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Una pequeña obra de teatro en homenaje a Eva Forest

La mula y el buey

Fuentes: Rebelión

A Eva Forest, coprotagonista e inspiradora de esta obrita, y de tantas otras cosas. In memoriam, in amorem, in bellum. El General está en su despacho, sentado tras su escritorio. Colgada de la pared, la foto de Benedicto XVI con tricornio. Llaman a la puerta. GENERAL Adelante. Entra el Escritor. GENERAL Pase, siéntese. El Escritor […]

A Eva Forest,

coprotagonista e inspiradora de esta obrita,

y de tantas otras cosas.

In memoriam, in amorem, in bellum.

El General está en su despacho, sentado tras su escritorio. Colgada de la pared, la foto de Benedicto XVI con tricornio. Llaman a la puerta.

GENERAL

Adelante.

Entra el Escritor.

GENERAL

Pase, siéntese.

El Escritor avanza un par de pasos, pero no se sienta.

ESCRITOR

¿Estoy detenido?

GENERAL

¿Detenido? ¿Acaso lo han esposado, lo han traído aquí por la fuerza, lo han obligado a venir a punta de pistola?

ESCRITOR

Un par de hombres uniformados y armados se han presentado en mi casa sin previo aviso y me han dicho: «Venga con nosotros».

GENERAL

Celebro que haya venido usted voluntariamente. Pero siéntese, por favor.

El Escritor se sienta frente al General, al otro lado de la mesa. ESCRITOR Usted dirá. El General le tiende un papel al Escritor, que lo mira con detenimiento. GENERAL ¿Conoce esa lista? ESCRITOR Sí, claro. Como usted sin duda ya sabe, pertenezco a la organización que la recopiló. GENERAL Y que la publicó. Ustedes hicieron y publicaron esa lista. ESCRITOR Ni una cosa ni otra, en realidad. Sería más exacto decir que la recopilamos y la reeditamos. GENERAL ¿Le importaría aclararme ese matiz? ESCRITOR Todos los nombres de los torturadores que aparecen en esta lista… GENERAL Supuestos torturadores. ESCRITOR No, general. Los aquí consignados son torturadores convictos. Los supuestos torturadores, los que a pesar de las denuncias ni siquiera llegan a sentarse en el banquillo de los acusados, son por lo menos diez veces más. GENERAL ¿Quién lo dice? ESCRITOR

Cientos de testimonios recogidos y comprobados cada año por diversas organizaciones nacionales e internacionales como…

GENERAL

¿Como esa «Asociación Contra la Tortura» a la que usted pertenece?

ESCRITOR

Como la Asociación Contra la Tortura, sí, a la que tengo el honor de pertenecer; y como Amnistía Internacional, o la ONU…

GENERAL

La ONU dice tantas tonterías…

ESCRITOR

Muchísimas; pero no suele mentir cuando denuncia a los gobiernos supuestamente democráticos. No necesita mentir, puesto que sus declaraciones a nada comprometen.

GENERAL

Vayamos al grano, por favor.

ESCRITOR

Bien, pues como le decía, general, todos los nombres de los torturadores que aparecen en esta lista fueron publicados primero en la prensa. Nosotros nos limitamos a recopilarlos. Una simple labor de corta y pega.

GENERAL

Una simple labor de corta y pega por la que se les puso una multa bastante considerable, ¿no es cierto?

ESCRITOR

Sesenta millones de pesetas. Diez millones por tener la lista, y cincuenta por colgarla en nuestra página web. Lo que significa que, por el mero hecho de guardar en una carpeta una serie de recortes de prensa, en la «España democrática» pueden caerte diez millones de multa.

GENERAL

Será que lo de cortar y pegar no siempre es una labor tan inocente.

ESCRITOR

O será que a algunos supuestos demócratas les molesta la verdad, incluso la mera información.

GENERAL

No es mi caso, se lo aseguro: a mí la información me interesa muchísimo. Precisamente por eso le he invitado a venir… Tengo entendido que están ampliando esa lista.

ESCRITOR

No sé de qué me habla.

GENERAL

Sí que lo sabe. Y la están ampliando no solo en longitud, sino también en anchura.

