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La larga resistencia de Venezuela a las agresiones de EEUU

Fuentes: Rebelión

Los grandes estadistas de los Estados Unidos, empezando por Donald Trump y sus Jinetes del Apocalipsis están desconcertados -tal vez podría decirse, con mayor precisión: estupefactos-, porque no llegan a aceptar como reales varios cambios estructurales imprevistos, acumulados, casi simultáneos e interrelacionados, que han comenzado a producirse en su escenario económico, político, militar, tecnológico, comunicacional […]

Los grandes estadistas de los Estados Unidos, empezando por Donald Trump y sus Jinetes del Apocalipsis están desconcertados -tal vez podría decirse, con mayor precisión: estupefactos-, porque no llegan a aceptar como reales varios cambios estructurales imprevistos, acumulados, casi simultáneos e interrelacionados, que han comenzado a producirse en su escenario económico, político, militar, tecnológico, comunicacional e ideológico global.

Han reaccionado ante estos hechos con una rabieta colosal que les ha llevado a una generalizada amenaza en todas las zonas de conflicto. De la disponibilidad para combatir «dos guerras y media» han pasado a hacerlo en seis o más frentes distintos: Corea, Siria, China, Rusia, Irán, Irak, Turquía, Ucrania, Palestina y Venezuela. Sin contar con sus posibles derivaciones y ramificaciones, que son muchas y muy complejas. Todas, sin embargo conducen al mismo desastre.

Así que sus políticos y asesores presidenciales -empezando por el propio Trump-, han empezado un twiteo continuo y una gira rápida de amenazas represivas en todos los frentes de conflicto abiertos por el propio Washington. Lo han hecho con aire de suficiencia, rompiendo -con descaro indisimulado y ostentoso-; la legalidad, los Acuerdos, Tratados y Convenios internacionales. Parten de dos convicciones muy arraigadas:

-Ellos gobiernan el mundo con edictos imperiales y con la seguridad absoluta de que sus Grupos de portaviones y sus bases militares, con sus equipamientos y tropas distribuidas por todo el mundo harán, como hasta ahora han hecho, el trabajo de asegurar una amenaza irresistible.

-De no ser así, tienen la capacidad de aniquilación total de los países rebeldes que no admiten la hegemonía imperial como alternativa obligada a su destrucción y su soberanía. Por eso los dirigentes del Pentágono, del Departamento de Estado y los asesores presidenciales, como autómatas de otros tiempos, repiten las terroríficas fórmulas que ya suenan a ecos de tambores lejanos: ¡Tenemos todas las cartas sobre la mesa!

Hace tanto tiempo que hacen de matones que esta actitud se ha convertido en el componente genético básico de su relación con el mundo. No respetan las leyes y compromisos internacionales porque, simplemente, nunca lo han hecho y porque ya lo han anunciado así y lo han hecho en múltiples ocasiones. Proclaman un sistema de valores, libertad, respeto a los derechos humanos que identifican con la libertad de comercio, igualdad de derechos, democracia, búsqueda de la felicidad, igualdad de oportunidades, que nunca han tenido y, sobre todo, que nunca han permitido en los demás.

Los perros de la guerra

Ellos, los Estados Unidos, no admiten un mundo multipolar regido por la soberanía de los estados, el comercio de los recursos, la independencia de los pueblos, la posibilidad de salir de la pobreza y del saqueo, la ausencia de coacciones económicas, y de amenazas militares, la vida regida por la solidaridad y un limitado consumo. El mundo ha cambiado hasta hacer que el paseíllo de cowboy por todos los lugares del planeta resuene ya bastante ridículo, poco creíble; en general insoportable y generador de rebeldía creciente y de solidaridad de los pueblos contra la violencia del imperio. La política imperial ha ayudado a definir fronteras, posiciones y líneas rojas entre el capitalismo y el socialismo como camino y proceso hacia el comunismo, entendido como sociedad sin explotación igualitaria, solidaria, que gestiona los bienes comunes y garantiza la supervivencia del planeta,

Los escenarios a los que me referí en el primer párrafo del artículo habían sido definidos y codificados como invariables y como Ley Universal, casi natural, en el dogma estratégico proclamado «urbi et orbe» como el «mater et magistra» documental y conceptual del imperio: «La Doctrina de Seguridad Nacional de los Estados Unidos»i; promulgada públicamente por el Presidente George W. Bush y calificada inmediata, y eufemísticamente, como «doctrina contra el terrorismo» o «doctrina de agresión positiva». De ese documento básico han salido todas las doctrinas sobre la dominación del mundo y sobre los instrumentos guerreros que había que mantener en funcionamiento.

La barbarie

Tal es la barbarie que se desprende de esos códigos para pensar y actuar que sorprende incluso que sus aliados serviles, pertenecientes al «mundo occidental» y que se jactan de ello -en los que las doctrinas coloniales son la parte oscura, oculta pero dominante, de sus culturas-, hayan aceptado ese «sapo» y lo hayan transmitido a sus ciudadanos para generar «matrices de opinión» que universalizan el conformismo, la actitud canalla, la indiferencia; y desalojan todo análisis crítico, toda conexión con la realidad, capacidad de observación y sentimiento de solidaridad.

