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La oposición a los subsidios cobra fuerza entre los propios agricultores de EEUU

Fuentes: IAR Noticias

Un movimiento para desmantelar los subsidios a los cultivos estadounidenses, que en las últimas décadas acumularon US$600.000 millones, está ganando terreno en lugares improbables, incluyendo a los propios agricultores.

En Iowa, uno de los estados que reciben más subsidios, un candidato republicano a la Secretaría de Agricultura está diciéndoles a los grandes agricultores que deberían recibir cheques menos generosos. Mark W. Leonard, un hacendado que hace campaña usando un sombrero blanco de vaquero y recibe subsidios, dijo recientemente a un auditorio lleno de agricultores que los pagos del gobierno fomentan la sobreproducción, lo que a su vez deprime los precios que reciben los campesinos pobres de otros países. «Desde un punto de vista cristiano, el efecto que están teniendo en África te estruja el corazón», dijo Leonard. El año pasado, Leonard ayudó al grupo humanitario Oxfam International en su campaña anti-subsidios, escoltando a un cultivador de algodón de Mali a reuniones en una iglesia cerca de su hacienda en Holstein.

Durante los últimos doce meses, ha surgido una ola anti-subsidios en EE.UU., una de las más amplias y sofisticadas en la larga historia del movimiento para reducir los pagos a agricultores. Los estudiantes de justicia social en la Universidad de Baylor, en Texas, han esparcido algodón en el suelo protestando contra los subsidios a este cultivo. La fundación del difunto Dale Earnhardt Sr., una leyenda de las carreras de autos Nascar, se ha unido a la estrella de rock Bono, cuyo movimiento quiere modificar el régimen de subsidios para estimular el desarrollo de África.

Desde la izquierda, Oxfam y Environmental Defense se han reunido con sus contrapartes de derecha, incluyendo a la National Taxpayers Union y el Instituto Cato, para intercambiar ideas sobre cómo recortar los subsidios agrícolas. Varias organizaciones filantrópicas prominentes, como la Fundación William y Flora Hewlett, financian parte de estos esfuerzos.

«Cada vez hay más personas interesadas en intervenir en la política agrícola», dice Jerry Moran, un republicano de Kansas que participa en el comité de agricultura de la cámara de representantes. «Les importa África. Les importa el medio ambiente. Les importa la nutrición.»

Los grupos de base, que incluyen desde pastores evangélicos a amas de casa de clase media, están aprovechando el impulso que comenzó con la iniciativa para condonar la deuda del Tercer Mundo a fines de los años 90. Otro estímulo proviene de la Organización Mundial del Comercio, donde EE.UU. está siendo presionado para reducir su gasto en agricultura. Los países en desarrollo quieren ver recortes en subsidios antes de eliminar sus barreras a las importaciones de otros bienes y servicios. En algunas de estas áreas, los detractores de los subsidios en EE.UU. pueden contar con el apoyo del gobierno de Bush.

En 1996, un Congreso mayormente republicano aprobó una legislación para eliminar los subsidios agrícolas en el transcurso de siete años. Pero Washington se echó para atrás al ver que la economía agraria entraba en una de sus caídas cíclicas. El presupuesto agrícola de 2002 firmado por Bush es uno de los más generosos de la historia. El año pasado, el gobierno pagó un récord de US$23.000 millones a los agricultores estadounidenses.

No hay discusiones serias en Washington sobre la eliminación total de los subsidios. Además, el poderoso lobby de los agricultores se ha defendido de ataques en el pasado. Pero los líderes agrícolas, funcionarios federales y políticos están silenciosamente analizando alternativas, como indemnizar a los agricultores, fomentar las cuentas de ahorros y pagarles a los que practiquen métodos de cultivo ecológicos.

El sistema podría ser reformado durante la próxima ronda de negociaciones de Doha en la OMC o en el Congreso durante la renovación del presupuesto agrícola del año próximo. Incluso si no sucede nada importante en el corto plazo, los expertos dicen que esta nueva presión podría ser sólo el comienzo de una disminución a largo plazo de régimen de subsidios.

