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Cronopiando

La música y los bebés

Fuentes: Rebelión

(Texto extraído del libro de Koldo «Diario de Itxaso»)

Sólo con que apelen a la memoria es posible que recuerden haber visto, y hasta es posible que leído, muchas publicaciones sobre la nutrición en los primeros meses de vida de un bebé, sobre qué clase de ropa es más recomendable y cuándo y en qué orden debemos ser vacunados, pero nada en relación a la música, entre otras áreas, igualmente importantes, a las que nunca se refieren esas guías sobre la infancia o esos ilustrados y caros diccionarios que aseguran saberlo y contarlo todo sobre nuestra vida. Subestiman la música y, lo que es peor, nos subestiman a nosotros y nosotras.

 
Para nadie es un secreto la positiva influencia que ejerce cierta clase de música entre la gente. También sobre los animales y las plantas.
Estudios publicados a los que, no obstante mi corta edad, he tenido acceso, y no voy a decir cómo, aseguran la conveniencia de que los enfermos de reumatismo escuchen música clásica. Eso era al menos lo que decía el científico austriaco Guenther Bernartzky, así como los muchos reumáticos que, aún cuando no mejoraron sus dolencias, al menos disfrutaron de una inolvidable terapia.
El médico Petrus Van Swieten, ya en 1773, insistía en las bondades de la música clásica para combatir la «gota», y otros especialistas han puesto como ejemplo la música barroca para enfrentar el estrés, el miedo o el dolor.
Hasta se ha llegado a afirmar que no hay mejor medicina para paliar los efectos del Parkinson que la Marcha de Radetzky de Johann Strauss.
En ese mismo orden, otros estudios han demostrado que las vacas ordeñadas a los acordes de la música de Mozart daban más leche que las que, simplemente, debían escuchar los gritos e insultos del ganadero. Y no dudo que si las gallinas tuvieran en las granjas hilo musical para escuchar a Chopin, Beethoven o Bach, no sólo pondrían más huevos sino que serían de dos yemas.
 
La música clásica, entre otras que iré detallando, es un elemento primordial en la consolidación de nuestra estructura cerebral o, lo que es lo mismo, uno de los factores que más contribuye a potenciarnos como seres humanos. Y no estoy, simplemente, hablando por lo que ha sido mi experiencia de vida en el día de ayer, que bien podría hacerlo, sino por el acierto que tuvieron mis padres al ponerme en contacto con los clásicos durante los meses de gestación. Y nótese que es el segundo reconocimiento que hago a mis padres y no para censurarlos.
A la música clásica debo inolvidables momentos vividos durante aquellas noches en Santo Domingo, con mis padres en la cama y disfrutando el Cannon de Pachelbel; momentos inolvidables, incluso, a pesar de que, abruptamente, se fuera la luz en el Paraíso y otro concierto, de plantas eléctricas y maldiciones, silenciara al musical.
Apagones al margen, la música clásica es un indispensable requisito para el buen dormir y el mejor soñar. En consecuencia, la garantía de un reparador descanso.
La música clásica es, también, una perfecta compañía durante la lactancia, el complemento ideal para los senos. Tampoco está de más acompañar los ratos de higiene y vestuario con más música clásica, obviamente, variando los autores y los estilos, así como recurrir a ella en la limpieza de unas heces fecales que, en mi caso, debido a la terapia, muestran un mejor color y aroma.
 
Tanto durante el periodo prenatal como en los primeros tres meses de vida, la música clásica es una de las más útiles herramientas que vamos a tener para «organizar» nuestro pensamiento y para que éste resulte sensible, armónico, y juicioso. La criticidad resultante se ocupará del resto.
A partir de los tres meses es que debemos introducir otros géneros musicales, cuidadosamente seleccionados y de manera gradual. (Ver cuadro 1)
 
 
 
 
CUADRO 1: GENEROS MUSICALES Y EDADES
 
-Periodo Prenatal y primeros 3 meses: Clásica. (*)
 
-De los 3 a los 6 meses: Exposición gradual a músicas
autóctonas o folclóricas, con especial
atención a la música del lugar(*)
 
-De los 6 a los 12 meses: Paulatina integración a la dieta
musical de estilos contemporáneos, tales
como jazz, beat, rock, soul y otros.
 
-De los 12 a los 36 meses: Incorporación de los estilos
musicales restantes, preservando la salud
mental de los bebés de las epidemias
tóxicas puestas en solfa. (Ver cuadros 2 y
3)
 
-De los 36 meses a los 18 años: Refuerzo programado,
en función de las horas, ambientes y actividades,
de todos los géneros citados, y examen de apertura
a nuevas composiciones y estilos.
 
