Traducido por Silvia Arana para Rebelión
«Luchemos junto a Israel, con nuestros amigos sionistas contra todos los antisionistas, contra los marxistas culturales y los multiculturalistas.» Manifiesto de Anders Behring Breivik
«… existen dos células más en mi organización…» Anders Behring Breivik en declaración bajo custodia policial (Reuters 25/7/2011)
Introducción
El atentado con explosivos en las oficinas del Primer Ministro de Noruega, el laborista Jen Stoltenberg, del 22 de julio de 2011 en el que mueren 8 civiles, y el subsiguiente asesinato político de 68 activistas de la Juventud del Partido Laborista en la Isla de Utoya, a 20 minutos de Oslo, ejecutados por el militante neo-fascista/cristiano-
Los medios corporativos y el ascenso del terrorismo de derecha
Los principales periódicos en idioma inglés, The New York Times (NYT), el Washington Post (WP), el Wall Street Journal (WSJ) y el Financial Times (FT), al igual que el Presidente Obama responsabilizaron a «extremistas islámicos», ante los primeros comunicados policiales de los asesinatos, publicando una serie de titulares y reportes incendiarios (y falsos), rotulando los sucesos como «el 11/9 de Noruega», en términos que replicaban las justificaciones y motivaciones ideológicas citados por el mismo asesino político cristiano-sionista Anders Behring Breivik. La portada del 23/24 de julio del Financial Times (de Londres) dice «Temor ante extremismo musulmán: Peor golpe en Europa desde 2005». Obama de inmediato mencionó el ataque terrorista en Noruega para justificar su guerra contra los países musulmanes. El FT, NYT, WP, y WSJ sacaron a relucir a sus «expertos» para que debatieran qué líderes o movimientos árabes/musulmanes fueron responsables del ataque -a pesar de los reportes de prensa noruegos anunciando el «arresto de un hombre nórdico vistiendo uniforme policial».
Obviamente, los medios corporativos de EE.UU. y la élite política estaban ansiosos por usar el ataque con bombas y los asesinatos para justificar las guerras imperiales ignorando las organizaciones extremistas domésticas en expansión y a los individuos violentos producidos por la propaganda oficial de fobia al Islam.
Cuando Anders Breivik, autoproclamado neo-fascista, entregó sus armas a la policía noruega sin resistencia haciéndose responsable por el atentado con explosivos y la masacre, tuvo lugar la segunda fase del encubrimiento oficial: Fue descripto de inmediato como «un asesino solitario», que «actuó solo» (BBC, 24 de julio de 2011) o como perturbado sicológicamente, minimizando sus conexiones políticas, las influencias de ideólogos de EE.UU., Europa e Israel en su formación y su compromiso con ellos, lo que condujo a sus actos de terrorismo. Incluso más indignante aún, los medios y los funcionarios ignoraron el hecho de que un ataque terrorista complejo y de varias fases estaba fuera del alcance de un «trastornado mental».
Anders Berhring Breivik había pagado la membresía de un partido de extrema derecha, el Partido del Progreso y había sido colaborador y contribuyente de un sitio web abiertamente neo-nazi. Frecuentemente dirigió su odio contra el gobernante Partido Laborista por su tolerancia relativa de los inmigrantes. Manifestó a menudo su desprecio hacia los inmigrantes, los musulmanes en particular, y fue un ardiente cristiano-sionista simpatizante de la represión de Israel y de su política terrorista contra el pueblo palestino. Su accionar criminal fue esencialmente político y enmarcado en una red política muy amplia.
La élite política y los medios han hecho malabares para negar las conexiones yuxtapuestas entre la islamofobia ideológica «legal», entre los que se cuentan los sionistas estadounidenses Daniel Pipes, David Horowitz, Robert Spencer y Pamela Geller, el Partido de la Libertad de Holanda de extrema derecha liderado por el propagandista del odio Geert Wilders y su contraparte, el Partido del Progreso de Noruega que hace llamados contra la «amenaza musulmana». Los terroristas de «acción directa» responden a partidos legales, como el Partido del Progreso, el que recluta y adoctrina a activistas, como Breivik. Cuando estos abandonan el «camino legal» para ejecutar masacres, los «respetables» propagandistas del odio los condenan hipócritamente… después del hecho consumado.