EE.UU. creó los subsidios durante la Gran Depresión, para combatir la pobreza rural. En ese entonces, el 25% de la población estadounidense vivía en el campo. Los agricultores podían recibir dinero del gobierno federal para producir cultivos como maíz, algodón y trigo cuando los precios de mercado caían por debajo de ciertos niveles.

Hoy, los agricultores representan menos del 1% de la población del país, pero gracias a la tecnología que posibilita el cultivo con menos empleados, sus operaciones se han disparado. Puesto que los subsidios siguen ligados a la producción, los cheques gubernamentales se han inflado. El gobierno limita los pagos anuales a un único productor a US$360.000, aunque resquicios legales permiten sumas mayores.

La mayor parte de los subsidios se destina a agricultores que son más ricos que el contribuyente promedio de EE.UU. Apenas una fracción va a agricultores pobres. Según un análisis realizado por Environmental Working Group, un 72% de los subsidios es captado por un 10% de los beneficiados. El grupo se opone a los subsidios, argumentando que el exceso de producción afecta el medio ambiente. Los subsidios tampoco ayudan a impulsar el desarrollo rural. La mayor parte de la población que vive en el campo ya no se dedica a los cultivos y dos tercios de los que trabajan la tierra están produciendo cultivos que no están incluidos en el plan de subsidios, como frutas y vegetales.

Sin embargo, muchos legisladores de los estados agrícolas de EE.UU. resisten al cambio, temiendo que sus estados sean perjudicados si se estanca la ayuda federal. «Nadie quiere reconocer que el único propósito del dinero de los subsidios agrícolas son los favores políticos. Punto», declara Terry Kastens, un economista agrícola de la Universidad Estatal de Kansas que también produce cultivos subsidiados por el gobierno.

El gobierno de Bush es partidario de una reforma. En la OMC, ha ofrecido recortar el límite anual de ciertos subsidios en un 60% si la Unión Europea acuerda hacer un recorte de 83%. El mes pasado, el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca dedicó todo un capítulo del Informe Económico del Presidente a atacar los subsidios agrícolas, acusándolos de «perjudicar a países que podrían beneficiarse con la exportación de esos bienes básicos a EE.UU.»

Bush todavía no ha propuesto soluciones específicas. Economistas del gobierno dicen que existen varias maneras de hacer llegar dinero a los agricultores sin provocar caídas en los precios internacionales, como los programas de seguros agrícolas que protegen a los productores contra los grandes declives en los ingresos.

La Casa Blanca cuenta con el apoyo de empresas a las que les gustaría ver el tema de los subsidios resuelto para impulsar el desmantelamiento de las barreras comerciales a la exportación de sus productos.

La campaña en favor de la reforma de los subsidios es similar a la liderada por el astro del rock Bono, de la banda U2, para reducir la deuda de África. Bono hizo una gira por 14 ciudades de EE.UU. para hablar sobre la pobreza africana, en especial entre grupos cristianos.

La entidad de Bono, DATA, se ha unido a organizaciones como Oxfam en la lucha por un cambio de las políticas agrícolas. «Si a uno le importa el perdón de la deuda de los países pobres y el combate al sida, también tiene que preocuparse por las cuestiones de comercio», dice Jamie Drummond, director ejecutivo de Data.

Interviniendo en universidades, recitales de rock y carreras de autos, estos activistas han recolectado cientos de miles de firmas y tarjetas postales enviadas al presidente Bush, el representante de Comercio Rob Portman y miembros del Congreso, instándolos a reducir los subsidios agrícolas.

Shayne Moore, madre de tres hijos de 35 años de Illinois, fue una de las que escuchó uno de los discursos de Bono. «Esa noche cambió mi vida. Bono dijo algo así como que los políticos se ponen nerviosos cuando las estrellas de rock se juntan con las amas de casa de clase media. Yo soy una ama de casa de clase media».

Moore costeó su viaje a Honduras, Kenia y a una de las reuniones del G-8. «La persona que cosecha el algodón en andrajos es tan importante como la que lo hace desde una máquina imponente», dice. «No creo que esté mal que usen la máquina imponente, pero no a costa del campesino en andrajos.»