 
(*) La música clásica, que deberá variarse en relación a estilos y autores, se mantendrá durante toda la vida, incluyendo el día del entierro (Réquien de Mozart) o la cremación (Sinfonía del Nuevo Mundo-Dvorak)
 
(*) En lugares como República Dominicana, la música autóctona (merengue y bachata) debe mantenerse lejos del alcance de los niños todo lo que se pueda, de manera que no vayan prematuramente a padecer frecuentes otitis e, incluso, sordera crónica. Evitando la exposición de los bebés a estos peligrosos virus solfeados, preservamos también en mejor estado sus neuronas.
 
 
 
 
CUADRO 2: PELIGROS SONOROS PARA LA INFANCIA __________________________________________________________
 
 
Fuentes que gozan de mi absoluto crédito, no obstante basarse en investigaciones de especialistas que prefirieron mantener en reserva su identidad, coinciden en señalar el peligro de exponer a una criatura durante la gestación y primeros 12 años de vida, a ciertas composiciones que, si bien es cierto pueden aparecer en cualquier estilo musical, son corrientes en las llamadas baladas. También suelen aparecer, con harta frecuencia, en la llamada «canción española» y en expresiones musicales tan distantes como «hevy-metal», «metálika» y «funky», por citar algunas.
 
Esas exhaustivas investigaciones de prestigiosas universidades que, prefiero no citar, han demostrado como 9 de cada 10 bebés expuestos a composiciones de José Luis Perales y Rocío Jurado, por citar dos casos, han tenido infancias turbulentas, caracterizadas por hondas depresiones, paranoias diversas y repetidos accesos de tos y vómitos. El décimo era sordo.
Y otros investigadores que desarrollaron valiosos experimentos con insectos, llegaron a parecidas conclusiones demostrando que el 80 por ciento de las moscas expuestas a radiaciones solfeadas de Bustamante, David Bisbal y Ricardo Montaner, se suicidaron en masa, estrellándose contra puertas y paredes. El 20 por ciento restante logró huir.
Pensar que los bebés expuestos a las solfainfecciones citadas puedan correr la misma suerte es, probablemente, un juicio prematuro, acaso aventurado pero, en la atención sanitaria a los bebés debe, sobre todo, privilegiarse la medicina preventiva y, por ello, la necesidad de que, antes de que aparezca la sonora infección, ya se hayan tomado los correctivos de lugar.
 
 
 
 
CUADRO 3: COMO PREVENIR LA SOLFAINFECCION EN LOS BEBES
 
 
1.- Mantenga la radio y la televisión siempre apagadas para no verse sorprendida en su buena fe con repentinas emisiones solfainfecciosas que enfermen a su bebé.
 
2.- Así tenga la radio sintonizada al mínimo volumen posible, absténgase de pasar cerca del aparato no vaya a ser que a alguno de los cantantes citados se le escape una nota y le caiga a su bebé en el oído. Es recomendable, para evitar riesgos, atender la primera opción y desenchufar cualquier aparato del que no tengamos absoluto control de su emisión.
 
3.- No permita que su bebé quedé a cargo de una pariente o vecina, en otra vivienda que no sea la suya, durante los horarios de emisión al público de festivales, galas y otras ruinas televisivas.
 
4.- Facilite a su bebé religiosamente los antivirus musicales que le permitan sobrevivir a los embates de las ondas bodrianas, con una bien condimentada ración de clásicos y músicos de calidad en general.
 
 
 
RECETA MUSICAL PARA DORMIR A UN BEBE
 
Para dormir a un bebé, aspecto al que me referiré más adelante, es preciso tener en cuenta diversos factores, como la luz, la temperatura o el ambiente. También la música, especialmente en los primeros 12 meses de vida.
La presente receta, sólo es una sugerencia que usted deberá sazonar como mejor le plazca. Yo me limito a darle los condimentos y usted sabrá que hacer con ellos. Recuerde, en cualquier caso, que la diferencia entre tener un hijo o un idiota, depende en buena medida de usted. Otras muchas personas, entre familiares, maestros y superhéroes televisivos van a querer, también, contribuir con la idiotización de su hijo. No se sume a la campaña. Trate de ayudarlo. No lo exponga a musicales bazofias que, primero corroerán su cerebro, y después el resto de sus órganos.
 
Para que no alegue ignorancia, aquí le suministro un amplio catálogo de composiciones y autores, idónea compañía para procurar y acompañar el sueño de su bebé.
-La cantante irlandesa Enya, tiene, por ejemplo, entre otras joyas, dos composiciones sublimes para acompañar esa transición de la realidad a lo onírico:

«How can i sep from singing?» y «Marble Halls».

