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Comerciando para salir de la crisis financiera

La necesidad de reforma de la OMC

Fuentes: Argenpress

En el contexto de la profundización de la crisis global que está empujando a millones de mujeres, niños y hombres hacia la pobreza en los países en vías de desarrollo, el desarrollo debería ser la pieza central para la reforma de la arquitectura financiera. La presión para llegar a un acuerdo en la Organización Mundial […]

En el contexto de la profundización de la crisis global que está empujando a millones de mujeres, niños y hombres hacia la pobreza en los países en vías de desarrollo, el desarrollo debería ser la pieza central para la reforma de la arquitectura financiera. La presión para llegar a un acuerdo en la Organización Mundial del Comercio sobre actuales propuestas en Génova seria contra productivos. Este número de Resumen Político ofrece cinco medidas hacia la reforma del comercio global que permitirá el desarrollo económico y estimulara la demanda global durante la crisis.

Muchos países en desarrollo han consumido sus escasos recursos para desarrollar su capital humano y capacidad tecnológica en los sectores de manufactura, servicios, y agricultura de sus economías domesticas. En el inicio de la presente crisis, masivas devaluaciones de sus monedas, así como la perdida de crédito, pueden eliminar firmas domesticas y colocar a la real economía en una situación crítica. Sin atención, estas pérdidas pueden ser irreversibles porque las empresas nacionales son frecuentemente reemplazadas o absorbidas por empresas extranjeras o «shocks» de importaciones. Perder tales firmas no solamente causa despidos de trabajadores, también representa un atraso de largo plazo para el desarrollo dinámico.

Garantizar que años de política de desarrollo no sean absorbidos por el capital extranjero durante los momentos difíciles es una de las prioridades más importantes en el mundo en desarrollo a raíz de la crisis. Algunos países en desarrollo están equipados con las reservas y los fondos de estabilización que se puede utilizar para garantizar que la economía nacional no se convierta en una economía hueca y vacía. Muchos otros tienen peligrosos y altos déficit presupuestales y de balanza corriente que hacen imposible la preservación y recuperación.

La Organización Mundial del Comercio, OMC, provee algunas herramientas que ayudan a facilitar el proceso. Bajo las reglas actuales de la OMC las naciones pueden establecer control de capitales, usar mecanismos de protección cuando encaran injustificados flujos de importación e inversión, subsidiar con crédito a las firmas nacionales, y estimular la economía domestica a través de programas de gasto del gobierno.

Apurarse a un nuevo tratado con la OMC puede despojar a muchos países en desarrollo de estas herramientas, y dejarlos con poca ganancia. Muchas de las propuestas que están siendo discutidas en Génova acabarían con dar al capital privado mayor libertad de las regulaciones del gobierno. En su lugar, lo que se necesita para navegar la presente crisis es precisamente más regulaciones cuidadosas.

En Julio del 2008, los países ricos presionaron a los pobres para que reduzcan drásticamente las tarifas impuestas a las manufacturas y agricultura y virtualmente eliminar el uso de mecanismos de protección que pudieran suspender tales recortes durante una crisis. De acuerdo a las Naciones Unidas, tales cortes le costarían al mundo en desarrollo aproximadamente $63,000 millones de dólares en pérdidas de entradas al gobierno. Las ganancias por concepto de tarifas comprende más del 20% del presupuesto gubernamental en muchos países en desarrollo, presupuestos que ahora están siendo ajustados para encarar la crisis.

Paralelamente a estos costos, las ganancias proyectadas de los acuerdos obtenidos en la OMC en la ronda de Doha fueron limitadas a lo mucho. Estudios por el Banco Mundial y otras instituciones han estimado los beneficios para el mundo en desarrollo que podrían ser calificados como insignificantes. Bajo los modelos de proyección similares a los de Doha del Banco Mundial, las ganancias globales para 2015 serian solamente $96,000 millones, con solamente $16,000 millones destinados al mundo en desarrollo. Los beneficios de los países en desarrollo son 0.16% del PBI. En términos per cápita, el monto seria $3.13 por año, o menos de un centavo de dólar por día por persona para aquellos que viven en países en desarrollo.1

Los elementos del acuerdo de la OMC han estado vigentes por mucho tiempo: modestos cortes en las tarifas y subsidios en la agricultura por parte de los países desarrollados a cambio de modestos cortes en las barreras para el sector manufacturero y servicios en los países en desarrollo.2 La negativa de los países desarrollados de otorgar a las naciones pobres suficiente excepciones para tales cortes para así poder tener el espacio político para construir industrias nacionales competitivas y proteger sus economías de una injusta y desigual competencia es finalmente lo que arruino las negociaciones.

Ciertamente, uno de los acuerdos que ocasiono este colapso en las conversaciones de Julio fue la demanda de los países en desarrollo por «un mecanismo especial de protección», el derecho de los gobiernos de los países en desarrollo para incrementar las tarifas en el caso de un repentino evento o un considerable incremento de las importaciones que amenacen causar daño a los productores domésticos. La medida es exactamente el tipo de espacio político que los países pobres han buscado de la llamada ronda del desarrollo. Los negociadores de los EE.UU. rehusaron estas medidas, e India, apoyada por un número grande de países en desarrollo, abandonaron la mesa de negociaciones.3

Camino hacia delante

El principio organizador que se necesita para revivir las negociaciones del comercio global es el reconocimiento que la economía mundial está formada por naciones con una amplia diferenciación en los niveles de desarrollo. Los países en desarrollo necesitan el espacio político para retener, adaptar y evolucionar los tipos de medidas gubernamentales que han trabajado para el desarrollo del oeste y de otros países en desarrollo.