Por el momento las técnicas de desinformación se imponen aquí sobre la resistencia organizada, pero no ocurrirá durante mucho tiempo.

En resumen esos cambios son -en una enumeración no exhaustiva-, los siguientes:

En el escenario Venezolano

-En primer lugar hay que insistir en que, a mi juicio, los EEUU han perdido la guerra que habían planificado contra Venezuela y que llevan desarrollando activamente durante cerca de veinte años. Han fracasado durante la etapa de Hugo Chávez y han fracasado también durante la Presidencia, democrática y constitucional de Nicolás Maduro.

-Es necesario señalar también que esa profunda derrota que se ha reafirmado ahora (salvo algunas salvas verbales, mucho menos enfáticas, de los asesores de segundo nivel que están ya muy quemados, como el asesor de Seguridad Nacional John Bolton y Elliot Abrams, asesor especial para Venezuela), con los titubeos de Mike Pompeo, Secretario de Estado, y de Mike Pence Vicepresidente; ha tenido lugar en la etapa más acentuada de la agresión imperial, y, precisamente la más desembozada (durante los dos últimos años).

-En ellos han aplicado, o amenazado con aplicar, todos los instrumentos posibles: desde la guerra económica de ablandamiento, que serviría de plataforma para todas las intervenciones e injerencias sucesivas, hasta la intervención directa en una guerra de invasión que Washington concebía como Guerra de Cero Muertos (G0M) o Guerra de Destrucción Unilateral Asegurada (GDUA).

-Tal guerra que libraría de una vez por todas a los políticos y militares estadounidenses del «síndrome de Vietnam», sería viable con una intervención militar de diseño basada en una superioridad aérea, misilística y de fuego terrestre aplastante; de ocupación posterior rápida -blitzkrieg-, en tierra arrasada. Sería posible siempre que las fuerzas regulares del ejército USA no fuesen muy vulnerables y pudiesen ser sustituidas por las de países aliados como Colombia y Brasil o por tropas mercenarias aportadas por las grandes empresas de mercenarios reclutados y armados por Blackwater, sus filiales especializadas y sus centros de reclutamiento en la zona de combate, en los propios EEUU, o en la proximidad de sus bases militares dispersas por todo el mundo.

El fracaso

-Los estrategas estadounidenses han fracasado en sus primeros planteamientos relativos a la utilización de varios instrumentos de guerra, planificados bajo la cobertura de la «guerra económica», y su acompañante permanente: la guerra mediática. La presunción era que el desánimo y la desmoralización creciente, que las carencias graves que tal guerra iba a producir en la mayoría de la población, fundamentalmente en los sectores populares, terminaría, de una vez para siempre, con la absolutamente inaceptable revolución bolivariana que transitaba hacia la independencia, la soberanía y el socialismo.

El punto de partida, experimental en parte (basado en las guerras contra Yugoslavia, Irak, Libia, Irán, el Yemen), y con desarrollos analíticos de los geoestrategas del Pentágono, fue que la guerra económica es la primera de las guerras, la que engloba a todas las demás, la que causa daños irreversibles. Es decir: la que actúa como guerra de desgaste y como guerra de cobertura.

En tales presunciones el imperio estadounidense olvidaba dos cosas: la primera la capacidad de resistencia de un pueblo; la segunda, la capacidad de englobar en torno de la República Bolivariana de Venezuela unas alianzas estratégicas y políticas de otros pueblos y potencias que habían sufrido, o sufren las amenazas de Washington.

La guerra económica cuyas consecuencias humanas para la población civil más vulnerable son explicadas en un magnífico artículo de Pablo Siris Seade publicado en Rebelión.es. La guerra económica es fundamentalmente, la guerra de los países ricos y sus acólitos contra los países pobres o que pueden empobrecerse a corto, medio o largo plazo. Se realizan con ese objetivo genocida, plenamente reconocido. Se realiza por la aplicación contra ellos de medidas codificadas, puestas a prueba, corregidas, ajustadas a los instrumentos económicos y financieros que existen en cada tiempo y para cada lugar y sistema económico. Son ampliadas constantemente según el dominio -creciente hasta ahora-, de los Estados Unidos sobre las instituciones políticas, económicas, comerciales y financieras internacionales. Se lanzan siempre contra países que niegan la potestad soberana del imperio, contra los que intentan modificar el sistema económico o el sistema de poder reinante.

Para ello se emplearon a fondo con la ayuda imprescindible de la oligarquía interior y de los países quisling e instituciones económicas bajo dependencia de Washington en el exterior.