ESCRITOR

Ahora, además de no saber de qué me habla, no entiendo lo que me dice.

GENERAL

Sí que lo entiende, pero se lo «explicaré» de todos modos, para que sepa que lo sabemos: no están haciendo una mera lista de nombres y cargos, sino un auténtico fichero con todo tipo de datos profesionales y personales de los funcionarios que están en su punto de mira.

ESCRITOR

Nosotros no tenemos armas, general, y por lo tanto no tenemos punto de mira.

GENERAL

A veces, unos apuntan y otros disparan.

ESCRITOR

Los que tienen la voluntad y la capacidad de disparar, no necesitan que otros apunten por ellos.

GENERAL

Entonces, ¿por qué y para qué están confeccionando ese fichero?

ESCRITOR

Se lo repito: no sé de qué me habla.

El General coge un periódico que hay sobre la mesa y empieza a leer en voz alta.

GENERAL (lee)

» Como narrador, he de hacer a menudo el esfuerzo de ponerme en el lugar de personajes que poco o nada tienen que ver conmigo. Y más de una vez me he preguntado, en los últimos meses, cómo me sentiría si fuera un guardia civil honrado y con dos dedos de frente. Pues bien, si yo fuera un guardia civil honrado (y estoy seguro de que los hay) me sentiría muy mal… En la primera plana de un diario que se vende en los quioscos de todo el Estado español, se leía hace poco en grandes titulares: «Amaia Urizar denuncia que fue violada con un arma durante su arresto», y en el interior de dicho diario, a doble página, el estremecedor relato del ultraje enmarca una fotografía de la madre de la torturada leyendo públicamente su denuncia… Si yo fuera un guardia civil honrado y con dos dedos de frente, tendría que asumir que solo hay dos posibilidades: o el testimonio de Amaia es veraz, o es un montaje. Y, en consecuencia, no podría evitar preguntarme: «Si es verdad, ¿por qué no se castiga a los culpables de tan infame atropello? Y si es mentira, ¿por qué la Guardia Civil tolera tan tremenda acusación, de la que se desprendería que nuestro cuerpo alberga a los más repugnantes canallas, a los seres más envilecidos y cobardes que se pueda imaginar?»… Si yo fuera un guardia civil honrado y tuviera lo que hay que tener (es decir, dignidad y coraje), exigiría una investigación. Si descubriera que algunos de mis compañeros de cuerpo habían cometido realmente las atrocidades denunciadas por Amaia Urizar, los retaría a duelo, les partiría la cara con mis propias manos, no pararía hasta verlos en la cárcel. Porque, de ser ciertas las acusaciones de Amaia, esos canallas, además de cometer el más repugnante de los crímenes, habrían deshonrado mi uniforme, habrían pisoteado mi bandera y habrían escupido sobre la Constitución y sobre el Estado de derecho que hemos jurado defender. Y si, por el contrario, llegara a la conclusión de que todo había sido un montaje, exigiría que cayera sobre los calumniadores todo el peso de la ley. ¿Acaso podría publicar un diario de amplia difusión, en primera plana y a tres columnas, que, pongamos por caso, el presidente del Gobierno había violado a un jardinero de la Moncloa con una manguera? Pues bien, la mencionada acusación es aún más grave. Y no es la primera… Por lo tanto, si yo fuera un guardia civil honrado y con dos dedos de frente, llevaría mucho tiempo estupefacto e indignado. Me habría quedado de piedra al ver como Anika Gil denunciaba haber sufrido torturas y agresiones sexuales por parte de la Guardia Civil en un documental visto por millones de espectadores (La pelota vasca, de Julio Medem). Me habría estremecido ante artículos como El silencio de los lobos o La cobardía de los lobos, donde se plantean preguntas que, al haber quedado sin respuesta, ponen en entredicho el honor de la Benemérita… Y si yo fuera ministro del Interior o de Defensa y hubiese dicho recientemente que siento la mayor de las repugnancias ante la tortura, no podría cruzarme de brazos ante una denuncia como la de Amaia Urizar. Abriría inmediatamente una investigación rigurosa para depurar responsabilidades, en un sentido o en otro. Porque un ministro del Interior o de Defensa con un mínimo de dignidad y de respeto por su país y por su cargo, no puede ignorar un testimonio así, tanto si es cierto como si es falso. En el primer caso, tiene el inexcusable deber de castigar a los culpables con la mayor severidad; en el segundo, el de perseguir a los calumniadores con igual rigor. Porque decir que la Guardia Civil viola con pistolas a las detenidas equivale a decir que nuestra supuesta democracia es una farsa tan grotesca como la «democracia orgánica» de Franco, y que las estereotipadas sonrisas de nuestros gobernantes no son más que la tapadera de una cloaca hedionda… Y aunque no fuera ni guardia civil ni ministro, sino un simple ciudadano, me sentiría como una auténtica rata -una rata de esa cloaca en la que terroristas de uniforme torturan y violan impunemente– si no hiciera todo lo posible por arrancar esa tapadera de talantes y sonrisas, para mostrarles a los que no se enteran, o no quieren enterarse, en qué clase de «democracia» nos estamos revolcando. Como, además de ciudadano, soy escritor, me sentiría como una rata si no escribiera lo que estoy escribiendo y si no denunciara públicamente el silencio cómplice de tantos compañeros y compañeras de oficio». (Deja de leer y mira al Escritor). ¿Sabe ahora de qué le estoy hablando?

