El fondo de capital riesgo Lone Star, un fondo buitre estadounidense con sede en Tejas, se queda con el banco público IKB, rescatado con sumas ingentes de dinero del contribuyente alemán y que fue la primera víctima europea relacionada con las hipotecas subprime comercializadas por Wall Street. Premonición o ironías del destino. El banco público […]
El fondo de capital riesgo Lone Star, un fondo buitre estadounidense con sede en Tejas, se queda con el banco público IKB, rescatado con sumas ingentes de dinero del contribuyente alemán y que fue la primera víctima europea relacionada con las hipotecas subprime comercializadas por Wall Street.
Premonición o ironías del destino. El banco público IKB designaba las operaciones con productos financieros respaldados por las hipotecas de alto riesgo con el apelativo de Loreley, la rubia sirena de la leyenda que atraía con sus encantos a los marineros hacia las rocas de las orillas del Rin. Y esas operaciones de la Loreley financing se canalizaban a través de la Isla de Jersey desde la Rhineland Funding Capital Corporation, una filial que el IKB tenía domiciliada en el Estado de Delaware, un paraíso fiscal no identificado por la OCDE. Aunque hasta entonces poco conocido, el IKB Deutsche Industriebank AG, con sede en Düsseldorf, era un banco público mediano que cotizaba en Bolsa desde 2005, obligado por la política de liberalización europea del sector bancario.
Y en búsqueda de oportunidades de negocio en los mercados de capitales globales, el IKB – como otros bancos públicos «liberalizados» – se había lanzado a esos mecanismos de inversión denominados en la terminología anglofinanciera «conduits»; y que en castellano podemos traducir por «conductos» porque de modo encubierto mueven fondos de un mercado a otro. Unos instrumentos también llamados Special Investment Vehicles / SIV – permitidos por la desregulación financiera vigente – que recaudan dinero mediante la venta continuada de bonos y efectos comerciales a corto plazo y la inversión de ese dinero recaudado en instrumentos a largo plazo, en valores denominados ABS (Asset Backed Securities) como los que comercializan créditos hipotecarios sin garantías.
Creaba dinero financiero sin contrapartida en la economía productiva. Con un capital social de 500 millones de dólares, su «conducto» la filial Rhineland Funding Capital Corporation, se había expandido hasta los 20,000 millones de euros en Julio 2007 y la posterior restricción de créditos le había paralizado el negocio (Ft.com 12/8/2007) Un negocio especulativo basado en la opacidad. Porque estos «conductos» quedan fuera de la contabilidad del banco con la finalidad de mantener bajos sus costes de financiación y cumplir legalmente los niveles de reservas de capital requeridos. Toda una actividad altamente rentable pero puramente especulativa propia de los mercados financieros de nuestros días, que se oculta por sus gestores en las muchas páginas sobre política de riesgos que pueden leerse en el informe financiero de IKB 2005-2006, último disponible en su sitio web.
Ante los apuros reiterados pese a la continuada inyección de dinero público, cumplido el año desde el estallido de la crisis financiera, se ha confirmado la venta de este banco a un fondo buitre. El fondo de capital riesgo estadounidense Lone Star ha adquirido la participación mayoritaria que el banco público KfW (especie de caja de ahorros y depósitos del Estado) tiene en el banco IKB, en el que lleva invertidos desde mediados 2007 más de 8,000 millones de euros para salvarlo de la quiebra.
Y es que la debilidad política de los gobiernos de la UE conduce al predominio de los intereses del capital financiero. Ante el dilema de dejar caer este Banco tocado por la insolvencia o reflotarlo financieramente, optaba por lo segundo el gobierno alemán de coalición democristiano-socialdemócrata de la canciller Merkel. Aunque dicen que el sector socialdemócrata del gobierno, defendía la opción de que el banco fuera a la quiebra considerando que el contribuyente no tenía porque afrontar las consecuencias de los riesgos incurridos por IKB en los casinos financieros.
Y aun pendiente de ratificación por la Comisión europea, todo el mundo piensa que esta la operación de la venta del IKB al capital depredador estadounidense, será convalidada por Bruselas como ha venido convalidando las ayudas financieras de los bancos rescatados del desastre de los valores respaldados por las hipotecas subprimes.
Pero el rescate y venta del banco IKB merece una reflexión desde una perspectiva europea por dos cuestiones decisivas:
La primera es que la cuasi quiebra del IKB cuestiona el modelo alemán de supervisión financiera que, como en España, atribuye la supervisión bursátil al BAFIN y la supervisión bancaria al Bundesbank con la consiguiente rivalidad entre sus responsables. Por tanto, los gobiernos quedan inermes ante cualquier fallo en la llamada gestión del riesgo de las entidades bancarias globales. Pero, sobre todo, hay que cuestionar el modelo descentralizado de la Eurozona que deja el control de la solvencia bancaria en manos de las autoridades nacionales frente a las operaciones financieras transnacionales, que los Estados miembros tienen prohibido restringir, según el texto actual del Tratado de Roma y del Tratado de Lisboa.
La segunda es que las informaciones mediáticas, que realzan el papel regulador de ejecutivo de Bruselas, no evidencian que solamente le compete velar por la aplicación de las reglas de la competencia. Porque en «el espacio financiero europeo,» con sus entradas y salidas sin cortapisas, grandes operaciones financieras extracomunitarias del capital financiero únicamente son supervisadas por cada gobierno nacional afectado. Y la ciudadanía tendría que interrogarse, ¿cómo se pueden aplicar esas reglas de la competencia en mercados financieros globales?. Es una de las cuestiones que plantea el libro La Europa opaca de las finanzas.-