Brasil fue nuevamente golpeado en el último mes (golpes dentro del golpe). La prisión del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (PT) y la ejecución de Marielle Franco, concejala por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de Río de Janeiro, son dos hechos complementarios que alcanzaron nuestras memorias de un tiempo reciente en el […]
Brasil fue nuevamente golpeado en el último mes (golpes dentro del golpe). La prisión del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (PT) y la ejecución de Marielle Franco, concejala por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de Río de Janeiro, son dos hechos complementarios que alcanzaron nuestras memorias de un tiempo reciente en el que la lucha contra la desigualdad era nuestra máxima prioridad y nuestro sueño de un futuro en que una mujer negra y favelada pudiera ser protagonista de la política institucional. Golpeado una vez más por la violenta alianza formada por las tradicionales fuerzas de derecha, el Poder Judicial (con participación especial de la Corte Suprema) y por las corporaciones de comunicación, bajo la tutela de los artífices de la inestabilidad geopolítica latinoamericana. Y así llegamos a este paradójico momento de crisis y de toma de conciencia.
Las miles de personas que salieron a las calles de Río de Janeiro y de São Paulo para exigir justicia por Marielle y Anderson -el conductor que la transportaba cuando fue ejecutada- y que se dirigen a la sede del Sindicato de los Metalúrgicos del ABC en São Bernardo de Lula, resistió por 48 horas a la orden de prisión decretada por el juez Sérgio Moro, sólo tienen como opción permanecer movilizadas. Esto porque la congoja golpista y asesina buscan simular normalidad democrática, para intentar apaciguar las tensiones internas: Datafolha, encargada de los sondeos de opinión pública del grupo que edita el diario Folha de Sao Paulo, ya optó por retirar de las encuestas de intención de votos el nombre de Lula y los telediarios, que después de un mes de su ejecución, transformaron en novela el caso de Marielle y ya no parecen preocuparse en saber quién la mató.
Desde el punto de vista electoral, parece haber una unión táctica del campo de izquierda. Los pre-candidatos a la presidencia Guillermo Boulos, del PSOL, y Manuela D’Ávila, del PCdoB, así como otros emergentes líderes como el diputado estatal por Río de Janeiro, Marcelo Freixo, y el diputado federal, Jean Wyllys, o la concejala de Belo Horizonte, Aurea Carolina, todos del PSOL, se posicionaron enfáticamente contra la arbitraria prisión de Lula y están más cerca unos de otros de lo que jamás estuvieron. Sin embargo, el Partido de los Trabajadores (PT) no parece tener todavía un plan B ante la posibilidad de que Lula quede impedido de entrar en la disputa electoral. Entre bastidores, se dice que Fernando Haddad, ex alcalde de São Paulo, fue liberado para comenzar a construir un programa de gobierno y alianzas para intentar reclutar el 35 por ciento de apoyo que Lula tenía en las últimas encuestas de intención de voto publicadas en el país. La formación de un frente de izquierda parece una posibilidad. Queda por saber si ese frente conseguirá seducir a las grandes masas. En un encendido discurso el día en que Lula fue arrestado, el senador petista Lindbergh Farias evocó a la Argentina de 1945, cuando el pueblo sacó a Perón de la cárcel para luego llevarlo a la presidencia. No es imposible que esto ocurra en el Brasil de 2018, pero más bien es improbable. Primero, porque no tenemos esa tradición de levantamientos políticos en nuestro país. Segundo, porque somos víctimas de un profundo déficit democrático, en el que gran parte de la población que respalda al ex presidente es objetivo predilecto del proceso de destrucción de derechos sociales y laborales que viene siendo perpetrado por el gobierno de Michel Temer. Estas mujeres y hombres que están en la base de la pirámide social están luchando por la supervivencia y aunque votan a Lula no parecen estar en condiciones de salir a las calles para defenderlo. Si no pueden elegirlos, ¿se movilizarán para apoyar a aquel que Lula indique? ¿En torno a qué proyecto?
Es muy difícil aceptar que una elección sin Lula sea legítima. Pero si esto llega a ocurrir, sólo le quedará a la izquierda presentar un proyecto de transformación radical, un proyecto que vaya más allá de lo que consiguieron los 14 años de gobierno del PT. Un proyecto que enfrenta justamente los tres polos de poder artífices del golpe a través de una reforma política que reestructure el poder legislativo y judicial; que ponga foco en la tasación de grandes fortunas y en el enfrentamiento al sistema financiero; que combata el monopolio de las comunicaciones en la radiodifusión e internet y la ficticia guerra a las drogas, acabando con las policías militares y vaciando el poder de los traficantes (los que dominan el Congreso y los territorios periféricos). Un proyecto que sea de una inflexible defensa de la vida, y que permita de una vez por todas revertir el legado nefasto de la esclavitud en nuestro país.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/107447-la-memoria-apresada-el-futuro-ejecutado