ESCRITOR

Sí, ahora sí. Y también sé que se ha dejado usted el final.

GENERAL

He leído el artículo completo. Su artículo.

ESCRITOR

Pero no ha leído la nota que viene a continuación: » Las y los abajo firmantes compartimos la indignación y la alarma expresadas en este artículo, y exigimos a la Dirección General de la Guardia Civil y al Ministerio del Interior que lleven a cabo una investigación rigurosa sobre los gravísimos hechos aquí denunciados». Y debajo hay una lista con un centenar de firmas de intelectuales y artistas. Me sorprende que no se haya fijado, general, teniendo en cuenta lo mucho que le interesan las listas.

GENERAL (lee)

Santiago Alba , Irene Amador , Javier Azpeitia , Gloria Berrocal, Constantino Bértolo , Tina Blanco , Quintín Cabrera , Blanca Calvo, Justo Carracedo, Alfons Cervera, Jordi Dauder , Iñaki Errazkin, Carlos Fernández Liria , Eva Forest, Iñaki Gil de San Vicente, Ricardo Gómez, Nahia González , Belén Gopegui , Juan Madrid , Ángeles Maestro , Antonio Maira, Javier Maqua , Andreu Martín , Juan Manuel Morales, Gonzalo Moure, Higinio Polo , Vicente Romano , Sara Rosenberg , Juan Ramón Sanz , Marta Sanz, Alfonso Sastre, Pascual Serrano, Manuel Taléns, Carlos Tena … Los de siempre.

ESCRITOR

Los de siempre y algunos más, general. En esa lista hay varios parlamentarios e importantes cargos públicos.

GENERAL

Lo sé. Tenemos fichas muy detalladas de todos ellos.

ESCRITOR

Con una foto de frente y otra de perfil, supongo.

GENERAL

Y con huellas dactilares, patrones de voz, ADN… Y además hemos intervenido sus teléfonos y sus correos electrónicos.

ESCRITOR

Ilegalmente.

GENERAL

¿Y qué?

ESCRITOR

Y nada. Luego por navidad cantan eso de «Viva el orden y la ley, viva la mula y el buey», y aquí no ha pasado nada. La mula sigue dando coces, y el manso buey sigue aguantando.

GENERAL

No es «la mula y el buey» sino «la patria y el rey». Y no lo cantamos solo por navidad.

ESCRITOR

Ah, creía que era un villancico. Por lo de la rima, ya sabe: ley, buey…

GENERAL

También rima con carey, grey, mamey… Pero esa rima consonante es secundaria. Lo importante es la rima conceptual entre «orden» y «ley». El orden y la ley son, en el fondo, una misma cosa. «Viva el orden y la ley» es en realidad un pleonasmo, una redundancia puramente enfática.