-De Louis Amstrong yo nunca dejaría de oír en la cuna una pieza exquisita llamada «St. James Infermery», y mejor la versión de estudio que cualquier otra en directo.
-Del grupo vasco Haizea, desaparecido como grupo del escenario musical, rescato, y habría más, una composición entrañable: «Loa, loa».
De John Lennon, «Imagine».
-De Silvio Rodríguez, entre otras muchas, «La Gota de Rocío».
-De Lluis Llach no me resigno a prescindir de «Laura».
-De Don MacLean, un tema que, creo, se llama «Store, store night».
-De Bob Dylan, «Desolation rown» «Ley, lady ley» «Blowing in the wind»
-De Cat Stevens, «Morning has broken»
-De Rolling Stones, un viejo tema llamado «Asther go bye» y «Angie»
-De The Beatles, «Because» y «Something» de «Abbey Road»; «Blackbird», «Honey Pie» y «Julia» de su disco blanco, «For no one» de Revolver, «Girl» de Rubber Soul, y «And i love her» y «Hill there was you».
-De George Harrison, sugiero el tema «Isn`t it a pity».
-De George Moustaki, «El Extranjero».
-Entre los clásicos existen cientos de soberbias muestras entre las que me permito sugerir el «Cannon» de Pachelbel y la sonata al Claro de Luna de Beethoven.
-De la República Dominicana, junto a algunas composiciones de cantantes que recomiendo encarecidamente, como Sonia Silvestre, J.L.Guerra, Víctor-Víctor, Patricia Pereyra o Manuel Jiménez, propongo una pieza que es mi debilidad: «Hombe» de Luis Díaz.
El tema de la película francesa «Los niños del Coro» es también oportunísima, tanto para el buen dormir como para el mejor despertar.
Y entre Los Panchos y Edy Gorme, Lorena McKennitt, Cesarea Evora, Zitarrosa, Mikel Laboa, Oskorri, Simon y Garfunkel, o Peter, Paul and Mery, o Milanés, Pink Floyd, Jack Brel, Chico Buharque, Mercedes Sosa, Serrat, van a aparecer notables composiciones, adecuadas a la labor que se propone.
 
 
 
ARTILUGIOS SONOROS
 
Los artilugios sonoros, en cualquiera de sus formas, son parte del amplio catálogo de regalos que se nos hacen.
Y aprovecho el tema para llamar la atención sobre la absoluta carencia de estudios en relación a los efectos de estos artefactos en los bebés, no obstante los muchos casos de malformaciones auditivas y trastornos cerebrales registrados como consecuencia de semejantes exposiciones.
Desgraciadamente, los mismos padres conscientes de la importancia de hervir el agua para evitar la presencia de bacterias; que se preocupan por la calidad e higiene de los alimentos que dan a sus bebés, no tienen, sin embargo, el menor cuidado en exponerlos a los gérmenes que arrastran los molestos pitidos, los sonidos desagradables, los ruidos en general.
Aunque cada día es mayor el número de artilugios destinados a los bebés que salen al mercado, los más comunes siguen siendo las tradicionales cajitas de música, los clásicos sonajeros, las postales musicales, ahora también por Internet, y las muñecas o peluches que cantan y pitan.
 
 
 
1-Las Cajitas de Música
Se dice que las cajitas de música son originarias del pueblo suizo de Sainte Croix y que tienen más de dos siglos de existencia. Desde que la primera fue creada, muchas son las que, desde entonces, se han construido en toda clase de materiales, incluyendo las maderas y las piedras preciosas. Aunque en un primer momento su invención no estaba destinada a servir como distracción a los niños, con la aparición del fonógrafo, la cajita de música fue desapareciendo como regalo típico de enamorados u homenaje a la madre, limitando su función a la que hoy le conocemos.
Al margen de estos datos, la virtud o el pecado de una cajita de música va a depender tanto de la selección de la pieza musical como de la calidad de la grabación y del mecanismo de cuerda, sin desdeñar las características de la cajita y su posible belleza y gracia.
Acertar o equivocarse en la elección de una pieza musical adecuada es determinante para el éxito o el fracaso de la cajita de música. Poco importaría la excelencia de la grabación si la selección de la melodía no fuera la más adecuada. Una cajita de música que arrulle nuestros sueños o acompañe nuestros amaneceres con la llamada «canción del verano», de cualquier verano, puede constituirse en la primera fuente de disturbios en la vida de un bebé, alterando su tiempo de sueño, sus horas de lactancia, modificando su humor e, incluso, generando frecuentes cefaleas y desórdenes intestinales. El regalo que para un adulto pudo constituir una gracia, para un bebé se convierte en una insoportable maldición a la que lo condenamos varias veces al día y con las consecuencias que es lógico prever: desarreglos durante el crecimiento, alteraciones sensoriales, retraso en el aprendizaje, y graves problemas con los estudios.
Muy al contrario, hay delicadísimas piezas clásicas que hacen nuestras delicias, aportando su necesaria serenidad y brillo a puntuales momentos del día y que, sin embargo, reducen su eficacia, si no están sostenidas en grabaciones de calidad y en un mecanismo de cuerda adecuado.
De ahí la importancia de calibrar correctamente la elección de la cajita de música que vayan a regalar a un bebé. Ese sonido acampanillado y discreto, reiterado en sus noches y en sus días, será la primera referencia musical que, muchos años después, le permita reencontrarse con sus padres, el medio a través del cual desplazar su memoria hasta dar con ellos, la más hermosa forma de retroceder en el tiempo, y por ello es vital no equivocarse.
Recuerden siempre que, en relación a los bebés, ninguna decisión es intrascendente y que, de su mayor o menor acierto dependerá, más tarde, que tenga un hijo o un gilipollas.
 
