Traducido por nemoniente para Rebelión
La crisis de la deuda soberana europea ha puesto en boca de todos términos que hasta hace poco tiempo solo eran conocidos por los especialistas. Entre ellos, default e insolvencia son términos bastantes comunes dentro de los movimientos sociales que han origen a las grandes manifestaciones del pasado 15 de octubre. DeriveApprodi oportunamente la traducción del libro de François Chesnais Le dettes illégitimes, publicado en Francia en este verano, con el acertado título: Deudas ilegítimas y derecho a la insolvencia.
El panfleto de Chesnais permite aclarar el uso, a menudo distorsionado, del término insolvencia, que puede referirse a dos contextos muy diversos entre sí: el micro y el macroeconómico. A nivel micro, la insolvencia es una práctica ilegal normalmente llevada a cabo en momentos de necesidad cuando los ingresos percibidos no consiguen hacer frente a los compromisos para el pago de los gastos corrientes (hipoteca o alquiler, facturas, etc… ). No se trata de una novedad pero la diferencia es que hoy, en un contexto de individualización (del trabajo y de la propiedad), frente al desmantelamiento de lo público, la práctica de la insolvencia debería extenderse a todo el sistema económico.
La lógica envenenada de las finanzas
En el segundo número de los Quaderni di San Precario, se mantiene provocativamente que el derecho a la quiebra, aplicado en Italia solo para las empresas, pueda extenderse también a los precarios. No es más que el reconocimiento de un fundamento del capitalismo, o, como escribe Maurizio Lazzarato en su último ensayo (La Fabrique de l’homme endetté, Editions Amsterdam, Paris), «el fundamento de la relación social no es la igualdad (de cambio) sino la asimetría de la deuda/préstamo que precede, históricamente y teóricamente, a la de la producción y el trabajo asalariado». En otras palabras, el hombre en el capitalismo está «estructuralmente» endeudado, porque solo del endeudamiento nacen la acumulación y el plusvalor. La diferencia, en el capitalismo propietario contemporáneo, donde el precario debe convertirse en empresa individual, es que todos estamos endeudados.
Una condición que va mucho más allá de los números rojos de las empresas y del Estado. Desde este punto de vista, ejercitar el derecho a la insolvencia es una forma de contrapoder que interviene, cuando se organiza colectiva y conscientemente, a través de la relación de explotación, apuntando a una reapropiación, aunque indirecta, del salario y la renta. La insolvencia individual podría socavar así el biopoder de los mercados financieros y comprender el auténtico significado de la financiarización: controlar la relación capital-trabajo.
Distinto es en cambio el contexto macroeconómico, donde no se habla de insolvencia. Se habla sobre todo de default, o de, posible, quiebra del Estado. Es necesario especificar este punto para evitar que surjan equívocos: una declaración de quiebra, o la decisión política de no pagar parte de la deuda o sus intereses, implicasu renegociación y no su impago,como pasa con un particular. Tanto es así que los diversos ejemplos citados a menudo como casos de insolvencia (Argentina, Ecuador, Islandia), en realidad no significaron el impago de la deuda, sino surestructuración y/o su congelación, incluso en condiciones más favorables. No es casual que Chesnais en el libro en cuestión no mencione jamás el término insolvencia.
El texto de Chesnais contiene tres capítulos y una breve conclusión. El primero se centra en el rol siempre más dominante de los mercados financieros, a partir de los análisis teóricos de Marx y Keynes. El nexo entre finanzas y especulación es inseparable y solo en el siglo XX el poder de las finanzas ha conocido un paréntesis, en particular entre la crisis del 29 y el colapso del sistema Bretton Woods en 1971.
Con el desarrollo de los fondos de pensiones y los productos derivados asistimos a una inversión de la tendencia que ha llevado a la actividad especulativa globalizada a ser uno de los ejes de la acumulación de capital. La crisis de las subprime de 2008 y la reciente crisis de la deuda europea son la consecuencia. Se trata por tanto, según el autor, de una crisis endógena del sistema económico, generada por la misma lógica financiera.