ESCRITOR

Acaba usted de admitir que hacen cosas ilegales, o sea, que se saltan las leyes.

GENERAL

Las leyes, pero no la ley.

ESCRITOR

¿Le importaría aclararme esa sutileza?

GENERAL

Se lo acabo de decir: la ley y el orden son una misma cosa; por lo tanto, la primera regla, que hay que anteponer a todas las demás, es mantener el orden.

ESCRITOR

¿A cualquier precio?

GENERAL

A cualquier precio. Ya lo dijo Goethe: «Prefiero la injusticia al desorden».

ESCRITOR

La bolsa o la vida…

GENERAL

¿Cómo ha dicho? ¿No pretenderá atracarme, aquí, en mi propio despacho…?

ESCRITOR

«La bolsa o la vida» es una falsa elección, puesto que entregando la vida no se salva la bolsa. En realidad, la propuesta del atracador, y la elección del atracado, es: «La bolsa solo, o la bolsa y la vida». .. Los que, siguiendo al nefasto Goethe, prefieren la injusticia al desorden, una de dos: o son los beneficiarios directos de la injusticia (como el privilegiado Goethe), o no se han dado cuenta de que es una elección tan falsa como «la bolsa o la vida». Porque la injusticia es el peor de los desórdenes, el desorden premeditado y alevoso que –con cinismo o hipocresía, según los casos– trastoca deliberadamente el pacto de solidaridad y respeto que hace posible la convivencia pacífica y libre, el único orden deseable… La injusticia le impone a la sociedad toda, no solo a quienes la sufren directamente, una insoportable carga de desorden concentrado, de desorden «ordenado» (es decir, derivado de una orden), un desorden mucho más nocivo que cualquier otro, porque no revuelve, sino que desestructura. Para tapar las grietas de la fachada, la injusticia socava los cimientos del edificio social. Y de todas las injusticias cometidas en nombre del orden, ninguna tan abyecta, tan repulsiva y tan desestructurante como la tortura.

GENERAL

¿Se da cuenta de que ha llamado «nefasto» nada menos que a Goethe, una de las cimas de la literatura universal?

ESCRITOR

Sí. Y también lo he llamado «privilegiado». Los que se aferran a sus privilegios e intentan justificarlos por todos los medios, como muchos escritores y artistas, cuanto más cultos e inteligentes, más nefastos. Por eso es tan importante que un centenar de intelectuales hayan firmado esa nota.

GENERAL

Un centenar de amargados frente a millones de personas que confían ciegamente en las fuerzas del orden. ¿Realmente se creen tan importantes? ¿Qué esperan conseguir con sus proclamas?

ESCRITOR

Que la confianza de la gente no sea tan ciega. Que se hagan algunas preguntas, de vez en cuando. Que los propios agentes de la ley se hagan algunas preguntas… Estoy seguro de que ese artículo habrá inquietado a alguno de sus hombres, general.

GENERAL

Sé cómo tranquilizarlos.

El escritor se levanta y coge el periódico.

ESCRITOR

Estoy seguro de que algún joven oficial se le habrá acercado con este periódico en la mano y le habrá dicho: «Disculpe, mi general, ¿ha leído usted este artículo?».

GENERAL

Sí, teniente, lo he leído.

ESCRITOR

¿Y no vamos a hacer nada, señor?

GENERAL

¿Qué cree usted que deberíamos hacer, teniente?

ESCRITOR

Perseguir a quienes nos insultan, señor.

GENERAL

¿Se refiere al autor del artículo, a los firmantes de la nota…?

ESCRITOR

Me refiero, sobre todo, a quienes nos acusan de torturas y vejaciones sexuales, señor. En eso el artículo tiene razón: no podemos dejar esas calumnias sin respuesta.

GENERAL

Tampoco podemos darles más publicidad, teniente.

ESCRITOR

Pero, señor, el honor del cuerpo…

GENERAL

El honor, teniente, es una cuestión de audiencia, y sería un craso error facilitarle al enemigo el acceso a los medios de comunicación; no hay que dar difusión a sus argumentos, sobre todo cuando son difíciles de rebatir. Vivimos en democracia, teniente; eso significa que mientras la mitad de los españoles más uno piensen que somos honorables, seremos honorables.