El asesino solitario: Un Superman fascista más rápido que una bala contra la policía más lenta que una tortuga artrítica
El caso de «terrorista lobo solitario» es difícil de sostener. Es una red de mentiras para cubrir la complicidad del estado, los errores de inteligencia y el agudo giro a la derecha en la política interna y exterior de los países de la OTAN.
No hay ninguna base para aceptar el reclamo inicial de Breivik de que actuó solo por varias razones esenciales: Primero, el coche bomba, que devastó el centro de Oslo, fue un arma de alta complejidad cuya preparación requería conocimientos especializados y coordinación -del tipo disponible por el estado o los servicios de inteligencia, como el Mossad, que se especializa en coches bomba de gran capacidad destructiva. Amateurs, como Breivik, sin entrenamiento en explosivos, por lo general sufren accidentes con los explosivos o carecen de la destreza necesaria para conectar los relojes electrónicos de los dispositivos o de los detonadores a distancia (como lo demostraron los fracasos del portador de explosivos en los zapatos, el de la ropa interior o el llamado terrorista de Times Square). En segundo lugar, los pormenores de a) transportar una bomba, b) obtener (robar) un vehículo, c) colocar el dispositivo en un sitio estratégico, d) hacerlo detonar exitosamente, y e) vestirse con un uniforme especial de la policía y llevar un arsenal de cientos de municiones, y conducir un vehículo hasta la Isla de Utoya, f) esperar pacientemente un ferry, armado hasta los dientes, g) cruzar con otros pasajeros vistiendo uniforme policial, h) agrupar a los activistas de la juventud laborista y comenzar la masacre de numerosos jóvenes desarmados y finalmente i) dar el tiro de gracia para matar a los heridos y perseguir a los que trataron de huir nadando o escondiéndose – Esta no es la actividad de un fanático solitario. Ni siquiera la combinación de Superman, Einstein y un tirador de primera clase hubiera podido realizar todas estas tareas.
Los medios y los líderes de la OTAN deben pensar que el público está formado por idiotas pasivos que creerán que Anders Behring Breivik «actuó solo». El está dispuesto a aceptar la condena de 20 años si eso significa, como él sostiene, que su acción es la chispa que encenderá a sus camaradas y movilizará los objetivos de los partidos violentos y legales de la extrema derecha. Frente a un juez noruego el 25 de julio, declaró públicamente la existencia de «dos células más en mi organización». De acuerdo con los testimonios de testigos en la Isla de Utoya, se escucharon disparos de dos armas diferentes desde distintas direcciones durante la masacre. La policía dice que está… «investigando». No hace falta aclarar que la policía no halló ningún indicio; en su lugar han montado un «show» para cubrir su falta de accionar haciendo una redada en dos casas, alejadas de la masacre y rápidamente liberaron a los sospechosos.
Sin embargo, la implicación política más grave del acto terrorista es la obvia complicidad de los jefes de alto rango de la policía. La policía se demoró 90 minutos en llegar a la Isla de Utoya, ubicada a menos de 20 kilómetros de Oslo, a 12 minutos en helicóptero y a 25-30 minutos en coche o en lancha. La demora le permitió a los asesinos de extrema derecha agotar sus municiones, maximizando la cantidad de muertos entre los jóvenes activistas antifascistas y devastando el movimiento juvenil laborista. El jefe de policía, Sveinung Sponheim, presentó la más débil de las excusas alegando «problemas de transporte». Sponheim dijo que no había ningún helicóptero «disponible» y que «no podían hallar una lancha» (Associated Press, 24 de julio, 2011). Sin embargo había un helicóptero disponible; este sobrevoló Utoya y filmó la carnicería mientras sucedía, y más de la mitad de noruegos, gente de mar por milenios, posee o tiene acceso a un bote o lancha. Una fuerza policial, enfrentada a lo que el Primer Ministro llamó «la peor atrocidad desde la ocupación nazi», que se mueve a paso de tortuga artrítica para rescatar a jóvenes activistas, genera la sospecha de algún grado de complicidad. El interrogante obvio que surge se refiere al grado de infiltración de la ideología extremista de derecha -neo-fascismo- en la policía y las fuerzas de seguridad, especialmente en las altas esferas. Este grado de «inactividad» genera más preguntas que respuestas. Sugiere que los socialdemócratas solo controlan una parte del gobierno -el poder legislativo, mientras que los neo-fascistas tienen influencia en el aparato estatal.
