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La niña yuntera

Fuentes: Rebelión

Desde la ventana del verano oteo un mercadona bastante concurrido, mucho más los últimos días. Llegan viejitas con su caminar renco y su pensión amputada; licenciados en carreras que, preparados y listos, no escuchan ¡ya!; niñas y niños que no compran ni suspiran golosinas; y la maestra del pueblo que ya sabe que el próximo […]

Desde la ventana del verano oteo un mercadona bastante concurrido, mucho más los últimos días. Llegan viejitas con su caminar renco y su pensión amputada; licenciados en carreras que, preparados y listos, no escuchan ¡ya!; niñas y niños que no compran ni suspiran golosinas; y la maestra del pueblo que ya sabe que el próximo curso no les pondrá tareas para casa. Salen con los ojos ‘menos cenicientos’.

He averiguado. La cajera, con disimulo, esconde en sus bolsas un kilo de patatas o un paquete de arroz o lentejas. Me dice que si es ilegal le da igual, porque es justo. Es hija de madre y padre jornaleros.

Es un alma color de olivo.

 

Gustavo Duch Guillot. Coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. Autor de SIN LAVARSE LAS MANOS.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.