ESCRITOR

Pero, señor…

GENERAL

Se lo diré de otro modo, teniente: cuanto más se remueve la mierda, peor huele.

ESCRITOR

Pero, señor, no se trata de remover… la mierda, sino de proclamar la verdad.

GENERAL (tras una pausa)

Teniente, voy a decirle algo que no le va a gustar, y no hace falta que le aclare que espero de usted la máxima discreción, incluso entre sus compañeros… Por desgracia, esas acusaciones no son del todo infundadas.

ESCRITOR

¿Quiere decir, señor, que algunas detenidas realmente han sido maltratadas y sometidas a vejaciones sexuales por… por nuestros…?

GENERAL

Claro que no, teniente, claro que no. Pero ya sabe lo estresantes que son los interrogatorios de esos terroristas y de las personas de su entorno. Algunos de nuestros hombres, después de muchas horas de tensión, sin dormir, sin comer caliente, a veces pierden los nervios. Y hay indicios de que en los dos casos mencionados en ese artículo se… propasaron. A una de las detenidas le levantaron la voz, e incluso la llamaron… «tonta del culo».

ESCRITOR

¿Tonta del culo, señor?

GENERAL

Sí, teniente. Ya sé que es inadmisible, pero no somos de piedra. Y lo peor es que a la otra detenida, la tal Amaia, parece ser que llegaron a apoyarle una mano en un hombro y a zarandearla durante varios segundos.

ESCRITOR

Es lamentable, señor, y ojalá no vuelva a suceder; pero no creo que el hecho de que un par de compañeros se hayan propasado ligeramente nos impida responder a las intolerables calumnias que han lanzado contra nosotros.

GENERAL

Piense en un posible juicio, teniente. Imagínese a uno de esos malignos abogados que defienden a los terroristas, acosando con sus insidiosas preguntas al pobre oficial que, en un momento de desesperación, zarandeó a Amaia: «¿Es o no cierto que le apoyó usted la mano en el hombro a la detenida?». El oficial, un hombre de honor que ha jurado decir la verdad, es incapaz de negarlo, e inmediatamente nuestros enemigos, que están por todas partes, se abalanzan como buitres sobre la carnaza: «Si han reconocido que le han tocado el hombro, qué no habrán hecho en realidad; seguro que lo de la pistola en la vagina es cierto…», etcétera, etcétera, etcétera. ¿Se da cuenta, teniente? No vamos a hacerles el juego a esos terroristas. No vamos a levantar la liebre.

ESCRITOR

Pero, señor, de todos modos la liebre ya está levantada.

GENERAL

¿Se refiere a esa proclama, teniente?

ESCRITOR

La firman algunas personas muy conocidas, señor.

GENERAL

¿Ah, sí? ¿Como quién?

ESCRITOR

Como Alfonso Sastre, señor. Es un famoso dramaturgo.

GENERAL

Sí, muy famoso, sobre todo por sus coqueteos con los terroristas, igual que su mujer, Eva Forest… ¿Sabía que los dos han pasado por la cárcel? La gente de bien no escucha a esa clase de «famosos», teniente.

ESCRITOR

También está Juan Madrid, señor. Hizo una serie de televisión sobre la policía que no estaba nada mal; yo nunca me la perdía.

GENERAL

Ah, sí, «Brigada central», la recuerdo bien. Una buena serie… Pero últimamente ese Juan Madrid va mucho a Cuba; si saca los pies del tiesto, diremos que sigue consignas del régimen castrista… ¿Quién más, teniente?

ESCRITOR

A los demás no los identifico, señor; pero algunos nombres me suenan mucho.

GENERAL

Pues cada vez le sonarán menos, porque esos «intelectuales» cada vez van a tener más dificultades para publicar, para cantar, para salir en los medios…

ESCRITOR

Pero puesto que piden una explicación, señor, ¿no sería oportuno hablar con ellos, intentar… tranquilizarlos?

GENERAL

Por supuesto, teniente, y estamos en ello. Hoy mismo vamos a tranquilizar al autor de ese artículo. Y de paso le preguntaremos por cierta lista…