El hecho es que la policía no salvó ni una sola vida. Cuando finalmente llegaron, Anders Behring Breivik se había quedado sin balas y se entregó a la policía. La policía no disparó un solo tiro, literalmente; ni siquiera tuvieron que perseguir o capturar al asesino. Un escenario casi de coreografía: Cientos de activistas heridos, 68 activistas desarmados y pacíficos asesinados y la juventud del movimiento laborista diezmada.
La policía puede decir «caso resuelto» mientras los medios corporativos parlotean sobre un «asesino solitario». La extrema derecha tiene un «mártir» para enmascarar el avance de la cruzada antimusulmana y pro-israelita. (Que trae a la memoria al asesino serial israelita-estadounidense Dr. Baruch Goldstein, quien mató a docenas de hombres y niños palestinos durante una plegaria en 1994.)
Sólo dos días antes de los asesinatos políticos, el jefe del Movimiento Juvenil del Partido Laborista, Eskil Pederson, dió una entrevista a Dagbladet, el segundo tabloide en tirada, en la que anunció «un embargo económico unilateral a Israel por parte de Noruega» (Gilad Atsmon, 24 de julio, 2011).
El hecho es que los militares noruegos no tienen problemas en enviar 500 tropas a Afganistán, en la otra mitad del mundo y proveer seis aviones y pilotos de la Fuerza Aérea de Noruega para bombardear y aterrorizar Libia. Y sin embargo, ¿no pudieron hallar un helicóptero o un bote a remo para transportar policías un par de cientos de yardas para detener un terrorista de extrema derecha en su país -cuya locura asesina era descripta segundo a segundo por las aterrorizadas víctimas a sus desesperados padres por teléfono celular?
Las raíces imperiales del fascismo interno: Conclusión
Claramente, las decisiones de Noruega y otras naciones escandinavas de participar en las cruzadas imperiales de EE.UU. contra los musulmanes -especialmente los pueblos árabes del Medio Oriente- han generado un auge de la derecha neo-fascista. Ahora quieren «traer la guerra a casa»; quieren que Noruega vaya más lejos aún, que «limpie la nación» expulsando a los musulmanes. Quieren enviarle un mensaje al Partido Laborista: O aceptan los objetivos neo-fascistas y pro-israelitas o enfrentarán más masacres, más fascistas electos, más seguidores de Anders Behring Breivik.
El Partido del Progreso es ahora el segundo partido más grande de Noruega. Si una coalición «conservadora» derrota al Partido Laborista, los neo-fascistas ocuparán probablemente puestos en el gobierno. Quien sabe, después de unos años de buena conducta, quizás hallen una excusa para conmutar la sentencia de su ex camarada… o lo proclamen mentalmente rehabilitado y lo liberen.
Claramente, lo que se necesita hacer es retirar de inmediato todas las tropas de las guerras imperiales e iniciar una lucha sistemática, coherente y organizada contra los terroristas de extrema derecha internos y contra sus padrinos intelectuales en EE.UU., Israel y Europa. Los jóvenes laboristas deben poner presión en sus demandas de que el Gobierno Laborista, encabezado por el Primer Ministro Jen Stoltenberg, reconozca la nación Palestina e implemente un boicot total a los productos y servicios de Israel. Se debe organizar una campaña nacional e internacional de educación política que exponga los vínculos entre los fascistas legales respetables y los terroristas violentos. Los mártires de la juventud laborista de la Isla de Utoya deben ser celebrados y sus ideales enseñados en las escuelas. Los enemigos de la extrema derecha y simpatizantes declarados, encubiertos o cómplices directos, deben ser expuestos y condenados. La mejor arma contra el ataque violento de los neo-fascistas es una ofensiva política y educativa, que retome las tradiciones de lucha antifascista, anti-Quisling (el notorio colaborador nazi) de la era de sus abuelos. No es demasiado tarde si el Partido Laborista, los sindicatos noruegos y los jóvenes antifascistas actúan ahora, antes de la llegada de la avalancha fascista.
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