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La extraña misión de Vicente Fox

La malhadada campaña mexicana por el libre comercio

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

De la cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina, al foro de los países de la cuenca del Pacífico en Busan, Corea del Sur, el presidente Vicente Fox se muestra como un hombre con una misión. Su misión: hacer campaña por el modelo usamericano del libre comercio, tal como es encarnado por el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica [NAFTA, por sus siglas en inglés] y el Área de Libre Comercio de las Américas [ALCA].

En Mar del Plata, la insistencia de Fox en incluir un compromiso hacia el ALCA en la declaración de la Cuarta Cumbre de las Américas, condujo a fricciones diplomáticas con el presidente de Argentina, Néstor Kirchner, y el de Venezuela, Hugo Chávez. Incluso después de que su intento no lograra obtener un consenso, Fox dijo con amargura que los miopes piensan que la solución es cerrarse y no entrar en la competencia en el mercado, pretendiendo aludir a los países del Mercosur y a Venezuela que se opusieron al ALCA.

Durante la semana siguiente en la reunión del APEC en Corea del Sur, Fox se unió a Canadá, Estados Unidos y Perú en un comunicado conjunto para luchar por el ALCA y volvió a señalar lo que se ha convertido en un artículo de fe dentro de su gobierno que está absolutamente convencido de que todos se beneficiarán con la apertura de sus economías y con el comercio mutuo.

Impertérrita, la misión de libre comercio de Fox se amplió recientemente a Ginebra, donde negociaciones de último minuto de la Organización Mundial de Comercio (OMC) tratan de producir textos en preparación para la reunión ministerial de Hong Kong del 13 de diciembre. El embajador mexicano ante la OMC, Fernando de Mateo, presidente del Comité de Negociaciones de Servicios públicos se ganó la censura de los gobiernos de los países en desarrollo y de organizaciones no gubernamentales al presentar un borrador que fue enérgicamente criticado por no representar los puntos de vista mayoritarios de los países en desarrollo. Cinco países asiáticos, el grupo África, Brasil, y varias naciones del Caribe protestaron por la falta de consenso en partes cruciales del borrador.

Una carta al presidente de la OMC, Pascal Lamy, firmada por numerosas organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo calificó el proceso de preparación del borrador por parte de De Mateo de altamente antidemocrático y engañoso. Según la carta, De Mateo incluyó elementos que estaban en discusión sin indicar dónde existía falta de consenso; el procedimiento normal es poner esos puntos entre paréntesis. La carta exige que el borrador de texto entregado a los ministros en Hong Kong refleje el consenso sobre los intereses y las posiciones de los miembros de la OMC y particularmente de los países en desarrollo. Concluye diciendo que si no se procede de este modo se convertirá en una burla el sistema de comercio ‘multilateral’, ‘basado en reglas’.

La acción de De Mateo de promover lo que constituye esencialmente una agenda europea y usamericana recuerda una acción similar del Secretario de Relaciones Exteriores mexicano Luis Ernesto Derbez en la Quinta Reunión Ministerial de la OMC en Cancún en septiembre de 2003. Como anfitrión de la Quinta Reunión Ministerial, el ministro Derbez presentó un borrador final de texto que incorporaba casi todas las exigencias de los países desarrollados mientras ignoraba importantes exigencias de los países pobres. Las conversaciones fracasaron y la Quinta Reunión terminó sin resultados.

En general, los países en desarrollo tienen pocas ventajas competitivas en el suministro de servicios públicos y mucho que perder. El acceso a los servicios públicos para los habitantes pobres de las ciudades es precario en el mejor de los casos y las familias son vulnerables a incluso pequeños aumentos en los costes que pueden dejarlos sin servicios públicos esenciales. Los pobres en el campo dependen de la extensión de los sistemas de distribución a áreas en las que las tasas de rentabilidad tienden a ser bajas. Mientras las compañías privadas obtienen los beneficios de nuevos mercados de servicios públicos, los gobiernos de los países en desarrollo pagan los costos políticos cuando la privatización afecta a las poblaciones marginadas. En Bolivia, dos presidentes han pagado con sus carreras políticas.

Existe una cierta ironía en el celo del gobierno mexicano por el libre comercio. El libre comercio en ese país ha tenido, en el mejor de los casos, resultados muy diversos. Las evaluaciones hechas con motivo del décimo aniversario del NAFTA mostraron un aumento en el comercio internacional – como cualquiera lo esperaría bajo un modelo que lo que hace es fomentarlo – pero lamentables resultados en la reducción de la pobreza, la distribución de la riqueza, y el crecimiento económico. Un estudio reciente muestra que dos millones de pequeños agricultores fueron desplazados del sector rural y que ha habido un aumento del desempleo a pesar de un inmenso crecimiento en el crecimiento del sector informal y de la emigración.

Es evidente que México no entró al primer mundo, como lo anunciara el entonces presidente Carlos Salinas, cuando se firmó el NAFTA en 1992. Un década más tarde, el ingreso per capita en México sólo se eleva a algo más de 6.000 dólares por año en comparación con 40.000 en EE.UU. La cifra es la más elevada de Latinoamérica, pero es fuertemente incrementada en su segmento superior por un pequeño grupo de súper-ricos en una sociedad cada vez más desigual. Por lo menos la mitad de la población vive bajo la línea de la pobreza, muchos con menos de dos dólares al día.

Bajo estas condiciones, una fe ciega en el libre comercio que enfrenta a México con las preocupaciones de desarrollo de las naciones pobres es cuestionable en el mejor de los casos. Con la inmensa deuda social que tiene hacia sus propios trabajadores y agricultores y ante el desafío pendiente de un desarrollo equitativo, el país tiene mucho más en común económica, política y socialmente con los países en desarrollo en todo el mundo que con su gigante socio comercial en el norte.

Laura Carlsen dirige el Programa de las Américas del Centro de Relaciones Internacionales, online en: www.irc-online.org.

http://www.counterpunch.org/carlsen12082005.html