 
2-Los Sonajeros
El primer sonajero del que se tiene conocimiento era una calabaza seca rellena de semillas que se utilizaba para ahuyentar a los malos espíritus. Con ese fin se agitaba frente a los recién nacidos o, más tarde, en caso de enfermedad del bebé.
En los pueblos próximos al mar, los sonajeros se construían con conchas de moluscos rellenas de piedrecillas, y en zonas montañosas con piñones y semillas. El medio natural se ha ocupado siempre de aportar los materiales y las formas.
Fueron los egipcios los que, 1360 años antes de Cristo, popularizaron los sonajeros, construidos de madera o arcilla y rellenos de semillas y granos, al usarlos, también, como objetos de diversión que se ponía en las manos inocentes de los niños y que, probablemente, mucho tuvo que ver con los altos porcentajes de niños egipcios tuertos, no obstante las precauciones que tomaban los fabricantes. Por otra parte, en relación a la presunta eficacia didáctica del sonajero, de justicia es reconocer que nunca ha llegado a nosotros noticias de egipcio alguno que despuntara en la música.
En tumbas infantiles egipcias era frecuente encontrar sonajeros en forma de ave, siempre desprovistas de pico y patas para limitar el número de lesiones en los bebés; de cerdo, cuyas orejas, por las mismas razones, aparecían pagadas a la cabeza; y de oso, naturalmente sin uñas. Aparecían cubiertos con seda protectora y pintados de azul celeste, color mágico para ese pueblo.
Todavía hoy, en muchos pueblos de Africa se fabrican sonajeros con vainas vegetales secas y se usan, como antes, para producir sonidos, asustar a los demonios y divertir a los niños.
No obstante su antigüedad y aunque hay versiones encontradas con respecto a su eficacia, los sonajeros son una de las primeras desgracias sonoras con que se nos violenta, especialmente, por el abusivo uso que se hace de los mismos. Ese cosquilleo repentino de granitos de arroz o piedrecillas de un sonajero, típico sonido de la mayoría, en una o dos ocasiones puede resultar, incluso, grato, siquiera ameno. Más aún si se hace sonar con discreta gracia, con cierto sentido del ritmo. Lamentablemente, la mayoría de los padres e intrusos suelen hacerlos sonar de manera persistente y sin ningún musical atributo.
Las consecuencias a estas exposiciones suelen darse a corto y largo plazo. En lo inmediato provocan en el bebé un irritante estado de desasosiego, sin saber nunca cuando volverá a sonar el artilugio o cesará por fin su ruido, y que da paso al inconsolable llanto. Este suele ser el momento elegido por el instrumentista para hacer sonar con más fuerza el sonajero, en el entendido de que eso es, precisamente, lo que está demandando el llanto del bebé.
A largo plazo, está demostrado que los bebés expuestos frecuentemente al ruido de los sonajeros, experimentan rápidamente una fuerte adicción a tocar las maracas, las propias y las ajenas, con nefastos resultados.
 
 
3-Las Postales Musicales
De reciente aparición, las postales musicales son una de las más brutales expresiones sonoras con que, consciente o inconscientemente, se agrede a los bebés.
Con independencia de la música elegida, la pésima calidad del sonido convierte a estas postales en una intolerable provocación, responsable de buena parte de las otitis prematuras que afectan a los recién nacidos, entre otras graves dolencias gastrointestinales.
Estudios comparativos efectuados en bebés han demostrado que los recién nacidos sometidos a radiaciones sonoras provenientes de postales musicales, tosen con más frecuencia, generan más babas y padecen constantes diarreas.
Y no otra cosa puede decirse de las patéticas tarjetas electrónicas.
 
 
4-Muñecas y Peluches
Para la salud mental y física de los bebés, tan peligrosas como las postales musicales son las muñecas y muñecos que cantan y los peluches que pitan.
Además, el que dependan para que suenen de que se les presione la barriguita, suele ser causa en el bebé de graves equivocaciones cuando tiene un hermano o hermanita, o cuando hay un animal en la casa.
 
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