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La juventud y la crisis económica

Fuentes: Rebelión

La estertores de una anunciada recesión mundial que toca a las puertas de Estados Unidos y que por refracción alcanzará a la mayoría del actual mundo globalizado, amenaza con convertirse en un grave problema para los jóvenes que no encontrarán formas para obtener un empleo digno. La actual crisis inmobiliaria en Estados Unidos con derrumbes […]

La estertores de una anunciada recesión mundial que toca a las puertas de Estados Unidos y que por refracción alcanzará a la mayoría del actual mundo globalizado, amenaza con convertirse en un grave problema para los jóvenes que no encontrarán formas para obtener un empleo digno.

La actual crisis inmobiliaria en Estados Unidos con derrumbes no solo de su sistema financiero sino en otros países capitalistas desarrollados, el constante incremento en los precios del petróleo y de los alimentos, y la caída del valor del dólar (moneda de intercambio internacional), unido a las políticas neoliberales de privatización indican   un presente y futuro cercano difícil para las nuevas generaciones.

Solo algunos países cuyos gobiernos se han preocupado en llevar adelante acciones a favor de los programas sociales y se han apartado de las medidas neoliberales de apertura indiscriminada al capital extranjero, impuestas en los últimos años por las poderosas naciones desarrolladas mediante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), podrán solventar esta crisis.

Pandillas juveniles han proliferado en el orbe en tiempos recientes debido a la desatención de los gobiernos que no han hallado formas para contrarrestar los graves problemas sociales que padecen.

El principal gestor de las medidas neoliberales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió recientemente que las pérdidas potenciales de la crisis crediticia mundial alcanzarán 945.000 millones e, incluso, podrían ser mucho más altas.

El organismo aseguró que hubo una «falla colectiva» a la hora de dimensionar el grado de reducción de deuda de las diversas instituciones financieras, y añadió que podrían ser necesarias medidas y una intervención más dura por parte de los gobiernos.

El informe global del FMI advirtió que «pese a las intervenciones sin precedentes de los principales bancos centrales, los mercados financieros permanecen bajo una tensión considerable, agudizada ahora por el empeoramiento del entorno macroeconómico, la capitalización deficiente de las instituciones y una reducción de deuda generalizada».

Ni corto ni perezoso cuando muchos gobiernos lo señalan como causante directo de los problemas económicos actuales, el FMI puntualizó que los efectos de la crisis crediticia serán probablemente «más amplios, más profundos y más prolongados» que en crisis anteriores, debido al «nivel de inversiones en valores y al endeudamiento en el sistema financiero».

Esta situación se presenta cuando un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)   afirma que en América Latina y El Caribe, 64 000 000 de jóvenes no trabajan ni estudian, o laboran en condiciones muy precarias. La OIT, dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) destaca en el estudio denominado Juventud y Trabajo Decente en América Latina y el Caribe, que 46% de los desempleados en la región son jóvenes. Diez millones se encuentran en el desempleo abierto, 22 000 000 más no estudian ni trabajan y 32 000 000 laboran en condiciones precarias, es decir, con bajos salarios y carentes de protección social.

Las mujeres participan menos en el mercado laboral; 16% se dedican al trabajo doméstico y 30% se ocupan en el hogar. En América Latina, según la OIT, «los jóvenes sufren exclusiones por raza, procedencia geográfica, origen étnico, apariencia, edad y hasta por razones políticas», lo que coloca a los indígenas y a las mujeres en las peores circunstancias. La maternidad adolescente es una de las restricciones más fuertes para acceder a empleos productivos. Por lo general, son mujeres con poca escolaridad, pobres y solteras que no trabajan y cuando lo hacen es en condiciones muy precarias. El ejemplo más contundente es que unos 16,7 millones de jóvenes que han logrado encontrar trabajo en la región, viven por debajo de la línea de pobreza, o sea con menos de dos dólares diarios.

Debe tenerse en cuenta que en la mayoría de estos países no hay programas sociales que les permitan tener acceso a la salud pública y educación gratuitas, mientras que los precios de las viviendas, la electricidad y otros servicios, son incosteables.

Cuba a lo largo de 50 años ha sido un ejemplo a seguir por los innumerables programas sociales que ha puesto al servicio de la juventud y que han permitido la formación y fuentes de empleo seguro y estable para las nuevas generaciones. Otras naciones del área como Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Argentina y Brasil, por mencionar algunos, se encaminan hacia esos fines.

Pese a la abocada crisis mundial, las políticas gubernamentales de beneficio social deberán prevalecer, pese a la oposición del FMI y el BM que promueven mayores limitaciones económicas para la población.