinan un capitalismo «proteccionista» persiguiendo mejores condiciones, en el marco de la globalización, con el viejo esquema del capitalismo de acumulación por desposesión (David Harvey) son una apuesta coherente con sus intereses: Muros que generen una mano de obra barata y explotable (ilegal), a la vez que se convierten en el chivo expiatorio, el enemigo interior, causante de todos los males…
2.-La crisis de la socialdemocracia. Como polo de referencia de la izquierda mundial, la socialdemocracia histórica ha pasado a una fase de purgatorio, crisis internas y declive político. Su evolución reciente desde defender políticas que hagan posible un capitalismo de rostro humano apoyándose en el pasado del «Estado del Bienestar» hasta abrazar las terceras vías (Tony Blair)… neoliberales (socioliberales). Con una lógica apoyada en el supuesto de que primero hay que crear riqueza y luego repartirla obviando la intervención sobre la estructura de reparto del poder económico y los ingresos que la haría posible. La crisis 2007-2008 ha puesto en evidencia políticas socialdemócratas que carecían de auténtentica voluntad política para llevarlas a cabo eludiendo la confrontación con el poder del gran capital. Un sistema-mundo capitalista financiarizado no admite correctivos que repartan la riqueza limitando el poder del capital, explicitado con el eufemismo de la competitividad de la economía en cuestión. Esta corriente en su continuidad histórica o tradicional ha abrazado sin complejos los criterios de austeridad y ajuste fiscal neoliberales. Con gobiernos en solitario o compartidos con las fuerzas de derecha. Su asimilación al etablissement y la pérdida de credibilidad en la interlocución política para las clases populares es una consecuencia constatable en múltiples escenarios.
3.-Las nuevas izquierdas. Desacreditada la opción socialdemócrata tradicional emergen a modo de referente otras fuerzas «a la izquierda», intentado ocupar su espacio político. Se abre una ventana de oportunidad. Sus señas de identidad se definen en lo inmediato y como común denominador en retomar la defensa de políticas sociales y económicas enfrentadas a la austeridad y ajustes neoliberales. En Latinoamérica toma la forma del denominado «ciclo progresista», esto es desde los gobiernos en varios países, con sus matices y desarrollos propios. En Europa (principalmente al Sur) con el avance y posicionamiento de estas fuerzas en varios escenarios, culminando con la controvertida experiencia de Grecia-Syriza. Su forma de expresión no descansa en la fórmula tradicional del Partido político. Son coaliciones amplias o el novedoso «Partido-Movimiento«, reflejo de la necesidad demandada de un criterio más participativo. Sobre estas bases también existe un denominador común que constituye el aspecto determinante de su práctica política: En términos gramscianos la hegemonía en el interior de estas nuevas izquierdas no descansa en las corrientes que se planteen la superación del sistema capitalista globalizado. La perspectiva que enmarca su lucha se puede limitar a la defensa de los objetivos inmediatos, estrictamente contra las políticas neoliberales, o en el horizonte de un cambio/revolución en profundidad, así se denomine este Socialismo del siglo XXI, ecosocialismo, anticapitalismo. Prevalecen las posiciones primeras, esto es aquellas que se pueden englobar sin caricaturizar en una óptica reformista (¿nueva socialdemocracia?): En realidad, para ser coherentes (incluso en la defensa de los objetivos inmediatos) deberían apuntar más lejos, pero no lo saben…Las consecuencias de una estrategia sin definir, de su carencia incluso por ausencia de definición y debate, son de calado. En Latinoamérica como escenario más avanzado se expresan con la recuperación de terreno por la derecha (por cierto a la que el ciclo progresista no le fue nada mal a nivel económico) y en la otra orilla europea por la incapacidad de avanzar significativamente en posiciones de poder. Cada opción estratégica posee sus consecuencias y variantes en términos de práctica política.
4.-El electoralismo. Esto es, la fijación prioritaria hacia los emplazamientos electorales que demandan los sistemas y las formas capitalistas de poder como manera de entender la democracia. La definición y estructuración de una fuerza política supuestamente transformadora como máquina de guerra electoral comparte esta lógica. Esto puede ser algo puntual o convertirse en una supuesta forma ad hoc pero que se transforma en permanente. Dotados de un programa que conecta en apariencia con las aspiraciones populares, todos los recursos se concentran en la lucha electoral, legítima y necesaria pero sin caer en el mito de la madre de todas las batallas. La agenda, la dinámica y los recursos humanos, perfil personal (que se vuelve público) de cada elemento activo incluido, se supeditan a este proceso.
5.- El institucionalismo. Una vez alcanzadas ciertas cuotas de poder, con mayor o menor amplitud y fortuna, el objetivo es la buena gestión de las demandas y supuestas necesidades populares, adaptándose en diferentes contextos a los límites que impone el marco institucional (Estado) y el capitalismo regional específico. La cooptación de líderes sociales en diferentes campos que se pongan al servicio de la nueva gestión institucional, se pone en primer plano. El fenómeno del arribismo (acercase al poder interesadamente) y la ausencia de ética (corrupción) también. «Lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que no acaba de nacer» (Gramsci) se convierte en un tópico salvavidas-político que encubre las carencias de una perspectiva estratégica compartida y clarificada, asumiendo retos que vayan más allá de lo inmediato. «Vamos despacio porque vamos más lejos» (15M) o dicho de otro modo, en ciertas circunstancias, ser minoría con capacidad de influir políticamente puede ser sinónimo de victoria. El pragmatismo y la obsesión electoralista prevalecen sobre cualquier otra consideración.