Las etapas y fases de esa guerra económica -que, repito-, es una guerra híbrida; es decir: combinada; y además, asimétrica y violadora de los tratados, convenciones y tratados internacionales- pueden resumirse así:

1º.- Introducción del «dólar paralelo» publicado diariamente por los medios estadounidenses y reproducidos por la cadena de medios privados. Los efectos han sido devastadores al generar una inflación artificial y producir procesos de acaparamiento, imposibilidad de pagar insumos industriales, convertir los dólares preferenciales en una fuente de corrupción, comprometer la solución del petro, liquidar el sistema productivo y comprometer también el financiamiento de las Misiones Bolivarianas de las que depende la fuerza social de la revolución bolivariana. La guerra económica abrió sus posibilidades por la profunda bajada de los precios del petróleo.

2º.- Activar el bloqueo económico con la imposibilidad derivada de la importación de bienes necesarios para la supervivencia como alimentos, medicinas, productos de primera necesidad, insumos y equipos industriales, maquinaria agraria, de transportes y de servicios: fundamentalmente salud, educación, construcción, equipamiento de vivienda, obras públicas, etc.

3º.- Activar el robo, por parte de EEUU y sus aliados, de todos los activos venezolanos en el exterior: fondos petroleros, reservas en petróleo, reservas en oro.

4º.- Bloqueo financiero total incluidos los fondos mantenidos en bancos extranjeros que se someten a las amenazas de los EEUU.

5º.- Prohibición de inversiones en Venezuela de países que comercian con los EEUU.

6º.- Prohibición de entrada en EEUU de buques que comercien o transporten toda clase de productos a Venezuela. El bloqueo se extiende a la empresa de distribución de petróleo en EEUU dependiente de PDVSA (CITGO).

-En segundo lugar los EEUU han lanzado contra Venezuela la guerra terrorista de pequeña o gran intensidad a través de las guarimbas y atentados contra instalaciones del gobierno y equipamientos médicos y escolares.

Las guarimbas en las que son especialistas Borges, Capriles y Guaidó, causó centenares de asesinados algunos quemados vivos por «tener aspecto de chavista».

-En tercer lugar los EEUU han promovido, financiado y celebrado el magnicidio contra Nicolás Maduro, que fue realizado por drones y que pudo suponer la muerte del presidente electo y de cientos de personas en buena parte de las FANB.

-En cuarto lugar los EEUU han promovido, financiado y anticipado en las redes, en una expresión de crueldad extrema y de evidencia de autoculpación, dos ataques cibernéticos y de pulso electromagnético a la red de generación y distribución de energía. Los ataques, largos, casi una semana cada uno han provocado además de los apagones y de la inutilización de los equipamientos de las viviendas, el desabastecimiento de agua, de energía para los hospitales, la caída del transporte público, la imposibilidad de suministro de combustible, etc. Elliot Abrams ha hablado casi con fruición sobre el sufrimiento del pueblo, fundamentalmente los trabajadores y trabajadoras y las clases populares, fundamentalmente las mujeres. La medida, proclamada como un «apagón de la tiranía de Maduro», fracasó, indignó a la población venezolana contra el «autoproclamado», y también contra los EEUU.

 

-En quinto lugar, la oposición que ya había convocado a la invasión de Venezuela pretextando una crisis humanitaria y la llegada de medicamentos y alimentos del exterior, fracasó completamente -no obstante el uso continuo de fake news de factura yanqui- en la captación de jefes, oficiales, suboficiales y tropa, para completar esta maniobra. La respuesta militar, miliciana y popular bolivarianas, constituyeron un éxito completo, tanto en la frontera colombiana, como en la brasileira y la de la Guayana. El despliegue militar y miliciano comprobó su eficacia y aumentó su coordinación. La necesidad de nombrar un delegado del Gobierno en uno de los pocos estados dominados por la oposición permitió la coordinación entre Freddy Bernal y Diosdado Cabello mientras el autoproclamado Guaidó y su patrocinador, el Presidente de los EEUU, Donald Trump, hacían el ridículo.

-En sexto lugar Guaidó, acompañado de Leopoldo López intentaban un golpe de estado en el distribuidor de Altamira, el 30 de abril de 2019. El resultado fue bochornoso, lo mismo que la manifestación posterior convocada por los líderes opositores, que fue precedida por la huida de los mismos.

-Desde entonces, Nicolás Maduro, que durante todo este proceso había restablecido por completo la capacidad de movilización popular bolivariana y mantenía el control total de las FANB y de la Milicia Nacional; había reforzado notablemente su capacidad para proporcionar alimentación, a través de los CLAP a las familias venezolanas. El «carnet de la patria» había sido un instrumento de unificación y de organización en las unidades territoriales que exigía la producción y la defensa en tiempos de guerra. Al mismo tiempo Nicolás Maduro aceptó la oferta de mediación de Noruega (que ha aceptado de hecho la presidencia de Nicolás Maduro) y con la convocatoria del poder electoral para realizar unas elecciones a la Asamblea Nacional Legislativa.

El próximo artículo tratará de los factores internacionales y llevará el título de:

«El cuadro internacional y la imposibilidad de una invasión»ii 

i http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:filopoli-2003-21-0011&dsID=Pdf

ii El título es variable en función de los sucesos que puedan producirse

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.