Ese hombre severo leyó que la niña, al brotar del campo y tras de sí un joven, se debía casar. Ella, de doce años… a los trece fue madre para que, unos pocos más tarde, el hambre le arrancara dos de sus hijos. La niña-adolescente-mujer trabajaba mientras su marido iba muriendo de tuberculosis. Ese mismo […]
Ese hombre severo leyó que la niña, al brotar del campo y tras de sí un joven, se debía casar. Ella, de doce años… a los trece fue madre para que, unos pocos más tarde, el hambre le arrancara dos de sus hijos. La niña-adolescente-mujer trabajaba mientras su marido iba muriendo de tuberculosis. Ese mismo moribundo que le pegó un tiro en uno de los brazos porque la mujer «huía para cantar«. Y «cantar era buscar el camino / que va a dar en el sol», en los bailes de la vida, «con la ropa mojada, el alma / llena de tierra / todo artista tiene que ir a donde el pueblo está». Porque fue «a cambio de pan» que mucha gente buena comenzó a cantar… La mujer huía para cantar, y cantaba para huir. Porque «cantar era buscar el camino / que va a dar en el sol».
La andrajosa adolescente-mujer-madre fue ridiculizada por un famoso conductor de shows de cantantes. Así, peinada fuera de la convención, vestida de pobreza, la mujer que huía para cantar y cantaba para huir, contestó con el dolor de las entrañas a la lacerante pregunta «de qué planeta viene» y dijo «vengo del planeta hambre». Fue «a cambio de pan» que mucha gente buena comenzó a cantar…
Ese planeta que nunca la abandonó, y que -con más de setenta años- la llevó a interpretar de modo sublime la canción A Carne de los artistas Seu Jorge, Marcelo Yuca y Wilson Capellette. Así, «la carne más barata del mercado es la carne negra», esa que va graciosamente para la cárcel, que termina debajo del plástico, que engrosa el subempleo, y que se enfila para los hospitales psiquiátricos (en la licencia de la traducción), esa carne de lxs oprimidxs del mundo.
En esta mujer, diminuta y fuerte, tenaz-audaz, se mistura la tierra de nuestra América y la universalidad de la opresión (capitalista, patriarcal-machista, religioso-cultural). En una época en la que las mujeres han conquistado los espacios de la decisión sobre sus propios cuerpos que es la decisión sobre la vida propia en virtud de sus deseos (el amplio campo político de los deseos), esta mujer estuvo allí, para cantar (adelantada, desde el pasado iluminando este presente). Reina de reinas -como el pueblo la coronó- Elza Soares es una flor en esta primavera de las luchas por venir, para que no se diga que no hablamos de las flores cuando queremos conquistar la primavera. Para que no se diga que nos olvidamos de las flores que en sus retoños también vieron, en el mundo (deshumano-feroz, opresor), perder sus pimpollos… y por eso ele não/ele nunca…
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