6.-La presión mediática. Asomarse como una fuerza política significativa representando un cuestionamiento de la lógica del poder neoliberal tiene frente a si un imperio mediático que se asienta en el sentido común de la ideología dominante. Para este siempre serán «Los malos de la película». El campo de juego de la transversalidad en los medios dominantes es obligatoriamente limitado, salvo que las concesiones a sus líneas rojas sean complacientes. Lo cual ofusca y desdibuja la identidad política. En cierto modo y por coherencia su discurso estaría condenado a ser antipático, característica que por razones electoralistas y de imagen generalmente se evitan. Desde esta perspectiva y salvo contadas excepciones la lógica que prevalece es la de un transversal quedar bien. Dentro de los parámetros de lo políticamente correcto. Las redes sociales que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación presentan supuestamente la posibilidad para transmitir un relato alternativo de lo que sucede. Sin embargo y a la vez que se disponen como un marco de participación, también funcionan como una suerte de espejismo de intervención virtual que se asume como real. En definitiva una forma de participación política y social abducida por el entramado de las redes en la nube tecnológica.
7.-La realidad se impone. Justamente el campo de actuación en lo real-material social es el gran ausente sacrificado por una perspectiva política hegemónica en las nuevas izquierdas que se agotan en lo inmediato táctico-electoral. Carentes de un debate estratégico elemental, esto es, ¿A dónde vamos? ¿Cómo? El pragmatismo político diseñado bajo una formula mediático-retórica lo reemplaza y cubre su ausencia impregnándolo de activismo, así sea virtual. El gramsciano intelectual orgánico se expresa en las redes, suma y sigue…El electoralismo/institucionalism
8.-En defensa de la intervención territorial. Es justamente este espacio de intervención el que en conjunto (salvo honrosas experiencias aisladas) más se ha debilitado y diluido. El vecindario, el barrio, el pueblo, el municipio como marco de debate, de organización y de movilización prácticamente han quedado suspendidos o relegados al ámbito de lo electoral/institucional. La práctica activa, presencial, esto es, física en estos espacios para debatir y confrontar problemáticas que van desde el ámbito más específico de cada lugar hasta cuestiones de orden político general y simultáneamente para avanzar en formas de organización popular. Para romper con la tendencia impuesta de barrios-pueblos dormitorio y zonas urbanas comercial-impersonales. Para evitar que la actividad de los movimientos sociales se reduzca a una esfera mediático-superestructural promovida por los afines ya convencidos. En suma para generar espacios de encuentro con los que piensan diferente o albergan múltiples dudas o falta de convicción. En un momento en el que la precarización laboral generalizada, la desaparición de las grandes unidades productivas hacen de los centros de trabajo un marco de acción necesario pero limitado e insuficiente. La acción sobre el territorio así definida cobra un valor nucleador y organizativo de primer orden. Desde albergar y desarrollar formas de economía alternativa hasta configurar de manera embrionaria expresiones de poder o contra-poder popular. Es a su vez el espacio natural para minar la credibilidad de los valores dominantes.
9.-Los contenidos programáticos. Desde una perspectiva que vaya más allá de una óptica resistencialista y de legítima defensa de los derechos básicos cuestionados por un capitalismo depredador, el contenido y los objetivos programáticos a defender y/ socializar son una herramienta de primer orden. No solamente aquellos que aparecen en un primer plano del sentir popular inmediato, los que generalmente constituyen la carta de presentación electoral. También comprende aquellos que suponen las condiciones de posibilidad para realizarlos plenamente, los cambios necesarios en la estructura de poder económico y político, sus ritmos y plazos de ejecución. Es lo que habitualmente se reconoce como táctica y estrategia en el contexto de una relación de fuerzas dada, pero no lo olvidemos también modificable. El debate amplio, profundo, democrático y participativo es una necesidad insoslayable para cualquier fuerza o sector político que se reclame de la transformación superadora del capitalismo global. A lo que sigue igualmente el debate acerca de su formulación y presentación al conjunto social en términos comunicacionales. Con la mirada puesta en ese complejo sector que sociológicamente se adscribe al status de clases medias, tan habituales como formadores y transmisores de opinión, a ser instrumentalizados por los poderes del capital más concentrado u oligárquico. En el curso de este debate y en este proceso, el objetivo es que aquellos sectores que apuestan por una alternativa a este sistema global, alcancen niveles de unidad que hagan avanzar sus posiciones entre las clases populares, dentro o fuera de estas llamadas nuevas izquierdas, junto con la organización auto-organización popular alrededor de los objetivos definidos.
10.- La coordinación internacional. Tanto continental como inter-continental, de fuerzas políticas y de movimientos sociales. Para el intercambio de experiencias, para la definición de objetivos comunes, para la realización de campañas de movilización (como la exitosa respuesta al llamamiento feminista de este 8 de Marzo del 2017). Es sin duda una de las grandes asignaturas pendientes que visibilice una contundente respuesta popular frente a un capitalismo globalizado. Se trata de apostar por una articulación estable frente a los estados mayores del capital ya conformados. Tomando en consideración el carácter retroalimentador que poseen iniciativas de lucha que ganan en credibilidad en tanto que se proyectan internacionalmente.
Joseba Pérez, Miembro de la Fundación Pakito Arriarán y del Consejo Editorial del mensuario de análisis POLITI.K en Venezuela.
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