El segundo capítulo se centra en la dinámica de la deuda pública, con particular referencia a la francesa, analizándose la relación estado-banca. La tesis, compartida, es que buena parte de la responsabilidad del incremento de la relación déficit-PIBen Francia y en otros países europeos, se debe a la intervención pública en favor del sistema del crédito, debido a los riesgos de quiebra de muchos operadores financieros. Se trata de intervenciones a fondo perdido, que no tienen efectos multiplicadores como el tradicional deficit-spending keynesiano. Además, la imposición de políticas de austeridad pro-ciclicas tiene el efecto de empeorar tal relación, porquesi por un lado pueden mejorar el balance estatal, por otro causan pesados efectos recesivos.
Entrampados por las armas
Precisamente partiendo de tales consideraciones, Chesnais introduce en el tercer capítulo la noción de deuda ilegitima: «aquel contrato contra los intereses de los ciudadanos de un Estado y con pleno conocimiento de causa sobre quiénes son los acreedores». La cuestión, ya planteada en 1927 por el jurista ruso Alexander Sack, a propósito de las deudas públicas en las dictaduras para fines militares, recobra actualidad frente a las imposiciones de la dictadura financiera. La actividad especulativa actual, destinada a favorecer la creación de plusvalías sobre los títulos derivados, ha creado un circulo vicioso para reducir los balances públicos y permitir mayores ingresos para las compañías financieras que controlan los mercados. Pero no se trata solo de esto. Chesnais recuerda cómo, en el caso griego, la deuda pública se ha incrementado debido a la creciente compra de armamento.
Los datos publicados en el informe de2010 del SIPRI de Estocolmo demuestran que «Grecia ha sido uno de los cinco mayores importadores de armas en Europa entre 2005-2009». La adquisición de aviones de combate americanos y franceses y también de equipos militares alemanes representa el 38% del volumen de sus importaciones. Se verifica así una combinación, nada nueva, entre endeudamiento contratado con los bancos, no casualmente franceses y alemanes, principalmente, y endeudamiento con fondos de inversión procedentes de las industrias militares de esos mismos países. Un caso de manual de deuda ilegitima. La situación griega no es tan diferente a la de Italia, donde el ministro de defensa ha aprobado recientemente la compra de F-35 por 15 mil millones.
Sobre las cenizas del estado del bienestar
La propuesta de Chesnais es la de hacer una auditoría sobre las deudas públicas europeas sujetas a la presión especulativa. La auditoría pretende determinar, mediante una investigación, la adecuación y el cumplimiento de los procedimientos de gasto y financiación que han caracterizado el aumento de la deuda soberana en los últimos años, a fin de identificar la cuota ilegítima que ha alimentado la espiral de la deuda. Además, pone de manifiesto la iniquidad del sistema fiscal, cada vez más caracterizado por elementos de regresividad impositivos. La constante reducción de las tasas sobre las rentas más altas, del 62% al actual 43% en Italia, junto al incremento de los impuestos indirectos sobre el consumo, actualmente llegan al 23%, han favorecido el proceso de desmantelamiento del estado de bienestar y aumentado el endeudamiento de las familias.
La auditoría sobre la deuda pública se convierte así en el instrumento principal para sostener, a nivel nacional y europeo, la demanda de congelación y restructuración de la deuda, en línea con algunas propuestas ya existentes. La demanda de congelaciónunilateralde los bonos del estado, de hecho un default controlado, no implica el impago completo de la deuda sino su renegociación de las condiciones de su parcial devolución, junto a la introducción de restricciones a su libre circulación, con el fin de sustraer una parte de la misma a la actividad especulativa.
().http://uninomade.org/prove-conclamate-di-dittatura-finanziaria/
Desde este punto de vista, la denuncia de la deuda ilegitima e intervenciones ad hoc sobre los mercados de capitales van de la mano. Y, como señala Chesnais, «una campaña así no puede hacerse por delegación. El pueblo griego no puede llevarla a cabo solo por cuenta de los demás ciudadanos europeos». A pesar del escepticismo de Chesnais sobre el euro, es Europa, y no unos estados-nación ya desmontados, quien represente el campo de batalla.