Cualquier negociación que dice tomar seriamente el desarrollo debe reconocer estas asimetrías fundamentales y hacerles frente. Para reiniciar las negociaciones sobre una fundación en pro del desarrollo, espacio político debería ser garantizado en cinco áreas:

Primero, las naciones deberían preservar el espacio bajo la presente ley de la OMC para establecer controles sobre el capital, usar mecanismos de protección cuando encare masivas importaciones o inversiones, subsidiar el crédito para firmas nacionales, y estimular la economía domestica a través de programas de gasto del gobierno.

En Segundo lugar, las naciones en desarrollo necesitan ser parte de una coordinada respuesta global a la crisis. Por lo menos $1 trillón de capital nuevo necesita ser inyectado en el mundo en desarrollo para preservar sus monedas, para coordinar paquetes de estimulo, y cubrir los costos de ajustes tales como perdida por tarifas y reentrenamiento laboral en los sectores donde las tarifas han sido cortadas. Los Mecanismos de Integración Comercial del FMI y El Proveedor de Liquidez a Corto Plazo pueden ayudar. Sin embargo, el FMI tendrá que duplicar su presupuesto a través de la emisión de más derechos especiales de giro.

En tercer lugar, en la agricultura, los Estados Unidos y Europa deben ponerse de acuerdo para respetar las normas de la OMC que han encontrado que sus subsidios al algodón y azúcar es una violación de las normas comerciales existentes que prohíben la exportación de productos a precios subsidiados. Esto daría un impulso concreto a los agricultores en el África occidental y América Latina y enviar una fuerte señal a los países en desarrollo que los países desarrollados están dispuestos a honrar las normas de la OMC.

Lo que es más, la OMC debería tomar en serio las propuestas hechas por muchas naciones africanas para controlar los mercados mundiales de productos básicos altamente concentrados, y dominados por los agros negocios que absorben la mayor parte del valor de estas importantes cadenas. Las naciones ricas también deben conceder amplios derechos a los países más pobres para eximir a los productos básicos de sus economías locales como el maíz, el arroz y el trigo – los llamados «productos especiales»-de las reducciones arancelarias, y permitirles aumentar las tarifas cuando hay aumentos de las importaciones-el «mecanismo especial de protección» que los EE.UU. no estuvo de acuerdo en julio.

En cuarto lugar, para la manufactura, el viejo principio de la OMC «un trato especial y diferenciado» debería ser re-consagrado para las naciones más pobres. Los países desarrollados deben revertir las leyes de patentes que impiden a las naciones más pobres la fabricación de medicamentos genéricos más baratos y permitir una política industrial selectiva para que los gobiernos puedan diversificar sus economías. Lo que funcionó para los EE.UU., China y Corea del Sur no debe ser prohibido por la OMC.

Por último, debe haber una moratoria en los acuerdos Norte-Sur del comercio preferencial. Estos acuerdos explotan la naturaleza asimétrica del poder de negociación entre los países desarrollados y las naciones en desarrollo, no permiten el desarrollo comercial de naciones que tienen verdaderas ventajas comparativas y reducen la capacidad de los países en desarrollo a implementar políticas efectivas para el desarrollo.

Según las estadísticas del comercio de las Naciones Unidas, en 2006 el 58% de todo el comercio de la UE, Japón y los EE.UU. estaba destinado desde o con destino al mundo en desarrollo. Conceder a los países en desarrollo el espacio político para un crecimiento equitativo será la clave para estimular la demanda mundial y ha conducirnos fuera de la crisis.

Notas

Nueva investigación por el Carnegie Endowment for International Peace usando similares modelos colocaron las ganancias potenciales de los países en desarrollo a $21,500 millones. Ver Sandra Polaski, » Winners and Losers: Impact of the Doha Round on Developing Countries » (Washington, DC: Carnegie Endowment for International Peace , 2006), Illustration 3.1-3.8.
Específicamente, los EE.UU. y otros países desarrollados hubieran cortado las tarifas aplicadas a la agricultura de 15% en promedio a 11%. En la agricultura, los EE.UU. ofrecieron cortar sus subsidios que distorsionaban el comercio a $14,500 millones (bien arriba de los presentes niveles). En términos de la reducción de las tarifas a la manufactura, los miembros de los países desarrollados acordaron aplicar generalizadamente un coeficiente de «formula Suiza» (mientras más bajo el coeficiente más profundo el corte) de 7 a 9, y los países en desarrollo acordaron a tres diferentes rangos entre 19 y 26 (mas bajo el coeficiente mas excepciones cada país puede disfrutar). Finalmente, muchos países en desarrollo acordaron en principio liberalizar sus sectores de servicios financieros.

India propuso que si las importaciones se eleven por encima del 115% sobre el periodo base, debería permitirse a las naciones en desarrollo imponer provisiones que son 25-30% al conjunto de impuestos sobre los productos que toman cortes de cero. La administración Bush, sin embargo, rehusó reducir más debajo de 140%, un nivel que India y otros países argumentaban haría del mecanismo virtualmente sin uso en la mayoría de circunstancias.

Kevin P. Gallagher es profesor en el departamento de relaciones Internacionales en la Universidad de Boston, y investigador asociado en el Instituto de desarrollo Global y Ambiente de la Universidad de Tufts. Timothy A. Wise es director del Programa de Política e Investigación del Instituto de Desarrollo Global y Ambiente de la Universidad de Tufts.

Traducción por: Luis Saco